Capítulo 18

Era demasiado que soportar para los padres de Allie. ¿Por qué su hija haría tal cosa? No sabían qué hacer, qué decir, qué sentir... Estaban igual de confusos que los amigos de la joven, pero ahora ya no había nada que pudiesen hacer. Decidieron volver a casa para pasar la noche ya que en el hospital era imposible dormir por el frío y el ruido. Los amigos y el novio de Allie permanecieron un rato más en la sala de espera, hasta que al fin les dejaron pasar a verla.

Javier abrazó a Lucía al ver que estaba llorando, aunque él estuviese llorando también. Jake seguía reteniendo las lágrimas, no quería que aquellos dos le vieran llorar. Poco rato después se marcharon cada uno a su casa, incapaces de soportar ver a su amiga así. Jake era el único que quedaba, y aunque sabía que no debería de quedarse en la habitación de su novia, no quería irse. Las horas pasaron y ya eran las tantas de la madrugada. Jake seguía despierto, pero tenía todos los sentidos apagados, por lo que cuando entró la enfermera por la puerta, se asustó. Ella sonrió, sabiendo que el chico llevaba allí toda la noche junto a la joven.

─¿Todavía andas aquí? ─preguntó ella con un tono amable.

─Sí, lo siento. Si no se puede estar me voy. ─Jake se levantó de la silla, pero ella le hizo un gesto para que se volviese a sentar.

─No, no. Quédate. ¿Eres su novio?

─Sí, lo soy. Me llamo Jake.

─Encantada Jake, yo soy María. Si necesitas algo llámame, hay aquí un botón. También tienes una almohada y una manta en el armario.

─Vale. Muchas gracias, María. ─Tras regalarse una sonrisa el uno al otro, la joven enfermera salió de la habitación y Jake cogió la almohada y la manta.

Se acomodó en la silla como pudo, colocándose lo más próximo a Allie. Tras unos minutos, después de haber encontrado la posición más cómoda, se tapó con la manta y le dijo un silencioso "buenas noches" a Allie. Estaba tan cansado que los ojos se le cerraron involuntariamente y pronto se adentró en su sueño.

Al día siguiente amaneció con la misma imagen frente a sus ojos con la que se fue a dormir. Soltó un gruñido porque había mantenido la esperanza de que se despertaría al día siguiente, pero nada. Aunque esa esperanza persistía, y no pensaba dejarla ir nunca. Ella era la chica que amaba y aunque tuviese que quedarse años y años esperando su despertar, lo haría, porque había prometido que no la dejaría nunca.

Se levantó para darle un beso en la frente y darle los buenos días, y pocos minutos después los padres entraron con María, la misma enfermera que le dejó a Jake quedarse a dormir.

─Qué temprano has llegado aquí, Jake ─dijo Zack, sorprendido, sin caer en la cuenta de que había dormido allí con ella.

Lucía los había presentado ayer, no había querido mencionar que era el novio de Allie, pero sus padres ya se lo temían. Tampoco quisieron decir nada en un momento así, además de que el chico parecía agradable, pero eso no quitaba que el padre estuviese preocupado por su hija. Al fin y al cabo, esta sería la primera vez que tenía novio y eso significaba que se estaba haciendo mayor. Aunque había posibilidades de que no siguiese creciendo, o eso creía él. No era muy optimista con la situación, porque al trabajar en un hospital casos de coma llegaban de vez en cuando y pocas veces despertaban.

María y Jake se miraron con una sonrisa, ambos sabiendo enseguida lo que quería significar esa mirada. Ella sabía que era mejor no decir que había dormido allí y por eso Jake se lo agradecía, no creía que Zack se lo tomaría muy bien.

─Bueno, no se preocupe Señor Winston, hoy traigo buenas noticias. Hemos estado haciendo unos análisis y todo parece ir bien, especulamos que despertará dentro de poco. Si no es en unos días, será en unas semanas, pero sabemos de seguro que más de un mes no va a estar así. Así que no se preocupe, despertará.

─Gracias... No sabe lo que significa eso para nosotros. ─No sabía qué decir en ese momento, la felicidad se había apoderado de los tres.

Ninguno sabía qué decir, querían llorar de la alegría. Era una noticia excelente, justo lo que habían estado esperando desde que descubrieron que estaba en coma, aunque no hubiesen pasado ni 24 horas. Los padres no habían podido dormir apenas, y ahora que sabían que iba a estar bien decidieron que debían descansar. Jake había dormido más que ellos por lo que se ofreció para quedarse con ella, a lo cual María y los padres aceptaron.

El joven dejó a los padres un momento de intimidad con su hija y al rededor de unos diez minutos después salieron de la sala, dejando al chico entrar de nuevo. Se despidieron y Sofía y Zack cayeron rendidos en su cama nada más llegar a casa, no se molestaron siquiera en cambiarse de ropa.

