El peso del apellido
Advertencia: Ninguno de los personajes me pertenece, todo el crédito le pertenece a su respectivo creador Christian Linke. La historia es 100% mía.
El sol de la mañana iluminaba la ciudad de Piltover con un brillo casi cegador, reflejándose en los vitrales de las torres y las calles impecablemente cuidadas. Los engranajes de la ciudad ya estaban en movimiento, y el bullicio de comerciantes, inventores y aristócratas llenaba el aire. Desde su oficina en el edificio central del Consejo, Nathan Kiramman observaba la ciudad con una mezcla de orgullo y ansiedad.
Era su primer día como asistente del alguacil en Piltover, un puesto que su madre había conseguido para él gracias al peso del apellido Kiramman. A pesar de su deseo de demostrar que merecía estar allí por sus propios méritos, Nathan no podía evitar sentir que sus compañeros lo miraban con desdén. "El chico dorado de Piltover", había escuchado a uno murmurar.
Una llamada a la puerta interrumpió sus pensamientos.
—¿Adelante? —dijo Nathan, enderezándose en su silla.
La puerta se abrió, revelando a Caitlyn, que apenas era una adolescente pero ya tenía la determinación de un adulto.
—¡Ahí estás! —exclamó ella, entrando con la energía que siempre la caracterizaba. Llevaba un rifle modificado colgado al hombro, uno de los muchos experimentos que estaba probando en ese entonces.— Mamá dijo que pasara a desearte suerte en tu primer día. Aunque, sinceramente, creo que estarás bien. Este trabajo es pan comido para alguien como tú.
Nathan sonrió con un toque de ironía.
—Gracias, Cait. Aunque no creo que "pan comido" sea la mejor descripción. ¿Sabías que hay un montón de documentos por revisar antes de siquiera tocar un caso? Esto no es como disparar a una diana en el patio trasero.
Caitlyn se encogió de hombros, claramente poco impresionada.
—Bueno, si necesitas práctica en el campo, podrías acompañarme un día. Estoy probando un nuevo sistema de disparo. Lo llamo "rifle de repetición". ¿Te interesa?
Antes de que Nathan pudiera responder, un golpe seco en la puerta atrajo su atención. Esta vez era Grayson, la alguacil principal de Piltover. Con su porte autoritario pero su rostro amable, llenó la habitación con su presencia.
—Nathan. Caitlyn —dijo, asintiendo hacia ambos—. Perdón por interrumpir, pero hay un asunto urgente en el distrito comercial. Parece que alguien ha estado utilizando tecnomagia sin autorización. Nathan, ¿estás listo para tu primera misión?
Nathan sintió un nudo en el estómago, pero logró mantener una expresión serena.
—Por supuesto, alguacil. ¿Cómo puedo ayudar?
Grayson sonrió con aprobación.
—Buena actitud. Toma tu equipo y acompáñame. Caitlyn, sé que esto te emocionaría, pero tu madre sería capaz de colgarme si te llevo a una investigación real.
Caitlyn frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—¿Y por qué no? Soy mejor tiradora que la mayoría de tus agentes.
Grayson soltó una carcajada.
—Eso no lo dudo, pero aún tienes tiempo para entrar oficialmente en el servicio. Tu hermano ya tiene suficiente presión por los dos. Dale un respiro.
Mientras Caitlyn bufaba y salía del despacho, Nathan agarró su chaqueta y siguió a Grayson. Mientras descendían por las amplias escaleras del edificio del Consejo, Nathan trataba de procesar todo lo que estaba ocurriendo. Apenas unas horas antes, su mayor preocupación era firmar los formularios correctamente. Ahora estaba por enfrentarse a una amenaza real.
—¿De qué se trata exactamente? —preguntó, intentando sonar tranquilo.
Grayson lanzó una mirada seria hacia él.
—Unos comerciantes reportaron explosiones cerca de sus almacenes. Algunos testigos dicen haber visto destellos de luz verde. Podría ser un simple accidente de laboratorio o... algo peor. Por eso necesitamos actuar rápido.
Nathan asintió, aunque su mente comenzaba a correr con preguntas. ¿Explosiones? ¿Luz verde? Sabía que Piltover era un lugar donde la innovación y el peligro iban de la mano, pero esto sonaba diferente.
Cuando llegaron al distrito comercial, las calles estaban llenas de humo y un leve zumbido resonaba en el aire. Grayson lo guió hacia un callejón donde un grupo de agentes ya había acordonado la zona. Entre ellos, Mel Medarda, una consejera influyente, observaba la escena con frío interés.
—¿El nuevo Kiramman? —preguntó Mel con una ceja levantada cuando los vio acercarse.
Nathan se presentó con un saludo formal, pero Mel solo soltó una breve sonrisa.
—Espero que tu apellido no sea lo único que brille aquí —dijo, antes de volverse hacia Grayson—. Esto está afectando a nuestros comerciantes más prominentes. Asegúrense de resolverlo rápido. Mi familia no tolera demoras.
