Capítulo 15
No estaba soñando, en la nota claramente se leía:
5:30 jueves, Uxue Stant. Café de la plaza mayor.
"Joder, lo sabía. Lo sabía. Debe de estar con esa... Y hoy es miércoles. Pero, ¿ya podrá ir estando malo? Seguro que por ella hace lo que sea. En fin", pensó Lucía, indignada. Sabía que no iba a tener nada con Luke, para él era una mera alumna de dieciséis años. Una alumna como cualquier otra.
El ruido de la cafetera sobresaltó a Lucía, pero por suerte Luke no se dio cuenta. Llevó el café a la mesa y se sentó en el sillón de antes, que estaba paralelo al de Luke. El sitio había cambiado mucho desde la última vez que vino aquí. Le gustaba mucho jugar con el niño que vivía ahí cuando ella era pequeña, y de vez en cuando Allie también iba con ella. Las paredes ahora estaban pintadas de un azul claro, y los muebles antiguos habían sido sustituidos por muebles modernos. Las paredes estaban cubiertas por cuadros sin sentido, y algunas hasta tenían pósteres de lo que parecían grupos antiguos. La decoración era bonita, pero a Lucía le costaba adaptarse al nuevo ambiente de aquel lugar.
─Bueno, ¿qué tal están las clases sin mí por ahí? ─preguntó Luke cuando Lucía ya se había sentado.
─Aburridas. Nos ponen a hacer tarea. Es aburrido, porque tus clases son las únicas divertidas. No sabes la tortura que es una semana entera sin ni una diversión ─respondió Lucía con cara de angustia, que pronto fue cambiada por una risa que ambos compartieron.
─Bueno, a ver si me recupero pronto y vuelvo a las clases. ─Luke se rió con ella.
─Esperemos que sí ─dijo Lucía, esbozando una pequeña sonrisa.
Él no lo sabía, pero detrás de esas palabras Lucía escondía un millón de sentimientos que Luke nunca descubriría.
Y ella tampoco sabía que Luke deseaba que ella fuese más mayor, porque en ese momento las ganas de besarla no se le quitaban. Esa sonrisa tan bonita que tenía pintada en la cara era tan hermosa que quería despertarse cada mañana viéndola, a ella, con esa sonrisa y esos ojos azules llenos de vida. Pero ahora él estaba comprometido a otra persona: Uxue. La quería, lo sabía... Aunque había veces que se desvelaba, pensando si realmente la quería o no.
Tras una hora de estar en casa de Luke, hablando de temas intrascendentes y compartiendo sonrisas y miradas, Lucía volvió a casa. Los dos se quedaron con las ganas de besar al otro, cosa que ninguno de los dos sabría nunca... Al llegar a la puerta de su casa, Lucía la abrió después de quedarse unos segundos recordando. Una sonrisa se apoderó de ella, aunque pronto sustituyó esa sonrisa por las lágrimas. Esas risas, esas miradas, esas tonterías... Para él no serían nada, mientras que para ella lo eran todo.
Entró en la casa, que estaba vacía. Subió a su habitación y se sentó frente al espejo durante lo que parecieron horas, aunque habían sido diez meros minutos. Se cepilló el pelo mientras que observaba el espejo. El reflejo mostraba una chica triste, con los ojos rojos de llorar, cristalinos por las lágrimas que se formaban de nuevo y que caían sin que ella lo quisiera. Esa no era ella. Ella siempre había sido feliz y siempre debía serlo. Se arregló el maquillaje y sonrió al espejo, como si nada hubiese pasado, como si fuese feliz de verdad. Suspiró. Ella sabía que esa sonrisa no era de verdad.
Se levantó del suelo y cogió el teléfono, marcando el número de Allie sin ni siquiera mirar a los números. Había llamado tantas veces a ese número que lo tenía grabado en la memoria. Ojalá tuviese la misma memoria para los exámenes...
Mientras tanto
Allie dejó lo que estaba haciendo, aunque siguiese en shock por lo que había descubierto de su hermana y cogió el teléfono, sabiendo que era Lucía la que llamaba.