*****

Dos días después del incidente la cosa seguía igual. La esperanza de Jake seguía sin disminuir, y menos después de haber escuchado las noticias que les dio María unos días antes. Aunque sí que seguía impresionado por lo que unos malditos cortes podían hacer con tu vida en cuestión de segundos...

Esos dos días Jake se quedó a dormir, yendo a casa solo un par de veces para cambiarse de ropa, ducharse y a veces comer, si no lo hacía ya en el hospital. María le despertaba antes de que llegaran los padres de Allie y ellos no sospecharon nada en ninguno de los días, pero era de esperar cuando tenían a su hija así que no iban a ponerse a pensar en otras estupideces como esa.

Jake observaba a su novia, suspirando a cada segundo, esperando algo que no pensaba que pasaría nunca, cuando de repente se movió. Aunque fuese un movimiento mínimo, Jake saltó de la silla en la que intentaba dormir otro día más y se acercó a ella. Aunque fuesen casi las dos de la madrugada, el chico pulsó el botón para llamar a la enfermera y minutos después María apareció por la puerta. Jake le informó de que se había movido, pero ella solo contestó que eso era normal. Se marchó y el chico se volvió a sentar en su silla, deseando que se despertase ya. Pero unos minutos después la chica abrió los ojos y soltó un suspiro. Estaba confusa. ¿Dónde estaba? ¿No había muerto? Jake se dio cuenta y corrió a su lado. Esta vez no pulsó el botón, quería un rato a solas con ella. El chico ya estaba llorando, lo que hizo que Allie estuviese más confusa aún. ¿Qué había pasado? Jake abrazó a su novia, echaba de menos poder tenerla así de cerca.

─¿Qué tal estás, Al? ─El chico se separó de ella para mirarla a los ojos, esos ojos que pensaba que nunca volvería a ver.

─No sé, cansada. Me siento rara... ─Allie miró a sus alrededores, cerciorándose de que estaba en un hospital─. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

─Llevas aquí casi cuatro días... Te desmayaste por una gran pérdida de sangre, y entraste en coma. Estuviste a punto de morir... Por eso creen que has estado en coma, pero todo eso da igual ahora que estás despierta.

─Lo siento mucho, Jake... Te prometí que no lo haría, pero es que todo me pudo y... En ese momento no quería otra cosa más que morir. Lo siento. ─Allie se disculpó entre sollozos atragantados.

─Sh, no te tienes que disculpar. Y menos llorar. ─Jake le dio un beso en la frente para calmar a su novia.

Después de su pequeño momento llamaron a la enfermera. Los padres de Allie vinieron y para la mañana del día siguiente ya estaba fuera del hospital. Era la mitad de la semana cuando salió del hospital y el colegio ya había sido informado de que había estado ingresada, sin haber dado más detalles. Pero aún no se quiso reincorporar a las clases, ya que después de tal impacto seguía débil.

El lunes siguiente llegó y ese día sí que volvió a clases. Estaba aliviada de que nadie supiese qué le había pasado para acabar en el hospital, porque sabía que si no iba a recibir todo tipo de críticas. Es cierto que recibió algunas miradas extrañas, pero no iba a dejarse dañar por esas tonterías.

─¡Al! Jo, tía, menudo susto me pegué. Me alegro de que estés bien, en serio. Te fui a visitar varias veces pero seguías sin despertarte. Quería quedarme allí contigo a dormir, pero mis padres no me dejaban. En fin. ¿Qué tal estás? ─Lucía gritó nada más encontrar a su mejor amiga en el aparcamiento y dándole un fuerte abrazo.

─Lu, tranquila. ─Allie se rio por la rapidez que llevaba la chica cuando hablaba─. Estoy mucho mejor, gracias. Lo siento por todo, fui tonta. Pero la verdad, el haber estado así me ha hecho reflexionar. Nunca sabes cuándo va a llegar tu final, así que hay que aprovechar el tiempo para hacer aquello que siempre has soñado, sin importar lo que piensen los demás. Y eso es lo que voy a hacer. Voy a aprender skate, voy a ir a campeonatos y los voy a ganar y me va a dar completamente igual lo que piensen sobre mi. Y como prometí, voy a seguir con la fotografía. Por mi hermana. Y aunque ella no pueda verlo, lo voy a hacer. Esto me ha hecho ver el mundo de otra manera, de verdad.

─No tienes que disculparte por eso... ─aseguró Lucía, dándole otro abrazo a su mejor amiga. La había echado mucho de menos─. Me parece genial lo que vas a hacer Al, te deseo mucha suerte y si necesitas algo aquí estoy, eh.

─Gracias, tía.

