CAPITULO 16

— ¿Estás seguro de lo que me estás diciendo, Chuck?

—Completamente, señor Miller.

Chuck solía decirle señor, sólo porque él lo había pedido, eso también iba para los que trabajaban con él. Ya que al menos era lo único formal que podían decir puesto que sus hombres eran vulgares y torpes.

—Entonces, enséñame —exigió Miller.

Chuck acercó una laptop blanca que era de Miller. Tecleó algo, luego con un mouse conectado, giró la ruedita y cuando Chuck encontró lo que buscaba, volteó la portátil.

Miller, pudo ver la fotografía de una mujer que sonreía junto a un hombre con cabello color café caramelo y ojos azul pálido. Hizo una mueca de alegría y triunfo.

—Mira que tenemos aquí. Edward, se ha cambiado por completo. —Dijo Miller mientras sacaba un cigarrillo de su bolsillo. — ¿Has podido localizarlo?

—Sí; por la mujer de la foto, que tenía los datos de su localidad. Lo único que hay debemos hacer es, encontrar a la mujer y así, llegaremos a Edward.

Miller asintió, sacó el encendedor del bolsillo de su pantalón y prendió el cigarrillo.

Se reclinó en el asiento y soltó el humo.

—El problema, señor Miller, es que no está en esta ciudad. Está en otra.

Miller se volvió hacia él. Eso era algo que ya sabía, no tenía que volver a recordárselo.

—Será mejor ir a donde se encuentra. —Miller apretó la mandíbula y dijo—: Tal vez sólo debamos ir tú y yo. Nadie más. Recuerda que los muchachos, preferirían matar a Edward.

—Entiendo, señor Miller. —Acotó Chuck.

Miller recuerda que años atrás, antes de que Edward desapareciera por huir de la banda de él por años, huyó con bastante mercancía de él. Le había robado en gran parte y repartido con algunos de sus amigos.

Intentó rastrearlo para que le devuelva todo lo que robó... pero en efectivo. Ahora que por fin pudo dar con Edward, sólo debía viajar y exigirle el dinero de la manera que le gustaba: amenzando.

—Iremos la semana siguiente. —Masculló Miller. — Sólo que a los muchachos, deberemos decirles que vamos a hacer negocios con bandas de otra ciudad.

—Entendido.

Ahora Miller, sonreía con malicia...

Nos veremos pronto, Edward.


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