Parte única
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13 de enero de 2188.
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"El tiempo llega, cuando tu destino aparece". Es la propaganda que cada día, en un lapso de treinta y dos minutos, se anuncia en televisión, radio e incluso en los comerciales de cada una de las plataformas digitales existentes. Había un gran mural con esas mismas palabras en grandes letras y un enorme dibujo del tiempo junto a un reloj.
—Publicidad. — respondió el padre de aquel moreno niño de apenas ocho años que preguntó el significado de todos aquellos mensajes e imágenes que veía a cada rato sin parar.
— ¿Publicidad? —repetía sin entender del todo lo que su padre hablaba. Bueno, no es que no entendiera, pero esa palabra era nueva para él, ¿qué es publicidad? ¿y porque su papá parecía tan enojado por ello? ¡incluso lo escuchó chasquear la lengua y bufar de coraje!
—Así es Jongin, ¡esta publicidad es una tontería! —exclamó con furia y en un arranque de ira, jaló del papel que mantenía la frase que tanto lo enfurecía. — ¡El gobierno nos quiere ver infelices por toda la vida! —gritaba con coraje al recordar cómo fue que aquella misma publicidad le arrebató la felicidad.
—Papá-
—Escucha Jongin. —Su padre lo calló, se arrodilló y acariciando su rostro, lo miró tan fijo que aquellas palabras y mirada lo marcaron. —El destino no existe. —Dijo con dureza. —No podemos ser felices con nadie, porque nos traicionarán, no puedes confiar en nadie porque te traicionarán, —los ruidos de las patrullas llegaron de poco a poco, el padre de Jongin se levanta en seguida y jalando del brazo a su hijo para correr, continua con sus palabras- —mamá nos traicionó porque creyó en esta publicidad.
Jongin no entendía mucho.
Es más, nada de lo que salieron de la boca de su padre pudo comprender, ¿Por qué ahora está hablando de su madre cuando lleva años sin verla? ¿Era acaso que ahora mismo están yendo a donde ella se encuentra? ¿Por qué su papá parece tan enojado? ¿Y porque los oficiales de policía los están persiguiendo? ¿Será porque dejaron su casa desde hace varios días o por qué son seguidos?
— Papá — habló en voz baja, finalmente pudieron encontrar un escondite para no ser encontrados por los oficiales—¿Nunca me vas a traicionar? —preguntó mientras sostenía la cálida mano de su padre.
—Jamás. —Escuchó las palabras llenas de sinceridad. Suspiró y dando una presión más fuerte a la pequeña manita, huyeron.
Jongin confió.
Y después, fue traicionado.
El destino de su padre, finalmente llegó a los pocos años de su promesa, Jongin fue abandonado una vez más.
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13 de enero de 2188.
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Eran exactamente las ocho con un minuto de la noche cuando Kyungsoo le pidió a su madre que le contara un cuento. Era hora de dormir, pero por alguna extraña razón, ese día no tenía sueño como siempre, por lo que necesitaba, de manera urgente escuchar un cuento para poder tener unos dulces sueños mientras interpreta la información de su cuento y ser el héroe para poder sentirse cumplido al día siguiente.
Pero su madre, siendo las ocho con dos minutos, le cayó una gota de limón en el ojo y se le irritó tanto que su padre tuvo que llevarla de emergencia al hospital para que no pierda el ojo —cosa exagerada, pero los padres de la familia Do son unos exagerados de primera— así fue como tuvieron que cargar al pequeño Kyungsoo de apenas ocho años y llevarlo al departamento de su familiar más cercano.
— ¿Qué hay, tú, niñito? —Dijo Kyungsoo después de tirarse en la cama de su tío.
—No me puedes decir "niñito" cuando soy mayor que tú por siete años, —se defendió. — ¡es más! ¡llámame Hyung! ¡Dilo y te dejo dormir conmigo hoy!
—Papá siempre te dice "niñito", ¿Por qué no puedo decirlo yo también? Si mi papá lo dice, tío, ¿Por qué yo no? —así es, además de tener unos padres exagerados, Kyungsoo es un moco malcriado y chiqueado. — Es más ¡ni me sé tu nombre! O eres "niñito" o eres "tío", ¿Cuál quieres? —también debo decir que fue criado de una forma tan absurdamente libre, que lo dejaron ser demandante y malcriado como si fuera lo más gracioso del universo; después de todo, cuando habló a sus cortos once meses, sus padres no pensaron en la educación y cortesía que debía tener pues era tierno escucharlo decir «Oye» y «tú», junto al «dámelo, lo quiero» a sus doce meses de vida.
— ¡Tío!
—Como quiera te llamaré "niñito". —terminó. Se tiró en la cama y con su cobijita de los dulces sueño, ordenó que se le contara un cuento para poder dormir.
Chanyeol, su tío, solo suspiró y negó con la cabeza; sin decir ni una sola palabra escuchó las peticiones de su querido sobrino; camina directo al estante con historias que tiene cerca de su mesa de estudio y moviendo un par de cosas por aquí y por allá, toma un pequeño aparato de hologramas con la historia más terrorífica infantil para que no sea molestado una vez más por su tonto sobrino mandón.
Giró sobre su talón para regresar a donde Kyungsoo se encuentra, el «Espera» que le ordenaron, junto al «¿qué es eso que brilla ahí?», le arruinaron sus planes de asustar a su sobrino.
— ¿Mi mochila? —Un bufido junto al «¿sabes cuál es tu derecha?» y encontró lo que robaba la atención a Kyungsoo. — ¿Mi reloj?
—¿Por qué tú tienes un reloj como el que yo tengo y como el que papá y mamá tienen?
— ¿Tus padres jamás te hablaron sobre tu destino?
— ¿Destino?
— ¿En serio jamás te contaron de esto? —pregunto con gran curiosidad, realmente él creyó que los Do siendo como son, Kyungsoo ya sabría lo que pasa con su reloj, si es que algún día llegara a suceder algo, desde los dos años de vida. No mentirá, eso sí que es una gran sorpresa para él. La negativa y la gran curiosidad de Kyungsoo lo hicieron inflarse del pecho y poner sus propias reglas de ahora en adelante. —No creo poder decirlo, después de todo, aun tienes ocho años y esto lo debes saber cuándo cumplas diez... mejor vemos el cuento que escogí para ti y olvídate del reloj que-
— ¡No me puedes dejar así! —¿Vieron esa enorme sonrisa que surcó en los labios de Chanyeol? Esa es la sonrisa de victoria. Kyungsoo puede ser muy mandón y creerse mucho por ser inteligente, pero aún sigue siendo un niño tonto para la alta manipulación adolescente de Chanyeol. — ¡Haré lo que quieras! ¡Te puedo llamar Hyung desde ahora! Pero por favor, no me dejes con esta intriga que no creo que pueda dormir hasta que cumpla diez años y sepa que significa todo esto. ¡Por favor, tío!
¿Ya ven? Los niños son fáciles de manipular. «Kyungsoo es tan lindo y tontito», piensa Chanyeol.
Suspirando en resignación fingida, levanta su meñique para que la promesa sea cumplida, y cuando el pequeño dedo de su sobrino toma su meñique, vuelve a sonreír solo para segundos después darle el reloj y que ese pequeño chiquillo lo analice por completo.
— ¿Por qué tu reloj no funciona? —Pregunta al recordar como los relojes de sus padres se mueven con gran felicidad. —Incluso el color es diferente al de papá, ¿porque? El que mamá me guarda, es igual al de ellos dos, ¿Por qué parecen iguales, pero no lo son?
—Eso es porque tus papás, son destinados.
— ¿Destinados? —preguntó una vez más.
—Así es, verás, todos nacemos con un reloj. —Habló y sonriendo ante la expresión de extrañeza de su sobrino, rectifica sus palabras. —Bueno, no es como que lo llevamos puesto desde que nacemos, pero, como si Santa Klaus hubiera llegado, nuestro reloj aparece en una pequeña caja de regalo.
— ¿Y eso que tiene que ver con el destino? —cuestionó intrigado.
—Qué, —suspira— aunque se asemejen—señala el reloj que las pequeñas manos de Kyungsoo sostiene. — solo existe un par que, cuando se encuentran, podrán funcionar.
— ¿Cuándo sabré qué funciona el mío?
—Ese será el día en que esta manecilla larga, comience a moverse y esta manecilla pequeña lo haga también, será porque encontraste a tu persona destinada. —Tratando de ser lo más claro posible, toma la caja que, desde el día que nació, protegía aquello tan valioso y se la mostró a su sobrino. —Dentro de esta cajita, que varía de color tu destino, encontrarás una pequeña aguja; —palpa la zona donde sabe que se esconde y sin poder sacarla, pide a Kyungsoo que la toque. —sirve para parar tu tiempo.
— ¿Pararlo? ¿Por qué debería pararlo?
—Esa respuesta, no lo sabemos, solo aquellos que han encontrado su destino, lo entienden.
Las nueve de la noche llegaron.
Kyungsoo cayó dormido con una gran intriga que se calló porque sabía que su tío no tenía la respuesta.
Chanyeol guardo su preciado reloj y se acurrucó a donde su calientito sobrino estaba durmiendo.
Y los padres Do continuaban en el hospital haciéndose un chequeo general porque no pueden tener una pésima salud, ¿luego quien les cuidará su Querubín?
Lamentablemente, la vida le enseñará a Chanyeol el significado de encontrar su destino y pararlo.
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13 de enero de 2190.
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Kyungsoo y Jongin tienen diez y nueve años respectivamente, pero eso no importa, un día más y ambos tendrán la misma edad. Y justamente este día, tendrán una plática.
Kyungsoo estaba sentado en su espaciosa mesa escolar mientras atento escucha lo que su tutora explica, sus nueve compañeros restantes se encuentran en la misma que él, escuchando todo mientras mantienen una postura correcta y sin despegar la vista a las diapositivas y hologramas explicativos que se muestran en la pantalla frente a ellos. De la nada, el reloj que han mantenido en guarda por parte de sus padres aparece desde el compartimento de la mesa a su lado derecho y ellos, ahora, miran asombrados su propio reloj.
Por su parte, Jongin mira por la ventana mientras sus casi treinta compañeros de clases levantan la mano e interrumpen a la profesora que está explicando de poco a poco el verdadero significado de aquel reloj que algunos de ellos han traído consigo.
— ¿Relojes de pareja? —Preguntó una pequeña niña de tan solo diez años mientras mira con asombró el maravilloso reloj que con gran orgullo posee. Era rosa con algunos detalles blancos y ni que decir de los diamantes con los que fue realizado, era tan similar a los de algunos de sus compañeros, pero a la vez había algo que los distinguía que si no fuera porque su profesora le está explicando que eso es normal, se volvería loca porque justamente lo comparó con el de su mejor amiga y por un segundo creyó que serían destinadas.
—Para poder encontrar tu pareja destinada, la dueña o dueño de un reloj igual al tuyo, tú reloj comenzará a correr.
— ¿A correr? —Preguntó alguien más sin entender mucho, Jongin escuchaba, pero ignoraba, después de todo, no era algo que realmente le interesara.
—Así es, el tiempo llega cuando tu destino aparece- —las palabras salieron de los labios rosas de la mujer adulta y Jongin, por fin, voltea a verla con odio. Él lo recuerda, recuerda esas palabras. La rabia crece sin poder contenerla. Rechina sus dientes y soltando un bufido, se levanta de su lugar para retirarse. — ¿Jongin? ¿Jongin a donde va-?
—No necesito ni creo en el destino, ¿puedo retirarme?
Mientras el pequeño moreno caminaba por los pasillos de la escuela primaria, el joven niño de la familia Do levantaba su mano pidiendo explicaciones de cuando y como fue que llegaron a la conclusión de que cada reloj era diferente a salvo un par idéntico, así como quien es la persona o personas que hacen dichos relojes para entregarlos a justamente las personas que les pertenecen —o a quienes creen les pertenecen— y sobre todo, el mecanismo que utilizan dichos aparatos destinados para sincronizarse cuando se encuentren uno al otro.
Las preguntas habrían sorprendido a cualquiera puesto que fueron formuladas por un niño de tan solo diez años y un día de nacido, pero bueno, era una escuela primaria elemental; aquí los niños eran más inteligentes que los promedio, así que eso no sorprendió a nadie.
—Hace ciento veinte años, respondiendo a lo primero, —comenzó la tutora— apareció el primer reloj, el día uno de enero del año dos mil setenta, todos despertaron saludando un nuevo año junto a un regalo: un reloj. —El hecho de que Kyungsoo abriera sus ojos al escuchar aquello fue solo por la historia casi fantástica que le están contando, no porque se haya sorprendido por una realidad probable, más bien porque imaginó a las personas despertando y viendo aquellas cajas de regalo sin saber quien dejó el obsequio. —Desde personas ancianos, adultos, jóvenes, niños y bebés recién nacidos, todos tenían una pequeña caja de regalo con un reloj dentro.
—¿Incluso las personas que estaban por fallecer ese mismo día? —Preguntaron con incredulidad.
—Así es, todos tenían uno. —suspira, enciende la luz y mostrando su reloj a todos los pequeños de tan solo diez años, continúa hablando. —El día uno de enero de dos mil setenta, la policía de todo el mundo recibió varias llamadas avisando que alguien ingresó a su domicilio y habitación, solo para dejar un obsequio. No era posible que pudieran realizar miles de millones de relojes y entregarlos el mismo día a una misma hora, nadie sabe quién lo hizo ni quien lo hace actualmente, eso responde tu segunda pregunta; para ser sinceros, se trató de investigar, después de años de poder comprender que cada vez que una persona nacía, un nuevo reloj aparecía, quien era la persona detrás de cada uno de los relojes, frente a una cámara en una habitación, se esperó a que la persona o "ente" apareciera junto al regalo, pero no había nada, era como si el destino estuviera haciendo de las suyas.
