El cofre prohibido

¿Están sentados cómodamente? Si es así comenzaré.

Se dice que la obediencia es una cualidad que muchos elogian pero pocos poseen, a continuación les contaré este cuento....

Hace mucho tiempo, en un lugar llamado luz del sol se ubicaba un castillo donde vivía la familia real compuesta por el rey Darío quien era alto, ancho de hombros con ojos azules chispeantes, también estaba la reina Charlotte quién era hermosa de apariencia con gran carisma, y su hija llamada Annie de 13 años quien se parece más a la mamá con un cabello castaño, fino y liso. Lo que más sobresalía de la pequeña es que era muy simpática con todos; un día al querer salir el rey y la reina con su hija de viaje el consejero Morgan quien era muy delgado como un fideo les dice.

—¡Oh rey y reina! Lamento informarles que no pueden salir porque se ha rumorado que la reina Charlotte cometió un delito.

El rey manda que se la lleven lejos, mientras él arregla el asunto, sin embargo antes de irse la reina Charlotte le susurra en el oído a su hija que la acompañe a su habitación juntas van de la mano caminando.

Entran al cuarto, su mamá le da cinco cofres pequeños su hija.

—En el primer cofre encontrarás amor, en el segundo encontrarás paciencia, en el tercero valentía, en el cuarto humildad no obstante en el quinto cofre ¡te prohíbo que lo abras!

—¿Por qué no lo puedo abrir? —cuestiona Annie con curiosidad.

—Solo has lo que te digo -—ordena con voz firme la mamá.

Se despide dándole besos en sus mejillas y un fuerte abrazo con amor, se separa de su hija y se da la vuelta alejándose con lágrimas en los ojos. Annie no quiere aceptar de que se vaya por eso va detrás de ella gritando.

—¡Detente mami! ¡No me dejes!

Charlotte ni siquiera trata de voltear, escucharla se le parte el corazón por eso a paso firme se va alejando con el consejero y Annie junto a su papá se quedan mirando su partida hasta que desaparecen del camino, se dibuja en sus rostros y corazón una infinita tristeza.

  Cierto día Annie empezó a extrañar el amor de su mamá enseguida va a su habitación y abre el cofre del Amor, de inmediato siente como fluye esa cualidad y hace que sienta el amor de su mamá esto parece calmarla, también recuerda los buenos momentos que pasó junto a ella y sonríe llena de alegría.

Transcurre un mes. Annie se volvió muy presumida por todo lo que tenía quería llamar la atención de la servidumbre, también se jactaba por ser la princesa, ante eso su papá se dió cuenta y le dijo:

—Hija te he escuchado que alardeas de lo que tienes, tú madre ní yo te educamos así, quiero que seas la misma de antes —expresa cruzándose de brazos por debajo del pecho porque está molesto con su hija por como se comporta.

—Si... Papi lo haré —responde bajando la mirada, se siente regañada. De está manera razonó que tenía que cambiar.

Se va el rey y abre Annie el cofre de la humildad enseguida fluye esa cualidad, y le pide disculpas a la servidumbre.

Un domingo en la mañana, cuando caminaba por el castillo escucho voces que provenía de la cocina, fue haber de que se trataba, llegó a la puerta y como estaba entre abierta la cocina grande y luminosa no se veía nada, las luces estaban tenues, se escuchaban voces y mejor retrocede un poco a la orilla de la puerta para escuchar atentamente, pudo darse cuenta que son la voces del consejero Morgan y del cocinero.

—Nunca regresará la reina Charlotte por órdenes del  hermano del rey, porque ha planeado desde hace mucho  quitarle el trono y lo va conseguir porque es quien empezó a esparcir el rumor y ahora que no está la reina quiere manipular a su hermano el rey. Eso me va a beneficiar porque soy la mano derecha del señor y me prometió un puesto superior ¿cómo ves? —dice el consejero Morgan.

—Suena descabellado lo que hizo siendo de su propia familia aunque no me debe importar, cambiando de tema ¿creés que me dé un puesto más alto si le doy mi apoyo? —pregunta el cocinero.

—Claro que sí... Únicamente no cuentes nada de lo que te dije —susurra advirtiéndole.

—No lo haré tendré mi boca cerrada bajo llave.

