I
"La confianza es como un
cristal...una ves roto, nunca
vuelve a ser igual"
•01•
Caminaba en la oscuridad cuando escuché los gritos de una joven.
Al esconderme estratégicamente para observar lo que sucedía, logré divisar a dos hombres de aproximadamente 1.80 metros de altura acorralando a una chica que parecía tener unos 19 años, o quizás menos. Sabía exactamente a qué se enfrentaba; había presenciado muchas situaciones como aquella.
Después de dejar a la chica casi al borde de la muerte, tirada en la esquina de ese callejón sombrío, los dos hombres se dirigieron al bar que quedaba justo al lado.
Decidí seguirlos y, entre la multitud de personas, logré ubicarlos.
Estaban de pie junto a la barra.
Me acerqué a ellos.
-Hola chicos -les dije, captando su atención.
-Hola cariño -respondió uno de ellos.
-¿Qué hace una mujer tan hermosa como tú sola en un lugar como este? -inquirió el otro, provocándome una sensación de repugnancia.
-Necesito regresar a casa, pero me da miedo hacerlo sola con tantos peligros acechando en la noche -comenté con voz seductora, mientras deslizaba un dedo por el borde de la copa que acababa de pedir.
-Si ese es el caso, creo que podríamos acompañarte. Tienes razón, hay muchos peligros sueltos a estas horas -dijo el primero, lanzándole una mirada cómplice al otro.
- ¿Enserio? Pues que esperamos, vamos acompañenme- digo mientras me doy la vuelta y noto sus miradas en mi trasero.
Llegamos a mi casa la cual quedaba a solo una cuadra del bar y agradecí que la calle no estuviera muy transitada.
- pasen- les digo llendo caminado a la cocina- ¿quieren algo de beber?.
- whisky estaría perfecto- dijo una voz la cual no supe distinguir de cuál de los dos provenía.
Rápidamente me dedicó a preparar dos whisky en los cuales disuelvo Eszopiclona la cual logrará que tengan un sueño profundo en segundos.
- aquí están- digo entregándole las copas de whisky y sentandome en el regazo de uno de ellos.
- wow eres rápida- dice dando un sorbo rápido a su vaso y tomándome del cuello al pegar sus labios a los míos.
El olor a alcohol hace que quiera vomitar pero debo seguirle la corriente para que mi plan no se vea afectado.
En medio del beso veo como el que aún permanecía de pie comienza a tambalearse y se sostiene del brazo del sofá, mientras tanto yo muevo mis caderas lentamente sobre el chico bajo de mi, el cual comienza a bajar una de sus manos hacia mis muslos levantando la pequeña falda que llevaba mientras la otra mano la mantenia haciendo presión en mi cuello.
Segundos después siento como afloja el agarre y se desvanece en el sofá y el chico de al lado sufre los mismo síntomas.
Perfecto ya se había tardado en hacer efecto.
Levantándome del regazo del chico logro recargarlo en mis hombros y arrastrarlo hasta el sótano de mi casa.
¡Vaya, este chico pesa demasiado!
Y no exageraba. Hay que recordar que él es un tipo de 1.80 metros, mientras que yo soy una chica de 1.72 metros. Aunque tengo fuerza suficiente, no hay comparación.
Después de dejarlo en el suelo del sótano, regreso al salón en busca del otro chico.
Una vez que los tengo a ambos allí, procedo a colocar una cámara frente a una de las paredes, donde hay varias cadenas en las que los sujetaría.
Luego, me siento frente a ellos, entreteniéndome con mi colección de dagas, hasta que noto que uno de ellos comienza a despertar.
Asustado, abre los ojos de par en par, mirando frenéticamente a su alrededor.
-¡¿Qué está pasando?! ¡Suéltame, maldita loca! -grita, haciendo eco en la habitación.
Me levanto lentamente y me acerco a él, jugueteando con el filo de una de mis dagas.
-¡Ayuda! -grita de forma casi divertida.
-Mal, mal, mal -repito lentamente-. ¿Sabes? Puedes gritar todo lo que quieras, es inútil. ¿Ves esas bonitas paredes manchadas de sangre? -digo señalando hacia ellas-. Están revestidas con paneles acústicos, básicamente insonorizadas. Así que ahorra tus gritos; tendrás tiempo para gritar más tarde -añado, pasando la daga por uno de sus brazos y haciendo que una fina línea de sangre brote de su piel repugnante.
