V
"En el laberinto del amor y la
venganza, la verdad es la única salida."
•05•
Hoy no tenía trabajo en la cafetería, mi jefe me había llamado para informarme, el porqué no lo sé, y tampoco le pregunté. Un día libre me venía de maravilla.
Aunque pensaba que sería igual que los demás días sin trabajo, quedándome en casa escuchando música, dibujando, ordenando un poco o limpiando, o cualquier cosa que me distraiga, mis planes cambiaron cuando recibí una llamada de Ruth. Me invitó a venir al río, el mismo río donde la vi por primera vez, el mismo río que desde entonces no podía sacar de mi mente.
Pero bueno, no sé por qué pienso esas cosas cuando se trata de ella.
Aquí me encuentro en la orilla del río, esperando a la chica mientras reviso las noticias en mi teléfono sobre la desaparición de dos hombres. Al ver sus fotos, los reconozco al instante: eran los dos individuos repugnantes que encontré en el callejón al lado del bar, violando a esa chica. Merecían lo que les hice, y al parecer a nadie le importaba su desaparición hasta ahora.
- ¡Hola! - doy un respingo cuando alguien me sorprende desde atrás—¿Te asusté ?Reconozco la voz de Ruth entre risas.
- No, no me asustaste - digo rodando los ojos.
- Como digas, gruñona. ¿Qué estabas viendo? - pregunta Ruth.
- ¿Gruñona? No se te ocurrió nada mejor, Minion - digo, provocando que ella borre su sonrisa y me mire reprochante, lo que me hace soltar una risa. - Vale, Minion no. No te enojes, hübsch.
- ¿Qué significa eso? - pregunta confundida.
- Estaba viendo las noticias. Desaparecieron dos hombres de 31 años - respondo, pasando por alto su pregunta.
- Los pobres, ¿qué les habrá pasado? La delincuencia está cada día peor. No me imagino las cosas que les pueden haber ocurrido.
- ¿Pobres? Tampoco sabes qué hicieron ellos. No se puede culpar sin conocer toda la situación.
- ¿Y por qué dices eso tú? - pregunta Ruth, enarcando una ceja.
- No, solo digo que es muy fácil culpar a una persona sin saber qué hizo la otra.
- Vale, tiene sentido. Por cierto, amo este río. Desde que me mudé a la ciudad, vengo aquí todo el tiempo, y eso que los ríos no suelen gustarme.
- ¿No te gustan? ¿Por qué?
- Umm, no lo sé. Simplemente no me gustan, pero este es diferente.
- Sí, este es muy bonito. A veces, después del trabajo, vengo a sentarme aquí para despejar la mente. Por cierto, fue aquí donde te vi por primera vez, aquella vez que me gritaste mientras estabas con tus amigos.
- Sí - responde recordando y suelta una pequeña risita - Esa vez estaba, digamos, un poquito borracha, y llamaste mi atención.
- Oh, ya veo.
- Siendo tan linda, ¿a quién no? - dice, volteando a verme. En cuanto sus ojos hacen contacto con los míos, una sensación extraña me invade. Ya se ha vuelto normal cada vez que me topo con esos ojos.
- Gracias. Tú también me llamaste la atención, no sé en qué sentido, pero algo de ti me atrajo. Es raro, ¿sabes? Nunca me había pasado algo así.
- ¿Nunca te ha gustado nadie?
- No, supongo.
- A mí sí, por ejemplo, me gustas tú - dice, y en un movimiento rápido, sus labios se unen a los míos.
Soy inexperta en esto, por lo que me quedo inmóvil por un segundo hasta que logro seguir torpemente su ritmo. Finalmente, se separa.
- Oh, lo siento. No debí hacer eso. En serio, disculpa - dice tapándose el rostro con ¿vergüenza? No lo sé.
- Tranquila, no importa. A mí me gustó - digo y suelto una risita - aunque es mi primer beso.
- ¿En serio? - me mira con los ojos bien abiertos - No tiene nada que ver, pero me sorprende. O sea, me dijiste que tenías 25, ¿no? - pregunta a lo que yo asiento con la cabeza - Ah, pues eso. No me lo esperaba.
- Sí, digamos que socializar no es lo mío. Pero bueno, cambiando de tema, háblame más de ti.
- No sé, ¿qué quieres que te cuente? De pequeña siempre quise ser cantante - dice riendo - pero se me da muy mal.
- Hmm, algún día haré que cantes para mí.
- Nooo, nunca lo haré - dice entre risas.
- Por mi parte, yo quería ser bailarina.
- Vale, yo haré que bailes para mí.
- Depende de qué tipo de baile estés pensando - ella me mira, elevando la comisura de sus labios.
- Bueno, yo no me quejaría, la verdad - digo y comienzo a reír, uniéndome a su risa.
En eso, le llega una llamada al móvil y se levanta para responder.
- Dame un segundo, tengo que contestar - dice, y yo simplemente asiento con la cabeza.
Se aleja y me resulta imposible escuchar la conversación.
(...)
Me encuentro en mi cama viendo una película de terror. Después de contestar la llamada, Ruth me informó que debía irse porque era su hermano quien la llamaba.
No le pedí explicaciones; no tiene por qué dármelas.
Ella se marchó y yo me quedé hasta que empezó a atardecer.
Comienzo a recordar todo lo que había pasado.
Ruth me había besado.
Y me gustó.
Me dijo que le gustaba.
Mi plan va mejor de lo que pensé; esto me facilita las cosas.
También debo admitir que me siento extraña estando cerca de ella. Es difícil de explicar, pero esa sensación me invade cuando estoy cerca suyo.
Creo que me estoy volviendo loca.
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