Nathan sintió la presión aumentar. Su primer día, y ya tenía los ojos de una Medarda sobre él. Pero cuando miró a Grayson, notó una calma que lo ayudó a estabilizarse.
—Vamos a resolver esto —dijo Grayson con firmeza.
Nathan siguió su ejemplo, concentrándose en lo que tenía delante. Lo que no sabía era que este día sería solo el comienzo de una serie de eventos que pondrían a prueba su capacidad para cargar con el peso del apellido Kiramman y, más importante, descubrir qué clase de hombre quería ser.
La investigación los llevó a una zona menos transitada del distrito comercial. Nathan pudo notar que algunos de los almacenes tenían puertas reventadas y los fragmentos de cristales brillaban entre los escombros. Grayson revisó el lugar con ojo crítico mientras los agentes a su alrededor interrogaban a los comerciantes afectados.
Uno de ellos, un hombre de mediana edad con gafas y una bata chamuscada, se acercó tambaleándose.
—Fue... fue una explosión de algo que no entiendo. Nunca vi una reacción así —dijo, agitando las manos con nerviosismo.
—Cálmese, Sr. Trevors —dijo Grayson, colocando una mano firme sobre el hombro del hombre—. Respire hondo y dígame lo que vio exactamente.
—Había una figura, una mujer con cabello plateado. Ella llevaba un dispositivo que emitió un destello verde antes de que... de que todo explotara —respondía Trevors, con el rostro pálido.
Nathan frunció el ceño.
—¿Una mujer con cabello plateado? ¿Dijo algo, mencionó un nombre?
El comerciante negó con la cabeza.
—Nada. Solo observé cómo ajustaba el dispositivo, y luego... todo explotó. Fue rápido. Apenas tuve tiempo de cubrirme.
Grayson asintió y tomó nota mentalmente. Sus ojos buscaron a Nathan, quien se inclinó para inspeccionar los restos del dispositivo en el suelo. Aunque no era un experto en tecnología, podía identificar trazos de tecnología fracturados entre los escombros.
—Esto parece tecnomagia avanzada —dijo Nathan, señalando los fragmentos—. Pero no es un diseño típico de Piltover. Parece más... improvisado. ¿Posible conexión con Zaun?
Grayson entrecerró los ojos, considerando la posibilidad.
—Es muy pronto para afirmarlo, pero no podemos descartar nada. Sigue revisando. Quizá haya algo más que podamos usar.
Nathan continuó su inspección, sintiendo la mirada de Mel desde la distancia. Ella se acercó con su habitual aire de superioridad, pero esta vez su tono fue más inquisitivo que crítico.
—¿Crees que esto podría tener repercusiones políticas? —preguntó Mel, mirando el desorden a su alrededor—. Si Zaun está involucrado, los consejeros necesitarán algo más sólido que conjeturas.
Nathan levantó la vista, sorprendido de que Mel le hablara directamente.
—Es posible, pero necesitamos pruebas. Por ahora, solo sabemos que alguien tenía suficiente conocimiento para manipular la tecnología de esta forma. Y eso ya es preocupante.
Mel lo evaluó con la mirada antes de asentir.
—Sigue así, Kiramman. Tal vez tengas algo más que un fuerte apellido.
Antes de que pudiera responder, un agente se acercó apresuradamente a Grayson con una hoja de papel.
—Alguacil, encontramos esto en uno de los almacenes dañados. Parece ser un mensaje.
Grayson tomó el papel y lo leyó en silencio, su expresión endureciéndose. Nathan se acercó, tratando de leer sobre su hombro.
"La torre dorada caerá. Sus cimientos son más débiles de lo que creen."
Nathan sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿Una amenaza directa? ¿Contra el Consejo? —preguntó.
Grayson dobló el papel con cuidado y lo guardó en el bolsillo interior de su abrigo.
—Parece que alguien quiere desestabilizarnos. Esto no es solo tecnomagia. Es un mensaje.
Nathan miró los escombros, la nota y luego a los rostros tensos de los agentes y comerciantes a su alrededor. Era su primer día, y ya sentía el peso de algo mucho más grande de lo que había imaginado. No solo debía probarse a sí mismo, sino también proteger todo lo que Piltover representaba. Y mientras miraba el humo que aún se elevaba hacia el cielo, no pudo evitar preguntarse si realmente estaba listo para soportar el peso del apellido Kiramman.
—Necesitamos reunirnos con el Consejo inmediatamente —dijo Grayson, rompiendo el silencio.
Mel, aún presente, se giró con un movimiento elegante.
—Si necesitas mi apoyo en el Consejo, dímelo. Pero te advierto, Grayson, si esto escala, no habrá margen para errores.
