Kuuto

20 de Julio de 2017

Esta mañana cuando me levanté Izayoi me pidió ayuda con el desayuno. Al parecer, Inuyasha ya se había ido y no había podido desayunar con él, por lo que quería hacerlo conmigo. Sonreí dispuesta a ayudar a la mujer y las dos tuvimos un rico desayunos con tostadas, mermelada y chocolate caliente en la mesita de la cocina.

La verdad es que hoy no tengo mejor cosa que hacer que no hacer nada, así que puede que por fin trate de escribir algo y empezar el libro. Como manera para inspirarme estoy pensando en ir a casa de Sango, ya que me ha dicho que tiene un montón de libros en un mueble de su salón, podría leer algunos y disfrutar de meterme de lleno en el propio mundo del libro, para así relajarme un poco pero, tengo que descartar esa idea cuando me doy cuenta de que en cuanto Sango se entere de que quiero escribir, me hará mil y una preguntas sobre mi nuevo libro.

Suspiro mientras dejo mi taza en el fregadero y miro de nuevo a Izayoi con una sonrisa tranquilizadora. La verdad es que esta mujer cada día me cae mejor, que suerte tiene Inuyasha con una madre así. Y hablando del chico de pueblo... no le he visto en toda la mañana, y como ya he dicho, ni siquiera ha desayunado con su madre, ¿qué estará haciendo?

Pero antes de poder comerme un poco más la cabeza con la duda, Izayoi me pregunta si tengo algo que hacer, y me anima a ir con ella a la ciudad de Kuuto, la ciudad más próxima al pueblo. Al parecer sí tiene carnet de conducir, pero prefiera conducir acompañada, y, como voy yo con ella, prefiere que conduzca yo para aprenderme el camino. Así que, hoy me toca trabajar como la chófer personal de la señora Taisho. Salgo de la cocina para meterme en mi cuarto, darme una ducha rápida y vestirme con unos vaqueros azules y una blusa de tirantes color burdeos, busco mis comodísimas zapatillas y me guardo el móvil en el bolsillo mientras busco mis gafas de sol.

Cuando las dos salimos metidas en el coche del recinto de la finca, Izayoi me empieza a señalar el camino con una voz suave mientras me cuenta qué quiere hacer en Kuuto. Lo más normal en los pueblos es ir cada cierto tiempo a la ciudad, ya sea para pasar el día, hacer las compras o comprar algo que no se encuentra ten fácilmente donde viven. La señora Taisho está buscando unos libros de recetas para hacer postres dulces, porque solo sabe hacer bizcochos simples, y también otro de comida, para las comidas de las fiestas del pueblo y, también para Navidad.

El viaje de media hora se me pasa volando mientras me describe con detalle a todas y cada una de sus primas, tías y sobrinas, que alardean de saberse las recetas de memoria, mientras la señora Izayoi se dedica a cocinar de una manera simple los platos, aunque hay que admitir que tienen un sabor exquisito.

Cuando llegamos al centro, Izayoi me dirige a una calle secundaria donde podemos aparcar y por fin salir del coche. Después, vamos a pie a la calle principal y empezamos a ir tienda por tienda y, aunque he traído dinero, no veo nada que necesita comprar así que, me abstengo de hacerlo mientras ayudo a cargar con las cosas de Izayoi.

Pasamos por una tienda de dulces, una relojería, unas cuantas tiendas de ropa, una tienda de cosméticos, otra más de belleza y, finalmente una librería donde finalmente paramos. Y, aunque me duelan los brazos hasta los hombros no dudo en agarrar las bolsas con fuerza y abrirme paso en aquella librería de dos pisos. Es... preciosa, hay un montón de libros, cuadernos, bolígrafos y cualquier enredo relacionado con la lectura que pueda imaginar.

