CAPÍTULO 1
Johnny salía del hospital cuando estuvo a punto de caer el sol; luego de que finalizaran el horario de visitas. A pesar de que en las calles de la ciudad había una gran lluvia torrencial, se enfundó en una gran chaqueta de cuero, aunque el problema era que no fue lo suficiente para abrigarlo. Caminó hacia el estacionamiento para subir a su Volkswagen Polo azul.
El coche tosió un poco de humo, y finalmente cedió. Las gotas de la lluvia golpeaban el parabrisas; gotas brillantes y cristalinas que resbalaban con lentitud y parsimonia, que le hacían recordar las lágrimas que derramó en el día en que se enteró que su hermano mayor había caído en el horrible y tormentoso sueño profundo: el Coma.
Ha pasado casi un año y medio de aquel incidente. Según los testigos que eran los amigos del hermano de Johnny, confirmaron que él estaba tan tranquilo inhalando cocaína, hasta que su cara golpeo la mesa y desde ahí, no volvió a despertar.
Johnny no olvidará el momento en que la llamada del hospital, dio la noticia. Johnny estuvo a punto de soltar el teléfono de las manos, se le resbalaba como si fuera un cubo de hielo.
El día del Coma de Edward, sus padres no quisieron tomar cartas en el asunto, puesto que él, no fue un hijo ejemplar; no pudo terminar sus estudios de la secundaria, se involucraba en peleas callejeras, hubo una vez la ocasión en que unos hombres corpulentos buscaban a Edward por la paga de algunas compras esenciales para sí mismo.
Johnny se había mudado de Nueva York de la casa de sus padres, ya que prefería recorrer nuevos horizontes. También porque extrañaba a su hermano, no lo vio desde que cumplió diecinueve años.
Johnny tenía veinticuatro años mientras que Edward veintiséis.
Había alquilado un departamento en Wallace Avenue que era un asco, aunque era la mejor opción, fue lo que pudo encontrar desde que llegó a la ciudad.
Él había ocupado la casa de su hermano desde el día del Coma. La razón por la que no acudió a Edward desde un principio, fue porque con los problemas en los que se metía, podían involucrar a Johnny, así que tuvo que decirle: Descuida, me las arreglaré solo.
Aunque haya diferencia mínima en la edad, Edward y Johnny eran muy similares, como si fueran gemelos, o una persona mirándose en el espejo. Por ejemplo la nariz, boca, y un poco en el tono de voz. Hasta las expresiones (de tristeza, felicidad o enojo) se asemejaban mucho.
Pero había unas mínimas distinciones, Edward tenía ojos marrones, algunos tatuajes en brazos y torso. En cambio Johnny ojos azul pálido, y el cabello café caramelo.
Desde que se mudó a la casa de su hermano, no supo si fue una idea correcta, puesto que los que negociaban con Edward, tal vez lo hubieran buscado en su casa. Pero desde los primeros días del sueño profundo de Edward, nadie fue a la casa. Es como si la situación el Coma de Edward se haya propagado por la ciudad, hasta las zonas más inseguras y peligrosas.
Al llegar a casa, se quitó la chaqueta y la arrojó por los muebles de la sala.
La casa era corriente y común, se vendía varias de ésas a un costo bajo, era una de un piso con dos habitaciones, un baño un tanto encogido, una cocina que al menos daba espacio para poner una mesa pequeña con dos sillas y una sala que daba espacio para dos muebles en el que al lado estaba una pequeña computadora (que Johnny había comprado).
Edward tenía la casa hecha un desastre cuando Johnny llegó. Basura (cajas de comida, latas de cerveza, envolturas de comida) por un lado y otro, pero Johnny se tomó las molestias de limpiar cada rincón.
El único adorno que había en la casa era la de un reloj de pared circular con un margen rojo y blanco, el problema era... que tampoco tenía baterías. Johnny olvidaba comprarlas y se las olvidó comprar en este día.
Ya habrá tiempo para comprarlas.
Johnny trabajaba para el periódico. Estuvo estudiando periodismo desde que finalizó los estudios secundarios, era algo que le gustaba hacer y con eso se ganaba la vida.
Su nariz pudo percibir un hedor putrefacto y repugnante.
De las habitaciones de la casa, había una a la cual nunca accedió desde su llegada, ni tampoco para hacer la limpieza, supuso que de ahí venía el hedor. La habitación de Edward, ya que él ocupaba la otra.
Pensaba que no debía tocar las cosas de su hermano, siempre ha sido tan territorial con sus pertenencias, así que no entraba por nada, ni siquiera cruzaba del umbral. Pero el olor se intensificaba, así que abrió la puerta despacio y vio basura por algunos rincones, el bote de basura estaba sin ningún papel. Las fosas nasales absorbieron ese aroma pestilente y se tapó la nariz con el brazo.
Se nota lo limpio que eras, Edward.
Fue por unas bolsas a la cocina y empezó a recoger lo que estaba tirado por el suelo.
La habitación tenía una cama sin tender en la esquina, al otro lado de la habitación tenía un pequeño armario con los cajones abiertos y la ropa hecha jirones, en otra esquina, tenía una mesa pequeña con un cuaderno espiral de color naranja.
En cuanto sus ojos posaron en el cuaderno, le dio curiosidad saber que había ahí.
¿Habrá escrito algo importante? No. Él nunca se interesó por escribir, aparte de que la caligrafía y la ortografía estarían igual que su habitación.
Se acercó y dio una hojeada rápida al cuaderno, había apuntes sobre algunos gastos de alcohol para el 11 de Febrero de 2014. Compras en el minisúper y demás. Al menos había un registro muy organizado de las cosas que debía comprar y para cuándo.
Cuando llegó a la última hoja, vio que habían garabateado dos renglones.
Una decía un correo electrónico, mientras que el otro mencionaba una contraseña.
Era el E-mail de su hermano.
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