Nathan notó cómo Grayson mantenía la calma incluso bajo la presión de alguien tan influyente como Mel. Se prometió a sí mismo aprender esa fortaleza. Mientras tanto, observó a los agentes que aún trabajaban, buscando entre los escombros cualquier otra pista que pudiera arrojar luz sobre lo ocurrido.
Era solo el comienzo, pero Nathan sabía que, con Caitlyn, Grayson y otros a su lado, estaba dispuesto a enfrentar lo que fuera necesario.
Nathan observó cómo los agentes se dispersaban, algunos examinando los daños y otros tomando declaraciones. La atmósfera era tensa, como si todos esperaran que la siguiente explosión fuera inminente. A pesar de los esfuerzos de su madre para asegurarse de que tuviera una posición en Piltover, Nathan se dio cuenta de que este trabajo era mucho más complicado de lo que imaginaba. Las vidas de los habitantes de Piltover, la estabilidad misma de la ciudad, dependían de decisiones que él tendría que tomar, y pronto.
Grayson lo observó, como si esperara algo más de él. Nathan sintió el peso de la mirada de su mentora.
—¿Qué opinas, Kiramman? —preguntó Grayson, sus palabras cortantes.
Nathan se apartó de los escombros y se acercó a ella, notando que la tensión en su rostro no se disipaba.
—Lo que sea que esté detrás de esto, no es algo que Piltover haya visto antes. La tecnomagia de este nivel... es peligrosa. Y la nota, la amenaza, hace que todo esto se sienta aún más personal —respondió Nathan, buscando en sus palabras el tono adecuado, algo que no fuera demasiado cauteloso ni demasiado confiado.
Grayson asintió lentamente, sus ojos brillando con una intensidad que no mostraba a menudo.
—Es cierto. Ya no estamos tratando solo con una cuestión de orden público. Esto es político, es estratégico. Hay algo más en juego, y si no descubrimos qué, esta ciudad podría cambiar para siempre.
El sonido de los engranajes de las máquinas cercanas se escuchaba de fondo, pero Nathan no podía deshacerse de la sensación de que algo grande se estaba gestando en la sombra. Los rostros de los comerciantes aún eran visibles, temerosos y ansiosos, pero también había una sensación palpable de incertidumbre entre los agentes.
—¿Y qué hacemos ahora? —preguntó Nathan, su voz más firme que antes.
Grayson se giró hacia él y su expresión se suavizó ligeramente, pero no mucho.
—Primero, seguimos las pistas. Esto no termina aquí. Tenemos que descubrir quién está detrás de esta tecnomagia y cómo se conecta con la amenaza que te acabo de mostrar. Luego, informaremos al Consejo, pero debemos tener algo sólido antes de hacer eso. Nadie va a creer que Piltover está en peligro sin pruebas.
—¿Y la mujer de cabello plateado? —preguntó Nathan, sintiendo una creciente curiosidad por la figura mencionada por el comerciante.
Grayson frunció el ceño, pensativa.
—La mujer es clave. Si esta persona está detrás de las explosiones, entonces tiene acceso a la tecnología más avanzada. No es algo que cualquier comerciante o inventor pueda manejar. Tendremos que averiguar más sobre ella.
Mel se acercó, esta vez menos distante. Estaba clara en su postura, casi como si estuviera esperando que Nathan hiciera algo impresionante.
—Grayson, no podemos quedarnos mucho tiempo en el mismo lugar. Si alguien está detrás de todo esto, ya sabe que hemos llegado. Este no es solo un caso de destrucción, es una advertencia. Y me temo que esta advertencia es para algo mucho más grande.
Nathan respiró hondo. Las palabras de Mel tenían peso, y por un momento, se sintió abrumado por la gravedad de la situación. Todo lo que conocía sobre la política de Piltover, sobre el funcionamiento de la ciudad y su gente, parecía haberse desmoronado en unas pocas horas.
—¿Y cómo hacemos para encontrarla? —preguntó Nathan, mirando a Grayson, quien parecía ser la única que realmente tenía todo bajo control.
Grayson hizo una pausa, luego asintió lentamente.
—Comenzaremos con los comerciantes. Uno de ellos debe saber más. Y si no, seguiremos la pista de la tecnomagia. Este tipo de poder no se obtiene sin dejar huellas. Si algo se me da bien, es encontrar huellas —dijo, con una seguridad que inspiraba confianza.
Nathan observó a los agentes dispersarse, cada uno cumpliendo con su parte en la investigación. La sensación de ser el "nuevo" seguía presente, pero ahora había algo más: una sensación de urgencia y responsabilidad. Sabía que este día marcaría el inicio de algo mucho más grande, algo que no podría detenerse solo con la información que tenía en ese momento.
El aire frío de Piltover cortó su rostro cuando salió del callejón, la ciudad más allá de él vibrando con la promesa de respuestas, de peligro y de la compleja red de secretos que siempre había existido bajo la superficie pulida de la ciudad.
En ese momento, Nathan supo que no importaba cuánto deseara estar en un lugar más sencillo, lo que estaba en juego era mucho más importante que su propio temor. Este día era solo el comienzo.
