La casa del pueblo
7 de Agosto de 2017
Cuando escucho cómo se cierra la puerta a pesar de todo el ruido me relajo y mis ojos recorren la habitación. La cama es enorme y cuenta con un cabecero de madera oscuro, la ventana tiene unas cortinas blancas que dejan pasar la luz de las farolas, el pequeño armario se encuentra en la pared de esa ventana y a su lado hay una mesita de noche, en la pared contraria se encuentra el tocador.
Las paredes son blancas y destacan la decoración oscura, pero mis pies se dirigen al armario sin perder más tiempo. Me deshago de mis tacones sin cuidado alguno y me empiezo a quitar el ajustado vestido después de abrir el primer cajón que me encuentro. Debo de abrir otro para encontrarme dos pares de sus famosas camisas de cuadros. Una de ellas, roja y negra, llama más mi atención y decido ponérmela.
Toda la habitación huele a él y, cuando abro la puerta para ir al baño, me doy cuenta de que toda la casa huele a su colonia.
Cuando llego, me lavo la cara varias veces para intentar despejarme, aunque no lo consigo.
Termino por llegar al sofá en medio de la sala y me tiró en él suspirando. La música no para de sonar y se está volviendo un poco insoportable, pero eso no evitar que termine cayendo en los brazos de Morfeo abrazando un cojín.
- ¿Chica de ciudad, estás dormida? Vamos, tienes que irte a la cama...
Abro los ojos lentamente y me encuentro con Inuyasha... la luz de madrugada ilumina la casa pero estoy demasiado mareada.
- No creo que pueda... me duele la cabeza...
Él se ríe suavemente antes de acercarse y pasar uno de sus brazos por mi espalda y el otro en mis muslos para alzarme después de que pasara mis brazos por sus hombros.
- No vayas tan rápido... todo me da vueltas...
- Tienes poco aguante, chica de ciudad.- concluye mientras me deja en la cama.
Entonces vuelvo a oler su colonia y abro los ojos de nuevo.
- Espera, Inuyasha... esta es tu cama, tú eres quien tiene que dormir aquí.
Él se sienta a mi lado y apoya su mano en el colchón:
- Da igual por un día que duermas tú en ella, Kagome. – contesta antes de levantarse. Cuando está en el marco de la puerta yo ya me he volteado pero le escucho decir:- Duerme bien.
A la mañana siguiente corrí al baño junto con mi vestido para ponérmelo de nuevo. Había dejado mi mochila en la casa de Sango, así que iría allí a cambiarme y a pasar todo el día con ella.
Me di una ducha, me vestí y utilice la camisa de cuadros como una chaqueta versase para estar más cómoda. Me quité el maquillaje como pude y salí para encontrarme con Inuyasha en la cocina haciéndose unas tostadas.
- Buenos días, dormilona, ¿qué tal has dormido?
- Como un lirón, ¿tú?
- Bien. – me sonríe- Hay cereales y tostadas, ¿qué prefieres?
- Tostadas por favor- digo mientras me acerco a la nevera para ver si hay leche.
La encuentro y saco también un pequeño bote de mermelada y otro de mantequilla. Inuyasha me dice dónde están los vasos y los cubiertos, así que yo pongo la mesa y él hace las tostadas y un café para él.
- Que aproveche. -decimos cuando nos sentamos y empezamos a desayunar.
No soy muy fan de desayunar porque casi nunca tengo tiempo, pero adoro poder sentarme sin prisa y comer todo lo que quiera por la mañana.
No hablamos demasiado, me cuenta que cuando volvió tuvo que ayudar a Kagura a llevar a Miroku a casa y terminó ayudando a limpiar el bar también.
Me llega un mensaje de Sango diciendo que ya se ha despertado y que si no he dormido allí, cuando le contesto que he dormido en la casa del pueblo de Inuyasha me pone con mayúsculas que vaya a su casa a contárselo todo.
- Creo que voy a irme ya, comeré con Sango y saldremos otro rato por la noche.- comento mientras dejo el plato en el fregadero.
- Perfecto, llévate la llave, chica de ciudad.
Hago lo que me dice y salgo de allí después de agarrar el móvil.
Con mi poco conocimiento de las callejuelas del pueblo, consigo llegar a la plaza, donde todavía está montado el escenario y varias personas están paradas hablando con el alcalde.
Intento pasar desapercibida, pero en un pueblo tan minúsculo eso es imposible. Rápidamente dos señoras se dan cuenta de mi presencia y me saludan. Cortésmente contesto mientras intento continuar mi camino.
- ¡Hombre, señorita Higurashi!
Cosa imposible, por lo que veo
- Buenos días, alcalde.
- ¿Qué tal te lo estás pasando en las fiestas, querida? – me pregunta- Están muy bien organizadas, esta tarde habrá actividades para los abuelos y por la noche seguirá la fiesta
El hombre sonríe y por no hacerle el feo intento sonreír también.
- Creo que conoces a muy poca gente del pueblo, Kagome... si quieres podría...
- Oh, no se moleste, alcalde. Gracias a Sango y a Inuyasha estoy conociendo a bastante gente.
- No me llames de usted, puedes llamarme Naraku.
- Pero no nos conocemos...
- Aquí todos nos conocemos demasiado, tú también te cansarás de conocer tanto a las personas de este pueblo. – dice riéndose.