El corazón le latía rápido a Annie por lo que escuchó, pronto se va a su habitación y abre la caja de la valentía quiere enfrentarlos cara a cara, a partir de ese momento empieza a fluir en ella la valentía, luego luego se dirige hacia donde está el consejero.

—Escuche hace un rato todo lo que le decías al cocinero bajito que tiene la cara redonda enmarcada con cabellos rizados —alza la voz con los ojos muy abiertos.

—¿Y dime qué escuchaste? —enfatiza agarrando su barbilla.

—Dijiste que mi tío quiere quedarse en el lugar de mi padre, de hecho él es quien ha propagado el rumor y tú lo has ayudado porque eres su cómplice, mejor dicelo a mi padre, sino lo haces se lo diré yo —espreso muy decidida.

—¿Creés que te va a creer? —cuestiona muy tajante.

—Claro.

Corre al cuarto de su papá y le expresa lo que oyó, más aún él no le cree. Annie se sale decepcionada y como el  consejero está un lado hace gestos de burla, Annie tuerce la boca en un gesto de enojo, no dice más y mejor se marcha dirigiéndose a su habitación, por ese motivo abre el cofre de la paciencia, esta cualidad empieza a fluir en ella.

—Tarde que temprano se sabrá la verdad, de eso estoy segura —menciona sin reservar sus pensamientos.

Annie cuando va a la cocina pregunta por el cocinero pelirrojo y todos los empleados en coro dijeron que renunció, Annie sabe que lo hizo para no ser involucrado en el plan del hermano del rey.

Pasan un par de años. El rey no arregló el asunto de su esposa, resulta ser que por la influencia de su hermano, lo convencio que su esposa la reina era culpable de los delitos que se le imputan y no la quería ver más. Annie se entristeció al saber de la decisión de su padre por eso se porta con él muy sería y fría por la actitud de creerle más a su hermano que a su propia esposa, Annie quiere que vea la realidad pero no sabe cómo hacerlo; cabe señalar que a Annie le han servido mucho los cofres para poder aguantar las adversidades a las que se enfrenta ¡son una gran ayuda que su mamá le regaló!

Annie ¡la extraña demasiado! No obstante algo en su mente le susurraba que abriera el quinto cofre, cree que ahí habrá otra cualidad más, decide abrir el cofre, observa que hay una hoja doblada, la toma y la empieza a leer en voz alta.

Si estás leyendo esto, es porque desobedeciste, por tal motivo fluirá en tí la maldad, solo podrás desacerte de la mala cualidad encontrando a tú mamá.

—¡Por qué! No le hice caso a mi mamá —exclama en voz alta.

Arruga la hoja con la mano derecha y la arroja al piso.

Quería Annie abrir los demás cofres para desacerse de esa cualidad pero están celladas para no abrirse más, Annie se lamenta por no obedecer, de pronto empieza a desplegar la maldad y a quien se tope de frente lo trata muy mal como una jovencita muy malcriada, inclusive no se salvó su padre de portarse así, es inevitable contenerse. Como está muy enojada se dirige con el consejero Morgan.

—¡Dime dónde está mi mamá! —ordena muy furiosa, se le podía ver las chispas volando en su frente.

—No, te lo diré —responde con aires de superioridad.

—Fijate lo que voy hacer ¡papá auxilio! Me está golpeando ¡ayuda!

—¡Eres una mentirosa! —gruñe en voz alta.

—Si... tú eres el maestro de la mentira, le haz mentido a mi padre sobre que mi madre ha cometido delitos ¡que no hizo! Este es mi momento y no lo voy a desaprovechar.

—¡No te creerán! —se burla muy triunfante.

—Veme cómo actuó, ¡ayuda! —comienza a pegarse con sus manos el rostro.

Se escuchan pasos que vienen a su encuentro por lo cual Annie cae al piso.

—¡Qué ha pasado! ¡hija que te hizo!

—Me golpeó él —lo señala con el dedo índice al consejero Morgan su rostro luce enrojecido.

—No es verdad —responde tartamudeando, no sabe qué hacer se desespera caminando de un lado a otro.

Por orden del rey vienen los guardias y se lo llevan al calabozo, Annie sin ser vista por su padre ríe discretamente, el consejero al verla se retuerse de coraje.