Y con cada paso que daba, la sombra de su apellido Kiramman parecía estar más cerca, como un peso que lo acompañaría por siempre.
A medida que avanzaban hacia la zona de las investigaciones, Nathan no podía evitar sentir que los ojos de Mel lo seguían, observando cada uno de sus movimientos. A pesar de la distancia, la influencia de la familia Medarda se sentía en cada rincón de Piltover, como si su presencia estuviera inscrita en el aire mismo. Nathan no sabía si eso lo ponía más nervioso o más decidido. Las expectativas eran altas, y aunque su madre siempre había hablado de la importancia de mantener su apellido limpio, él sabía que en este caso, el apellido Kiramman no era suficiente para enfrentar lo que se avecinaba.
—Vamos a necesitar más que teorías —dijo Grayson de repente, sacándolo de sus pensamientos. Su tono era firme, pero había una expresión de concentración en su rostro que Nathan no había visto antes—. El Consejo no nos va a dar tiempo si no tenemos algo que los haga moverse. Y no olvides que la Medarda nos está observando.
Nathan asintió, reconociendo que, aunque se sentía cómodo con la idea de ser parte de la estructura de poder de Piltover, este tipo de presión no era algo que pudiera manejar solo con buenas intenciones. Era momento de empezar a demostrar que no solo era el "chico dorado" de Piltover.
Al llegar a la estación de investigación, Grayson comenzó a repartir las tareas. Mientras los agentes revisaban los otros almacenes afectados, Nathan se dirigió con ella hacia un espacio más privado para examinar la información recolectada hasta el momento.
—¿Qué sabemos hasta ahora? —preguntó Nathan, tomando asiento junto a Grayson.
Grayson se quitó el sombrero y lo dejó sobre la mesa antes de empezar a repasar una serie de papeles.
—El comerciante Trevors no es el único testigo. Hemos recibido reportes de varios más, pero lo que tienen en común todos es la descripción de una figura de cabello plateado. Ninguno ha mencionado su nombre, pero parece que la mujer estaba buscando algo. No solo destruyó, sino que también se aseguró de no dejar rastros de lo que estaba haciendo.
Nathan frunció el ceño. Algo no encajaba. Si era una figura tan experimentada en la tecnomagia, ¿por qué dejar un rastro tan obvio?
—¿Y sobre la tecnología? —preguntó Nathan—. La fragmentación de los dispositivos... ¿es algo común en los experimentos de Piltover?
Grayson negó con la cabeza, señalando una serie de diagramas sobre la mesa.
—No. Lo que encontramos ahí no tiene precedentes. El nivel de destrucción en los dispositivos es... extraño. No es como una falla habitual. Es como si alguien quisiera que las piezas no fueran útiles. Esto podría indicar que estamos tratando con alguien que tiene un conocimiento más profundo de cómo manipular la tecnología de Piltover, pero también de cómo sabotearla.
—¿Y Zaun? —preguntó Nathan, observando los esquemas más de cerca. Sabía que los enlaces con la ciudad subterránea siempre eran complicados, pero no descartarlos sería un error.
Grayson se tomó un momento antes de responder.
—Zaun es una posibilidad, pero no podemos apresurarnos a hacer esa conexión. Aunque la tecnomagia improvisada tiene algo de su estilo, hay algo en esta destrucción que me dice que hay alguien más en juego aquí. Algo o alguien que tiene recursos y conocimientos que superan lo que normalmente esperaríamos de la gente de Zaun.
Nathan se quedó en silencio, pensando en las implicaciones. Algo no cuadraba, pero en su experiencia, eso significaba que estaban más cerca de la verdad.
—¿Y si estamos buscando a alguien con acceso a recursos en Piltover y Zaun? —sugirió. La idea de que un agente externo pudiera estar operando en ambas ciudades le resultaba alarmante, pero también explicaba la falta de rastros y la tecnomagia tan avanzada.
Grayson lo miró, evaluando sus palabras antes de asentir lentamente.
—Es una posibilidad. Podría ser alguien con acceso a lo mejor de ambos mundos: la innovación de Piltover y la subversión de Zaun. Eso lo haría mucho más peligroso.
El sonido de los pasos en el pasillo los interrumpió, y un agente entró apresurado, trayendo más información.
—Alguacil, hemos encontrado algo más —dijo, entregándole un sobre a Grayson. Ella lo abrió y leyó el contenido rápidamente.
—Esto cambia las cosas —murmuró Grayson, antes de mirar a Nathan con una expresión más grave que antes—. Al parecer, la mujer de cabello plateado tiene un alias. Lo que sugiere que no está trabajando sola.
Nathan se acercó, curioso. El agente había dejado un conjunto de documentos sobre la mesa, todos con el mismo nombre escrito en ellos: "Iris Valdari."
—¿Iris Valdari? —preguntó Nathan, repitiendo el nombre en voz baja.