— ¿Era magia acaso?
—Si lo quieres tomar de esa manera, sí, la magia del destino.
En un segundo, el corazón de Kyungsoo dio un brinco. Sus mejillas se colorearon de un leve tono rosa mientras mira fijamente su preciado reloj. Había una clase de emoción que nacía en su pecho por el mero hecho de recordar cuan felices son sus padres y eso de que su tutora explicara con emoción la inmensa alegría que trae consigo el estar con tu destino, lo emocionaban todavía más.
La inmensa imaginación de Kyungsoo crecía a cada segundo, no prestaba más atención a lo que preguntaban o respondían, él solo se imaginaba siendo feliz con la persona que será su destino, ¿lo notaron? Era la piel del joven Do que se erizó al solo pensar en su destino que nunca ha visto pero que está a nada de encontrarlo, porque eso sí, Kyungsoo ya tiene planeado ir a cada una de las casas de toda Corea para encontrar a su destino, y si no lo encuentra, irá al siguiente país cercano y así, gastará su dinero y el de sus padres junto el de toda su familia solo para localizar a la persona que lo hará tan feliz como no se puede imaginar.
—Eso es una buena pregunta. —Un momento, ¿qué preguntaron para que su tutora se quedara callada y guardara su tiempo? ¡Oh, por Dios, Kyungsoo no escuchó nada! Se perdió tanto en sus pensamientos que los nervios le llegaron sin saber porque qué. — ¿Negar tu destino? —La piel de Kyungsoo se erizó una vez más. Las palabras amargas salieron de los labios de aquella mujer, por un segundo la alumna que cuestionó aquello, se arrepintió y bajó la cabeza. — ¿Por qué deberíamos detener nuestro destino? ¿Por qué negarlo?
— ¿Es posible? —Alguien más preguntó a las espaldas del Do, volteo a ver a su compañero y en ese mismo instante, la sonrisa falsa de su tutora apareció junto a una burlona risa.
—Así es. Sí es posible.
— ¿Cuándo? —Las palabras ahora salieron de los acorazonados labios de Kyungsoo. Le llenaba de inquietud el no saber lo que los demás deseaban saber, él por perderse en sus pensamientos ahora necesita entender el contexto de la clase o saldrá con más dudas que ni su tío o sus padres podrán responderle.
—Jóvenes, esto es solo en casos extremos. —suspiró, su sonrisa tembló y después de tomar un poco de aire, siguió. —Cuando tu destino está a un paso de la muerte, para no sufrir ambos, hay quienes deciden parar su destino. —relame sus labios, mira sus manos y sin querer, voltea a donde su muñeca y reloj se encuentran solo para taparlo y volver a la explicación. —para no hacerle daño a su destinado, hay quienes niegan e interrumpen el curso, y... —se detiene, voltea una vez más su reloj donde las manecillas se mantienen estancadas en números diferentes a cero. —cuando eres feliz con alguien que cuando llega tu destino, no quieres renunciar al amor por el propio destino.
— ¿Cuándo sabrás quien es tu destino? —Después de segundos en silencio, la voz masculina de un joven niño de diez años resonó por toda aquella habitación. Los hologramas se terminaron y las luces junto al aviso en los altavoces de término de la tutoría llegaron, la sonrisa sincera de su tutora apareció una vez más olvidando por completo el aparato que sostiene su muñeca.
—Solo...
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13 de enero de 2195
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Tenía quince años, o bueno, apenas iba a cumplirlos, solo faltaba un día para que llegara el día; pero su padre, le llevó la nueva noticia.
«Lo encontré, a mi destino» las palabras se repiten en la cabeza de Jongin desde hace meses, que no tienen ni idea de cuanta jaqueca le daba. La voz de su padre emocionado le daba agruras y aquella carta de felicitaciones le enervaban hasta casi matarlo.
Abre la puerta del pequeño departamento y nadie lo recibe, ya está acostumbrado, eso era lo de menos. El lugar era diminuto para tres personas, solo había dos habitaciones, una pequeña cocina, un corto pasillo y la diminuta sala. Jongin no se quita los zapatos, después de todo, no había nadie que le pudiera reclamar por ensuciar, él lo sabía, él no importaba en esa casa. Desde hace menos de un año que su padre encontró a su destino, Jongin dejó de existir.
Era doloroso aceptarlo, pero realmente lo sabe, él fue un error. Jongin jamás debió nacer.
— ¡Feliz cumpleaños! —La alegre pareja destinada abrazaban al joven moreno de casi quince años.
—Pide un deseo. —Con gran emoción, ella le pidió que soplara las velas, su padre por su parte no apartó la vista de quien sostenía el pastel. Jongin se sentía incómodo, aun no era su cumpleaños, pero pareciera que a ellos no le importaba pues mañana posiblemente ni estén o la semana que viene, o incluso todo el mes que viene puede que se olviden otra vez de él.
— ¡Vamos, Jongin! ¡Apaga todas las velas! —con demanda, su padre pedía; un solo soplido y el deseo de Jongin no pudo cumplirse.
La felicidad de aquella pareja era el dolor que Jongin sentía en el pecho. Las juguetonas miradas de ambos adultos de casi misma edad eran las agruras que cada noche, casi como si fuera indigestión o reflujo, Jongin tenía al solo recordarlos.
La música del teléfono comenzó y con ello la indicación del moreno para retirarse, ella lo abrazó, su padre los fotografió y justo cuando Jongin quería ir a su habitación para vomitar e ignorar todas aquellas melosas escenas de aquel par, la noticia llegó.
— ¡Vamos a ser papás! —gritaron emocionados ambos, Jongin sintió un pinchazo en el pecho, si no fuera porque la luz del pasillo era la más tenue, habrían notado las lágrimas que corrieron del rostro del adolescente.
No había más dicha en ese par, nada podía quitar tan feliz noticia, ¡necesitaban que todo el mundo se enterara! ¡Su deber es mostrarles a todos cuan emocionados están por que el fruto de su amor finalmente llegó!
Jongin quedó en segundo plano, el hombre de más de treinta años abrazaba a su pareja y con gran cuidado acariciaba el vientre casi plano, se agachaba a susurrarle a su bebé cuan emocionado es porque pronto nacerá y finalmente lo hará ser el hombre más feliz de todo el planeta.
—Bobo, apenas tiene cinco semanas. —Con vergüenza, ella miraba a Jongin y con pena se disculpaba por la actuación de su pareja. —Hoy lo acabamos de saber.
—Felicidades. —Intentó sonar emocionado, pero había algo agrio que salía de su garganta que no lo dejaba fingir correctamente.
—Jongin, —su padre cambió el tono de voz, ahora parecía que estaba a punto de soltar un regaño. — ¿tienes tiempo para hablar?
—Claro, solo tomaré un baño.
—Te espero.
Y mientras Jongin y su padre tenían una charla en la pequeña sala donde se le hacía de conocimiento al joven moreno que con la llegada del bebé debían cambiar a un departamento más amplio, así como el cambio de ciudad por razones de trabajo, Jongin informaba a su padre sobre su decisión de vivir en los dormitorios de la escuela, «No quiero cambiar de escuela, papá, ¿puedes apoyarme con esto?» fueron las palabras que salieron de sus labios, él esperaba una utopía, necesitaba que su padre le negara su petición, necesitaba saber que era querido aunque fuera una falacia, pero necesitaba saber que su padre aun lo necesitaba.
Pero bueno, Jongin sabia la verdad, «Gracias» fue la respuesta que le dio. «Necesitaba hablar sobre eso» tragó saliva mientras miraba fijamente a su padre, jamás lo había visto tan aliviado, ni siquiera cuando ella apareció. «En realidad, quería iniciar una vida nueva con ella, no lo quise decir porque aún no estaba seguro, pero me contacté con tu madre, ella quiere estar contigo» era un dolor punzante en su pecho que no se detenía. La incredulidad apareció con una sonrisa y un bufido en su rostro. La disculpa de su padre no era suficiente como para remediar lo que acaba de decir. Jongin ahora lo entiende todo.
El día siguiente, el día de su cumpleaños, Jongin tomó sus cosas y dejando una nota, se fue.
— ¿Puedo vivir en los dormitorios de la-? —No pudo terminar de hablar cuando el ruido de un plato rompiéndose, lo calló.
Kyungsoo se levantó del sofá, dejando a un lado su tarea, fue a la cocina, lugar en el que se encontraba su padre vuelto un mar de lágrimas. La cerámica del plato desperdigada por todo el piso, el joven Do intenta recoger cada uno de los pedazos y tirarlos al bote de basura, sin embargo, el llanto de su padre fue más que suficiente para detenerlo y que le preste toda la atención a él.
— ¿Ya no amas a papá y a mamá? —preguntó su padre con gran tristeza.
—No, claro que no. —respondió firme. —Los amo y mucho.
— ¿Entonces porque te quieres ir de nuestro lado? ¡Aun eres un bebé! ¿qué clase de papá seré si dejo que mi bebé sufra en un lugar desconocido?
—No, no era lo que-
— ¡Tú ya no amas a papá! —Acusó y soltó el llanto, las lágrimas de Kyungsoo salieron sin poder detenerlas porque el ver a su padre llorando lo pusieron nostálgico y en cierta manera, él aun es dependiente de sus padres así que era casi imposible alejarse aun cuando obtuviera el permiso.
Es más, si le hubieran autorizado el ir a vivir a los dormitorios, Kyungsoo está más que seguro que se iría llorando a su habitación mientras grita a todo pulmón que sus padres ya no lo amaban. Básicamente haría lo mismo que su padre, solo que más dramático y con más llanto del que pudieran imaginarse jamás.
— ¡Ya no nos ama nuestro bebé! —Y soltando el llanto, llegó la madre de Kyungsoo, quien corriendo a toda velocidad llega a donde su esposo y lo abraza mientras el llanto surge de nueva cuenta porque desde que Kyungsoo cumplió quince años a dicho cosas muy extrañas. Y eso que apenas ayer los cumplió.
— ¡Yo los amo mucho! —Y el llanto continuaba con los arrepentimientos que un niño de quince años por decir cosas que hacen sufrir a sus adorables padres.
Casi como si lo hubieran pedido, Chanyeol llegó y con gran disgusto miró al trio que se confesaban el amor que tanto se tienen. Niega y volteando a otro lugar por tan grotesca imagen, pide al pequeño niño de tan solo tres años que jamás sea como su familia. Que jamás actúe como lo están haciendo ahora mismo sus padres y hermano, pero fue demasiado tarde, para cuando miró el rostro del pequeño, las lágrimas salían con gran fuerza y el puchero en sus labios era la indicación de Chanyeol para que lo bajara y este corriera hacia su familia.
— ¿Sí mi amas? —con los ojos rojos de llorar y su pequeña naricita coloreada de un tenue rojo junto al moquito transparente que salió de una narina, preguntaba el pequeño de tres años a su hermano mayor, y las lágrimas continuaron.
— ¡Los amo mucho!
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13 de enero de 2200.
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Mientras sus cortas piernas avanzaban a gran velocidad, recordaba lo que alguna vez su tutora le habló cuando apenas tenía sus diez años. «Solo, lo sentirás, un cambio, algo inexplicable al ver a tu destino». Grita con furia y corre, corre sabiendo que su vida se vale de eso. El sudor recorría su cuello y rostro, las lágrimas surgieron cuando casi sentía como se desvanecía porque, la verdad, Kyungsoo no es una persona muy deportiva que digamos, ahora mismo está haciendo un esfuerzo porque puede que lo maten, pero de ahí a que él quiera correr por voluntad propia, era imposible.
— "Solo lo sentirás" ¡y una mierda! —gritaba con frustración, el aliento se le acababa y los pasos eran más lentos.
— ¡Estás muerto, hijo de puta! —Le gritaban a sus espaldas y las piernas se movían con agilidad, tal vez Kyungsoo llegue a morir por una explosión de adrenalina en vez de la putiza que le meterán aquel grupo de veinte. Al menos morirá sin darle oportunidad de disfrutar como lo masacran, pues cuando lo toquen, él ya estará en otra vida.
— ¡Detente maldito enano! —Los insultos acompañaban cada pisada que daban, Kyungsoo ya no podía respirar más.
Y lamentablemente, resbaló.
Y no murió a como él esperaba.
—Valió madres. —Fueron sus últimas palabras antes de ser rodeado por el grupo de masculinos que lo perseguían.
No lloró, porque no les iba a dar el gusto de verlo llorar.
Tampoco suplicó porque tenía un orgullo tan jodido que era la razón por la cual ahora mismo están a punto de meterle la paliza de su jodida vida.
Tragó la última saliva que pudo antes de cerrar los ojos y recibir los reclamos e insultos junto a las burlas de la razón por la que fue perseguido por casi diez cuadras.
—Ey, mierdita, ¿tienes tantos huevos para hablarle a mi chica, eh? —Nadie lo sabe, pero el Do realmente se odia, ¿Cómo se le ocurrió coquetear con aquella linda chica de la estación de buses? Y no solo eso, ¿Cómo se le ocurrió lanzarle un sándwich al tipo todo robusto que le gritó de la nada? — ¿Qué? ¿Crees que mi chica es tu destino? —Preguntó con ironía.
Y el primer golpe que sintió Kyungsoo fue en su costado izquierdo, gracias a una patada que con gran odio el robusto masculino le dio.
No suplicó que se detuviera, porque en primer lugar las palabras no salían y en segundo, porque sabía que, si soltaba una palabra, no sería una súplica, más bien la cagaría, así que mejor se calló y sufrió en silencio.
