CAPITULO 18
Alice estaba caminando en... la verdad aún trataba de identificar el lugar en el que se encontraba, pero a pesar de que miraba por dónde sea, no encontraba indicio alguno sobre dicho lugar.
El ambiente estaba envuelto en una penumbra que no la estremecía en lo absoluto. Pudo ver que arriba habían unas ventanas que difuminaban el cielo del... ¿atardecer?, con una sombra tenue. En realidad ella no lo sabía.
Se parece a una bodega o fábrica...
A lo lejos una especie de puerta doble corrediza se desplazó a un lado y dos siluetas emergieron. Ambas tenían la misma estatura y caminaban con brío. Se acercaron más a Alice y esta vez las siluetas empezaban a definir con claridad. La primera persona se trataba de Edward, y al mirar la segunda...
¿Otro Edward?
Los escrutó con mucho detenimiento; se detuvieron a dos metros de ella.
Alice estaba confundida, estaba viendo dos versiones de Edward: el primero tenía el cabello oscuro y ojos cafés, en cambio el otro tenía el cabello café caramelo y ojos azul pálido. El segundo era el Edward nuevo que se presentó ante ella, una persona distinta, mejor y algo tímida.
El de cabello oscuro se volvió al otro.
—Debes confesar— dijo, pero también mascullo un nombre que ella no pudo entender.
Pero el de cabello café caramelo se abstuvo de decir una palabra y bajó la cabeza. Apenas podía mantener la mirada a Alice. Suspiró y dijo:
—Adiós, Alice.
Se dio vuelta y se dirigió a la salida. Alice lo miraba todo, por unos instantes intercambio la mirada con el Edward de cabello negro y luego al Edward que se estaba alejando.
Despertó.
***
Alice abrió los ojos de golpe como si le hubiera golpeado la luz con tosquedad. Se encaramó en la cama. Y al tocarse la frente sintió algo húmedo. Miró a su alrededor y entendió lo que había pasado.
Sólo fue un sueño.
Jadeaba y el corazón latía desenfrenado, espero a que pudiera regularlos tratando de sosegarse. Tragó saliva y fue al baño y se lavó la cara.
A lo que levantó la mirada para verse en el espejo vio que sus ojos se veían muy agotados.
El trabajo tal vez.
De inmediato los pensamientos se guiaron a su mente para reflexionar lo que ha visto. Ella pudo ver dos personas... dos versiones distintas de Edward que tenían una característica que era notoria y los dejaba al descubierto.
Qué extraño, ¿por qué soñaría con eso?
No llegaba a ninguna conclusión con lo ocurrido, a ninguna en lo absoluto. Fue a la habitación y consultó la hora en un reloj digital que tenía en la mesa de noche. Aún era muy temprano y era día Domingo... no le gustaba madrugar en esos días.
Creo que un sueño inofensivo y ya.
Forzó una sonrisa en las que las comisuras de los labios se levantaron perezosamente.
Aunque lo que dijo con respecto al sueño, estaba muy equivocada. Lo que ella no sabía que no era inofensivo y que eso le iba a traer grandes problemas. También su vida estaría en riesgo solo por eso.
Faltaban cuatro semanas para que fuera a la casa de Edward.
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