Grayson le lanzó una mirada que dejaba claro que también estaba impactada por la revelación.
—No lo sabemos todo aún. Pero lo que está claro es que no es un nombre común en Piltover. Es posible que esté vinculada a alguna de las familias más influyentes, o incluso a grupos clandestinos con intereses más oscuros.
Nathan asintió, su mente ahora completamente centrada en esta nueva pista. Iris Valdari. Ese nombre podría ser la clave para entender qué estaba pasando en Piltover. Si no estaban equivocados, la conexión con la tecnomagia y los intereses políticos de la ciudad podría ser más grande de lo que jamás imaginaron.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Nathan, sintiendo que se acercaba al borde de una revelación mayor.
Grayson lo miró con una intensidad renovada.
—Ahora, seguimos la pista de Iris Valdari. No sabemos quién es, pero si está detrás de esto, va a dejar huellas. Y cuando las encontremos, no importa lo que sea, vamos a detenerla.
Grayson se levantó de su silla y comenzó a caminar por la sala, como si estuviera ordenando sus pensamientos. Nathan permaneció en silencio, observando cómo la alguacil procesaba la nueva información. La presión en el aire era palpable, como si las respuestas estuvieran al alcance de la mano, pero aún les quedara un largo camino por recorrer para encontrarlas.
—Voy a reunir a los agentes para rastrear cualquier posible vínculo de Iris Valdari. No tenemos mucho tiempo antes de que se desate algo mayor —dijo Grayson con voz firme. Sus ojos se encontraron con los de Nathan—. Quiero que te enfoques en el aspecto tecnológico. Revisa todos los informes sobre experimentos fallidos, investigaciones relacionadas con la tecnomagia y cualquier proyecto que haya involucrado dispositivos similares al que vimos en la escena. Si hay algo que conecta a Valdari con la ciudad, estará en los datos.
Nathan asintió, ya tomando mentalmente la dirección que debía seguir. Aunque su conocimiento en tecnoingeniería no era tan extenso como el de otros en Piltover, su instinto le decía que encontrar la pieza correcta del rompecabezas no dependía únicamente de la tecnología, sino también de los patrones y las conexiones que pudieran pasar desapercibidas.
—Entendido, Alguacil. Haré lo que pueda para encontrar algo relacionado con esa tecnología.
Grayson le lanzó una mirada aprobatoria, aunque su rostro seguía siendo una máscara de concentración.
—Bien. También quiero que trabajes estrechamente con Caitlyn. Puede que su perspectiva te ayude a ver detalles que a nosotros nos han pasado por alto. A veces, la forma en que pensamos puede limitar las posibilidades, y ella tiene una mentalidad distinta.
Nathan asintió de nuevo, recordando lo que Caitlyn había dicho durante su primer encuentro. Aunque parecía confiar mucho en sus propias habilidades y le gustaba imponer su autoridad, no era tonta. Sabía cómo detectar fallos en los sistemas, cómo identificar conexiones entre datos aparentemente dispares.
Al salir de la sala de reuniones, Nathan se dirigió hacia la zona de investigación, donde los informes se apilaban sobre mesas y escritorios. Los agentes aún estaban ocupados revisando pruebas y interrogando testigos, pero su mente estaba más centrada en la figura de Iris Valdari que en cualquier otra cosa. El nombre sonaba extraño y fuera de lugar, pero algo en su interior le decía que esa mujer podría ser mucho más que un simple agente de caos. Tal vez era una pieza clave en un juego mucho más grande.
Tomó un par de informes y comenzó a leer rápidamente, buscando cualquier indicio que pudiera conectar a Valdari con los experimentos en Piltover. Sabía que los laboratorios de la ciudad estaban en constante innovación, pero también sabía que no todos los avances llegaban al público. Algunos experimentos se mantenían ocultos por razones de seguridad, mientras que otros se llevaban a cabo bajo el manto de la legalidad, pero con intenciones cuestionables.
Mientras leía los documentos, uno de los agentes se acercó a él con una hoja más en la mano.
—Este es el informe más reciente sobre los dispositivos dañados en los almacenes —dijo el agente, entregándole la hoja—. Hemos encontrado algo que podría interesarte.
Nathan miró el informe y su rostro se tensó. En la hoja había una serie de diagramas de circuitos que mostraban un patrón que no había visto antes. Los dispositivos utilizados en las explosiones no solo estaban basados en tecnomagia, sino que también parecían tener elementos de ingeniería avanzada que no se usaban comúnmente en Piltover. Algunos de los componentes eran fabricados en Zaun, mientras que otros eran completamente desconocidos.
—Esto no tiene sentido —murmuró Nathan. No solo estaban viendo un híbrido de magia y tecnología, sino algo que superaba las fronteras de ambas. Algo que ni siquiera los mejores ingenieros de Piltover habían logrado combinar tan eficientemente.