El siguiente golpe fue en el rostro, la bulla del grupo empeoraba las cosas y enardecía al masculino chico a continuar con golpes de puño cerrado contra el bonito y blanco rostro del Do.
A decir verdad, en un punto de la paliza que estaba recibiendo Kyungsoo, se desmayó o quizás se le bajó la presión; ya no sentía los golpes y aflojó su cuerpo por completo para que lo trataran como un trapo viejo si así lo quisieran, además de aquel destello negro con luces blancas que en algún momento comenzó a ver.
Alguien debe traerle una coca ahora mismo, o eso piensa Kyungsoo, una coca-cola y un bolillo, ¡ah! Y que se detenga la pelea, solo eso necesita y jura que no pedirá nada más por el momento.
— ¿No son demasiado grandes para aprovecharse de un niño? —los golpes se detuvieron.
— ¿Y qué mierda te importa? —Kyungsoo no lo vio, los destellos era lo único en su visión, solo escuchaba la masculina voz que en un instante le erizó la piel y ni qué decir del brinco en su pecho, ¿paro cardiaco? Posiblemente. En agradecimiento suspiró, el pie de alguno de los compañeros de aquel que lo golpeaba, aplasta su cuello y realmente cree que ese suspiro será el último.
—Bueno, —la persona que miraba entretenido desde la parte del segundo piso de aquel departamento, sonrió. — ¿no creen que es una burla que una perrada ataque a un niño? O qué, ¿no puede uno solo?
— ¿Qué mierda acabas de decir, imbécil?
Las palabras se agotaron, de un solo salto, el masculino que interrumpió la muerte del Do, bajó y enfrentó aquel que lo insultó.
—Dame un golpe, —pide— anda, golpéame, vamos, hazlo.
— ¿Qué mierda estas diciendo? —se burló el agresor, el pie que aplastaba la garganta de Kyungsoo se quitó y casi como si Diosito le diera una oportunidad para ver y seguir con vida, el Do se levantó en cuanto la atención de todo el grupo se viró hacia el desconocido moreno.
Kyungsoo no supo cómo se levantó, nada le dolía por ahora, pero los calambres en sus piernas lo hicieron tambalear cuando intentó dar el primer paso, reza para que nadie se dé cuenta de su huida y en ese momento, en ese exacto segundo que terminó el "Padre nuestro", su agresor golpeó el rostro de su salvador.
Sus puños se cerraron, no tenía fuerzas, pero sin lugar a dudas se lanzaría a salvar a esa persona que le regresó la vida, aunque perdiera la misma ahora así.
—Ah, en serio. —nadie esperó a que se burlara, «este tipo debe estar loco» pensó el agresor, y también Kyungsoo. — Ahora si me incumbe esto.
El cerebro de Kyungsoo lo relaja con una linda tonada de Mozart mientras la pierna de aquel moreno desconocido se estiraba y lanzaba de un solo golpe a un par de acompañantes de su agresor. Cuando alguien golpea su hombro, la música cambia a esa canción que normalmente escucha cuando entra en bloqueo mental pues la música clásica no siempre es la solución a sus problemas. Movía su cabeza mientras la letra y ritmo de "Así soy" se reproducía, todo se movía en cámara lenta, desde los golpes con puño cerrado, así como las acrobacias que alguno que otro daba para distraer a ese moreno.
Cuando parpadeó, miró a cinco personas en el piso, tres más estaban por los arbustos de adorno del recinto de departamentos; cuatro movían sus bocas, pero el cerebro de Kyungsoo estaba tan embelesado en el sonido de platos dj que no entendía absolutamente de lo que decían. Cuando parpadeó de nuevo, ya eran nueve personas en el piso y su agresor principal tenía su mano enlazada entre las piernas de aquel chico moreno. Por inercia, voltea a sus espaldas y en ese momento, en ese preciso instante, mientras tres personas señalan al par frente a él, la canción termina.
— ¡Es Kim Jongin!
Kyungsoo escuchaba hueco, el nombre de alguien resonaba, pero no sabía porque su cabeza dolía tanto, quería gritar que se callaran de una buena vez por todas, pero a la llegada de las patrullas de policía, el Do no pudo resistir más y besó el piso una vez más.
— ¡Alto! ¡Alto! ¡Deténganse ahí! —Escuchó a lo lejos, cerró sus ojos y en el instante que voló, el olor a vainilla le hicieron gruñir las tripas; maldición, Kyungsoo debió comerse ese sándwich y no lanzarlo a lo tonto.
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14 de enero de 2200.
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Chanyeol limpiaba su nariz, eran las siete y cuarenta y seis de la tarde. Estaba cuidando de su sobrino hospitalizado, comió un jugo que le habían traído a Kyungsoo, pero como ya había pasado su tiempo desde que lo llevaron, él no pensaba desperdiciarlo así que, en el primer sorbo, la comezón le llegó y de un estornudo, su sobrino despertó.
— ¡Me asustaste! —gritó Chanyeol al señalar a su sobrino y lanzar el papel con sus mucosidades.
—Kim Jongin. —Fue lo primero que Kyungsoo dijo.
— ¿Qué dices? Espera, no, eso no es importante, le llamaré a la enfermera porque-
—Kim Jongin, Kim Jongin, Kim Jongin, —repetía como si fuera un mantra. En un segundo, Chanyeol se asustó, ¿era acaso una clase de demonio que visitó antes de regresar a la vida? —sí, sí, eso es, Kim Jongin. —decía una vez más. Chanyeol toma su teléfono e intenta presionar el número 1 (contacto directo de su hermana mayor, madre del Do) pero en el primer tono, Kyungsoo se levantó de un salto.
— ¡Espera! —gritó y tomó la mano de su sobrino antes de arrancarse la intravenosa. — ¡No puedes solo-! —Demasiado tarde, Kyungsoo lo hizo y no solo eso, ahora mismo está sangrando a chorros.
—Tío. —La palabra aterró a Chanyeol, ¿será que su querido sobrinito se volvió loco? ¿Cómo puede ser posible? ¿Acaso no ven que todavía esta chiquito? ¡Ni siquiera mide más de un metro con setenta! ¿Por qué esos desgraciados tuvieron que golpearlo y descomponerlo? —Necesito dinero y tu auto, dámelo.
Los padres de Kyungsoo llegaron al hospital a las siete y cincuenta y nueve de la tarde, la habitación en la que se encontraba su hijo estaba vacía. Bueno, vacía y un charco de sangre que corría desde la cama hasta el piso y puerta de entrada. El señor de intendencia ingresó a los pocos segundos, chasquea sus labios y niega porque justamente era su hora de salida y ahora debía limpiar el tiradero de alguien más porque se le ocurrió hacer una dramática salida arrancándose el suero y dejando sus residuos en el transcurso.
—Oh, están aquí. —Chanyeol sonrió al ver a la pareja.
— ¿Y mi bebé? —Preguntó el padre Do.
Y bueno, Kyungsoo estaba a menos de diez minutos de llegar a donde lo vio. No había duda alguna, Kim Jongin es su destinado.
Sentía su mano fría y casi se le nubla la visión, pero eso no fue impedimento para estar frente aquel recinto donde hace algunas horas atrás era masacrado. Tomó aire y dio el primer paso, miró a todos lados y se armó de valor, las piernas le temblaron, pero eso se podía deber al frio y a la posible baja de azúcar por todo lo que ha pasado, es más, ni siquiera cree que comió algo, estaba dormido hasta hace un par de minutos. Tragó un poco de saliva e hidratando su garganta, abrió la puerta.
Ahí estaba.
Kim Jongin.
— ¡Para con eso! —Jongin no estaba solo.
— ¿Por qué no puedes creer que somos destinados? —preguntaba en llanto una chica. El pecho de Kyungsoo dolió.
— Terminemos esto de una maldita vez, estoy harto, detente. —Jongin estaba molesto, odiaba todo lo que salían de los labios de su pareja, la bolsa que cargaba su mano derecha, la lanza lejos. Realmente no necesitaba toda esa mierda que tanto le cuentan.
— ¿Entonces porque mi reloj ha funcionado? —el que le mostrara el reloj dorado con sus destellos naranja, elevaron el odio de Jongin por el destino, se mofó porque era imposible para él creerlo. — Lo noté apenas hoy, sabia cuanto odias este tema, pero sé que desde que salimos, mi reloj comenzó a funcionar, eres mi destino.
¿Recuerdan que Kyungsoo le temblaban las piernas? Y no solo eso, ¿Qué llevaba puesta la ropa de hospital? Pues ahora le acabó de entrar un aire por la parte de su espalda en aquel mismo espacio donde las aberturas de la ropa se encuentran, así que ahora no solo le temblaban las piernas, sino que le acaba de dar un calambre y no puede gritar porque eso significa que ha escuchado todo y no quiere parecer un chismoso, necesita saber el desenlace de lo que sus ojos son participes
Aunque le dolían las piernas, el pecho y le dieron calambres, Kyungsoo no dijo nada, solo observaba al moreno y a la chica a su lado.
—Tu destino no soy yo. —Respondió firme, el corazón del Do recibió una punzada, esas palabras no eran para él, pero sentía que en algún momento las escucharía para su persona. Tragó saliva, mordió sus labios y bajó la mirada.
— ¡No puedes ne-!
—Yo no tengo un destino. —Sonrió con gran descaro y burla.
— ¿Qué estás dici-?
—Yoora, yo no tengo un reloj, no puedo ser tu destinado, porque ni siquiera existo para el destino.
—Eso es-
—Imposible. —Kyungsoo terminó la frase.
Jongin estaba en la cocina preparando un poco de comida, mientras salteaba la carne con un poco de verduras, se movía a su izquierda y al estirar su mano derecha, tomaba un poco de arroz; bajaba la flama para el poco pollo que hizo de improviso y sirvió su cena. Caminó con los platos hasta la pequeña pero espaciosa sala y encendió la televisión, se levantó por un poco de agua y cuando regresó, Kyungsoo había despertado.
— ¿Qué hora es?
—Nueve con veinte, ¿quieres comer?
—Gracias.
Los minutos fueron largos y silenciosos. Mientras Kyungsoo comía del caldo de pollo, Jongin mascaba con gran emoción la carga sin despegar la vista de la televisión.
Los comerciales fueron largos, los colores y destellos brillaban con alevosía en la gran pantalla vieja; no salían las palabras, no había algo que realmente quisieran escuchar y tampoco había algo que decir, era cómodo en gran parte, pero incomodo a la vez. Jongin se sentía cómodo con el silencio y el sorber del chiquillo que salvó le parecía tierno, mientras que Kyungsoo se avergonzaba porque la mirada de Jongin era demasiada intensa que en algún momento se le tiñeron las mejillas.
—Soy Kyungsoo, Do Kyung Soo... —se presentó apenas acabó su comida.
—Oh...
—Yo, yo vine porque, eh, ayer, —calló, miró al moreno y guardando lo que realmente quería decir, continuo. —Gracias.
Era demasiado silencioso, o eso pensaba Kyungsoo. Había un ruido que salía de la televisión a causa de aquel programa de televisión tan cómico que, en algún punto, ambos se perdieron en el mal chiste que salió para carcajearse por un segundo. Ahí todo siguió su rumbo. Jongin mirando la televisión y siendo atraído, en momentos, por el chico que se desmayó fuera de su departamento y Kyungsoo escuchando la carcajada dulce que el moreno solaba cada que algo dentro de la televisión le causaba gracia.
Ninguno lo dijo, pero era obvio que, sin conocerse, se sintieron cómodos. Si Jongin no supiera que es el único error existente en ese mundo, habría creído que eso era el destino. Si Jongin tuviera un reloj, sin lugar a dudas se acercaría a ese chico llamado Kyungsoo y le informaría con gran emoción, que su corazón le está latiendo tan intensamente que es muy posible que ambos sean destinados y que sus relojes son de pareja, por lo que necesitarán casarse inmediatamente y ser felices por el resto de su vida.
Oh, eso ha dolido.
Jongin vuelve a la realidad.
Él no tiene un destino. Él no puede ser feliz. Él está solo.
No entiende sus pensamientos después de todo. Odia todo lo que sea relacionado a los relojes de pareja y el jodido destino, pero en estos momentos el anhelo de tener uno surcó por su cabeza.
¿Quién demonios es Do Kyungsoo que lo hizo anhelar algo imposible?
— ¡Asistes a la universidad K! —soltó con emoción Kyungsoo después de ver un reconocimiento por méritos académicos pegado en la pared. —Fantástico, normalmente los reconocimientos no se entregan en papel, escuché que solo pocos tienen el privilegio de solicitarlo de esa manera, ya sabes que es un tema bastante controversial esto de la contaminación y todo eso...perdón, es que es la primera vez que veo uno así, —sonrió con pena. —Verás, el día que pedí el mío, no me lo permitieron y me ignoraban hasta que me explicaron que-
— ¿Eres universitario? —Que el Do no se callara no le sorprendió tanto como descubrir que en realidad no es un chiquillo de preparatoria a como él creyó. Es que, vamos, ese cuerpo pequeño y delgado, además de la carita tan tierna que el Do posee junto a ese tono tan blanco y pálido de piel, solo engañan a los demás. Es que, incluso su corte de cabello, es tan parecido a los chicos de secundaria, que es imposible el creer que es un universitario.
Incluso, les parecerá imposible, pero la única razón por la cual Jongin interrumpió en la pelea en la que Kyungsoo se vio inmiscuido, fue porque creyó que aquella flota de abusones, querían quitarle hasta el último centavo a un estudiante de preparatoria. Eso lo impulsó junto a una extraña sensación de querer ayudar que ahora que lo piensa, no sabe de dónde le salieron. Tal vez fueron los lamentos ahogados del Do, o el que todo se llevara a cabo fuera del lugar donde vive y que justamente todo ocurrió el día que le tocaba sacar la basura, no lo sabe, tal vez siempre si se deba a que lo vio muy chiquito y por eso se metió.
