VI
"En un baile de máscaras, las apariencias pueden ser tan mortales como los secretos que ocultan."
•06•
3 días, 3 malditos días sin noticias de Ruth.
He enviado innumerables mensajes, pero no he recibido respuesta.
La llamo una y otra vez, pero el teléfono permanece en silencio.
Intenté contactar a Ashton, pero tampoco logré comunicarme con él.
Es extraño que hayan desaparecido de repente de esa manera.
¿Y si les ocurrió algo?
En las noticias no han reportado ningún crimen ni incidente, pero eso no descarta la posibilidad de que les haya sucedido algo.
Me preocupa, sí, me preocupa en parte, pero también me enfurece pensar que otra persona ha ocupado mi lugar.
Esto es angustiante.
No logro concentrarme en nada.
Debo tranquilizarme. Quizás Ruth tuvo que regresar a su ciudad o algo por el estilo, aunque no entiendo por qué no responde mis mensajes ni mis llamadas. Esto es sumamente extraño.
Me encuentro acostada en mi cama, incapaz de conciliar el sueño. Las dos noches anteriores fueron iguales, me resultó muy difícil dormir sin tener noticias suyas.
(...)
Son las 2:30 a.m. y sigo sin poder conciliar el sueño.
Esto es sofocante.
(...)
4:15 a.m. y sigo en la misma situación, aunque mis ojos ya pesan.
(...)
Me encuentro en una casa desconocida, sin saber a quién pertenece.
Todo está sumido en la oscuridad, y me halló en lo que parece ser la sala. El silencio reina y mis pies se desplazan solos hacia la primera puerta, que al cruzar revela el comedor.
Está desierto.
Mis pies me llevan a otra habitación, esta vez pintada completamente de azul, con una cama vestida con sábanas del mismo color y varias fotografías de paisajes en la pared. Un armario ocupa una de las esquinas de la habitación, junto a un estante repleto de libros.
Al fijarme en el suelo, descubro un rastro de sangre que conduce hacia una puerta en un lateral de la habitación.
El rastro indica que algo, o más bien alguien, fue arrastrado hacia lo que sea que se encontrara detrás de esa puerta.
Me acerco a la puerta y al abrirla me topo con un pequeño cuarto de baño. El rastro se detiene frente a una cortina que oculta algo. Al correrla, me encuentro con un cuerpo tendido en el suelo de la ducha, cubierto por una sábana blanca empapada en sangre. Instintivamente la retiro y ante mis ojos descubro a... ¿Ashton? Su rostro está ligeramente desfigurado, pero consigo reconocerlo. Su cuerpo desnudo está marcado por golpes y cortes, con sangre derramada por doquier.
-¡Maldición! -exclamo, y me apresuro hacia la otra habitación, dejando su cuerpo abandonado allí.
La siguiente habitación está pintada de gris, con una pequeña cama individual, un estante con libros similar al anterior, varios pósters de bandas y un pequeño armario en una esquina. Esta vez no hay cuarto de baño. Decido revisar debajo de la cama y no encuentro nada, ni siquiera un leve rastro de sangre. Sin embargo, noto la puerta del armario entreabierta. Al abrirla por completo, un cuerpo cae hacia adelante y me doy cuenta de que se trata de Ruth.
No puede ser.
No.
Me rehúso a aceptar lo que estoy presenciando.
No.
No es posible.
No,no,no,no,no,no.
La chica presenta una profunda herida en el cuello, y como era de esperar, su cuerpo yace sin vida en el suelo.
Mis ojos se empañan y siento un líquido recorrer mis mejillas.
Son lágrimas; estoy llorando. La escena ante mí de alguna manera me impacta.
De repente, todo a mi alrededor se distorsiona y un intenso dolor de cabeza me embarga, tan intenso que me veo obligada a llevar mis manos a la cabeza. Es entonces cuando noto algo en ellas: un cuchillo, con mis manos manchadas de sangre.
No puede ser real.
¿Yo... yo hice esto?
¿Yo... la maté?
Un agudo dolor en el abdomen me invade, seguido de un pinchazo, luego otro y otro, hasta que caigo al suelo y descubro que sostengo el mismo cuchillo clavado en mi vientre.
El dolor es insoportable y lentamente mi visión se desvanece hasta que...
Despierto, agitada y asustada, observo mis manos y mi entorno. Me encuentro en mi habitación, en mi cama; todo había sido un sueño.
Pero había parecido tan real.
Me duele intensamente la cabeza y mi respiración está agitada.
Poco a poco logro recuperar el aliento y me tranquilizo.
Ya más serena, comienzo a reflexionar.
¿Por qué en ese sueño me afectaba el hecho de haberla asesinado?
Al fin y al cabo, se supone que es mi objetivo.
Bueno, al final de cuentas, solo fue un sueño.
Después de un rato, mis ojos vuelven a cerrarse y caigo nuevamente dormida.
(...)
El timbre de la casa me despierta.
-¡Ugh! ¿Qué hora es? ¿Por qué están molestando ya? -murmuro mientras extiendo perezosamente el brazo para alcanzar mi móvil.