Alzando la mirada hacia el agente, Nathan pidió más detalles.
—¿Hay alguna conexión con alguna de las empresas o familias influyentes de Piltover?
El agente dudó por un momento, como si estuviera buscando las palabras correctas.
—Hay rumores de que algunos de estos componentes provienen de una investigación secreta dentro de las instalaciones de un laboratorio asociado con la familia Medarda.
El nombre cayó sobre él como un peso pesado. Medarda. La familia más poderosa de Piltover. Su influencia en la ciudad no solo se extendía por la política, sino también por los negocios y la innovación tecnológica. Si estaban involucrados, la situación podría volverse aún más complicada.
—¿Medarda? —preguntó Nathan, sintiendo cómo la preocupación comenzaba a formarse en su pecho. Si la familia Medarda estaba involucrada en algún tipo de investigación clandestina, el asunto podría tener repercusiones políticas graves. A nadie le gustaba cruzarse con la familia Medarda, ni siquiera en Piltover.
El agente asintió.
—Parece que algunos de los materiales y componentes fueron adquiridos a través de contratos secretos. Nadie sabe realmente qué se está haciendo con ellos, pero parece que están siendo utilizados para algo más que simples experimentos.
Nathan procesó la información con rapidez. Esto se estaba complicando mucho más de lo que había anticipado. Si Medarda estaba involucrada, las implicaciones podían ser enormes. Pero antes de llegar a cualquier conclusión, necesitaba pruebas más concretas.
—Gracias, sigue investigando sobre esto —dijo Nathan, guardando los papeles en su carpeta.
Salió de la sala con la mente en ebullición. Los recuerdos de su encuentro con Mel Medarda flotaban en su mente. No podía evitar sentir que esa conversación había sido más que una simple advertencia. Había algo en sus palabras que no encajaba del todo, como si ya estuviera al tanto de algo que él aún no comprendía.
Al salir al pasillo, se encontró con Caitlyn, que lo esperaba junto a la entrada de la oficina.
—¿Ya tienes algo? —preguntó Caitlyn, sus ojos brillando con curiosidad.
Nathan asintió y le entregó algunos de los informes más recientes.
—Sí, pero creo que estamos comenzando a ver algo mucho más grande de lo que pensábamos. Medarda puede estar involucrada en esto.
Caitlyn frunció el ceño, claramente intrigada.
—Medarda... No lo había considerado. ¿Qué crees que están buscando con esta tecnomagia?
Nathan suspiró, sintiendo el peso de la situación apretando sobre sus hombros.
—No lo sé. Pero tenemos que seguir investigando. Cada paso nos acerca más a lo que realmente está pasando. Y sea lo que sea, tenemos que estar preparados.
Caitlyn asintió con firmeza, su mirada determinada.
—Entonces, vamos a averiguarlo.
La determinación en la voz de Caitlyn caló hondo en Nathan, y por un momento, la ansiedad que lo había estado acompañando desde que comenzó la misión desapareció. Juntos, se encaminaron hacia el área donde los agentes seguían investigando, con la mente fija en una sola tarea: encontrar respuestas.
El silencio en el pasillo se vio interrumpido por el zumbido constante de los engranajes que movían la ciudad. Piltover siempre estaba en movimiento, siempre impulsada por el progreso, pero bajo esa fachada de orden y avance, Nathan comenzaba a ver fisuras. Algo grande estaba gestándose, y él, como parte del Consejo, se sentía atrapado en un juego mucho más peligroso de lo que jamás imaginó.
Al llegar a la zona de investigación, Caitlyn lo miró, como si pudiera leer sus pensamientos.
—Sé que es un día difícil, Nathan —dijo, su tono menos despreocupado que de costumbre—, pero si algo he aprendido es que, en Piltover, siempre hay algo más de lo que parece. Tienes que estar preparado para ver más allá de lo que te muestran.
Nathan asintió, agradecido por las palabras de su hermana. Aunque ella no lo admitiera, sabía que Caitlyn también sentía la presión de la situación. Era la hija de la familia Kiramman, una familia conocida por su posición en la política y la justicia de Piltover, pero eso no significaba que fuera invulnerable. Al contrario, ser parte de ese mundo solo aumentaba las expectativas sobre ella.
Se acercaron a un grupo de agentes que estaban revisando los restos de lo que parecía ser una caja de almacenamiento con tecnología destruida. A medida que se acercaba, Nathan notó que uno de los dispositivos era algo que había visto antes: un fragmento de una matriz de energía altamente avanzada, algo que se utilizaba solo en los laboratorios de alta seguridad de Piltover. Sin embargo, este dispositivo estaba modificado, con elementos que no encajaban con el diseño original.
—Esto... —Nathan murmuró, agachándose para examinarlo más de cerca. — Esto no es una falla. Esto fue hecho a propósito.
Caitlyn se acercó a su lado, observando el dispositivo con la misma concentración.