—Universidad K, campus de Ingeniera. —Estiró su mano con educación y sonriendo de oreja a oreja, se presentó una vez más. —Estudiante de segundo año, Do Kyungsoo.
—Universidad K, campus de licenciatura. —Por mera inercia, Jongin tomó la mano contraria y justo, justamente cuando sus pieles se tocaron, una chispa de electricidad corrió por el cuerpo de ambos que los asustó, pero no se separaron, es más tragaron saliva y se miraron fijamente. —Kim Jongin, estudiante de segundo año.
— ¿Y qué estudias? —preguntó el Do, aun sin despegar su mano y la vista.
—Ciencias de la salud.
— ¿Deportes?
—No, enfermería.
—Vaya, estamos muy lejos.
Si no fuera porque en ese momento sonó el teléfono de Jongin, Kyungsoo estaba cien por ciento seguro que sus manos seguirían enlazadas y era hasta probable que, si nadie los interrumpiera, sus manos no sería lo único que se enlazaría ese día.
Oh, Dios, ¡No! ¡Maldición, no! ¿Por qué está pensando en esa clase de cosas? ¡No, alto, a Kyungsoo sus padres no le enseñaron eso! ¿Por qué se siente tan caliente todo? ¿Qué les sucede a sus mejillas que no pueden dejar de hervir? ¿será que ya se va a morir y esa sangre que perdió en el hospital no era solo suero mezclado con un poco de su plasma sino meramente sangre real?
Un momento, ahora que se mira, ¿qué no se supone que él vestía ropa de hospital? ¿qué son esos pantalones largos y flojos? Esperen un segundo, ¿de quién exactamente es esa sudadera amarilla que trae puesta? Paren todo. ¿Qué está sucediendo? Kyungsoo no traía calzones cuando salió del hospital.
Oh, santa madre de Dios, ¿Cuándo fue que le curaron las heridas a Kyungsoo? Él recuerda que su mano le sangraba y que la presión se le estaba yendo por el suero por su visita, ¿Cuándo exactamente cambió su ropa?
—¿Qué-?
—Oh, veo que lo has notado apenas. —Jongin sonrió, Kyungsoo se olvidó lo que pensaba, es más, ¿qué es más importante que esa hermosa y perlada sonrisa que ahora mismo está viendo? Dios, ojalá Kyungsoo tuviera un celular en mano para poder fotografiar ese rostro y guardarlo por el resto de su vida. —Cuando te desmayaste, curé tus heridas y como tenías temperatura, tuve que meterte en la tina con un poco de agua caliente y de esa forma estabilizar tu temperatura, ya que las toallas húmedas no funcionaban como-
— ¿No estoy muerto, cierto? —interrumpió, metió su mano derecha en el bolsillo delantero del pantalón e intentó palpar lo más que podía su pierna y glúteos.
—No, en absoluto, —negó divertido, sonrió una vez más y Kyungsoo casi por un segundo muerde sus labios sin poder resistirse a esa jodida y perfecta mueca. —no quería enterrar un cuerpo el día de mi cumpleaños... —Oh, vaya, él podría enterrar algo vulgar que en estos momentos Kyungsoo no quiere seguir pensando porque puede ser castigado por sus padres que-un momento, ¿lo escuchó bien?
— ¿Cumpleaños?
—Si.
— ¿Hoy es tu cumpleaños?
—Así es...
—Wow...
—¿Qué?
—Esto es extraño...
— ¿Qué?
—El mío acaba de ser hace dos días, —ríe, mueve su mano derecha en el bolsillo con nerviosismo y sin poder contenerse, suelta lo que pensó. —justamente un día después de mi cumpleaños me metieron la paliza de mi vida, pero también es el día que te conozco y tú, por tu parte, es un día antes de tu cumpleaños donde le diste una buena tunda al grupo que me golpeaba y prácticamente todo esto sucede un día después y un día antes de nuestros cumpleaños...
—Es extraño, si, lo acepto.
—Es como si el destino estuviera haciendo de las suyas para que nos conociéramos. —Oh, Kyungsoo cree que la cagó. El ver como la bella sonrisa desaparecía poco a poco, le dio de la señal de que la súper regó y que justamente ya es hora de desaparecer y llorar por el resto de su vida porque obviamente Jongin ya lo odia.
—En realidad... —Oh, ahí viene el adiós. Maldita boca descontrolada suya, ya se odia, ojalá sus papás lo regañen hasta que se le olvide como la cagó con Jongin. —No creo en el destino. —Dijo duro, las lágrimas de Kyungsoo salieron levemente, que va, el Do es un chillón, sus papás una vez le dijeron que era normal sacar sus lágrimas y que le era más dañino tratar de aparentar ser fuerte cuando en realidad todos lloran. —Lo odio. Ni siquiera formo parte de sus planes. Y parece absurdo, después de ser olvidado, pero, puede serlo...
—Uhm, ¿Jongin?
Kyungsoo tenía ese don, si pudiéramos llamarlo así, pero a veces no controlaba lo que pensaba, todo le fluía con gran naturaleza que no le importaba interrumpir un ambiente para cuestionar sobre cosas burdas o estúpidas.
—¿Sí?
Este era uno de esos casos.
—No llevo calzones, ¿cierto?
—Así es.
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14 de julio de 2200.
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—Oh, lo siento, voy a salir con Jongin hoy. —Dijo con una gran sonrisa y antes de que alguien le preguntara: ¿qué no es ese chico guapo que pareciera odia a todos los de ingeniería salvo a ti? Kyungsoo solo tomó sus cosas y a los pocos pasos, la persona que tanto anhelaba ver, llegó.
Así es. Desde hace seis meses exactos, ambos se convirtieron en grandes amigos.
Y créanlo o no, Jongin sale todos los viernes justamente a las cuatro con dos de su salón para llegar puntual a las cinco de la tarde al salón del Do y de ahí, partir con algún conocido y divertirse todo el fin de semana, llegando al extremo de que básicamente Kyungsoo duerme cada fin de semana en el departamento de Jongin.
— ¿Por qué no vas con ellos? —le preguntó Jongin, sacó su celular y mirando la hora, esperó a la respuesta de su amigo.
—Hoy es viernes y había prometido pasarla contigo y los chicos, además, solo me invitan para que pague así que prefiero estar contigo. —Y sí, a Jongin le apareció una enorme sonrisa después volteó a ver a los compañeros del Do que dejó por estar con él.
—Muy cierto. —Jongin posicionó su brazo derecho sobre los delgados y pequeños hombros de Kyungsoo y sin poder controlar su propio cuerpo, acercó su rostro al cabello del otro, cerró los ojos y dando un respiro hondo, por un segundo olvidó que estaban en el campus de ingeniería y que la persona que huele tan bien, es su amigo.
— ¡Amor! —Ah, también había olvidado que tenía novia.
Ahora su brazo izquierdo era tomado con fuerza por su novia, aleja su derecha de su amigo y tomando el rostro de su enamorada, plantó un beso.
Ahí es donde la amistad continua, Kyungsoo voltea a verlos y sonriendo enormemente, los felicita porque acaba de escuchar de ella que ese día cumplen dos meses de relación.
—Oh, Hyung, ¿te bañaste hoy? —Jongin volvió a hundir su nariz sobre el cabello de su amigo y con las mejillas sonrojadas, Kyungsoo le pidió que se retirara, que es vergonzoso porque justamente ese día no pudo tomar una ducha. —Con razón hueles a cebito.
— ¡Cállate maldito!
Y así son todos los viernes después de las cinco de la tarde.
— ¿Te vas a quedar aquí? —le preguntó el moreno cuando Kyungsoo cerró los ojos después de asentir. —Ven, vamos a la cama, te vas a torcer aquí.
—¿Qué hora es?
—Las doce con ocho, ¿piensas irte a esta hora?
— ¿A dónde se fue tu-?
—Fue a casa desde hace una hora, los demás se acaban de ir, ¿Por qué diablos les gusta tanto mi casa para tomar?
—Es agranbanle...
—Maldición, Hyung, ¡despierta y vamos a la habitación! No puedes solo-diablos, se quedó dormido.
Y esa era la rutina de cada semana.
Sin lugar a dudas, ese lugar ya era más habitado por el Do que por el propio Jongin.
El lunes diecisiete llegó, Kyungsoo estaba atrapado ante lo que, sin lugar a dudas, era su deseo más profundo.
Su mirada caía hacia aquel chico que, con gran esfuerzo y concentración, tomaba a su contrincante de la cadera y pecho hasta lanzarlo lejos. Seguía cada uno de los movimientos que sus ojos podían captar y se desesperaba porque no podía tener una visión más amplia sobre toda la escena que está captando en esos momentos.
Tragaba saliva y poco a poco, su interés cambiaba de la lucha cuerpo a cuerpo para centrarse en el sudor recorriendo el rostro moreno, el pecho descubierto y que subía y bajaba con anomalía gracias al esfuerzo físico, la lengua del moreno corriendo por los gruesos labios por la ansiedad de no poder derrotar del todo a su oponente y sin pensar mucho más, ahora Kyungsoo suspira porque ¿Cómo maldita será Jongin puede ser tan jodidamente sexy?
Solo han pasado seis meses desde que se conocieron y volvieron amigos, pero sin lugar a dudas, esta jodido.
¿Acaso Kyungsoo tiene el derecho de enamorarse de su amigo?
Un golpe sordo, Kyungsoo pedido en sus pensamientos mira una vez más al frente, sus miradas se conectan; Jongin no aparta la mirada ni siquiera cuando se encuentra en el piso. Dos segundos y un pestañeo, ahora el moreno lleva la ventaja sobre su oponente, un mal gesto por la fuerza implementada y los aplausos junto a los gritos de la audiencia dieron el final de aquella batalla.
— ¡Felicidades, amor! —Ah, ahí estaba la razón del porque Kyungsoo no puede declarar sus sentimientos. Ellos están saliendo. —Estuviste fenomenal.
—Felicidades, Jongin. —Y ahí va de nuevo, pobre Do enamorado de su amigo.
—Gracias, hyung. —Y estamos de vuelta, pareciera que en el universo de Jongin, por alguna extraña razón, Kyungsoo es primero. A todo. Literal. —Cariño, gracias por acompañarme.
— ¿Qué les parece si vamos a brindar a-?
—Lo siento Kyungsoo-oppa, pero hoy tengo planes con mi chico.
Siete segundos fueron suficientes para desmoronar la felicidad del incomprendido y enamoradizo Do.
Una sonrisa lamentable y un gesto de disculpa bastaron para dejarlo solo. A Kyungsoo, a su amor y a la esperanza de poder confesarse algún día.
Niega, sonríe una vez más y tomando sus cosas, corre a un lugar más tranquilo.
—Oye tío... —preguntó después de terminar todos los pendientes de la universidad. En realidad, no les estaba prestando mucha atención, pero en algún lugar de sus pensamientos, logró acabar y sentirme un poco despreocupado.
— ¿Sí?
— ¿Cuándo sabes que has encontrado a tu destinado?
—Cuando tu reloj-
—No...me refiero a, ¿qué debes sentir?
El silencio amargo se mantuvo por unos segundos, después la fuerte carcajada salió con intensidad de ambos hombres. «¿Acaso mi reloj detenido no te da respuestas?» le cuestionaba con diversión, Kyungsoo por su parte se golpeaba por tan estúpida pregunta, «¡Olvidé que eras el solterón del pueblo!» se mofó de la mala suerte en el romance de su tío, sin poder aguantar la risa, se carcajeó con fuerza hasta que Chanyeol lo golpeó porque le abrió una herida que poco a poco estaba sanando. De ese par era mucho más probable que él fuera quien encontrara a la persona que tuviera un reloj igual al suyo, antes de que Chanyeol lo hiciera.
Las preguntas tontas se quedaron ahí. Ninguno de los dos dijo más. Kyungsoo suspiraba mientras miraba las paredes y Chanyeol, ante el inesperado silencio de su sobrino mayor, dejó su trabajo a un lado para contarle aquella historia tan maravillosa que alguna vez presenció.
—Cuando tu mamá conoció a tu papá, recuerdo que ninguno de los dos sabía reconocerlo. —la enorme sonrisa surcó por sus labios y si no fuera porque estaba contando cosas serias, habría sacado a colación como fue el encuentro lamentable entre ese par destinado. Por obvias razones omitirá que su hermana tenia diarrea y que no pudo aguantarlo más, así que no tuvo de otra más que esconderse entre un auto y cagar como Dios manda. —Por unas razones nada especiales, tu mamá sufrió un accidente y malogró el auto de tu papá; yo fui por un poco de pap- ya no me acuerdo qué, pero era pequeño en aquellas épocas, tal vez unos siete u ocho años y ambos ya se estaban peleando.
— ¿Papá y mamá, peleándose? —Imposible, piensa el Do. Eso es científicamente imposible. Es decir, él conoce a sus padres de toda la vida. Es más, tiene cerca de doscientos cincuenta videos que sus padres filmaron día a día desde que supieron de su existencia y más de un millón filmados a partir de su nacimiento y vida adulta. Y él lo jura, jamás los ha visto enojados o peleándose entre ellos. Es hasta irreal el poder imaginarlo.