─No me las tienes que dar y lo sabes.

El día transcurrió como uno normal, lo único diferente era que la gente seguía mirándola mal aún sin saber qué es lo que le había pasado y mucha gente le preguntó qué le había pasado, pero no respondió en ningún momento. Decidió ignorar a la gente, porque eso era lo que había prometido hacer al despertarse del hospital. Solo le quedaba una cosa por hacer, y era hablar con sus padres, cosa que hizo esa misma tarde al volver a casa.

*****

Allie llegó a casa junto con su madre y para su sorpresa su padre ya estaba allí. Era la primera vez en mucho tiempo que él llegaba antes que ellas. Su madre se bajó del coche con ella y entraron a la casa. Cuando estaban ya los tres en el salón, Allie decidió hablar.

─Papá, mamá... ─comenzó, ganando la atención de ambos sus padres─. Sé que he sido un poco dura con vosotros y que os he hecho la existencia más difícil de lo que ya la teníais y quería disculparme por ello. Tenéis razón con todo, ocultasteis eso por mi bien, porque era pequeña y lo iba a pasar mal. Pero es que el haberme perdido más de 72 horas de mi vida por haber estado en el hospital es lo que me ha hecho darme cuenta de todo. No hay por qué guardar rencor a la gente, y lo siento por haberlo hecho, os pido perdón. Ahora entiendo por qué Raquel era como era, entiendo por qué hacía lo que le gustaba cuando quería y por qué era tan buena con la gente. Aunque la gente no le tratase igual ella era así, porque sabía que su fin iba a llegar pronto y no quería que le recordaran mal. Así que desde ahora voy a hacer lo que yo quiero sin tener que preocuparme por lo que piensen los demás. Voy a cumplir mis sueños y mis promesas, voy a perseguir todo aquello que quiero tener durante el tiempo que haga falta, y usaré todo el esfuerzo que haga falta... Porque merece la pena conseguir lo que quieres, porque nunca sabes cuándo va a ser tu último día, así que hay que aprovechar cada día como si fuese el último, aunque no lo sea. Eso sí, hay que vivirla sin temor, porque el temor es una de las peores barreras, te impide seguir adelante, y Raquel no tuvo temor, ella hizo lo que quiso; me hizo feliz. Eso era lo que ella quería ver, quería verme feliz, ver feliz a la gente que le rodeaba. Y ella me hizo feliz desde mi primer día aquí hasta su último día. Y ahora me toca a mí, le voy a hacer feliz. Aunque ella no pueda verlo, no pueda sentirlo, no pueda saberlo, voy a hacer todo lo que en su día le prometí, tan solo para sentir esa felicidad que ahora echo en falta, esa que tenía cuando estaba a su lado.

─Me parece... Impresionante lo que estás diciendo. No digo que esté mal, todo lo contrario, me parece genial lo que dices cariño. Puedes continuar si lo deseas ─dijo Zack con una sonrisa en la cara.

─Gracias. Solo quiero decir que voy a entrar a todos los campeonatos de skate que pueda. Este mes hay uno y voy a entrar. También voy a apuntarme a algún curso de fotografía cuando tenga la oportunidad. Voy a hacer todo lo que prometí. Cueste lo que cueste.

─Nosotros te apoyamos en todo, cielo. No lo olvides nunca, y gracias por perdonarnos, pero los que te debemos una disculpa somos nosotros ─comentó Sofía acariciándole la mejilla a su hija.

─Gracias, mamá. Pero ya sabes que la disculpa os la debía yo. ─Los tres sonrieron y se abrazaron por primera vez en años.

Ya se había quitado ese peso de encima, y gracias a eso se sentía mucho mejor. Deseaba que nada de eso hubiera ocurrido, pero si no hubiese pasado ahora no vería el mundo de otra manera. Allie subió a su cuarto y al entrar lo primero que vio fue el álbum de fotos de Raquel en su tocador. No se había dado cuenta de que seguía ahí, pero la verdad es que esos días había estado en su mundo reflexionando todo lo que había ocurrido. Lo cogió una vez más y al pasar las hojas se dio cuenta de que al final había alguna escrita.

He cumplido todo lo que quería ver antes de irme de aquí, menos una cosa, que es dejar de cortarme. Me duele que haya conseguido todo menos aquello que me mataba diariamente. Espero con todo mi alma que mi pequeña Allie no lo haga jamás y que si lo hace ojalá pueda cumplir lo que yo no cumplí.

"Creo que ya tengo otro objetivo. Dejar de cortarme. Por ti, Raquel, te prometo que lo voy a conseguir", pensó Allie después de leer eso. Cerró el álbum y lo dejó en el cajón de su armario, prometiendo que no lo volvería a abrir jamás.

