Hace mucho tiempo... en un lugar lejano, había un niño llamado Joaquín: él era un niño ordinario tenía ocho años. Para él siempre ha sido tan normal caminar por el campo, sin embargo un día se alejó demasiado y exactamente no sabía como regresar, quería llorar en cambio contuvo las lágrimas y se prometió no hacerlo, sus pensamientos navegaban recordando el camino pero no surtió efecto. El día era bastante frío aunque brillaba el sol; los árboles se meneaban de un lado a otro por el aire que hacía y como Joaquín no tenía algo abrigador que lo cubriera, el viento frío unto su cuerpo, parecía que lo estaba envolviendo, solo le quedaba esperar que alguien pasará para pedir ayuda.
Se sienta debajo de un árbol cruzado de manos. Un par de horas transitan, como sorpresa su padre fue a buscarlo gritó con mucha fuerza su nombre.
¡Joaquín! ¡Joaquín!
Repentinamente pudo escuchar su voz, se paró y corrió con su padre quedando frente a él, sus ojos se cristalizan y entonces rompe en llanto, no pudo cumplir con su promesa porque le dió tanto gusto y alivio que viniera a buscarlo, se acerca su padre a cubrirlo con una chamarra, bufanda para entonces poder abrazarlo con cariño y acariciar cuidadosamente su espalda alejando todo temor que sentía cualquier rastro de frío se opaco; posteriormente fueron a un pequeño restaurante, Joaquín pidió su platillo favorito también su papá, comieron despacio conversaron amenamente sin prisas disfrutando el uno del otro, no obstante su padre continuamente lo veía como si quisiera regalarle unos últimos momentos, cuando terminaron se van juntos caminando hacia la casa.
El pequeño tiene una expresión alegre por estar con su padre, lo ve como si fuera su mayor ejemplo. Mientras llegan, Joaquín durante todo el camino sostiene la mano cálida de su padre, definitivamente ese día fue el más largo que pasó junto a su papá porque siempre estaba ocupado en el trabajo. Para Joaquín significó mucho ese tiempo que pasó con él, porque es todo lo que sueña un hijo. Regreso a casa sin tener que correr riesgos.
Meses después, ya nunca vió a su padre simplemente le quedó el buen recuerdo de ese día. Hasta ahora tuvo la suerte de no quedarse solo porque fue criado por sus abuelos paternos, ciertamente no le faltó amor y cariño, lo protegían y se esforzaban para que no le faltará nada en todo sentido y Joaquín percibía ese calor a familia.
Cuando creció Joaquín, se convirtió en un pastor muy hábil, ese ofició lo aprendió de sus abuelos incluso le inculcaron desde muy chico a siempre tener buenos valores y modales para que fuera un joven de bien. Lejos de sentirse como una carga para sus abuelos, se sentía una parte funcional del hogar, capaz de hacerse responsable de tareas y deberes como cualquier otra persona, no dejaba que todo el trabajo recayera en sus abuelos, era muy servicial y educado por eso lo apreciaban y respetaban muchas personas.
Esas cualidades que no son tan comunes en los jóvenes resaltaban la personalidad de Joaquín, llamando la atención de muchas jovenes a su alrededor, de hecho era un hombre valiente y atractivo, tan fuerte como un león. Entonces llegó el momento que se enamoró de una bella mujer llamada Primavera ¿qué fue lo que hizo que se enamorara de ella? No fue su extraordinaria belleza. Fue su gran corazón de ayudar a otros desinteresadamente, era una chica muy dulce, amistosa, tranquila y alegre por eso Joaquín la quería mucho, los dos estabam muy enamorados, Primavera lo amaba más que su propia vida, no podía pensar en alguien más que no fuera él.
Resulta ser que Primavera y Joaquín se veían en secreto porque su padre quería que se casara con un hombre que tuviera una buena posición social, y sí se enteraba que andaba de novia de ¡tan solo un humilde pastor! Los arrojaría ambos al foso de los leones, por eso ellos planeaban huir a una tierra lejana donde ambos trabajarían para construir una nueva vida.
En el fondo Joaquín sabía que tenía que trabajar mucho más, deseaba ser doctor seguramente todo sería más fácil.