—Así es, en realidad...tu mamá tiene un genio que- —se detuvo, por nada del mundo terminará su frase de «se parece al tuyo y ya sé de donde lo heredaste» porque es posible que Kyungsoo vaya de llorón con su madre y su hermana pueda regañarlo como no se tiene una idea. —no nos interesa en este momento, pero sí que era una mandona de primera; en realidad, creo que yo era más un sirviente para ella que un hermano y-
—Tío, pero si mi mamá es un encanto de persona. —No la conoces, pensó Chanyeol. —Es dulce, amigable, amorosa, cari-
—Bueno, eso no nos importa ahora, la cosa es que cuando tus padres se conocieron, se odiaron a muerte... extraño, ¿no? —un asentimiento y él continua. —Pues, aunque se odiaran, no podían dejar de pensar en el otro, tu mamá esa vez me despertó cerca de las tres de la mañana y aun sin poder entender que pasaba, ella solo dijo que tuvo un sueño, que él iba a venir...y aun sin comprender lo que hablaba, al poco tiempo alguien tocó la puerta con fuerza, tus abuelos abrieron con susto pues no sabían que estaba sucediendo, es decir, era de madrugada... y ahí estaba él, tu padre.
—Wow...
—"No soporto tenerte tan cerca y tan lejos", recuerdo que fueron sus palabras, llevaba su reloj en la muñeca y antes de que la policía llegara, tu mamá corrió hacia él para abrazarlo... tus abuelos estuvieron a nada de pegar el grito en el cielo, pero vieron ese reloj que con gusto corría su tiempo en la muñeca de tu madre...ellos, solo, se odiaban en persona, pero se amaban en sus sueños...creo que eso debes sentir.
Cuando se hicieron las nueve con treinta de la noche, Kyungsoo recibió un mensaje. A las diez de la noche con trece minutos llegó al departamento de Jongin.
Lo vio ahí, devastado, mirando la televisión y tomando un poco de coca-cola. Cuando Jongin lo notó, levantó la mano y esperó a que el Do recorriera el pequeño pasillo y llegar a donde él se encuentra.
—¿Qué sucede? —Soltó Kyungsoo al quitarse la chaqueta y mirar los rojos ojos de su amigo, eran obvio el rastro de lágrimas.
—Soy soltero una vez más. —Respondió sonriente y apartando el rostro de la vista del Do.
—Oh...
No era como que Jongin tuviera mala suerte o fuera una mierda de persona, nada de eso. Él realmente salía con las personas porque les gustaba e intentaba dar todo lo mejor de él para que sus relaciones fueran una gran felicidad para ambas partes. Tal vez porque Kyungsoo está enamorado de su amigo, puede decir con gran certeza que ninguna de las relaciones del moreno funciona más allá de dos meses y su deseo egoísta es que Jongin no vuelva a pensar en ninguna otra persona que pueda hacerle daño y solo quedarse con él. Para siempre, para toda la vida si se pudiera. Perderse ambos en algún lugar alejado de la sociedad y encontrar la felicidad solo entre ellos dos.
Pero bueno, Kyungsoo sabe que eso es egoísta y realmente no quiere hacerle daño a su amigo, porque sabe que se lo hará pronto. Así que mejor se calla y escucha las pocas emociones que son dolorosas para Jongin.
— ¿Sabías que estoy maldito? —recibió una negativa por parte del Do. Esta charla es diferente a las demás, normalmente Jongin solo pide que se le acompañe a ver televisión y de ahí, dormir hasta altas horas de la madrugada para después despertar apurados porque se ha hecho tarde para entrar a clases. Esto era nuevo para Kyungsoo. —Todas las personas que salen conmigo, encontrarán su destino, y finalmente disfrutarán de sus bellos relojes de pareja.
—No-
—El amor es hermoso, no tengo duda de ello, es...es el destino lo que es una mierda, Hyung.
Asombroso, el pecho de Kyungsoo está doliendo.
—No soy bueno en nada, ¿sabes? El amor que intento buscar, es falso. Las personas que se acercan y me aman, se olvidan pronto cuando llega su absurdo tiempo, ¿pero porque aún tengo las esperanzas de ser especial para alguien?
¡Lo eres! ¡Lo eres para mí! Kyungsoo gritó, pero las palabras no salieron. Ouch, eso duele mucho más.
—A decir verdad, jamás te lo he dicho, pero no tengo un reloj, creo que jamás debí nacer, ¿cómo pude ser olvidado por el destino? ¿Es siquiera posible? Digo, ¿existe alguna persona en la faz de la tierra que no tenga un reloj? ¡No! Yo soy ese error que jamás debió existir, tal vez es solo el destino que me pide a gritos que desaparezca.
— ¡Yaaah! —El grito salió, la depresión de Jongin por un segundo se asustó y desapareció. Sin lugar a dudas Kyungsoo no tenía nada que decir, pero si el moreno seguía con esas palabrerías lamentables, está más que seguro que se pondrá a llorar en ese mismo instante. Es más. Ya está llorando. ¿Por qué Jongin debe ser tan maldito y hacerlo llorar? — ¡Jódete imbécil, no me abraces! ¡Es tu culpa! ¡Si te quieres morir lo hubieras hecho cuando no te conocía, desgraciado!
Y el llanto seguía.
Jongin suplica porque las lágrimas terminen, que él ya no tiene más pensamientos suicidas o negativos, por ello mismo Kyungsoo debe parar de golpearlo en el pecho y dejar de insultarlo.
—Perdón. —Dijo mientras sostenía con fuerza el menudo cuerpo de su amigo, sus labios se acercaron a la nuca de Kyungsoo y los plantó por algunos instantes hasta que el Do se calmaba. —No pensé lo que decía.
—Tú dijiste que-que desaparecerías y-y yo...te odiaré si sigues con eso...
—Gracias...
—Aun te odio bastardo de mierda con depresión que no piensa en mí.
Jongin sonrío.
«Gracias por amarme», susurró, ahora Kyungsoo se ha relajado por completo.
—Si siques con esta mierda, juro que te voy a jalar las patas en la noche una vez que me muera.
—Sí, sí, lo entiendo...
—Te odio como no tienes una idea.
—Claro...eso es obvio.
Y así es como lo olvidaron todo, callados y disculpándose mutuamente.
Las once con un minuto de la noche llegaron. Fue algo mecánico el que ambos se levantaran y caminaran juntos a la habitación para dormir. Y aunque dormían a una distancia alejada del otro, los movimientos nocturnos eran sus peores enemigos, pues al despertar, siempre estaban juntos, cuerpo a cuerpo.
¿Algún día me atreveré a decirte lo que siento? Se preguntaron una vez más.
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13 de enero de 2201.
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El primer beso de Kyungsoo y Jongin, fue una mofa. Así es, mientras festejaban sus cumpleaños, junto a sus pocos amigos, y entre luces de colores además de cervezas, Jongin se animó a jugarle una buena broma a su amigo para dejarlo tan avergonzado después de haber sido dejado por su novia de meses.
— ¡A Kyung-eh lo dejaron porque no sabía besar! —se mofó ante el trio de amigos y las mejillas del Do junto al «¡Cállate bastardo de mierda!» que gritó con gran coraje para después tomarse de un solo trago el contenido de su lata de cerveza, lo alentaban a seguir con la burla. — ¿Acaso no sabes hacer esto, Kyung-eh?
Y con bulla de fondo, Jongin unió sus labios con los del Do para que a los pocos segundos los despegara manteniendo una absurda y enorme sonrisa juguetona estampada en sus labios.
Eso pasó a las diez de la noche con cuarenta minutos.
A las once con siete, después de que ambos, tanto Kim como Do, fueran al baño uno tras el otro y con la pregunta vergonzosa de «¿Por qué hiciste eso?» por parte de Kyungsoo, obteniendo el arrogante «¿Te molestó?» de parte de aquel moreno. La respuesta de aquella vergonzosa pregunta dejó a ambos perplejos.
«No», fue el detonante.
—Debo estar malditamente borracho. —Soltó Kyungsoo, cerraba los ojos con fuerzas y los abría con una esperanza de que todo fuera cierto.
—Creo que igual. —respondía Jongin mientras bajaba por el cuello de su amigo, dejaba suaves besos que por poco y marcan la blanquecina piel solo para subir y enredar su lengua con la del otro una vez más.
El aliento se mezclaba, con sus cuerpos pegados y sus manos sosteniendo partes del cuerpo del otro, los besos húmedos continuaban.
Cuando Jongin mordía, Kyungsoo cerraba sus ojos con mucha más fuerza después, retiraba su cuerpo del otro, pero cada que lo trataba, la mano del moreno lo pegaba con mucha más fuerza casi como si quisiera que el Do sintiera la erección que poco a poco se levantaba a causa suya.
Kyungsoo se perdía con la juguetona lengua que hace segundos comenzó a ingresar y acariciar su propia, los suspiros de ambos eran elocuentes y bajos, casi con miedo de que alguien más entre y los descubran. Había una pequeña sonrisa surcando sus labios, ahora el aliento se volvía mucho más pesado y su cuerpo se pegaba al otro con desesperación.
Los delicados dedos de Kyungsoo acariciaban el bello rostro contrario, con ojos firmemente cerrados y las ganas de caerse en cualquier momento porque eso de que Jongin le tocara la cintura lo dejaron todo alucinado. «Me estoy volviendo loco» pensaron a la par, no podían detenerse, era extraño, no era como que estuvieran ebrios hasta el punto de no poder controlar sus cuerpos, pero ahora mismo, no querían parar.
— ¡Chicos! —Oh, eso sí que los asustó. — ¿Por qué estás en el piso? —Preguntó al ver a cumpleañero boca abajo contra azulejo del enorme baño.
—Me dio un calambre. —Confeso avergonzado, estiró su mano para que su amigo lo ayudara a levantarse y desaparezcan de ese lugar o ellos podrían sospechar lo que hicieron hace unos segundos atrás.
—Oh, ¡Kyungsoo! —se burló, le señala su boca y casi por un instante el corazón se le detuvo. — ¿Estas muy borracho, cierto? ¿Cómo es posible que te hayas caído de boca contra el suelo? ¡Esto lo deben saber los demás! Que nuestro Kyu-un momento, ¿no viste a Jongin? Se vino detrás de ti y-
—No.
— ¿No?
—No, no está aquí. — Sus ojos se saltaron más de lo normal, negó y siguió negando la probabilidad de que el moreno este en el mismo lugar que él. — Yo llevó un rato en el suelo, nadie me vino a ayudar, ¿y si nos vamos a buscarlo mejor afuera?
—Debe estar en uno de los-
—Vamos afuera, soy su mejor amigo, siempre sé dónde está y sé que no está aquí. —Lo dijo firme, sin dudas en sus palabras. Su amigo le creyó, después de todo, tanto Kyungsoo como Jongin siempre están juntos así que era imposible que no supieran donde están, ellos tienen un radar que siempre los hace encontrarse.
Así de simple, sin levantar sospechas, Kyungsoo dijo fuerte antes de irse «Debió ir a la tienda por algo, o salió a tomar un poco de aire». Jongin llegó con los demás a los seis minutos después de que el Do salió del baño. «Fui a la tienda por un poco de aire» fue su respuesta ante la pregunta de los demás respecto a su paradero. Kyungsoo se golpea mentalmente, realmente Jongin no sabe cómo mentir.
— ¡Oh! Fue como dijiste. —Su amigo le susurró al oído al Do, estoy jodido, pensó. —Ustedes realmente deben tener una conexión para saber qué es lo que hacen.
Era un alivio que sus amigos fueran unos estúpidos y no indagaran en la razón del porque Jongin traía los labios inflamados y rojos igual que los del Do.
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14 de enero de 2201.
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Las manos de Kyungsoo temblaban.
Tocó la puerta conocida, cerró los ojos y en la espera de que su martirio terminara, golpeó cuatro veces en espera a ser recibido.
Dos segundos.
—Estas aquí. —Las palabras felices lo recibieron. Kyungsoo finalmente abre los ojos y ante él, se encontraba Jongin.
Maldición, Kyungsoo no pudo dormir en toda la noche por pensar en aquello que sucedió apenas el día de ayer.
Intenta abrir sus labios y soltar unas pocas palabras para aclarar que él no es de los que besan a los demás cuando esta borracho, que de hecho solo lo hizo porque ya desde hace más de un año que le trae ganas y por eso se armó de valor para poder probar un poco de gloria.
Ya lo tenía ensayado, solo necesitaba recordar cómo debía iniciar el saludo para después soltar todo de golpe y hacerle saber al moreno que desde hace un año no ha podido dejar de tener esos sueños y pensamientos totalmente pervertidos con su persona.
—Espera. —Pidió Kyungsoo cuando la puerta se cerró de golpe. — ¿Eso fue un fantasma? —Preguntó asustado, era obvio que no fue el Kim quien azotó la puerta, pues justamente en ese momento se encontraba sosteniéndolo para dejarlo caer en aquella cama que obviamente se encuentra lejos de la puerta de la habitación.
—Tal vez nos está dando nuestra privacidad y se fue para no interrumpir. —Le contestó agitado, la burlona mueca surcó sus labios y sin pensárselo dos veces, Kyungsoo agradeció por los modales y lo besó.
Pasaron dos horas, ya tanto Jongin como Kyungsoo no entendían lo que había sucedido. Mientras el Kim se mordía las uñas, el Do abría sus piernas porque desde hace un rato que siente entumido su parte baja y ni qué decir del calambre que tuvo hace casi veinte minutos atrás.
Estaban desnudos, eso era obvio.
La habitación se mantuvo en silencio por al menos dos minutos más.
—Esto... —habló Jongin.
—Quiere... —continuaba Kyungsoo.
—Decir qué... —Se detuvo, sus mejillas se colorearon y se volteó a ver a quien tenía las palabras de esa felicidad.
—Estamos... ¿Saliendo?
—Así es... —el mundo se detuvo. La confirmación llegó junto a un beso en aquellos delicados labios acorazonados. Oh, eso era como la gloria. —Bueno, eso sí quieres salir conmigo por toda la-
— ¡Maldición, que sí quiero! —Y en un momento, las energías llegaron a Kyungsoo hasta olvidó que tenía rezagos de un intenso calambre solo para poder subirse en el moreno y no perder oportunidad para besarlo con gran emoción.
