CAPITULO 19
Johnny estaba con Alice en un restaurante por la tarde. Habían ordenado y esperaron. Alice se sentía extraña y diferente al estar en presencia de Edward, ya que el sueño la había dejado pensativa.
Es como si fueran gemelos... Pensó ella. No sabía si era correcto, pero tenía que decírselo.
—Edward, háblame de tú familia.
Un mesero les tendió unos vasos con agua mientras esperaban la comida. En ese instante Johnny no pudo evitarse sentirse nervioso y tenso. Lo que Alice le pidió le heló la sangre. De inmediato él tomó el vaso y se lo llevó a la boca.
Necesitaba tiempo para pensar.
¿Por qué me está preguntando esto? Antes no me la había formulado.
En el pequeño lapso de segundos que tuvo, no fue suficiente, necesitaba más tiempo.
— ¿Qué quieres saber? —preguntó Johnny.
—Cómo está compuesta tú familia, ¿no? Me parece que la pregunta es muy obvia.
Johnny se puso rígido en el asiento y asintió. Aún sostenía el vaso de agua para darse un poco de tiempo en caso de que alguna pregunta fuera más compleja.
—Mi familia... está compuesta por: papá, mamá y yo. Soy hijo único.
— ¿Sabes que es aún más raro?
— ¿Qué?
—Que no solías hablar de tú familia... me decías que no te gustaba hablar de ellos. No comentabas mucho de tu pasado.
Johnny quiso darse una bofetada por eso. En los viejos mensajes de Edward y Alice, habían veces que ella le preguntaba por la familia, pero él prefería mejor no hablar sobre ellos; lo olvidó por completo. Johnny no entendió por qué no se lo dijo nada más.
Aunque por ahora le pareció muy bueno que no se lo haya dicho, podía escabullirse en una mentira...
— ¿Te avergüenza hablar de ellos? —preguntó Alice.
Johnny se apartó de sus pensamientos.
—No... la verdad es que... que... antes pensaba que no valía la pena hablar de eso... ya que sólo nos conocíamos a distancia. — Volvió a dar un sorbo para humedecer la boca.
—Ah, ya veo.
Alice no pudo descifrar la razón del que Johnny estuviera titubeando. Formuló otra pregunta:
— ¿Cuándo iré a tú casa?
Johnny bebió todo el vaso hasta no dejar una gota.
—Tal vez pronto... por ahora estoy arreglando la sala y el resto de la casa. Todo está hecho un chiquero.
Alice asintió.
Y eso no era mentira. Johnny limpió la casa de nuevo y acomodó los muebles en distinta posición para que se viera mejor, también acomodó la mesa en la que tenía un teléfono, algo en su habitación y de la habitación de Edward.
Aunque aún no sabía que ese pronto, a pesar de que era una mentira improvisada, no esperaba a que fuese a ocurrir.
Al cabo de unos segundos llegó un mesero con la comida.
***
En soledad del coche estaba envuelto en un aire de lamentos y frustraciones; Johnny estaba conduciendo mientras posaba un codo en el borde de la ventana que la tenía bajada. Estuvo reflexionando sobre las cosas que Alice le había interrogado.
Habían pasado meses y no creyó que la pregunta llegaría. Supuso que todo seguiría así de normal...
Al aminorar la velocidad para llevar el coche a un pequeño garaje, vio que alguien estaba en el porche, golpeando la puerta. Johnny frunció el ceño, dejó el auto y salió a ver quién era.
Una mujer de baja estatura que llevaba una camiseta blanca y pantalones azules.
¿Quién es? Nunca la he visto.
— ¿Desea algo? —preguntó Johnny mientras salía del auto.
Pero esa mujer sonrió haciendo notar sus dientes.
— ¿Edward? ¡No puedo creerlo, eres tú!
Johnny se quedó plantado ahí sin nada qué decir. Era una persona que conocía su hermano... pero él no. Johnny mantuvo ese ceño fruncido, expresando duda.
— ¿No me reconoces, torpe? —ella borró la sonrisa al ver a su viejo amigo. Pensó:
Se ve muy diferente... un poco más alto. Incluso se ha pintado el cabello.
—Ehh...
—Soy Teresa...—exclamó ella volviendo a sonreír— sí que los años te hicieron olvidarme.
Se acercó a Johnny y lo abrazó. Abrazaba a un extraño. Johnny se esforzó en sonreír también.
—No podía creer que hayas venido—comentó Johnny.
—La Universidad terminó y vine a verte.
—Que bien...
Pero Johnny se había metido en un problema mucho peor que el de salir con Alice. No tenía ni la más mínima idea de quién era ella y cómo influyó en la vida de su hermano. Peor aún, cómo se conocieron en el pasado.
— ¿Y qué has hecho en estos años? —preguntó Teresa.
Johnny apretó la mandíbula, pensando con cuidado.
—Estudié periodismo...
— ¿Estudiaste? —ella profirió un grito.
Teresa sabía muy bien que Edward no le apetecía en lo más mínimo la idea de estudiar. Ella le ayudó a buscar un trabajo con el que de milagro, pudo ayudarlo a pagar la casa en la que actualmente Johnny se encuentra.
Y no fue en ese instante en el que dudó de que Edward, no fuera Edward. Sino desde el momento en que lo vio salir del coche, se veía muy cambiado y eso la perturbó.
—Sí...—asintió Johnny finalmente.
Teresa miró los ojos de él.
— ¿También te cambiaste los ojos o qué?
Johnny no pudo evitar sentir el pavor que su cuerpo tenía. Las manos le temblaban y empezaron a sudarle y decidió hacerlas un puño. Apretando con fuerza las manos hasta que se volvieron blancas.
Sabe el color de ojos de mi hermano. ¿Es qué lo sabe todo? ¿Quién es ella?
—Son lentes de contacto—respondió Johnny.
—Ah... vale...—dudó Teresa.
Johnny se volvió al garaje, a su coche.
—Debo irme.
—Pero acabas de llegar—farfulló Teresa indignada.
—Olvidé algo en mi puesto de trabajo.
Rápidamente sacó las llaves y las introdujo. Teresa se puso al lado.
— ¿No quieres que te acompañe?
—No. Otro día.
Abrió la puerta y la cerró con fuerza, encendió el auto y lo sacó a la calle. Manejó hasta desaparecer de vista a Teresa.
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