Una noche, decidieron huir, porque el padre de Primavera los descubrió y mando a su gente para que los atrapará; los ruidos de la persecución no cesaban, la joven pareja no dejaba de correr su corazón latía con fuerza parecía que se les salía. En cada parada tomaban brevemente bocanadas de aire de oxígeno para llenar sus pulmones y seguir, por fin lograron esconderse en una cueva, pasaron horas y Joaquín tiene en mente algo, trata de no darle tantas vueltas al asunto. Agarra algo no muy pesado parecido a un jarrón para darle un ejemplo.
—¿Sabes qué es esto? —le pregunta a Primavera.
—Si una jarrita —responde, como diciendo es lo más lógico.
—No. Es sólo una jarrita. Hace mucho tiempo las mujeres solían juntar sus lágrimas en este tipo de jarrones cuando estaban lejos de sus amados, y creían que entre más juntaran, el hombre las amaría más.
—Me quieres decir con esto, que no ire contigo y me quedaré llorando por tu ausencia guardando mis lágrimas es esa vasija hasta que regreses —se sentía totalmente confundida.
—En parte. Más aún lo que quiero decir es que guardes el jarrón porque significará mucho para mí, la realidad es que me alejaré de tí, yo se que estás acostumbrada a una vida de comodidades y no quiero que sufras, dudó mucho que tú padre este de acuerdo que nos casemos y por esa razón no seríamos felices. Sabes me encantaría que si tomamos la decisión de casarnos, se emocionen con nosotros y nos apoyen, como la familia lo hace. Ahora si después de que venga, todavía se opone tú padre mi decisión seguirá siendo la misma. Quizás tarde en llegar, sin embargo regresaré y me enfrentare a tu padre como un hombre estudiado, voy a cambiar nuestro futuro y nadie se interpondrá —se lo promete con el corazón. Una vez más, su amor toca su corazón. Tal vez sea porque creía que no existiera un hombre que la pudiera amar de esa manera.
—Voy a confiar en tí, en qué regresaras aunque no es necesario, porque yo te acepto tal y como eres, pero si tú insistes no puedo detenerte. Dame esa vasija, mis lágrimas las guardaré hasta que regreses —dice con voz entrecortada. No puede evitar sentirse muy triste.
—Toma cariño. —Se lo da en las manos.
A Primavera le descienden por el rostro algunas lágrimas de inmediato se las limpia, se hace la fuerte delante de su amado.
—Mi hermosa Primavera, sé que cuando regreses a casa tu padre te va a preguntar por mí, dile que regresaré por tí para casarnos. Y aunque el sea malo contigo tú sigue siendo buena, feliz, amable y te aseguro que el cambiará —lo dice muy confiado.
—Asi lo haré —se lo promete.
—Antes de irme quiero ponerte esté anillo de plata, esto va hacer el símbolo de mi amor por tí y de nuestro compromiso —agarra su delicada mano, mientras se lo pone, la mira con profundo cariño y ternura es como si acariciara el rostro de Primavera—. Todo va estar bien, cuídate, te amo desde el fondo de mi corazón.
La honestidad de sus palabras fue suficiente para saber Primavera, que pase lo que pase todo estará bien; los dos tienen una montaña rusa de emociones, él le da un besito dulce en la mejilla, le duele mucho dejarla pero verla calmada le ayuda a no perder el control, se aleja como un metro de distancia y se despide con un ligero movimiento de muñeca, da la media vuelta y se va perdiendo hasta perderse en el camino. Su amada tiene que esperar con paciencia.
Joaquín empieza a caminar por el sendero con lágrimas callendo por sus mejillas, como hace mucho calor esas gotas que fluían en él desaparecieron. Tanto caminó y la sed era cada vez mayor, él sabía que de no beber agua moriría tenía que resistir, de pronto dirigió su atención hacia otro lado donde ve a un caballo solitario y decide subirse, Joaquín recuerda de un lugar donde iba de niño, cabalgó por un tiempo adentrándose al lugar; llega a la granja y se baja Joaquín sin tantas fuerzas, su cuerpo se debilita y no ve claro, solo mira imágenes confusas pronto su iris se desvanece y cae entre algunos arbustos muy verdes, naturalmente no sabe lo que pasó después. Las personas de inmediato lo auxilian, tratan de reanimarlo.