Tal vez sea demasiado tarde para decir "Feliz cumpleaños", pero eso era lo de menos, ambos estaban recibiendo más que una sola felicitación. Ahora mismo están recibiendo y dando el verdadero regalo que siempre quisieron.
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14 de septiembre de 2201.
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—Kyungsoo, ¿no quieres ir a-? — Hablaron en sus espaldas, mientras el Do levantaba su mochila, su compañera se detuvo al ver a la persona recargada en el marco de la puerta de aquel salón. — Oh, vinieron por ti. — informó rápido, sabiendo lo imposible que era para el joven Kyungsoo salir con ellos a beber sin la compañía de aquel moreno.
Para nadie en aquella universidad era un secreto de la maravillosa relación de aquel par. Era obvio que algún día iban a terminar juntos, o al menos todos los compañeros de Kyungsoo lo apostaron; aquellas miradas de odio que les lanzaba Jongin cuando trataban de invitar al Do a beber con ellos, eran tan obvias, solo no creyeron que durarían tanto tiempo en comenzar a salir.
—Debe ser hermoso tener una pareja destinada. —Alguien habló, el par escuchó.
— ¿Por qué lo dices? —Mientras ellos salían, los demás seguían especulando de aquello tan magnifico como lo es el destino.
—Kyungsoo y Jongin...
Se detuvieron.
— ¿En serio son destinados? ¡No lo puedo creer! Estoy celoso...
Sus corazones dolieron.
El silencio era considerable e insoportable. Pese a que ambos estaban tomados de las manos y parecían tan felices juntos, no pudieron verse a los ojos en ningún momento, ni siquiera cuando subieron al auto o cuando se colocó la dirección en el GPS y agradecieron por hacerlo, así como por llevarlo.
Era su aniversario de ocho meses, mientras Kyungsoo conducía, Jongin se perdía mirando el asfalto de la carretera. «Destinados» se repetía en sus cabezas. Era la palabra que los mataba, no podían hablarlo tan a la ligera, era como la palabra prohibida en esa relación.
Jongin tomó la mano de Kyungsoo, todo en un arranque de pensamientos extraños que le dolieron como no pueden imaginarlo.
—Te amo. —Dijo.
Y por un instante, casi se mueren en un accidente de trafico porque era la primera vez que el moreno lo decía y eso tomó por desprevenido a Kyungsoo, así que pisó por mero instinto el freno, iban a una velocidad de 140km/h, agradecidos con el de arriba porque no se estrellaron o voltearon.
— ¡Dios! ¡Casi nos ma-! ¿Por qué estas llorando?
Sí, en efecto. Kyungsoo está llorando con gran intensidad ahora mismo. La explosión de emociones fue tan intensa que no puede parar de hablar y llorar a la vez sobre cuán feliz es ahora mismo que no quiere romper por cosas tan absurdas como lo son un maldito reloj y ni que decir de ese estúpido destino por el cual todo el mundo esta tan obsesionado, él es feliz con Jongin, es y lo será por el resto de su vida, ¡por eso mismo llora! Y por eso mismo llorará el resto de su vida si el moreno quiere terminar con él porque se sintió menos con aquello que dijeron hace unos minutos atrás, entonces prefiere morirse para no sufrir como lo está haciendo ahora mismo.
Ah, por cierto, también lo ama.
— ¡Dios! ¿Tantos pensamientos tienes en esa cabecita, Kyung-eh?
— ¿Ya no me amas? —Preguntó, y sí, estaba a punto de romper en llanto una vez más, porque realmente no sabe cómo controlar todo lo que siente en esos momentos.
—Claro que no, lo hago y mucho más.
Oh, si no fuera porque están en plena carretera y hay muchos más vehículos circulando por aquel lugar, sin lugar a dudas Kyungsoo le adelantaría el regalo de aniversario que preparó para el moreno.
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10 de diciembre de 2201.
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Ese día, los padres del Do lo citaron para una reunión de emergencia en su sagrado hogar que justamente Kyungsoo no había pisado en un largo tiempo, casi llevaba un mes entero que no han podido ver la cara de su preciado hijo, así que con mentiras y un mensaje de urgencia, finalmente pudieron verlo.
Kyungsoo llevaba una enorme sudadera que obviamente no era de su talla, es más, ni siquiera de su propiedad, porque sus padres conocen los gustos en moda de su hijo; eso ya era extraño. Se veía más delgado de lo que recordaban, eso mató a su papá porque justamente él era quien se encargaba de mantener los cachetitos tan bonitos de su hijo, verlo delgado como una tabla le provocaba el llanto inminente. Por otro lado, el que Kyungsoo haya llegado con una maleta de mano para recoger más ropa y alguna que otra pertenencia suya, le daba más que mala espina a su madre.
—Dinos la verdad. —Pidió su madre, Kyungsoo sentado en aquella aterciopelada silla y con la pequeña mesita de centro con las golosinas que tanto amaba, tragó saliva porque sus padres posiblemente ya sepan la razón del porque no ha ido a casa, pero ahora solo tratan de confirmarlo. Oh, él cayó por completo en la trampa, tal vez no debió comer de esos dulces, ahora esta atrapado. — Te drogas. ¿cierto? —Esperen, ¿qué?
—Somos tus papás, te amamos y trataremos de salir adelante en esta-
—No me drogo.
— ¡Está a la defensiva! —su padre lo acusó con lágrimas en sus ojos. Nadie puede entender cuál es el sufrimiento de un padre al descubrir que su creación, su pequeño bebé, esta inmiscuido en el mundo de la drogadicción. Ojalá fuera fácil hacer entrar en razón a su querubín, pero realmente no existe palabra que pueda remediar su falta de atención ante su pequeño hijo mayor.
—No, no papá, es en serio, no me drogo.
—Bebé, no es tu culpa, —ahora era el turno de su madre de tratar con la adicción de su hijo. —es nuestra, nosotros no supimos ser buenos padres, si te sentías solo y no pudimos estar ahí, todo es nuestra culpa, pero...por favor, sé sincero con nosotros: ¿te drogas?
Maravilloso, en cualquier otro momento Kyungsoo habría llorado con sus padres hasta confesar que nada de lo que sus cabezas piensan es correcto. Confesaría cuan feliz es ahora con el chico que tanto ama, y que espera puedan conocerse porque llevan casi un año juntos y jamás se le ocurrió presentarles el hombre de su vida. Pero justamente en ese día, justo con la conclusión que sacaron, Kyungsoo se sintió herido.
Porque sus padres podrían pensar cualquier cosa de él, ¿pero drogarse? ¿Tan poca confianza tiene en él que creen que él hace cosas tan insanas en su cuerpo? ¿Acaso eso le enseñaron ellos? ¡por supuesto que no!
—Me lástima que crean eso de mí. —Casi lloraba, lo jura.
—No es-
—Podría aceptar que pensaran que reprobé la universidad y que estoy teniendo un trabajo aparte para compensar las horas de escuela, o que me robé al novio, pero como no tengo una casa propia, lo tuve que llevar a su departamento y por eso ya vivimos juntos e ¡incluso que soy un stripper! ¿Pero drogarme? ¿Es en serio? ¿Tan poca es la confianza que me tienen como para creer que soy un drogadicto?
—Es que llevas tanto tiempo sin venir a vernos, o una llamada, y siempre estas estudiando y ya no teníamos cenas familiares que en cuanto vimos una novela, todo era tan similar que...no pudimos pensar en nada más.
—Además, tus ropas no son tuyas, son más grandes y en la novela siempre se vestían así, ¿qué querías que pensáramos?
—No lo sé, ¿qué es la ropa de mi novio?
—Ah, entonces, ¿me estás diciendo que tienes un novio y están viviendo juntos? —cuestionó su madre incrédula, las lágrimas secas porque por primera vez está teniendo una pelea con su hijo así que no debe verse débil, debe mostrar que las madres tienen razón y hacerle saber a su hijo que le duele la vida por no verlo en días.
—Así es, y me quiero casar con él.
—Ajá ¿y cómo es él, según tú?
—Es moreno, alto, cuerpo delgado y perfecto, estudia medicina y en sus tiempos libres hace deporte como lo es judo, taekwondo y karate. Es perfecto, cuando lo conozcan se enamorarán de él.
—¿Y cómo se llama?
—Kim Jongin, —en un segundo, Kyungsoo se puso tímido porque por primera vez está hablando de su novio con sus padres, ¿y si sus padres no lo aman como lo ama él, cuando se conozcan? —y me gustaría que se conocieran lo más pronto posible.
— ¡Uy sí! ¿Y cuándo lo conoceremos, según?
—Cuando quieran.
—Esta navidad, tráelo. —con brazos cruzados, su madre ordenó.
— ¡Claro! Yo...bueno, espero tener su consentimiento para vivir juntos y que él pueda venir, es un poco penoso y, como que no sabe leer bien los ambientes, solo se centra en mí y pues, espero que lo amen como yo.
—Lo espero con ansias. —su madre seguía en ese papel de incrédula, mientras que su padre se quedaba callado. Como que hay algo importante en la charla, pero realmente no sabe que es. ¿Será que lo del novio es coartada de su hijo porque se droga? ¿O realmente existe?
Las palabras sobraron, con emoción Kyungsoo planta un beso en las mejillas de sus padres para segundos después, correr a su habitación y cargar con él un poco de ropa porque prácticamente la que tenía, se ha terminado. Como eran más de las diez de la noche, y sus padres querían estar con él al menos ese lo que restaba de ese día, pidieron porque esa noche la durmiera en casa, Kyungsoo no se negó, de hecho, eso iba a hacer, quedarse a dormir e ir por un poco de ropa para después desaparecer por unos días.
Su teléfono sonó, atiende a la primera y le da las nuevas buenas a su novio. «¿Qué debo ponerme?» le preguntó con emoción, Kyungsoo carcajeaba porque los nervios del moreno eran tan obvios que no podía formular preguntas correctas. Aunque solo faltaban 14 días para la dichosa reunión, Jongin no podía estar más nervioso y emocionado porque finalmente conocerá a sus suegros. «Creo que no podré dormir hoy», confesaba ansioso.
A las once con diez minutos, Jongin colgó porque debía descansar tanto él como Kyungsoo.
Y a las once con treinta, mientras Kyungsoo buscaba la ropa y alguna que otra cosa necesaria para la escuela como para su vida diaria, lo encontró. Oculto entre bolsas y mochilas, así como juguetes, sus manos se movieron por si solas y tomó la pequeña cajita pinta de negro con algunos colores azules y rosas.
El corazón se detuvo por un momento, los malos pensamientos llegaron como una ráfaga de viento en plena carretera y los nervios se le acumularon al escuchar ese vago ruido mecánico que le crisparon los sentimientos.
—Aquí estas... —las palabras salieron sin su consentimiento, había algo que le llamaba la atención, algo que le provocó probarse el reloj y sentir una extraña chispa de vividez extraña.
Había una emoción extraña, una felicidad irreal, una alegría que poco a poco se comenzó a desmoronar al pensar en Jongin.
Ahora dolía. Dolía recio. Sus ojos llenos de lágrimas porque está sufriendo, sufriendo como no se tiene una idea. Y mientras pensaba en Jongin, abrazaba su reloj y lloraba una vez más. Era doloroso, quiere detenerlo, quiere parar su tiempo, pero, ¿Por qué no puede hacerlo? ¿Por qué espera encontrar a ese alguien ahora mismo? ¿Por qué no puede ser feliz sin esa mierda del destino o de los relojes de pareja?
Sin lugar a dudas, Kyungsoo jamás debió ir a casa.
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13 de enero de 2202.
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Kyungsoo estaba asustado.
El reloj andando en su muñeca, en lugar de crearle la felicidad que tanto anheló, ahora le provocaba un terror inmenso. Su corazón palpitaba como un loco, necesitaba pensar las cosas, sus manos temblaban y sus rodillas ni que decir, parecía que en cualquier momento comenzaría a convulsionar porque esos temblores no eran para nada normales.
Toma aire y lo suelta. Mira su reloj y los nervios vuelven una vez más. Parecía que volvía a tener esos veinte años cuando, dos días después de su cumpleaños, escuchó el tik tak de su reloj. También estaba seguro que todo era a causa de Jongin, hasta que descubrió la verdad.
«No tengo un reloj, creo que jamás debí nacer, ¿cómo pude ser olvidado por el destino?», esas palabras se le cavaron dentro. Justo en su pecho. Que las manecillas se movieran con gusto y quietud, lo atormentan de nueva cuenta.
Kyungsoo había planeado ignorar todo y estar cerca del moreno, ¡jura por sus queridos padres que él escondió su reloj por más de dos años! Pero, ¿Por qué justamente ahora que es feliz con Jongin su reloj apareció en sus narices? ¿Por qué tiene que recordar que su destino le pertenece a alguien más y no a ese chico que tanto lo vuelve loco?
— ¿Podemos hablar? — A Chanyeol, esos veintidós años que tiene Kyungsoo, le valieron poco y justo ahora aquel niño de ocho años que tanto recuerda, ha vuelto. El pequeño cuerpo del Do se abrazaba a si mismo mientras con esperanza intenta buscar una solución con su tío.
Y no era que Kyungsoo le contara todo a Chanyeol, más bien, solo en situaciones casi nulas, es cuando el adulto Park tiene la dicha de hablar con su menor, pequeñas cosas que le acomplejen o que le dañen su salud mental, era cuando Chanyeol estaba ahí, para Kyungsoo y solucionarle su vida.
