Capítulo 18: Los confines de la tierra 3.0

El encapuchado había desaparecido, dejando tras de sí un vacío helado que parecía absorber incluso la luz. El silencio cayó sobre nosotros como un sudario, pesado e impenetrable. Brianda alzó la mirada, sus ojos dilatados por el horror. Su voz quebrada perforó el aire:
—¿Amada sigue con vida? ¿Un artefacto de grado divino? ¿Qué sabía realmente Amada? ¿Dónde está Amada?

Su rostro era un lienzo de incertidumbre y pánico, atrapado en un estado de shock que yo no podía aliviar. Me sentía impotente, una sombra inútil en el borde de un abismo que no entendía. Alison, sin embargo, permanecía en silencio, su mirada clavada en el suelo. Pero en sus ojos había algo más que cansancio: un odio profundo, abrasador, y una impotencia que la hacía temblar. Alzó la cabeza lentamente y me miró con una intensidad que me dejó helada.

—Entonces, Cloe... lo que me decías es verdad.

Susurró, su voz temblando, con una furia contenida.

—Hubo otra Alison aquí. No, muchas otras. Esa cosa es tan poderosa, tal vez incluso más que "él". Tengo que hacerme más fuerte. Y tú, Cloe... ya es hora de que dejes de ser tan blanda. No sabes luchar. Apenas eres una niña. Lo único que tienes es tu maldito valor. Pero eso no basta.

Hizo una pausa y señaló hacia la estructura colosal que se alzaba frente a nosotros, la puerta marcada con un parpadeo de estática, como un televisor moribundo.

—Estamos en las puertas de los confines de la Tierra. Aquí es donde "Amada, la falsa esperanza de la humanidad" rompió el equilibrio. ¿Qué demonios habrá más allá de esas otras puertas? No tenemos alternativa. Debemos cruzar.

Su mirada recorrió al grupo, notando lo destrozados que estábamos, y por su mente se imaginaba lo poderosa que sería Amada ahora

—Están al límite.

 Continuó.

—Lo que Brianda hizo antes... ese poder extraño... podría salvarnos, pero también destruirnos. Esa habilidad es útil, sí, pero dentro de esta maldita puerta...

Me señaló, directamente, sus palabras cargadas de un peso que apenas podía sostener.

—Si algo sale mal, Cloe, tú puedes intentar tres veces, recuerda que esa es una habilidad del cubo, la cual te mencioné, Tres líneas de tiempo. Tres oportunidades para rehacerlo todo. Pero solo tres. Más allá de eso, no habrá retorno.

El eco de sus palabras quedó flotando en el aire mientras mirábamos la puerta. Algo oscuro nos aguardaba, y aunque no podíamos verlo, lo sentíamos. Algo más antiguo que el tiempo, Y allí estábamos, al borde del abismo, con la esperanza hecha añicos, listos para enfrentar un destino que no prometía redención.

Me giré hacia Douglas, y allí estaba él, temblando como una hoja al viento, sus ojos abiertos de par en par, cargados de un terror palpable. Tartamudeaba palabras como un hombre condenado:
—¿Mi destino? ¿Ese encapuchado viene del futuro? ¿Qué fue lo que hizo Cloe? ¿Debemos cruzar las puertas de los confines de la tierra... o quedarnos aquí?

Alison yacía debilitada, Brianda seguía atrapada en su estado de shock, y Douglas parecía al borde del colapso. El peso de su miedo y su desesperación era una losa sobre mis hombros, pero entonces recordé las palabras de Alison: ya era hora de dejar de ser blanda. Algo ardió dentro de mí, un fuego que no podía ignorar.

Di un paso adelante, con la voz cargada de furia y desafío, y grité:
—¡Levántense, maldita sea! ¡No hemos llegado tan lejos para caer aquí!

Mis palabras resonaron como un trueno en el aire frío.
—¿El destino? ¡El destino es lo que forjamos con nuestras manos y nuestras decisiones! ¡El estúpido pueblo nos necesita! ¡Somos el último escuadrón de exploración de la humanidad! ¿De verdad piensan que las generaciones que nos precedieron tenían lo que tenemos ahora? ¡Ellos no tenían capas, cubos o collares imbuidos con el poder del caos negro! ¡Nosotros sí! ¡Nosotros somos los remanentes del caos, los que desafían la oscuridad misma!

Mi mirada recorrió sus rostros, desafiándolos a encontrar en sí mismos esa chispa que aún quedaba.
—Tal vez no seamos Amada, pero no necesitamos serlo. ¡Nosotros somos diferentes! ¡Si completamos esta misión, nuestros nombres serán cantados en baladas y escritos en libros! ¿No lo entienden? ¡Seremos héroes inmortales!

Señalé la imponente puerta que se alzaba ante nosotros, un umbral entre lo conocido y lo inimaginable.
—Así que crucemos esa maldita puerta, con cada fibra de nuestra existencia, rugiendo contra la oscuridad. Este no es el momento de dudar. ¡Este es el momento de luchar, de alzar la cabeza y demostrarle al universo que no somos cenizas, sino fuego!

Tomé aire y añadí, con un brillo en los ojos:
—Y este es el plan...