─Al... ─Lucía habló antes de que Allie pudiese si quiera decir hola.
─¿Lu? ¿Qué te pasa?
─Que soy gilipollas. ─Las lágrimas volvieron sin el consentimiento de la chica.
─¿Has ido a su casa? ─preguntó Allie, aunque sonó más como una afirmación que como una pregunta.
─Sí, y ha sido genial, pero han pasado dos cosas que me han descolocado por completo. Al principio, cuando le estaba preparando un café, ha llamado alguien. Al principio pensé que sería su madre para ver qué tal estaba, pero luego leí una nota escrita por él... Era para citarse con la profesora de historia. Sí, con Uchue. Así que deduzco que quien llamaba era ella...
─Joder... Venga, Lu, no te rayes por ese tío. No merece la pena. Está con otra y es más mayor, no creo que se fije en ti de ese modo... ─No quería dañar a su amiga, pero quería hacerle ver que tenía la razón y que debía olvidarse de él.
Aunque en realidad ella no tenía la razón. Luke ya se había fijado en Lucía de aquella manera, pero sabía que su amor iba a ser imposible debido a la relación de profesor-alumna que tenían y debían mantener.
─Pero es que nunca me había gustado nadie así, Al, y no te estoy bufando.
Al principio de todo esto Allie pensó que esto iba a ser un amorío tonto como ocurrió con otro chico hacía un año o dos. Le pasó exactamente lo mismo, solo que no estaba tan pillada por ese chaval como lo estaba por Luke. Allie se estaba empezando a preocupar, viendo que su amiga iba muy en serio con este tema, pero sabía que no debía dejarle hacer ninguna tontería porque sabía que su amiga era capaz de todo.
─Ya sé que no me bufas, cielo. Pero, hazme caso, te estoy diciendo que es lo mejor para ti.
─Pero es que no quiero olvidarle, Allie.
─¿Y qué otra solución se te ocurre a ti?
─Ninguna...
─Pues ya está. Olvidarte de él es lo mejor.
─Vale, te voy a hacer caso... ─Suspiró.
─Bien, así me gusta. Y tú tranquila, eh, que todo va a estar bien. Y pase lo que pase voy a estar aquí.
─Gracias, Al. Eres la mejor. ─Ambas sonrieron─. Bueno, me voy a clase de ballet antes de que se me haga tarde. Hablamos mañana, te quiero. Bueno, me voy a clase de matemáticas, hablamos mañana, te quiero.
─Tu lo eres, cielo. Hasta mañana, te quiero. ─Allie colgó el teléfono.
No le había dicho nada de lo que había encontrado a su mejor amiga. No era el buen momento para hacerlo, pero, de todas maneras, tampoco estaba segura de si debía hacerlo. Igual lo mejor era quedárselo para ella misma durante un tiempo y esperar a ver cómo iban las cosas.
Después de estar unos minutos meditando, Allie decidió irse a la ducha. El agua caliente caía sobre su piel, relajando su cuerpo entero. Se miró los brazos, que estaban llenos de heridas... Heridas satisfactorias, que le llenaban de placer. Pero se sentía mal. Pensó en Jake... Sabía que no podía prometerle nada, pero le dijo que lo intentaría. Le iba a ser muy difícil dejar de hacer eso y lo sabía, pero por intentarlo no perdía nada.
Le entraron tentaciones de cortarse, pero no lo hizo. Sabía que no debía. Ahora no solo lo hacía por desahogo, sino que también por placer... De alguna manera, se había aferrado a esa maldita cuchilla. La cuchilla le había creado adicción. Una adicción como podía tener cualquiera, la única diferencia era que su adicción era extraña, suicida... y no cualquiera la tenía.