— ¿Qué pasó? —se preguntaron ambos a la vez, mientras Kyungsoo sostenía su reloj con firmeza en su derecha, Chanyeol lo hacía con su izquierda, pero no solo eso, Park tenia rastros de llanto en su rostro tan obvios que, si dijera que eran solo alergias, el Do está más que seguro que lo golpeará por mentiroso.
Pero no hubo una respuesta.
Más bien se quedaron callados.
Kyungsoo sentado en el sillón individual de su tío y Chanyeol frente a él, en el sillón largo.
El ruido era poco, solo los electrodomésticos y sus respiraciones, además del ruido que Park hacia al sorber de su nariz.
—Encontré a mi destino. —Lo dijeron juntos otra vez, casi como si el destino quisiera decirles algo.
— ¿Cuándo? —Preguntó Kyungsoo, y sin saberlo, sus ojos se cristalizaron hasta el punto de que las lágrimas salieron. Mordió sus labios con fuerza sin entender porque razón la enorme sonrisa de su tío le provoca tanta tristeza. Tal vez debe ser porque entre aquellos perlados dientes y sus delgados labios sonrientes, la lagrima de sus ojos corrió rápidamente mientras su alegría tambaleaba, pero no se derribaba.
—Hace tres semanas. —La gruesa voz era baja y con nervios, colocó su dedo pulgar entre sus labios para morder su uña, Park sabía que eso estaba mal y que no era algo decente, pero era posible que Kyungsoo se diera cuenta de lo que pasó si no se calla en esos momentos. —¿Y tú? ¿Quién es la afortunada que mi sobrini-?
—Dos años...
Las palabras acabaron.
Ninguno de los dos siguió con sus preguntas o respuestas, ambos, solo, se reconfortaron en su silencio lamentable.
Pasaron seis minutos, ni Chanyeol ni tampoco Kyungsoo entendían cuando fue exactamente que comenzó el llanto lastimero.
—Yo...no sé quién es...—las palabras y lágrimas salían de Kyungsoo, Chanyeol no tardó tanto en ir a donde su sobrino y abrazarlo para reconfortarlo. Besa sus cienes y con palabras dulces, le hace saber que todo está bien, que todo es solo un proceso y que, en algún punto, se acomodará y será feliz como debe ser. —Soy feliz con Jongin, ¡yo sé que lo amo! Pero, ¿Por qué tengo miedo de encontrarme con mi destino y perderlo? Soy un egoísta.
Los quejidos salían con furia, el estrés no lo dejaban hablar y sus labios temblaban con gran intensidad que Chanyeol tuvo que darle unas cuantas pastillas para que el Do pudiera relajarse y dejar de pensar en aquello que lo atormentan.
Su departamento era enorme, tanto como para poder tener cuatro habitaciones, diez baños, una zona de lavandería, una enorme cocina tipo americana y una enorme sala; todo lo que un adulto adinerado necesitaba, o eso le dijeron a Chanyeol cuando la compró. Todo se sentía vacío, aunque el refrigerador estuviera repleto de verduras y alimentos, aunque los anaqueles de comida estuvieran hasta el tope con comida enlatada y cereales, aunque cada habitación tenia ropa extra por cualquier visita. Aunque la enorme televisión llenara una pared en la sala y su comedor fuera tan grande que podrían comer ocho personas.
Su hogar era falso y vacío. O así es como lo sentía Chanyeol. Por eso mismo, cuando cargó a Kyungsoo a una de las habitaciones, él se durmió a su lado, acurrucándosele a un costado mientras el calor de su sobrino lo alejan de sus absurdos pensamientos de desaparecer. Las lágrimas salieron una vez más. El gemido de sufrimiento salió de sus labios convertido en un adolorido suspiro y mientras trata de parar, las palabras salieron como el consuelo de que todo estará bien.
—Lo conocí hace tres semanas. —dijo fuerte y con dolor, las palabras salían con el llanto volviéndolas casi inentendibles. —Y hoy asistí a su funeral.
Gritó, lloró, se lamentó y cuando se levantó para terminar con aquel dolor que lo afligía y que justamente no pudo sacar frente a los demás, la mano de Kyungsoo lo detuvo.
—Todo va a estar bien. —dijo en un susurro, Chanyeol regresó a la cama dándole la espalda a su sobrino.
Esa noche, mientras Kyungsoo apoyaba su cabeza en la espalda de su tío, Chanyeol se acurrucaba y sostenía firmemente la delgada mano de su sobrino.
Cuando se volvieron las once con once minutos, mientras Chanyeol sostenía su reloj en sus manos, Kyungsoo era participe de aquello que Park estaba decidido a realizar.
A las once con doce minutos, Chanyeol abrió sus ojos y sonriéndole a su sobrino, le preguntó porque la cara triste, ¿Por qué pareciera que Kyungsoo lloró toda la noche y ahora tiene unos ojos tan chiquitos cuando él es un ojón de primera? Park se mofó de su sobrino porque se veía chistoso con sus ojos hinchados y su nariz todo roja, ¡y ni qué decir de los mocos tan obvios que se resbalaban con gran gozo!
— ¡Yah! Dime la verdad, ¿Quién te dijo chaparrito? ¡Recuerda que estás en crecimiento! —Ahora, con preocupación abrazó a su querido sobrino mayor, se mofó un poco porque Kyungsoo tiene veintidós años así que era imposible el que llegara a crecer, pero bueno, puede que eso lo haga ponerse aún más triste y si su hermana descubre que hizo llorar a su hijo, se las pagará. —Está bien, dime quien te dijo cosas y tu tío consentido les dará una buena lección, ¿bien? Vamos, Soo-eh, ¿Por qué estas llorando?
—Tío, ¿en verdad no recuerdas nada?
— ¿Fui yo quien te molestó?
A las once con once minutos, el reloj de Chanyeol detuvo su tiempo.
A las once con trece minutos, Chanyeol se dio cuenta.
Y a las once con catorce, mientras Chanyeol sonreía, un par de lágrimas salieron sin entender por qué.
— ¿Por qué siento que algo falta, pero no sé qué es? —Se preguntó, y antes de que Kyungsoo lo viera admirando su reloj, lo escondió a toda prisa. — ¡Ah! ¡Lo había olvidado! ¿No me ibas a presentar a ese chico que te vuelve loco?
— ¡Tío! ¡Eso es mañana!
Oh, Chanyeol olvidó su destino, ¿acaso Kyungsoo sentirá lo mismo cuando detenga el suyo?
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14 de enero de 2202.
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Era el cumpleaños de Jongin. Ya veintidós años y su padre solo le mandó un mensaje felicitándolo, vaya, después de tanto tiempo finalmente recordó su fecha de nacimiento.
Algo andaba mal, su pecho dolía y no fue por el corto mensaje de "Feliz cumpleaños, hijo" que le envió su padre, nada de eso. Había algo más. Era como si algo irreal le susurrara que no tendría la mejor de las suertes ese día, que posiblemente algo andará mal y al no saber que es, se desespera.
Kyungsoo llegó.
Y ese sentimiento que le dictaba que algo mal saldría, se intensificó.
Recibió los labios de su novio junto a una sorpresa: una comida. Solo ellos dos en un enorme restaurante cinco estrellas y que ha salido en televisión por mucho tiempo.
Eran las cinco de la tarde, ambos estaban vestidos de traje, nada podría salir mal ¿no creen? Tal vez solo fueron las vibras que el mensaje de su padre dejó en él, es decir, llevaba más de cinco años sin saber de él y ese mensaje en lugar de emocionarlo, solo lo dejó pensando de más.
Incluso recordó cuando su madre los abandonó.
O cuando tuvieron que huir porque su padre no soportó ver feliz a su madre.
Todo era agobiante.
Pero tenía que mostrar una cara feliz porque a final de cuentas, Kyungsoo se tomó todo el tiempo del mundo para prepararle una sorpresa y que justamente ese día fuera inolvidable para sus vidas.
Oh, sí, Kyungsoo quería proponerse ese día, Jongin no lo sabía. Los padres del Do lo apoyaban desde una mesa lejana, ellos compraron los anillos de compromiso.
— ¿Qué pasa? —Preguntó Kyungsoo, justamente acaban de llevar la comida y Jongin parecía tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera agradeció al mesero que acababa de llenar su copa.
— ¿No crees que es extraño?
— ¿Qué?
—Todo esto. —Oh, mierda, se dio cuenta. Piensa el Do, voltea a donde sus padres se encuentran y con un movimiento de manos, todas las personas a su alrededor se detienen ya que esa era la señal de que pararan con la sorpresa. —Es decir, no lo sé, es como si...como si fuera raro, ¿no sientes lo mismo?
—No, en absoluto, no hay nada raro aquí, todo muy normal, estamos festejando tu cumpleaños, estamos bien, nada, nada raro. —respondía nervioso. Otro movimiento de manos y tanto los meseros como sus padres y alguno que otro personaje inmiscuido, posponían sus grandiosas entradas.
—Lo siento, hoy has hecho todo esto por mí y yo, ugh, la verdad lo siento por tener estos pensamientos, pero papá mandó un mensaje y no sé, sentí como que algo fuera a ir mal...
—Nada irá mal... —sonriendo, tomó la mano del moreno y acariciándola, intentó consolarlo. Con su mano libre, moviéndola debajo de la mesa, pidió a todos que cancelaran los planes, que era tiempo del plan B. — ¡Ah! ¿Y si después de terminar esto, vamos al cine?
Hasta la fecha, Kyungsoo y sus padres tenían tres planes para poder proponerse, el primero y que no esperaban que funcionara tan rápido, era en un restaurante de lujo, el segundo en un cine en que mediante una película animada saldría la propuesta, después todos los que estén dentro de la sala, comenzarán a cantar una canción y Kyungsoo se arrodillará mientras muestra el anillo y pide ser aceptado; el tercer plan era en el departamento de Jongin, Kyungsoo solamente se iba a arrodillar y proponerse, así de simple, obviamente después de ser aceptado, le pediría a su prometido que se acerque al balcón donde habrán fuegos artificiales y un grupo de treinta personas bailando de emoción porque ha aceptado ser la pareja de por vida del Do.
Ya estaba todo planeado.
Y si ninguno de sus planes sirve, no hay problema, habrá más situaciones que nacerán de la nada para poder proponerse.
¿Qué podría salir mal?
—Voy por las palomitas, — Kyungsoo daba las entradas a Jongin, mientras avisaba a donde iría, solo necesitaba hablar con el gerente del lugar y saber si todo estaba de acuerdo al plan. —tú espérame en-
— ¡Eres tú! —Gritaron a sus espaldas. La mala sensación que tenía Jongin ahora aumentó más. — ¡Claro que eres tú!
Por un segundo, todo desapareció.
Kyungsoo la reconoció.
Jongin solo los miró.
Y esa chica desconocida se les acercó.
—Tú eres... —la chica de ese día. Las palabras se quedaron atoradas en su garganta, los recuerdos de hace dos años llegaron a su cabeza, la razón por la cual fue golpeado estaba frente a él. Sus ojos se abrieron, las palabras no salían, estaba en shock.
Oh, ahí estaba ese sentimiento de nuevo. Jongin ya lo sabía. Es el destino de nuevo que lo quiere ver infeliz.
Era demasiado bello para ser verdad.
Después de todo, Kyungsoo necesita saber lo que es la verdadera felicidad y lamentablemente con él no podrá tenerla.
— ¡Eres mi persona destinada! —lo gritó emocionada.
El reloj negro que mantenía en su mano derecha se burlaba de Jongin. Las lágrimas no pudieron salir, después de todo, parecía que ya lo esperaba. Era ese sentimiento que nació ese día el que le advertía. No había dudas, todo se acabó.
Kyungsoo finalmente es feliz.
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24 de agosto de 2202.
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Era la primera vez en casi veintidós años, que Jongin estaba junto a su madre. Y no era que él la extrañara tanto, que se sentía tan solitario desde la ruptura con Kyungsoo, o que anhelaba un reencuentro después de tantos años, nada de eso. Jongin llevaba más de siete años comunicándose con su madre, desde que cumplió sus quince años y prácticamente su padre le pidió irse para que él pudiera ser feliz, ahí fue cuando recibió la primera llamada de su madre.
Jongin recuerda que no le contestó. De hecho, después de medio año, y por error, tomó la primera llamada y solo duró cuatro minutos. Él recuerda que la voz de su madre se escuchaba emocionada, así como lamentable y el llanto que le secundó cuando agradecida estaba por ello, Jongin lo recuerda todo perfectamente. Cada detalle. Desde las respiraciones que su madre dio, así como la voz de él, su destinado, que interfería emocionado porque finalmente respondió a su amada. Jongin solo dijo cuatro palabras: «Hola», «Sí», «No» y «Adiós».
Después de eso, contestaba una vez al mes las llamadas de su madre. A los tres años siguientes, contestaba una vez a la semana, cuando ya eran siete años de comunicación, Jongin le dio la oportunidad y al menos, una vez al día respondía cada una de las llamadas de su madre.
—Hola, Cariño. —Dijo su madre después de verlo bajar de aquel auto gris y correr a los brazos de Jongin anhelando un poco de consuelo. —Gracias por estar aquí.
Las palabras no salieron del Kim, no sabía que decir en realidad. Sentía un gran dolor en su pecho después de ver a su madre en persona, y no es que jamás la hubiera visto, pues desde hace más de cuatro años que su madre le envía postales con fotos de ella y él, junto a sus dos hijos. Y ni que decir de aquellas video llamadas que duraban cerca de veinte minutos, en las que, aclarando, su madre se la pasaba llorando porque se ha perdido tanto estando lejos de Jongin que no merece ser llamada madre.
Pero Jongin, pese a todo, no la odia. Esta agradecido de tener a alguien que le importe.
— ¿Qué pasa? —Preguntó su madre sorprendida, el que Jongin la abrazara y le dijera cientos de cosas de forma baja y en un idioma que ella desconocía, le intrigó.