Entraremos por la puerta, pero no será ahora. Primero, recuperaremos nuestras fuerzas. Sí, estamos débiles, pero no derrotados. Cuando estemos listos, lo intentaremos, y cuando lo hagamos, lo haremos con cautela. Todo lo que veamos ahí dentro, lo dejamos intacto. Nada debe ser tocado, nada debe ser alterado. Douglas, tú eres el único susceptible al hambre, así que escucha bien: guarda las pocas provisiones que tenemos y, pase lo que pase, no comas nada de lo que encuentres ahí dentro.

Alison, tú liderarás al frente. Eres nuestra guerrera, la hoja que corta el peligro. A todo lo que se cruce en nuestro camino y se convierta en amenaza, elimínalo sin piedad. Douglas, irás al centro. Eres el más vulnerable. Usa la capa, es indestructible hasta donde sabemos, y no te separes de mí. Tu tarea será vigilar el terreno a mi lado, y te lo pido con todo lo que nos queda: no mueras.

Brianda, tú serás nuestro escudo y salvación. Si ves que estamos frente a un peligro inminente, haznos intangibles. Usa tus habilidades para mantenernos vivos, para curarnos si caemos. Pero escucha bien: si lo peor sucede, si todo parece perdido, Alison restablecerá la línea del tiempo. Ella nos hará una seña, los dedos cruzados, y sabremos que el plan ha fallado. Entonces lo reestructuraremos, y lo intentaremos de nuevo.

Nuestra misión es clara: romper el cristal que Brianda vio. Tengo la certeza de que ese cristal guarda una de las páginas perdidas, una pieza clave en este caos. Alison, destruye ese cristal sin vacilar. Una vez lo tengamos, nuestra prioridad será encontrar la salida.

Recuerden esto: somos un equipo, y más que un equipo, somos la última esperanza de un pueblo que nos necesita. Cada paso que demos será decisivo. Avanzaremos juntos, con fuerza, con inteligencia y con la determinación de quienes no tienen nada más que perder, pero todo por lo que luchar. ¡El mundo espera nuestra victoria, y no le fallaremos!

Nos tomamos de las manos, un gesto frágil, pero lleno de significado, mientras nuestras miradas caían al suelo como si el peso de nuestras almas fuera demasiado para sostener. Fue Brianda quien rompió el silencio, su voz temblorosa, pero firme, cargada de una mezcla de esperanza y furia contenida:
—Tenemos que cruzar esa puerta. Creo que Amada logró atravesar los confines de la Tierra con éxito, y si ella pudo hacerlo, nosotros también. Ya estamos aquí... no hay vuelta atrás. Necesito encontrarla, mirarla a los ojos y preguntarle, ¿por qué mierda nos abandonó? Y más que nada... también quiero ver la luz con mis propios ojos.

Alison, con su mirada encendida por una ira que parecía devorarla desde dentro, añadió, su voz resonando como un juramento:
—El Armitael del futuro fue destruido, mi línea del tiempo borrada. Ya no tengo un hogar al que regresar. Desde este momento, ustedes serán mi nuevo hogar. Pero no puedo quedarme así. Debo destruir a ese encapuchado, cueste lo que cueste. Y debo encontrar a "Él". Algo tan poderoso como "Él"... sé que aparecerá más adelante, y tengo que estar lista para enfrentarlo. Y sí, yo también quiero encontrar la luz, aunque tenga que abrirme paso a través de las sombras.

Douglas dejó de temblar entonces. Por primera vez, levantó la cabeza, y esa sonrisa suya, la que siempre nos recordaba que aún quedaba algo por lo que luchar, apareció. Con una serenidad que parecía desafiar el horror que nos rodeaba, pronunció unas palabras que nunca, nunca saldrían de mi mente:
—... Debo tocar la oscuridad para así encontrar la luz, ya que el bien y el mal también son relativos, no somos ni buenos ni malos, solo somos producto de una naturaleza que a través del desorden también puede crear el orden en su caótica entropía.

Me quedé en silencio, con la mirada fija en Douglas, mientras él sonreía. Sus palabras resonaban en mi mente, cargadas de un significado que parecía escapar a mi comprensión. Era como si cada una de ellas llevara consigo un eco distante, algo profundo, insondable. Entonces recordé: el infinito, el destino que mencionó el encapuchado, y sobre todo, el hecho inquietante de que no había registros de Douglas en la línea del tiempo borrada. Una pregunta se formó en mi mente, tan pesada que apenas podía sostenerla: ¿Qué es exactamente Douglas?

Noté cómo Alison me observaba de reojo, como si compartiera la misma duda, aunque temiera darle forma con palabras. Brianda también me miraba, sus ojos reflejando una mezcla de inquietud y resignación. Algo en nuestro interior nos gritaba que Douglas no estaba aquí por casualidad, pero ninguno de nosotros se atrevía a aceptarlo. No todavía. Entonces vi su mochila, el símbolo del infinito bordado en ella, y recordé su promesa, aquella que ahora parecía un presagio.

Si tan solo hubiera sabido lo que estaba por venir, si tan solo hubiera entendido las señales... el curso de esta historia habría sido distinto. Pero ya era demasiado tarde. Lo que había sido dicho, hecho y sellado, ya no podía deshacerse.

Horas después, tras un descanso inquieto, nos levantamos. Nos miramos unos a otros, tomándonos de las manos en un acto de unidad que apenas disimulaba nuestras dudas. Finalmente, cruzamos la puerta.

Y lo que vimos al otro lado... cambió todo. O tal vez solo reveló lo que siempre había estado ahí, esperando, en las sombras.

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