El primer piso es la librería en sí, llena de estantes repletos de libros de toda clase, allí también está el dependiente y la caja, mientras que, en el piso de arriba, algo más pequeño que el de abajo, es una zona de lectura, compuesta por varios cómodos sillones de diferentes colores rodeados por pequeñas mesitas donde están colocados algunos libros. En las paredes hay cuadros con colores tenues que acompañan a cuatro estanterías de libros de menor tamaño que las que están en el bajo.

- Lo siento querida si ha sido algo duro para ti, pero es que hacía tiempo que no tenía a otra mujer en casa y me ha encantado poder tener una mañana de compras.

- No pasa nada, Izayoi, yo también me lo he pasado genial - contesto mientras agarró tres libros de la estantería.

Lo sé, se suponía que no iba a comprar nada pero, la tentación es demasiado grande y no la puedo soportar. Decido comprar yo primero, el chico nos saluda y me cobra los libros después de meterlos en una bonita bolsa. Después, es el turno de Izayoi que tarda lo mismo que yo y juntas salimos de la preciosa librería mientras nos despedimos del dependiente.

Volvemos al coche, metemos las cosas en la parte de atrás y no en el maletero porque la señora Taisho me confiesa que quiere comprar algunos ingredientes para la comida de hoy en un supermercado. Así que, nos ponemos rumbos a la dirección que me dice y paramos a comprar lo necesario. Ahora sí, y después de eso, nos vamos a casa después de esta mañana de compras.

Cuando llegamos a casa, Inuyasha sigue sin dar señales de vida por lo que decido decirle a Izayoi que seré yo quien saque la compra, no quiero que la pobre mujer cargue con peso. Ella acepta mi petición y decide meterse en la cocina, para preparar la comida.

Termino de sacar todo y cierro el coche para meterme en casa, entonces escucho voces en la cocina y me encuentro a madre e hijo hablando y me hace gracia la diferencia de estatura de Inuyasha e Izayoi, me entra curiosidad, ¿cómo era Inuyasha de pequeño?

Ambos se dan cuanta de mi presencia a la vez y solo es Inuyasha quien se acerca a mí:

- Vamos, chica de ciudad, te voy a enseñar algo.

Le sigo hasta mi habitación, abre mi puerta y me deja entrar primero... entonces lo veo. Hay un hermoso escritorio de madera justo frente a la ventana, no tiene cajones, pero la mesa del escritorio tiene grabados en los picos.

- ¿Es para mí?

- Sí, la mesa que tenías antes era un poco infantil y pequeña... tengo un amigo que hace estas cosas artesanales, ya tenía hecho un escritorio y le faltaban los detalles así que la compré.- me explica mientras mis dedos siguen tocando la madera.

- Es precioso...- digo mientras me giro a encararlo. - Gracias.

Decido darle un abrazo, nunca antes alguien me había regalado una mesa y, no sé, creo que los Taisho se están portando demasiado bien conmigo. Aunque al principio parece reacio a corresponder el abrazo, pronto noto sus brazos cerrándose sobre mí, si digo la verdad no me había dado cuenta de lo grande que es Inuyasha, pero decido no pensar en eso y abrazarlo un poco más, adoro dar abrazos y, aunque parezca mentira por lo huraño que es a veces, Inuyasha es perfecto para achucharle en un gran abrazo.

- De nada, chica de ciudad.- me contesta susurrando esas palabras cerca de mi oído.

Nos separamos cuando oímos un carraspeo y giramos a la vez la cabeza, viendo a Izayoi está en la puerta, la mujer se acerca y me tiende un regalo, lo desenvuelvo y es... un cuaderno con una portada de tonos rosados y dibujos de flores, es precioso.

- Toma, cariño, muchas gracias por lo de hoy.

Las dos nos damos un abrazo y la señora Taisho besa mi mejilla.

- Muchas gracias a vosotros dos...

¡Hola! Siento no haber publicado, espero estar más activa, de verdad. Feliz año nuevo mis amores, el 18 es mi número favorito, espero que este años nos traiga felicidad a todos.

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