En ese momento, el chico al lado se despierta.
-¡Ey, mira! ¡Tu amiguito se unió al espectáculo! -digo con una sonrisa cínica.
-¿Pero qué demonios...? -dice horrorizado, analizando la situación.
-¿Es que no saben decir algo más? Arruinan mi diversión. Oh, claro, qué maleducada soy. Permítanme presentarme: la chica que conocieron hace un rato en el bar era Riley, pero eso es lo de menos, ahora pueden llamarme Lady of Death ¿Bonito, verdad? Yo lo inventé, pero dejándonos de charla, hagamos esto más interesante.
Me acerco al primero de ellos y comienzo a hacer cortes en sus brazos mientras que sus gritos hacen estruendo en la habitación y la sangre comienza a caer de su cuerpo, causandome una sensación de exitacion.
-¡maldita puta!- me grita el de la lado logrando que encaje totalmente la daga en la pierna derecha del chico y preste mi atención a él.
-uy pero que bocota, creo que estás ansioso por divertirte tu también ¿no? Pues a tus órdenes- digo acercándome lentamente a él.
- hija de puta!!- me grita escupiéndome la cara haciendo que esto me colme de ira, pero simplemente mantengo la calma y la sonrisa en mi rostro.
- oh no, pero que bocota, no, no, mal, muy mal, tendremos que arreglar eso ¿no crees?- digo agarrando su mandíbula muy fuerte obligandole a abrir la boca- te voy a agarrar tu asquerosa lengua y ni se te ocurra morderme porque... ¿ves esas pinzas de alla?- digo apuntando hacia la mesa en la cual tengo todo tipo de herramientas de tortura - no me obligues a sacarte diente por diente y hacerte tragarlos- digo y este traga grueso- ves no soy tan mala..o si- digo riendo- vale ¿En qué estábamos? Ah claro.
De una le corto la lengua haciendo que suelte un grito ahogado, mientras se la pongo en la entrada de la boca y lo obligó a masticar.
-¡¡mastica!!, Eso es, muy bien, ahora traga- no me hace caso a lo cual me desespero y grito- ¡¡que tragues joder!!- termina acatando mi orden y yo me echo atrás riendo- pensé que me darías más trabajo, pero resultaste ser un cobarde ¿Dónde están los insultos? ¿Acaso el ratón te comió la lengua?- digo y no puedo parar de reír mientras él se retuerce de dolor.
Vuelvo al otro y continúo haciendo cortes por sus piernas logrando que poco a poco el suelo bajo el se encharque en sangre.
Abro el cierre de su pantalón y al instante él comienza a removerse.
-¡No! ¡Espera! ¡¿Que mierda haces?! ¡Maldita loca!.
-shhh, calladito- digo presionando la daga en sus labios para luego continuar el recorrido hasta el cierre de su pantalón.
- ¿Disfrutaste abusar de la chica en aquel callejón?
- ¿D-de que hablas?- pregunta entre sollozos con la voz entrecortada.
- sé un hombre y admítelo, no me gustan los cobardes.
Sin más paciencia en un corte rápido su miembro cae al suelo.
El hombre soltó un grito aterrado.
Poco a poco se fue retorciendo del dolor hasta que quedó inconsciente, por lo que me dirigí a su amigo y terminé con el haciéndole un profundo corte en la yugular logrando que quedara inconsciente al instante.
Me lavo las manos y me retiro los guantes y el chaleco que llevaba puesto para no ensuciarme de su asquerosa sangre y antes de salir del sótano los miro.
-nos vemos en el infierno hijos de perra.
Dejó de grabar con la cámara que mantenía frente a ellos y me dedicó a recostarme en mi habitación luego de guardar la grabación en una pequeña caja fuerte en la cual tengo más de 73 grabaciones.
Me recuesto con mis audífonos a escuchar mi playlist de Black Veil Brides.
Vale hoy fue un día agotador
Instantáneamente cierro los ojos y me quedo dormida.
De repente, frente a mí aparece una niña, pero no una niña cualquiera; soy yo. Me encuentro en el suelo de una habitación, y al observar a mi alrededor, reconozco que estoy en la habitación del orfanato donde pasé la mayor parte de mi vida, si es que se le puede llamar vida a lo que experimenté allí.
Mis padres biológicos me abandonaron en ese lugar a los 6 años, y aún conservo recuerdos vagos de mi vida antes de eso.