Salió de la ducha con el pensamiento de los cortes aún en la cabeza. Se secó un poco el pelo con la tolla dejándolo algo mojado, y se tumbó en la cama, lo que hizo que se le mojara la camiseta. Buscó su reproductor de música y se puso los auriculares, subido el volumen al tope. Miró al techo, pensativa. Quizás cortarse no era tan raro como ella pensaba, pero al fin y al cabo cada uno tenía su manera de olvidarse de todo, de desahogarse, de liberar toda esa furia, de relajarse, de conectar con otro mundo... Con su mundo. Un mundo en el que está solo esa persona, sin nadie más; nadie que le pueda juzgar, nadie que se pueda reír de esa persona, nadie que le pueda criticar.
Allie se sumergió en su mundo. Estaba feliz ahí, relajada, tranquila. En ese mundo se sentía diferente, porque no había nadie para insultarla, para difamarla, nadie para decirle que estaba loca y eso le hacía sentir bien. Respiró hondo. Sabía que ese mundo nunca se convertiría en su realidad.
Se levantó un momento, con la intención de hacer algo que no debía. Sentía que no podía controlar ese repentino deseo de cortarse. Así que lo hizo, calmando su ansia, calmando su dolor. Pero entonces volvió a la realidad.
"Tonta. Eres tonta. Para de una vez. ¿Acaso es bueno esto para mi? Sí, lo es... Pero a la vez no, no lo es. Entonces... ¿lo es, o no? Estoy tan confusa. Sé que no debo hacer esto, pero me relaja. Pero a la vez es malo. ¿De verdad es malo, Allie? Pero, ¿qué dices? ¿De qué forma es malo? ¿Me perjudica, aparte de físicamente?¿O quizás solo perjudica a los demás? Pero, ¿cómo? No lo sé. Tantas preguntas... Y ni una respuesta. Necesito relajarme, tranquilizarme. Igual un poquito más no me haga daño...", Allie intentaba ganar una batalla mental consigo misma. Pero aún así, lo volvió a hacer. Quería sentirse mejor. La sangre que salía de sus heridas hizo el mismo recorrido de siempre, haciéndole cosquillas. Ella sonrió, estaba feliz, estaba tranquila. Pero esa sonrisa se desvaneció cuando recordó las fotos que había encontrado esa misma tarde de su hermana.
Intentó no pensar en eso. Se cubrió las heridas y se fue a hacerse una cena rápida, porque ya eran casi las diez. Sus padres no llegarían hasta tarde, pero el día siguiente tenía clase y quería ir descansada. Después de su pequeña cena recogió todo y volvió a su cuarto.
Abrió el cajón donde había guardado anteriormente el diario, la carta y el álbum. Cogió el álbum, casi sin pensarlo... Sabía que no quería hacerlo, pero quería estar segura de que esa era su hermana. Miró con detenimiento cada foto, cada corte, cada cicatriz... Cualquier pista que pueda haber en alguna de las fotos para identificar si era ella o no. Entonces se le iluminó la bombilla. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Cogió el álbum de la caja de flores y pasó las páginas, intentando buscar una foto en la que se viese a Raquel, pero fracasó en su búsqueda. En todas las fotos llevaba los brazos tapados. Pero aún no se iba a rendir. Subió al ático y buscó en las cajas que estaban cercanas al lugar donde antes yacían las cajas de Raquel. Encontró lo que buscaba. Un álbum del verano.
Empezó a buscar entre esas fotos hasta encontrar una de Raquel. Por fin. Se fijó en sus muñecas, pero la calidad era tan mala que no se veía casi nada. Aunque... Si lo mirabas un poco más de cerca se podían apreciar algunas pequeñas cicatrices. Pasó unas cuantas hojas más y encontró una en la que salía de cuerpo entero. Ahí, en esa sí que se veían las cicatrices en sus piernas. No se veían mucho, pero algo sí. ¿Cómo sus padres no se habían dado cuenta de ello? Con esto concluyó que las fotos del álbum sí que eran suyas, aunque lo sospechaba desde el principio. No se lo podía creer. Había deseado que fuesen de otra persona, pero todo apuntaba a que eran suyas.
Decidió dejar el resto para otro día. El tiempo se le había pasado demasiado rápido, ya eran casi las once. Se puso el pijama e intentó dormir, pero las imágenes de su hermana haciendo eso llenaban su cabeza, impidiéndole dormir.