La luz de la pantalla me hace cerrar los ojos por un instante.
¿Qué demonios...?
Fue lo que pensé al ver la hora. Eran las 11:36 a.m.
No suelo dormir tanto.
Sin ningún deseo en particular, decido averiguar quién está tocando el timbre de forma tan insistente.
Ni siquiera me importó andar en ropa de dormir.
Porque, ¿quién usa pijama, por Dios?
Simplemente opto por vestir ropa que anteriormente se consideraba "ropa de andar" y que, al estar un poco desgastada, ahora se ha convertido en "ropa de dormir". Llámenme despreocupada o lo que sea, pero es mucho más cómodo. Llevaba una blusa holgada casi transparente y un short corto.
Al abrir la puerta, una voz inconfundible comienza a bombardearme con preguntas.
- ¿Por qué tardaste tanto en abrir? ¿Qué estabas haciendo? ¿Por qué tienes cara de dormida? ¿Estabas durmiendo? ¿Qué hiciste anoche que no dormiste hasta esta hora?
- Estaba durmiendo, dormía, tengo cara de dormida porque estaba durmiendo, sí, y anoche pasé tratando de comunicarme contigo. ¿Feliz? -respondo a cada una de las preguntas de Ruth, mientras ella solo rueda los ojos-. De todos modos, ¿dónde demonios has estado metida?
- ¿Ni siquiera me invitas a pasar? Qué mala onda eres -dice mientras pasa a mi lado y se sienta en el sofá del salón.
Maldita sea, justo esto es lo que ocurrió en el sueño que tuve la noche en que la conocí.
- ¡Oye! ¿Me estás escuchando? -grita Ruth, haciendo que regrese a la realidad-. ¿Ya regresaste de tu viaje astral? ¿En qué estabas pensando?
- Nada, nada, olvídalo. ¿Qué decías?
- Te decía que lo siento por desaparecer así de repente. Tuve un pequeño problema en la ciudad de la que vengo y tuve que ir urgentemente con mi hermano. Lo siento, debí haberte avisado.
- Tranquila, no tienes por qué darme explicaciones sobre lo que haces o dejas de hacer, pero sí me preocupé un poco.
- ¿Te preocupaste por mí?
- Claro que me preocupé, claro que me preocupo, tu me preocupa, tu me importas -digo, y ella simplemente me mira en silencio-. ¿Qué?
- Nada, solo que a veces dices cosas bonitas. Aunque intentes ocultarte detrás de esa fachada de "no me hables, soy una chica mala, no tengo sentimientos, me importa poco tu vida", a veces puedes ser diferente.
- Soy diferente con las personas que se lo merecen.
- ¿Y qué te hace pensar que yo lo merezco? -enarca una ceja.
- No lo sé, de alguna manera confío en ti.
- ¿Por qué confías en mí? Sabes lo que significa confiar, las personas en las que más confías pueden terminar haciéndote daño.
- Eso es precisamente confiar, darle a alguien el poder de lastimarte, porque crees y confías en que nunca lo hará.
- Pues no deberías confiar tan fácilmente. Las personas no siempre son lo que aparentan, y aunque creas que las conoces, nunca es así. Nunca conoces a una persona. Puedes saber quién es, puedes saberlo todo sobre esa persona, pero aún así no la conoces.
- ¿Y por qué me dices eso?
- Solo era un consejo de vida, olvídalo -dice y me dedica una pequeña sonrisa-. Bueno, creo que debería irme. Por cierto, bonita ropa, se transparenta bastante -me guiña un ojo y se levanta para irse sin decir más.
Tenía razón, la ropa se transparentaba bastante y no llevaba nada más debajo. Maldita sea.
Observo el reloj de pared en el salón y al percatarme de la hora, me doy cuenta de que hoy sí tengo trabajo. Maldita sea, esto podría hacer que el viejo odioso me despida.
Salgo corriendo a mi habitación y tomo el móvil en la mano. Veo que tengo un mensaje de mi jefe y no me di cuenta cuando lo tomé para ver la hora hace un rato.
Asustada, abro el mensaje para leerlo. Esperando mi despido.
Jefe🙄
Buenos días Riley, solo
quería informarte que no
vinieras a trabajar hoy,
tuve un problema personal,
y no podré abrir el local hoy,
pero ni te emociones, que
obviamente hoy será
descontado de tu sueldo.
Bien, esto me hizo relajarme un poco. Aunque no soporte a mi jefe, perder el trabajo en este momento no es algo que desee.
Maldito viejo, me descontará el día de hoy de mi salario.
No lo he eliminado todavía simplemente porque no suelo matar así sin más, prefiero ocuparme de personas que realmente lo merecen.
Y, por supuesto, alguna que otra víctima por diversión.
Pero no tengo ganas de deshacerme de mi jefe. Además, perdería el trabajo y me va relativamente bien allí.
En fin, mejor me recuesto a escuchar música. No tengo nada más interesante que hacer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top