A la hora de despertar observa por todos lados.
—¿Dónde estoy? —pregunta aturdido.
—En la granja Postal verde —responde un señor alto de pelo negro y bigote grueso que enfatiza sus emociones.
—Es verdad... —recobra el conocimiento—, gracias por ayudarme.
Por otro lado. Primavera regresó a su casa lamentándose con mucho dolor, se sentía incompleta, al verla así su padre se enfadado y la encerró en su habitación diciendo que lo olvidara porque había muchos peces en el mar; por varios días estuvo en su cuarto recibiendo su comida, mientras tanto el anillo que le dió Joaquín lo guardo como su gran tesoro. Cada lágrima que se le escapaba estaba compuesta por pedazos de recuerdos, cierra los ojos para que así logre tener la imagen de él. Era una de las grandes ventajas para sentirse cerca de Joaquín.
Como Primavera ya estaba libre de castigo, podía salir. Al encontrarse con su papá le expresaba que Joaquín algún día iba a venir para casarse con ella, el padre le contestaba que no tuviera falsas esperanzas.
Sucedió que al paso de los años Primavera poco a poco comenzó a derretir el frío corazón de su padre por uno cálido, solamente así reinó un buen ambiente, la luz de las mañanas eran radiantes y frescas tenían un brillo muy especial. Para Primavera fue como si al fin, se hubiera podido liberar de una preocupación que le oprimía el pecho.
Joaquín trabajo muy duro sabe perfectamente lo que quiere para ser doctor, no solo quería tener éxito, sino aspiraba que ese conocimiento sirviera para ayudar a los demás.
Cuatro años después, se recuentra con su amada Primavera; los chicos se miran fijamente y saludan similarmente, su corazón revolotea de felicidad, sienten esa fuerte sensación de estar de nuevo juntos, todavía la llama del amor sigue viva y de nuevo volvieron a sonreír iluminando sus caras.
—Lamento no volver pronto —le explica la razón con un poco de nostalgia.
—Entiendo —da un sonoro suspiro como diciendo que lo ha extrañado—. Agradezco que un hombre maravilloso como tú me haga acelerar mi corazón, aunque es verdad hubo momentos en que me deprimí y lloré incluso cada lágrima está en la vasija de hecho la llene, el pensar en tí y en tu promesa hizo que te esperara —responde sinceramente, y lo mira con los ojos cargados de amor.
—Te agradezco que esperaras —la sinceridad de su mirada y el cariño que nunca desaparece se hace presente—. Cada lágrima que está en esa vasija te recompensaré, con un beso cada día. Sabes yo también pasé por momentos en los que ya quería regresar para verte, pese a eso el tenerte presente en mi mente hizo que aguantará aún más, y aquí estoy convertido en un buen doctor —la abraza y le da un pequeño pero significativo beso.
Ahora bien; Joaquín con valentía y respeto sabe que es el momento adecuado para presentarse ante el padre de Primavera, con voz tranquila le dijo que ya no era un pastor, sino ahora un doctor y que estaba decidido a casarse con su hija porque la amaba mucho... mucho... con esas palabras describió lo que tenía en el corazón. El padre se sorprendió, pensó que no volvería y comprendio que Joaquín era una persona responsable y que de verdad amaba a su hija es por eso que le dijo:
—Algunos creen que la vida es un juego, donde todos podemos prometer cualquier cosa, en cambio tu has demostrado ser una gran persona que cumplió lo que le prometiste a mi hija y he aprendido una gran lección. No porque los que parecen menos actos resultan ser los más capaces, así que tienes el permiso de casarte con mi hija. —Tiene demasiadas esperanzas puestas en Joaquín.
A pesar de todas las dificultades Joaquín nunca se rindió, finalmente se casaron y vivieron muy felices por siempre, bueno... si hubo pequeños conflictos nada que no se pudiera corregir.
Así que cuento contado en este momento ha terminado...
Esperamos que les hayan gustado estos diez cuentos 🙂😊🌻
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