No me puedo creer que esté teniendo esta conversación tan rara con este hombre de verdad... ni que estuviéramos borrachos.
Decido zanjar el tema diciendo que tengo prisa pero, cuando ya me estoy largando, sus palabras consiguen que frenarme:
- Higurashi... ese apellido me suena demasiado...
No me doy la vuelta y sigo caminando con la esperanza de que no haya notado mi sorpresa. Ese hombre tan raro no puede saber quién soy, ¿verdad? Higurashi es un apellido súper común, no tiene nada de especial...
Cuando llego a casa de Sango, toco la puerta y rápidamente me abre.
- Por Dios, ¿cómo es eso de que dormiste con Inuyasha?
- Dormí en la casa que tiene en el pueblo, me dejó una llave – dije mostrándosela
Mi amiga sonrió pícara mientras empezaba a contarme su noches después de que yo me fuera.
Me ducho y, después termino por cambiarme para estar más cómoda mientras hablamos con la tele de fondo, después hacemos la comida y vemos una peli mientras yo hablo un poco con Jak, que lo único que me dice es que me lo pase muy bien con Inuyasha... es un tonto.
Sobre las ocho de la tarde, Yura y Emily vienen a casa de Sango para hablarnos de que Emily había pasado una increíble velada con el frutero.
- Te lo dije, Sango – hablé- ese hombre es demasiado guapo.
- Es que tiene unos rizos- susurra Emily a lo que yo asiento.
Nos reímos y hacemos tonterías para pasar el rato. Poco después, la extranjera y Sango van juntas a la habitación porque la profesora quiere probar a maquillarla
- Ya verás lo guapa que vas a estar, esa piel tan blanca se verá espectacular- la oímos hablar desde el pasillo.
Carraspeo para captar la atención de Yura y ella me mira.
- Tú eres la nieta del alcalde, ¿no?
- Digamos que sí, aunque no hace demasiado caso a su familia.
- ¿Cómo?
- Lo que oyes. –suspira mirando al suelo- La verdad es que mi madre solo viene al pueblo en verano porque no aguanta al abuelo... no la culpo porque es imposible. Hasta Miroku ha decidido no tener nada que ver con él.
- Pues... lo siento Yura, tu abuelo parece alguien que se preocupa por su gente, nunca habría pensado eso...
- Es un poco raro – dice con una pequeña sonrisa y asiento- pero solo se preocupa por el pueblo. No se preocupó de mi abuela, ni de mi madre o de Miroku, y tampoco se preocupa de mí.
Aprieto su hombro para darla apoyo, ella me mira como diciendo que no pasa nada y después me cuenta cómo convenció su madre a Inuyasha para que los ayudara a cerrar.
- Dijo que como no hiciera salir a todo el mundo él se quedaría ahí toda la noche, no le dejaría salir del bar hasta por la mañana... y parece que se lo tomó en serio – no puedo evitar reírme mientras me lo imagino.
Emily baja junto a Sango toda arreglada y las demás empezamos a prepararnos. Esta vez decido ponerme un mono corto de rayas verticales azules y blancas junto a unas cuñas. Sango decide rizarse el pelo y hacerse una coleta antes de ponerse su vestido rojo.
- Kagome, recuérdame que mañana te preste mi otro vestido rojo, creo que te gustará.
Cuando Yura termina de maquillarse salimos y nos dirigimos a la plaza del pueblo. Como el día anterior, está abarrotada y la música retumba por casa rincón del pueblo.
Saludo a Koga, que está junto a Miroku; me encuentro con el frutero que se acerca dispuesto a hablar con la forastera; y también nos encontramos a Inuyasha que nos pregunta dónde está Miroku. Esta noche lleva un pantalón vaquero, una camisa gris con unas palabras en la parte trasera y unas deportivas.
No me acuerdo de mucho más de la noche. Bebí, bailé, bebí más.me reí, volví a beber y cuando ya salía el sol por la mañana decidí ir a la casa de Taisho. Al entrar, me encontré con Inuyasha sentado en el sofá viendo la tele, cuando me miró entrar por la puerta supe que estaba tan borracho como yo.
Entonces cerré la puerta principal, caminé hacia él haciendo eses y cuando estuve a su lado me agarré a sus hombros para sentarme a horcajadas en él. Mi momento lúcido me recordó que la noche anterior iba a darle un beso y no llegué a sus labios.
Aproveché el momento y me incliné para unir mis labios con los suyos. No tardó en corresponderme mientras sentía sus manos en mi espalda baja y sus brazos me apretaban contra él. Volvimos a besarnos, una y otra y otra vez... paseé mis labios por su cuello escuchando su respiración entrecortada, cuando iba a pasar a su pecho una de sus manos alzó mi barbilla y su lengua recorrió mi cuello sin titubear. Me estremecí entre sus brazos...
- Inuyasha...
Nos besamos una última vez antes de mirarnos.
- Estamos demasiado borrachos para esto, Kagome...
- Creo que sí...- murmuré intentando recuperar el aliento.
Buuaaa voy a llorar, hacía tanto que no escribía y no publicaba nada. Dios os echo muchiiisimo de menos a todos mis amores :3, estás navidades estaré súper activa, ahora estoy con mis exámenes finales.
Gracias a todas
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top