*****
La semana siguiente estuvo llena de sorpresas. Luke ya había vuelto a clase, por fin. Lucía estaba contenta de poder verle otra vez, pero a la vez no lo estaba, porque si le veía todos y cada uno de los días de la semana se le iba a hacer imposible olvidarle.
Intentó no pensar en él. Pensó en otros chicos, se fijó en otros muchos, tonteó con otros cuantos... En conclusión, estaba haciendo lo posible por olvidarse de él... reemplazándole por otro chico, que fuese de su edad o igual de uno o dos años más.
Pero aún así, se le hacía difícil. Pensaba todo el rato en la cita que tenía que tener con Uxue... ¿Y si la habían tenido? ¿Y si no? ¿Qué había pasado entre ellos? Demasiadas preguntas, de las cuales no quería saber la respuesta.
Pero aunque no quisiera saber las respuestas, las preguntas siguieron en la cabeza de Lucía hasta que tocó el timbre, señal de que se podían ir por fin al recreo. Al oírlo, Lucía espabiló y dejó de pensar en ello. Junto con su mejor amiga, bajaron al recreo.
─Lu, hoy te veo un poco despistada...
─¿Yo? ¿Por qué?
─Ah, no sé, tú me dirás. Te veo en otro mundo, cómo si estuvieras todo el rato pensando en algo.
─Sí, la verdad es que sí. Que llevo unos días pensando en... Bueno, nada, da igual, déjalo ─dijo Lucía, cambiando de opinión; sabía lo que su mejor amiga le diría.
─En Luke... ─rellenó Allie─. Joder, Lucía, ¿otra vez te tengo que repetir lo mismo?
─Estoy intentando olvidarme de él, Al, no sabes cuánto estoy intentándolo. Dios, pero es que hay momentos en los que me planteo preguntas, y claro... Y encima como ha vuelto a clase pues peor aún.
─Es ahora o nunca, Lu. Hazlo de una vez, olvídate ya.
─Que sí, que sí ─respondió Lucía, irritada.
A Allie no le dio tiempo para seguir metiéndole la chapa a Lucía, porque de repente vieron a la profesora de historia, Uxue, junto con Luke. Tan solo estaban hablando, pero Lucía ya se temió lo peor.
─Creo que es mejor que nos vayamos hacia el otro lado, ¿no, Lu?
─Sí, mejor. En fin, ¡es hora de olvidarse!
─¿Ves? Así, sí que da gusto. Venga, tonta, vamos a dar otra vuelta.
*****
Por fin llegó el deseado fin de semana. Allie tenía demasiadas ganas de ver a Jake, ya que había estado toda la semana sin verle, solo hablando por teléfono. Como cada día, fueron juntos al parque de skate, donde Jake le prestó el skate de siempre a Allie. Las semanas anteriores había aprendido a mantener el equilibrio, a andar, a agacharse, a frenar y a caerse de pie. Por fin estaba preparada para aprender a saltar y aprender a tirarse bien por un cuesta.
Los dos se encontraron allí con Adrián, que les hacía compañía todos los días que iban al parque. Era muy buen chico y a veces le recordaba a Lucía con toda esa emoción y felicidad que llevaba siempre.
─Hey, Adri ─saludó Allie.
─Hola, chicos. ¿Qué tal, Allie? ¿Preparada para aprender a tirarte por ahí? ─preguntó Adrián, señalando la cuesta más pequeñita.
─Claro que sí. Siempre estoy preparada para hacer skate.
─Perfecto, pues vamos. ─Una sonrisa se apoderó de los tres chicos, que se dirigieron a las cuestas.
Ese día iba a ser perfecto. Risas y tonterías, lo de siempre. Encima, aprendería a tirarse por una cuesta. Aun tenía miedo después de lo que pasó el primer día que cogió un skate, pero debía superar ese miedo algún día si quería llegar a hacer algo alguna vez con el skate. Lo único que ella no sabía era que le esperaba una "sorpresa" al llegar a casa.
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