—¿Crees que fue modificado para ocultar su origen? ¿O simplemente para hacerlo más destructivo?
Nathan frunció el ceño, pasando los dedos por los bordes rotos de la tecnología.
—No estoy seguro. Pero lo que sí sé es que alguien ha estado manipulando estos dispositivos para crear algo mucho más peligroso. Y si esa persona está trabajando con Medarda... Las implicaciones son enormes.
Antes de que pudieran seguir discutiendo, un agente se acercó rápidamente a Nathan.
—Alguacil Grayson necesita que se reúnan con ella ahora. Dice que tenemos una nueva pista.
Sin dudarlo, Nathan y Caitlyn siguieron al agente hacia una sala de reuniones más pequeña, donde Grayson los esperaba junto a varios miembros del consejo de seguridad. La expresión de Grayson era grave, lo que no presagiaba nada bueno.
—¿Qué encontramos? —preguntó Nathan, sintiendo cómo la tensión en la sala aumentaba.
Grayson levantó una mano, señalando una pantalla holográfica que mostraba una serie de imágenes. En ellas, se veían las calles de Piltover, tomadas por cámaras de seguridad dispersas por la ciudad. De repente, una figura encapuchada apareció en la pantalla, caminando por los callejones con un maletín en la mano.
—Esta persona fue vista cerca de varios de los incidentes recientes —dijo Grayson, señalando la figura en la pantalla. —Lo interesante es que hemos rastreado los movimientos de este individuo, y parece que estuvo en las cercanías de las instalaciones de Medarda en las últimas semanas. Además, su comportamiento y las horas en que estuvo en esas zonas no son coincidencias.
Nathan estudió la imagen detenidamente. Aunque la figura estaba en sombras, había algo en su porte que le resultaba familiar. La manera en que caminaba, la forma en que el maletín parecía llevarlo con cautela... Todo apuntaba a algo que Nathan no podía ignorar.
—¿Estás sugiriendo que esta persona está trabajando directamente con Medarda? —preguntó Caitlyn, alzando una ceja.
Grayson la miró.
—Aún no podemos confirmarlo. Pero la coincidencia no es trivial. Queremos que ustedes dos investiguen más sobre este individuo. Si tiene algo que ver con Medarda, debemos asegurarnos de que no se nos escape.
Nathan sintió un nudo en el estómago. El camino a seguir se estaba tornando cada vez más oscuro. Medarda estaba involucrada en algo mucho más profundo, y él estaba demasiado cerca de descubrirlo para retroceder ahora.
—Nos encargaremos de esto, Alguacil —respondió Nathan con voz firme.
Caitlyn lo miró y luego sonrió ligeramente, como si estuviera esperando una oportunidad como esta.
—Vamos a hacerlo. Si hay algo que Medarda quiere ocultar, lo encontraremos.
La decisión estaba tomada. Nathan y Caitlyn tenían un objetivo claro, pero sabían que enfrentarse a una de las familias más poderosas de Piltover podría ponerlos en peligro. No obstante, no podían dar marcha atrás. La ciudad necesitaba respuestas, y ellos eran los que debían darlas.
Mientras salían de la sala, Nathan no pudo evitar pensar en el mensaje en el papel encontrado en el distrito comercial: "La torre dorada caerá. Sus cimientos son más débiles de lo que creen."
La amenaza ya no era solo un eco distante. Estaba aquí, en Piltover, y él estaba en el centro de todo.
Mientras Nathan y Caitlyn se dirigían hacia el lugar donde se había captado la figura encapuchada, la sensación de urgencia aumentaba con cada paso que daban. La ciudad de Piltover, con su brillante fachada de progreso y modernidad, ahora parecía esconder algo mucho más oscuro. Nathan sentía que todo lo que había conocido hasta ahora estaba a punto de desplomarse, como un edificio cuya base se había debilitado lentamente sin que nadie lo notara.
—¿Alguna idea de quién podría ser? —preguntó Caitlyn, rompiendo el silencio que los rodeaba mientras caminaban por las calles.
Nathan negó con la cabeza, pero una parte de él sentía que no sería fácil encontrar una respuesta. La figura encapuchada no parecía ser alguien común, y si realmente estaba relacionada con Medarda, las implicaciones de lo que estaba ocurriendo en Piltover solo se volvían más complicadas.
—No lo sé —respondió finalmente—. Pero tenemos que encontrarlo antes de que logre hacer más daño. Si Medarda está involucrada, las cosas se están complicando demasiado rápido.
Al llegar a una callejuela apartada, la misma imagen del individuo apareció nuevamente en una de las pantallas que los agentes tenían instaladas en las paredes. La figura caminaba a paso firme, su destino aún un misterio. De repente, la imagen mostró a la persona entrando en un edificio en una de las zonas más exclusivas de la ciudad: un lugar conocido por ser de acceso restringido incluso para los altos funcionarios de Piltover.
