El Quinto Pino

17 de Julio de 2017

- Inuyasha... Tu ropa está llena de barro... Lo estás ensuciando todo.- explico mientras miro cómo ha quedado el suelo.

- ¡Mierda! - exclama mientras se aleja de mí - Iré a ducharme, tú arréglate.

Cuando por fin desaparece de mi vista suspiro y me dirijo a la habitación que me acaban de prestar, para echarle un vistazo con más detenimiento.

La verdad es... Que si pongo el ordenador en el escritorio y cojo una de las sillas del salón podría usar el espacio para escribir, además tengo una ventana al lado con unas buenas vistas de la montaña.

La cama es relativamente grande, cuando me siento noto lo cómoda y blandita que es. El suelo es una moqueta rosa, las paredes blancas, las sábanas también de un rosa pastel.

Decido colocar mi maleta encima de la cama antes de abrirla, no me apetece cambiarme de ropa, ni tampoco colocarla, por lo que solo saco mi bolsa de aseo y entro en la puerta que da a un baño individual solo para mí.

Dejo mi neceser ahí mientras le echo un vistazo. Las paredes son de un tenue color azul, tiene un enorme espejo frente a lavabo, un trono, un cesto para la ropa sucia y una ducha con mamparas.

Agarro mi móvil sin suerte a encontrar cobertura. Tal vez mi compañía no tiene ningún repetidor cerca. Cuando salgo me encuentro con Inuyasha vestido con unos vaqueros menos viejos que los manchados de barro y una camiseta blanca, su pelo está suelto y mojado y, cuando un aroma masculino llega a mis fosas nasales, reconociendo un champú, deduzco que se acaba de duchar.

- ¿Nos vamos, chica de ciudad? - pregunta cuando noto que le estoy mirando con detenimiento.

Yo simplemente asiento mientras camino con él hacia la puerta, no me da tiempo a despedirme de Izayoi, parece que su hijo tiene demasiada prisa.

Vuelvo a montar en ese enorme todo terreno negro por segunda vez este día y seguimos el camino que lleva al pueblo. La verdad, no tienes que preocuparte por encontrar un sitio vacío para aparcar como en la cuidad así que, después de lo que Inuyasha tarda en aparcar bajamos y el peliplata me guía por las callejuelas hasta...

- "El Quinto Pino".

- Exacto.

Me muerdo el labio mientras le miro para no reírme, él arquea una ceja sonriendo de lado.

- ¿Esto es... enserio? - él asiente y yo suelto una carcajada

Inuyasha empieza a caminar:

- No te quedes atrás chica de ciudad.

El Quinto Pino tiene un aspecto acogedor, es una pequeña taberna remodelada para que sea más moderna, tiene una barra de madera con taburetes, un par de mesas, una tele, dos radios y pocos clientes... Aunque tal vez me estoy equivocando y está más llena que nunca.

- ¡Inuyasha! ¡Amigo! ¿Qué tal? - pregunta el chico de la barra

Es un hombre de pelo negro, con una pequeña coleta, ojos azules y piel algo bronceada

- Bien Miroku, ¿tú?

- Aburrido, como siempre... ¿Pero qué tenemos aquí? - dice mirándome- Hola preciosa, siento que no nos hayan presentado antes, soy Miroku.

- Kagome, encantada - digo mientras estrecho su mano.

Cuando quiero retirar la mano él planta un sonoro beso en el dorso.

- No eres de por aquí, ¿verdad? - pregunta dejando a mi mano libre- ¿De dónde vienes?

- La capital -contesto- pero realmente soy de una ciudad de la costa este- Chica e.

- La capital...- repite- estás muy al sur de tu casa, preciosa. Te sentirás sola, si quieres yo podría...

De repente una bandeja sale volando y da en la cabeza a Miroku, cuando miro en la dirección de donde venía me encuentro a alguien conocido para mí, Sango. Oigo a Inuyasha suspirar mientras el ojizarco sale de la barra y se acerca a la maestra.

- ¿Siempre son así? - pregunto en un susurro mientras veo cómo se miran, estoy segura de que ellos tienen algún tipo de relación amorosa.

