3-Como niños

La vida diaria y mi rutina regresaron a la normalidad. Vuelta del trabajo, entré dando un bostezo, aquel día había sido muy aburrido y solo tuvo que revisar las cajas mientras que me aseguraba de que todo estuviera en su sitio.

—Ya estoy—dije entrando y dando otro bostezo.

—Esos modales niño—me dijo mi madre.

—Tu madre tiene razón, deberías taparte la boca cuando bosteces—regañó la rubia.

—Si—contesté sin fuerzas.

Abrí los ojos cuando la vi enfundada en un delantal cual ama de casa.

—¿Qué te parece?—preguntó, dando una vuelta sobre sí misma.

—Te queda bien, ¿pero por qué llevas puesto eso?

—Tu madre me esta enseñando a cocinar. No es como si antes no supiera, pero me ahora he mejorado gracias a ella—mi madre la abrazó diciendo que era como una hija.

Sirvieron los platos y mi padre y yo nos miramos. El aspecto no era tan bueno como cuando lo hacia mi madre.

—Necesito vuestra opinión—dijo la maga celestial.

Ambos nos sentíamos como ratones ante un experimento.

—Buen provecho—dijimos mientras nos metíamos una cucharada en la boca.

Al principio estaba bueno, cuando sentimos un horrible picor en la garganta y enseguida dimos un grito mientras buscábamos el agua desesperados. Hicieron falta como cinco vasos de agua para calmar nuestra sed y un poco de medicina para sanar nuestra lengua.

—Ah...ah...mucho...mejor—dije respirando.

—Me pregunto que ha fallado—mi madre revisó los ingredientes y vio el error—aquí lo tenemos—al parecer, la joven se equivoco con el bote de chili picante con otro similar que le daba un toque dulce.

La joven enseguida se puso a pedir disculpas casi de rodillas. 

—Lo siento mucho de verdad—tal vez esperaba hacerlo bien y recibir halagos por ello.

—Por un momento he pensado: mi momento ha llegado

—¡Idiota no seas cruel con ella!—mi madre me dio un pequeño capón.

—¡Casi muero por la comida y ahora por tu golpe!—me sobe la cabeza adolorido.

Cerca de la noche, salí de mi cuarto, estaba solo en casa ya que tanto Lucy como mis padres aún trabajaban. Fui al baño a mear y al abrir la puerta me tope con lo que menos esperaba. La joven estaba desnuda de cintura para arriba.

—¡Kyaaaaaaaaaaa!—cerró la puerta de golpe que por poco me pega en las narices.

—¡Lo siento, pensaba que estaba solo!—me apresure a decir—¿qué haces aquí?

—Tus padres me dijeron que regresase que ya terminaban ellos de atender a los últimos clientes y cerrar—contestó.

No tardaron mucho en llegar mis padres. La cena fue como de costumbre animada aunque la chica desviaba la mirada cuando nuestros ojos se cruzaban. Lucy se fue a su habitación a escribir. Según decía, quería publicar un libro.

—Os he hecho batido de fresa, lleva este a Lucy—dijo mi madre.

Mi padre por su parte se puso a leer un libro con una taza de café al lado como era costumbre por las noches.

Toqué la puerta dos veces hasta que escuche decir adelante. Su cuarto estaba ordenado, atrás quedaba el cúmulo de cajas que siempre teníamos allí. Ahora estaba limpia, aseada y en su sitio.

—Te traigo esto, lo ha hecho mi madre—al ver que miraba su cuaderno, cerró mientras me miraba como si estuviera protegiendo un tesoro de un ladrón.

—Gracias—tomó el batido con la mano restante y me dijo que podía irme.

—Deja que vea un poco

—¡No!—me dio un mordisco en la mano.

—¡Oye!—la sobe un poco para bajar el dolor—deja que lea un poco.

—¡No!.

Cuando menos se lo esperaba, le hice cosquillas haciendo que soltase el libro y me senté en la cama a leer. Solamente pude leer unas pocas palabras porque ella se abalanzó para quitármelo de las manos.

—¡Devuélveme el libro!—dijo ella.

—No, me has mordido.

Al final acabamos entre risas mientras jugábamos. Parecíamos niños pequeños.

—Lo tengo—al cogerlo y quitarlo de mis manos, se cayó encima mía y nos quedamos viendo.

—¿Estás bien?—pregunté.

—Si.

—¿Qué es todo ese ruido?—mi madre entró sin ni siquiera llamar.

Al vernos así, llevó la mano a su boca y a pesar de eso, pudimos ver una sonrisa pícara.

—No les molestaré—dijo cerrando la puerta lentamente.

—¡No te hagas ideas raras tonta!—grité.

—¡No llames a tu madre tonta, idiota!—Lucy fue quien me golpeó esta vez.

—¡Primero me tratas de envenenar, luego me muerdes y ahora golpeas, eres una bruta!—recriminé.

—¡Y tu...y tu...y tu un idiota!—al levantarse la tome de la mano.

—Te he traído un batido, así que...deja que lea—ella se negó y de nuevo le hice cosquillas.

—Vale ya con eso ja...jajaja—no podía parar de reír.

—A ver...

Aunque parezca mentira, me dejó leer todo lo que tenía escrito hasta ahora mientras se bebía su batido de fresa.

—¿Y bien?—preguntó, con voz temblorosa.

—Tengo ganas de leer más

—¿En serio?—yo asentí.

—¿Habrá escenas picantes?

—¿Eh?, ¡claro que no, es un libro serio!

—Toda historia que se digne debe tener esa clase de contenido

—Pervertido

—No soy yo quien no deja la puerta del baño abierta mientras se cambia—aquello le hizo sonrojarse a más no poder.

Quedamos callados unos segundos.

—Bueno, ¿te has acostumbrado al trabajo?—por cambiar de tema.

—Si, es un trabajo muy divertido, entretenido y encima, veo flores bonitas. Y a todo eso, ¿por qué no trabajas ahí?

—No me interesa, además, estoy bien con mi trabajo—respondí.

Le devolví el libro y me levanté para marcharme.

—Me gusta tu historia, seguro que la editorial a la cual la mandes la acepta. Sigue así—me acerque y le di un pequeño beso en la frente—lo...lo siento.

Ella me tomó de la manga para detener mi avance.

—Aún es pronto, ¿por qué no traes tu batido y charlamos un poco más?—no pude decirle que no con esa cara que puso.

No tardé mucho en regresar con el mío. Al sentarme, ella dijo algo que no esperaba.

—Los he hecho yo, solo que tu madre dijo que no te lo dijera por si salían mal...que no te volvieras a enfadar conmigo

—No estoy molesto con la comida, solo que...no esperaba tampoco que picase tanto je,je.

Y regresó ese silencio.

—Bueno...los batidos se te dan bien

—Es porque son sencillos

—No te preocupes, ¿de acuerdo?, seguro que serás una excelente cocinera y esposa—dije.

Lucy me miró sonrojada y bebió de su bebida aunque ya no quedaba.

—Debo ir a dormir, mañana trabajo y me espera un día duro. Gracias por el batido—le di un beso en la mejilla y me marche a dormir.

—Buenas noches—nos dijimos.

Continuara...

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