—Eso no me gusta —dijo Caitlyn, su tono grave—. Ese lugar está cerca de la casa de la familia Medarda. No podemos dejarlo ir.
Nathan sintió que la presión volvía a apoderarse de él. Sabía que este era el momento de demostrar que era más que el apellido que lo precedía. Este era su momento, y no podía dejar que su ciudad, su familia y su honor se vinieran abajo por un error o una falta de decisión.
—Vamos, no hay tiempo que perder —ordenó, avanzando con determinación.
Entraron al edificio de forma sigilosa, usando sus conocimientos sobre los pasajes ocultos de Piltover para evitar ser detectados. Los pasillos eran largos y llenos de puertas de hierro forjado, cada una custodiada por vigilantes. Aunque el lugar era elegante y estaba lleno de tecnología avanzada, había algo en su atmósfera que los hacía sentir que estaban cruzando una línea que no podían deshacer.
Finalmente, llegaron a la sala que había sido el destino de la figura encapuchada. Al entrar, encontraron una habitación llena de dispositivos y maquinaria que Nathan no había visto nunca antes. La tecnología era más avanzada, más peligrosa, y estaba vinculada a las investigaciones secretas de Medarda. En el centro de la habitación, sobre una mesa, había un dispositivo que parecía una especie de prototipo de arma capaz de canalizar energía de manera masiva.
—Esto... es lo que estaban buscando —dijo Nathan, con los ojos fijos en el dispositivo—. No es solo tecnomagia. Esto es algo mucho más grande.
Caitlyn examinó el dispositivo con detenimiento.
—Y más destructivo —comentó. —Si Medarda está detrás de esto, lo que sea que esté planeando, tiene el potencial de cambiar toda la ciudad.
De repente, escucharon pasos acercándose rápidamente. Antes de que pudieran reaccionar, la figura encapuchada que habían estado siguiendo apareció en el umbral de la puerta. Su rostro estaba oculto, pero la postura que adoptaba era inconfundible: alguien con experiencia, con una clara intención de actuar rápidamente.
—¿Quién eres? —preguntó Nathan, sintiendo cómo su mano se cerraba sobre el arma que llevaba a la cintura.
La figura no respondió de inmediato. En su lugar, hizo un gesto hacia el dispositivo en la mesa, señalando que lo tomarían.
—No lo hagas —dijo Caitlyn, alzando su rifle con rapidez—. No vas a salir de aquí con eso.
La figura levantó las manos, aparentemente reconociendo la amenaza. Sin embargo, antes de que pudiera hacer un movimiento, un sonido retumbó desde las paredes del edificio. La base comenzó a temblar ligeramente, como si alguien hubiera activado un mecanismo interno de seguridad. Las luces de la sala parpadearon, y un zumbido se elevó desde el suelo.
—Es una trampa —dijo Nathan, girándose hacia Caitlyn—. ¡Tenemos que salir ahora!
Antes de que pudieran reaccionar, la puerta se cerró de golpe, y un estruendo recorrió el edificio. La figura encapuchada se adelantó rápidamente hacia el dispositivo, buscando desactivarlo, mientras el sonido de pasos rápidos y las voces de otros agentes que se aproximaban resonaban a lo lejos.
—¡No podemos permitir que lo active! —gritó Nathan, corriendo hacia él.
Con un movimiento ágil, la figura se adelantó y presionó un botón en el dispositivo. Un destello de luz verde iluminó la sala, y el temblor se intensificó. La ciudad de Piltover, normalmente estable, parecía tambalear bajo el peso de una amenaza mucho mayor que la que Nathan había anticipado.
Antes de que pudiera hacer algo más, Caitlyn le gritó:
—¡Nathan, ¡vámonos!
Sin pensarlo, ambos se lanzaron a través de la puerta de emergencia que encontraron, justo cuando una explosión sacudió la estructura del edificio. El sonido de la destrucción se oyó en toda la ciudad, y las calles cercanas comenzaron a llenarse de humo.
Mientras corrían hacia un punto seguro, Nathan se dio cuenta de algo: el verdadero enemigo no era solo la figura encapuchada, ni siquiera Medarda. El enemigo era la sombra que se cernía sobre toda Piltover, algo mucho más profundo y oscuro. Algo que incluso las familias más poderosas no podían controlar.
—Esto apenas empieza —dijo Nathan, mientras veía el horizonte de la ciudad arder.
Caitlyn lo miró con una expresión determinada, y aunque sabía que las cosas apenas comenzaban a complicarse, había algo en su mirada que le decía a Nathan que, pase lo que pase, no estaría solo. Y así, mientras las ruinas de Piltover comenzaban a formar parte de la historia, Nathan Kiramman sabía que su destino ya no se podía cambiar.
Fin.
Espero les haya gustado, esta es una historia que ya llevaba tiempo pensando en hacerla, espero les guste, intentare subirles demás capítulos de las otras historias y poder actualizarlas lo mas pronto posible.
Sin mas que decir. Adiós!
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