- Siempre... - me contesta- y parece que esos dos son los únicos que no se dan cuenta.

Conozco a algunas chicas que, después de esta información, harían de Celestina y los juntarían pero, esa no soy yo, si ellos no dan el paso yo no voy a dar el paso por ellos.

- Deja a la maestra en paz, Miroku - dice Taisho- todavía no nos has preguntado qué queremos tomar.

El muchacho vuelve, no sin antes susurrarle algo en el oído a Sango.

En cuanto me sirve el refresco, saco la billetera, pero Inuyasha me para:

- No sé cómo lo haréis en el norte, pero aquí, lo normal es pagar después de tomarte lo que has ordenado. Así que bebe tranquila y, cuando nos vayamos paga.

Asiento y tomo un sorbo de mi bebida mientras mis ojos se dirigen a Sango, decido moverme hasta su mesa y sentarme con ella.

- Hola, ¿te acuerdas de mí? - pregunto

Ella asiente

- ¿Al final te has quedado en la casa de los Taisho, Kagome?- Asiento- Inuyasha puede parecer que no le importa nada pero, es muy amable - dice sonriendo- espero que no te dejes llevar por las primeras impresiones.

- Tranquila- digo con una sonrisa.

No, no me dejo llevar por primeras impresiones pero, creo que son importantes, la manera en la que te presentas, la primera conversación, tu lenguaje corporal, son cosas que tomo en cuenta y desarrollo en mis personajes.

- Por cierto Sango, Miroku no se da un aire a...

- ¿Naraku? - termina mi pregunta- Sí, es su padre. - me contesta- Pero él no quiere ser tratado como el hijo del alcalde, y menos si se llevan tan mal. - explica- Estoy segura de que Miroku te lo contará.

Termino mi refresco pero seguimos hablando. Sango es una mujer muy amable y me encantaría contarle que soy escritora, y todas mis aventuras trabajando en eso, pero no quiero que aparezcan periodistas a molestar. La charla continúa con cosas triviales y algunas anécdotas de su trabajo hasta que Inuyasha se pone a mi lado y decide sentarse con nosotras, yo me sorprendo, pero a mi compañera no parece molestarle

- Y el niño llegó diciendo que se había encontrado un perro...- dijo la morena- Y decía que se lo quería quedar, que lo usáramos de mascota de clase, ¿Pero sabes qué? El perro tenía correa y una chapa, así que descubrimos que el perro que se había "encontrado" era el perro del vecino que tiene un huerto. - dice riéndose.

- ¿Enserio? - pregunto

- Sí, sí. El niño había entrado en el jardín y había sacado al perro.

Las dos nos reímos, Sango me pidió el teléfono y apuntó su número.

- La verdad es que no tengo cobertura, no creo que podamos hablar- ella sonrió

- Suele pasar, Miroku me enseñó a conseguir cobertura cuando compraba nuevos móviles- explica-, simplemente te conectas a esta red, que sirve para todas las compañías. - la maestra empieza a teclear y después de unos minutos me lo devuelve- Vamos, pruébalo, llámame.

Cojo mi móvil y veo que sí tiene cobertura, toco la pantalla y marco su teléfono.

- Esto es magia, da tono - hablo antes de que empiece a sonar el teléfono de Sango.

- No es magia, preciosa- dice Miroku mientras se acerca a la mesa - es práctica. Vivir en un pueblo es aburrido y al final tienes mucho tiempo libre

Sonrió mientras les agradezco.

- Creo que nos vamos a ir yendo, chica de ciudad

Suspiro mientras me levanto y me acerco a pagar, Sango se levanta conmigo y me abraza para despedirse

- Nos veremos mañana, amiga- dice y eso me hace sonreír aún más

- Preciosa... aquí tienes el cambio - Miroku agita su mano mientras sonríe de lado

- Quédate con el cambio- le digo antes de salir del bar acompañada por Inuyasha

Nada más entrar en el coche Inuyasha suspira sonoramente antes de mirarme.

- ¿No se supone que tendría que haberte pagado el refresco, chica de ciudad?

Yo sonrió y mi dedo índice toca la punta de su nariz.

- No seas ingenuo, chico de pueblo.

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