—Kyungsoo...—mordió su lengua, él juró no volver a nombrarlo. —Alguien, alguna vez me dijo que darle los mejores deseos a una persona especial, la harían sentir mejor...yo...no soy muy bueno consolando a los demás...en realidad, soy bastante apático a los sentimientos ajenos, pero, alguien me dijo que, para no incomodar a las demás personas por mi actitud, lo correcto era ser sinceros y no fingir cosas que realmente no sentía... y, yo...bueno, realmente lo siento, mamá, sé cuánto los amabas.
Así es, Jongin se reencontró con su madre después de veintidós años a causa de la muerte de él, la persona destinada de su madre, y de los dos hijos que esa pareja engendró.
Jongin estuvo a punto de abandonarla, de ignorar la muerte de quien le robó su felicidad, sin embargo, cuando escuchó en las noticias el lamentable accidente automovilístico en donde perdieron la vida tres personas, un adulto y dos menores además de una persona más que solo sufrió heridas graves; Jongin tomó el primer avión y fue a donde su madre se encontraba,
—Él ya lo presentía. —Dijo su madre, Jongin dejó de cepillarle el cabello a la espera de que continuara. —Me dijo: "Te amo, el destino lo sabe y tú también", mientras conducía. —Jongin bajó la mirada y mordió sus labios, no era que no le importara lo que su madre dijera, pero el accidente pasó hace más de dos meses y ella, tomó la decisión de continuar con su tiempo, no lo quería olvidar, porque justamente eso es el destino, o eso escuchó Jongin. —Después besó a tus hermanos, —sonrió y tomó la mano de su hijo. — y dijo: "Los amo más que a mi vida".
—Sé que él realmente te ama, y te amará donde sea que este.
— ¿Sabes? —La madre de Jongin era una persona joven y hermosa, tenía el mismo tono de piel que el del moreno, las mejillas se habían vuelto regordetas gracias a Jongin y la perlada sonrisa era tan parecida a la de su hijo mayor, que más de uno creerían que son hermanos y no madre e hijo. — El día que naciste, yo tenía dieciséis años, tu padre igualmente, recuerdo que ese día corríamos a una casa vieja cerca de las montañas, todo era de madera y crujía tanto que, desde entonces, ese sonido me recuerda tanto ese momento que hay tanta desesperación que no sé porque...
— ¿Tan malo fue el que haya nacido? —las crudas palabras salieron, el corazón de Jongin latió con fuerza y las esperanzas de llegar a ser un poco de amado como lo fueron sus hermanos, se esfumaron.
— ¡Nada de eso! —su madre se enojó, tomó el rostro de su hijo entre sus palmas y esperando a que ese melancólico joven entienda lo que ella intenta decir, continua. — Mi desesperación se debe a que justamente ese día, cuando nos fuimos de campo y naciste en esa casa, hubo un incendio y por poco morimos ambos.
— ¿Qué?
—Ahora lo entiendo, fue lo mismo que hice contigo, ¿sabes? —sonreía, las lágrimas salían de Jongin y su madre le ayudaba a limpiarlas. —Mi cuerpo dolía horrible, no podía ni siquiera levantarme, pero en ese momento, en el que el humo comenzó a entrar en la habitación, te tomé con fuerzas entre mis brazos, susurré que te amaba, mi pequeño bebé; lamenté ser tan joven y no tener fuerzas, cuando el fuego entró por la ventaba, no supe realmente como lo hice, pero logré levantarme y salir de ese lugar. —La mirada de su madre le mostraba el amor que tenía solo para él.
Jongin lloró y agradeció el haber nacido, porque finalmente, entiende cuan amado fue y es.
—Él sostuvo entre sus brazos a nuestros hijos e hizo lo mismo que yo en aquella ocasión, abrió mi puerta y me lanzó lejos entre el asfalto, mientras él cuidaba de tus hermanos...
—Mamá...
— ¿Sí?
—Gracias por amarme.
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11 de enero de 2203.
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Ya hacía casi medio año que Jongin dejó la universidad, faltaba tan solo un año para terminar la carrera, el accidente que sufrió su madre fue solo la escapatoria para abandonar aquellos sentimientos.
Dejó Seúl.
Y dejó todo lo que amaba.
Su celular sonó con una alarma del calendario, era un recordatorio de su cumpleaños. Suspiró y guardando su teléfono, intentó olvidar todo. Regresa a su nuevo hogar, recibe a su madre en la puerta de entrada, sonriéndole de oreja a oreja le da un poco de agua. Eran las siete de la mañana, a Jongin le pareció un poco extraño que su madre se encontrara despierta, pero no solo eso, si no que se encontrara vestida como si fuera a salir de paseo por las montañas.
Las réplicas quedaron fuera cuando su madre le ordenó cambiarse porque pensaba llevarlo a un lugar que de seguro le gustaría conocer.
— ¿No piensas regresar a Seúl? —preguntó su madre. Jongin negó y antes de ser cuestionado por la razón, giró su mirada a la ventana del tren y mirar todo el verde paisaje. —Anteriormente nos hacíamos dos días de viaje, pero con los trenes bala son solo siete horas, ¿no es eso increíble?
— ¿A dónde vamos? —cuestionó Jongin, su madre, quien se encontraba frente a él, guardó silencio y suplicó porque no se le pregunte más porque es una sorpresa.
—Quería llevarte el día de tu cumpleaños, pero no quería decepcionarte, así que decidí que hoy sería el día.
— ¿A dónde?
—Ese es un secreto.
El viaje fue corto, o eso pensó Jongin, en realidad no prestó mucha atención a los señalamientos y poder reconocer el lugar, solo cerró los ojos y cuando los abrió, su madre le preparó un poco de comida porque de lo contrario podría desmayarse cuando llegaran.
Las siete horas fueron exactas.
Al bajar, Jongin sacó su teléfono y encontró la cosa más extraña del universo: había una parte en toda Corea donde no hay señal. ¿A dónde lo había llevado su madre? ¿A caso no tiene un poco de miedo a lo desconocido? ¿Y si algo les pasa, a quien le llamarán? ¿Cómo se comunicarán si ocurre un siniestro eh?
—Vamos, no tengas miedo, amarás este lugar.
— ¿Dónde estamos? —Jongin por nada del mundo dará un paso si su madre sigue con ese voto de silencio. Él necesita respuestas, no acertijos o silencios.
—Desde que llegaste a casa, lo he notado, pareces agobiado por algo así que pensé "¿Por qué no llevarlo a conocer ese pueblo especial?" y me desperté con esa actitud, así que, aquí estamos.
—Realmente no me estas convenciendo, así que yo creo que mejor no. Además, ¿qué es este lugar? Ni siquiera hay casas, solo árboles, animales y ¿oh? ¡cien personas! ¿ves ese letrero? Solo viven cien personas en este lugar, mamá, ¿A dónde me has traído?
—Quiero que conozcas el lugar donde naciste.
—Espera, ¿qué?
Entre bosque, árboles y un sendero lleno de lodo, Jongin no pudo reclamar nada y solo siguió a su madre. Las pocas personas que pudieron encontrarlos en el camino, les obsequiaban comida, agua especialmente y ni que decir de cuando reconocieron a su madre y tuvieron que esperarse por media hora en lo que hablaban de cientos de cosas del pasado.
Las ocho de la noche se hicieron, y con ello, la noche llegó. Su madre estaba preparada para todo, y en la mochila que cargó desde que estaban en casa, sacó un par de colchonetas individuales; agradeció el avance tecnológico porque ahora con un simple botón estas crecían y no tenía que cargarlas en su tamaño normal como en otros siglos.
El cielo despejado, lleno de estrellas, le dieron esa paz que Jongin tanto necesitaba. Acostados cada quien, en su colchoneta, mientras vislumbraban las bellas estrellas y constelaciones, Jongin comenzó a hablar.
Era ese momento.
Su corazón le gritaba soltar todo y tener un descanso.
Su madre lo escuchaba, atenta y sin interrumpir, esperando a que su hijo termine para poder abrazarlo y hacerle saber cuan fuerte es por todo lo que ha pasado.
Las once de la noche llegaron y con ello, el nombre de Kyungsoo finalmente salió de sus labios. Oh, él que se prometió olvidarlo, lo ha vuelto a recordar.
— ¿No piensas regresar a Seúl? —preguntó una vez más. Jongin suspiró, mirando el cielo, por primera vez responde de manera sincera. —Quiero, pero...no sé si pueda, tal vez querré buscarlo y solo sufriré más al saber que es feliz.
— ¿Y si él te espera aun?
—No lo creo, después de todo esta con su persona destinada.
«Perdón por no darte un destino», su madre soltó cuando fueron las doce de la noche y su hijo dormía. Jongin no pudo escucharla, después de todo, era la primera vez en tanto tiempo que por fin pudo dormir hasta el punto de estar casi inconsciente.
Cuando despertaron, ya eran las siete de la mañana, y la caminata continuó. Ahora Jongin se sentía mucho más ligero y ágil que cuando llegaron el día de ayer.
A las doce con dos, llegaron.
Una casa de madera, o bueno, lo que alguna vez fue una casa de madera estaba frente a ellos. Solo había destrucción, y marcas de fuego que increíblemente sobrevivieron después de más de veinte años. Las malezas cubrían las pocas paredes que pudieron sobrevivir al incendio. Ardillas y otra clase de animales salieron al escuchar las pisadas, asustando a sus visitantes.
—Bueno, creí que destruirían este lugar y que no podríamos encontrarlo, pero- ¿oh?
— ¿Qué sucede?
—Jongin, ayúdame, dame una rama o algo, acabo de ver algo brillando.
—Debió ser una serpiente. —negó, por nada del mundo permitiría que su madre se acerque a algún reptil venenoso. No. Mucho menos en ese lugar que ni señal hay.
Entre regaños y miedos, su madre se acercó. Una tabla del piso de lo que alguna vez fue una gran cabaña, estaba cada vez más hundido y deteriorado, después de todo, el gran incendio que hubo alguna vez casi mata al par que ahora se arriesgan por ver aquello que tanta atención les llama.
Jongin lo mira.
Era imposible.
Debía ser mentira.
El destino debe burlarse a carcajadas de él ahora mismo.
—Mamá... —las palabras no podían salir. Lo que sus ojos veían era una mentira.
No es cierto.
—Jongin.
Era su reloj.
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13 de enero de 2203.
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Kyungsoo tuvo un sueño.
En el soñó a Jongin y sin querer, mientras dormía, comenzó a llorar. Su imaginación lo llamaba a un lugar a cierta hora. Jongin le pedía que llegara. Le pedía que no se retardara y que llegara a tiempo.
Porque Jongin lo sigue amando.
Porque Jongin siempre lo amará.
Y lloraba aún más.
Él gritaba y suplicaba porque Jongin no se fuera de su lado, incluso está dispuesta a detener su tiempo si es para ser felices los dos. Él lo hará todo lo necesario para ser felices y que nunca nadie los aleje.
La mañana llegó.
— ¿A dónde vas? —preguntó su madre.
—Debo ir a verlo. —sus palabras salieron, no había tiempo para más explicaciones.
Kyungsoo se veía diferente. Era más delgado de lo que era hace un año, incluso su piel era más blanca de lo que fue alguna vez, sus padres lo tomaron como los rezagos del rompimiento. Después de terminar con Jongin, Kyungsoo no pudo salir con nadie más, ni siquiera con quien era su destino.
El falso destino ha hecho de las suyas en la vida de Kyungsoo.
Eran las nueve de la noche, Kyungsoo lleva cuatro horas esperando. Tal vez lo que soñó tiene un significado. Tal vez Jongin pudo comunicarse con él mediante sus sueños y está a punto de llegar para poder amarse como debe ser.
Las once llegaron. Y Jongin no apareció.
Oh, ¿qué es eso que le está doliendo justo ahora?
—Vamos a casa, bebé. —Su padre lo tomó de los hombros y atrayéndolo a su pecho, el llanto salió al fin.
Ahora Kyungsoo está en su casa. Sus padres y hermano le hacen la compañía que tanto necesita. Faltaban tan solo veinte minutos para que fuera un día nuevo y justamente, el cumpleaños de Jongin. Oh, Kyungsoo está a punto de recordar su estúpido sueño otra vez.
Cuando intentó cerrar los ojos, alguien le susurró al oído. Era una orden. Kyungsoo se asustó, pero sin saber porque, caminó a su habitación y trajo consigo su reloj. Miró a sus padres sin saber porque razón su cuerpo no acató sus órdenes y solo fue por aquel tonto artefacto.
—Oh, está cambiando de color. —señaló su hermano menor asustado. Sus padres se miraron sin entender que sucedía. Kyungsoo palideció.
El reloj cambió a un tono blanco casi puro, no había destello alguno de otro color que lo acompañara, era mucho más diferente que el de sus padres, incluso el que recordaba antes de que funcionara. Había un nuevo cambio. Jamás se había visto un reloj blanco como el suyo. O al menos eso dijo su madre, era casi imposible que un reloj lo fuera, normalmente todos son llenos de colores diferentes, nunca de uno que sea uniforme como el suyo.
La puerta sonó.
Con gran apuro y desesperación suplicaban que abrieran.
—Eres tú. —la voz temblaba, su mano señalando el reloj que tenía Kyungsoo en sus manos era exactamente el mismo reloj que Jongin mantenía asegurado en su izquierda.
—Tú... —las palabras no podían salir. Kyungsoo estaba a nada que entrar en shock por el claro reloj blanco que ahora mismo Jongin se aferra a su muñeca.
—Mi persona destinada.
Y cuando ambos se acercaron, sus relojes de pareja cambiaron una vez más.
Ah, finalmente pueden ser felices.
FIN.
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