Un par de horas después cuando ya había terminado de estudiar y de hacer su tarea, bajó para ir a hacer skate con Jake y Adrián. Pero en su trayecto hasta la puerta sus padres le detienen.

─Espera, Allie. ─Zack hizo un gesto para que se acercara a ellos y así lo hizo─. Queríamos darte esto. En recompensa por todo lo ocurrido y aparte porque queríamos darte un buen regalo por tu cumpleaños pero no sabíamos qué, y ahora que lo sabemos... Tómalo como un regalo de cumpleaños atrasado.

Zack se apartó para dejar ver un gran paquete envuelto en papel de regalo azul claro, decorado con pequeñas flores azules oscuras. Allie levantó una ceja, extrañada por el tamaño del paquete y por el simple hecho de que sus padres le estuviesen haciendo un regalo. No creía que se iba a poder acostumbrar a sus padres siendo tan buenos con ella aunque le gustaba la idea. Rasgó el papel de envoltorio y una caja marrón apareció debajo del papel. ¿Que podría ser?

Los padres de Allie miraban con expectación a su hija, ambos con una sonrisa en la cara. La joven abrió la caja y los ojos casi se le salían de las orbitas. No podía creer lo que tenía frente a sus ojos. Lo sacó con cuidado del paquete, examinando cada centímetro de él.

─Joder, joder, joder ─murmuró Allie─. Un skate... No me lo puedo creer. Muchas gracias, de verdad. Voy a estrenarlo ahora ─dijo, con ojos llorosos.

─Vale, pero ten cuidado. ¡Pásalo bien! ─gritó Sofía cuando Allie salió corriendo por la puerta de casa sin ni siquiera despedirse.

Menos de diez minutos después llegó al parque de skate y le contó a Jake todo. Tanto como lo de sus padres y el skate, como las reflexiones que había hecho esos días. Le dijo que quería participar en el concurso de skate que se celebraba allí mismo. Jake la acompañó rápido a apuntarse al concurso, y después volvieron al parque para aprender más trucos y mejorar los ya aprendidos. Por suerte, la joven aprendía rápido, ya que era algo que le apasionaba. Y aunque sabía que aún le quedaba mucho por aprender, también sabía que lo iba a conseguir costase lo que costase. Puso toda su energía para conseguirlo y cada vez que algo le salía mal o se caía, lo único que hacía era reír y decir "de los errores se aprende".

Pocas horas después Allie se sentó en las gradas para descansar. Estaba agotada de tanto practicar, pero cuando estaba montada en el skate sentía mil y una cosas que nadie le podría hacer sentir jamás, se olvidaba del resto del mundo y en lo único que se concentraba era en ella y en el skate, porque su mundo era el skate. Las diez de la noche habían llegado ya, pero quería seguir haciendo skate, aunque sabía que debía de volver a casa. Jake se acercó a ella y le dio un beso. Se sentó al lado suya y colocó un brazo por encima del hombro de la chica, la cual apoyó la cabeza en el hombro de su novio.

Hacía un poco de frío, pero era una noche más calida que de normal, pero después de moverse tanto apenas sentían ese frío. La noche estaba despejada, lo que dejaba ver las millones de estrellas que habían ido apareciendo en el cielo conforme el sol se escondía. Después de un rato de tonterías, besos y risas, se levantaron para irse a casa ya. Jake le acompañó a Allie a su casa, ya que estaba tan solo a diez minutos y después él volvió a la suya.

Allie abrió la puerta de su casa son una sonrisa. Estaba bien poder volver a tener una vida normal, con padres que se preocupaban por ella, un novio, dos mejores amigos... Y una pasión.

─Al, por fin llegas. Lucía te estaba llamando antes, dice que le llames de vuelta  ─comentó Sofía al ver que Allie había entrado a casa.

─Está bien, gracias, mamá. Después de cenar la llamaré.

La cena transucrre rápida. Nadie habla, como de costumbre, más que algún comentario por parte de sus padres acerca de su día en el trabajo. Aunque, a diferencia de todas las otras veces, el silencio que se forma en la sala del comedor no es incomodo. Al terminar, Allie volvió a su habitación para darse una ducha corta y para llamar a su mejor amiga.

─¿Lu? ¿Qué pasa? ─preguntó Allie al terminar de ducharse y haber marcado el número de su amiga.

─Por fin. No podía esperar para contártelo, tía. No te vas a creer lo que le ha pasado a Nicky.

─¿Qué le ha pasado? ─No le gustaba nada esa chica y tampoco le gustaba desear todo lo malo para ella, pero ahora mismo deseaba que sea lo que fuere que su amiga le iba a contar, fuese malo.

─¿Te acuerdas que la pillamos en el vestuario con José?

─Claro que me acuerdo.

─¡Pues está embarazada de él!



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