Recuerdo los golpes, los gritos de esa pequeña niña indefensa suplicando piedad a sus padres, quienes solo se regodeaban al verla destrozada.
Estos recuerdos me llenan de ira.
De pronto, escucho sollozos y me doy cuenta de que la niña frente a mí, de unos 8 años aproximadamente, está llorando.
-Ey, no llores -me acerco a ella, pero al intentar poner mi mano en su hombro, mi mano la atraviesa como un espejismo. Deduzco que ella no puede verme, así que simplemente la observo.
En sus manos sostiene un pequeño papel arrugado. Al examinarlo detenidamente, veo un dibujo de una familia hecho con garabatos: un papá, una mamá y una niña en el centro. En todos los rostros resalta una sonrisa dibujada en forma de línea curva. La niña frente a mí observa el dibujo con lágrimas en los ojos y lo rompe en pedazos uno tras otro hasta que no queda nada más que trozos de papel.
De repente, todo comienza a temblar como si fuera un terremoto. Las cosas se distorsionan y la escena frente a mí cambia.
Ahora me encuentro con una adolescente de unos 16 años.
La chica se levanta bruscamente de la cama en la que estaba sentada y sale cautelosamente de la habitación. La sigo rápidamente y la veo salir del orfanato por una puerta trasera, tratando de pasar desapercibida.
Esta parte la recuerdo perfectamente.
La chica logra escapar como solía hacerlo a través de un pequeño agujero en el muro que rodea el orfanato y camina por las orillas del río, situado a varios metros de distancia.
Mientras camina por la orilla bajo la luz de la luna, algo choca contra sus pies y, curiosa, lo recoge. En sus manos descubre lo que parece ser un cuchillo. Aunque ella no está familiarizada con ese objeto, yo reconozco que se trata de una daga. La chica la sostiene en sus manos y continúa su camino instintivamente.
Después de un rato caminando, divisa algo que parece ser una casa de campaña. Aunque no está segura, siente curiosidad y se acerca sigilosamente.
Observa dentro y nota a dos personas durmiendo plácidamente. Por instinto, mira el objeto en sus manos y luego los cuerpos frente a ella, como si sintiera curiosidad por saber qué pasaría si...
Repentinamente retrocede con rapidez al sentir pasos cercanos. Escudriña a su alrededor pero parece no encontrar nada.
Por un instante parece querer huir, pero algo dentro de ella la impulsa a continuar.
Y como estaba destinado a suceder, lo hace.
Sin experiencia alguna, apuñala primero a la mujer en el abdomen, provocando un grito desgarrador.
El hombre a su lado se levanta desesperado e intenta atacar a la chica, pero con un movimiento rápido y casi automático, ella logra clavar la daga en su ojo derecho, haciéndolo caer al suelo retorciéndose de dolor.
Asustada, termina apuñalando repetidamente a la mujer en diversas partes del cuerpo hasta dejarla inerte en el suelo. Luego se dirige al hombre y repite el mismo procedimiento hasta darse cuenta de que ahora es solo un cuerpo sin vida.
Aturdida, sale corriendo dejando el arma con la que cometió su primer asesinato tirada en el suelo.
Regresa al orfanato y se encierra en su habitación, cubriéndose con las sábanas mientras reflexiona sobre lo ocurrido.
Acaba de... de asesinar a dos personas.
Y lo peor no es eso; lo peor es que lo disfrutó. Le gustó ver correr la sangre de las heridas y contemplar los cuerpos sin vida en el suelo. Disfrutó la sensación de quitar vidas, sin saber que esto desencadenaría su obsesión por la muerte, convirtiéndola en una temida asesina en serie.
El mundo comienza a distorsionarse nuevamente y un agujero se abre en el suelo debajo de mí. Siento una fuerte corriente de agua detrás de mí que me arrastra hacia abajo, dejándome sin aire mientras mi cuerpo lucha por alcanzar la superficie. Sin embargo, parece un océano infinito y no logro encontrar la salida. La falta de aire hace que mi visión se vuelva borrosa y comience a perder la conciencia en un proceso lento y doloroso hasta que... de repente... despierto.
Maldita sea, todo fue solo un maldito sueño -susurro antes de intentar volver a dormir.
Estaba realmente exhausta.
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Hola a ti que le diste una oportunidad a mi historia, si te gusta, no olvides votar y dejarme tus opiniones en comentarios ♥ está es mi primera historia y me encantaría saber que cuento con su apoyo♥.
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