En la noche Annie va al calabozo y afuera le pregunta en voz alta.

—¿¡Me vas a decir dónde está mi mamá!? —se cruza de brazos al hablar esperando una respuesta.

—No puedo porque me mataría el hermano del rey —se rehusa a decir más.

—Él no se va a enterar de que me dijiste, sino me dices ¡morirás aquí en este oscuro lugar! ¡no comerás ni beberás agua! Y tú triste final será que seas comido por los gusanos, ¡piénsalo muy bien!

—No digas eso —sintió miedo por lo que dijo.

—Dime ¿por qué obedeciste a mi tío? Ni tío le debería de llamar, sé le debería llamar serpiente venenosa.

—Lo hice... Por querer tener una posición y porque me daría mucho dinero —indica. La avaricia por tener más lo llevo a esa situación.

—No creas todo lo que te dijo, porque así como ha traicionado a su propio hermano actuando atrás de sus espaldas y quedarse con la posición de ser rey, ¡él te puede traicionar! Porque no te ha venido a ver, y aunque  sabe que estás aquí —enfatiza para luego decir—. Ya te dí bastante tiempo para pensar ¿qué vas a decidir?

—Te diré dónde está tú mamá, sin embargo quiero que me prometas que saldré de este horrible lugar.

—Te lo prometo, yo nunca rompo mis promesas.

—Bien... ella está en el valle de la vida, tendrás que caminar por un lago azul no es muy profundo y a unos cuantos metros está una pequeña choza ahí está tú mamá.

—Confio en lo que me dices. —Se retira.

  Al otro día. Annie está decidida y va a buscar a su madre, se sube en su caballo y a todo galope llega al lugar indicado; observa que es una grande zona y por donde mira no ve la dichosa choza, sigue caminando y no hay resultados.

Se hace de noche, las estrellas adornan el cielo oscuro, decide descansar en un tronco y se recarga para poder dormir; amanece a un nuevo día, sigue caminando aún con sueño con los ojos entrecerrados para luego agitar su cara y estar bien despierta. Durante horas camina, logra detenerse y mirar hacia la brillante luz del sol tal parece que ve la choza, se acerca de apoco y su desilusión fue que solo era un reflejo. Se quedó observando el enorme valle cubierto de hierba y miles de diminutas flores que flotan y más aún el día está despejado con un hermoso cielo azul parece una linda acuarela, quito de su vista ese hermoso paisaje y empieza a enojarse logrando que sus mejillas se quemen del coraje por no ver la choza, piensa que la engañó el consejero Morgan, camina a paso firme y se dirige a un puente, ahí empieza a llorar inconsolable dándose por vencida, ella sabe que se quedará con la maldad para siempre, de un momento a otro de la nada sale una señora, se le acerca para preguntarle.

—¿Qué tienes linda jovencita?

—¡Váyase! ¡déjeme en paz! —exclama, sin voltear a verla.

—Quiero ayudarte —habla cada palabra muy dulce.

—¡Nadie puede ayudarme, váyase! —su vibrante voz hizo eco en el lugar que hasta espanto a varios animalitos que andaban por ahí.

La señora se dirige al lago,  y Annie sin querer voltea pudo observar de lejos que es la forma de caminar de su madre, corre tras ella gritando.

—¡Espere! ¡espere!

Se detiene la señora, al girarse las dos se miran fijamente, Annie se da cuenta que es su mamá la reina Charlotte, en instante se acerca abrazarla.

—Hija te he extrañado muchisimo —comenta. Se separa un poco de su hija para que la vea mejor y acaricia su hermoso pelo con cariño.

—Por poco te dejo ir mamá, no te reconocí por tu voz ¿qué te paso? —cuestiona mirandola fijamente acariciando su rostro con ternura.

—En estos días me enferme de la garganta pronto recuperaré mi dulce voz, no te preocupes.

—No sabes mamá cuanto me alegra verte mami. —Ceden a las lágrimas.

—Quiero que me perdones mamá —baja su cabeza en modo de vergüenza.

—¿Y por qué te tengo que perdonar?

—Porque abrí el cofre prohibido y tengo la maldad por eso a todos he tratado muy mal —explica la razón.

—¿Te das cuenta de las consecuencias de la desobediencia? —su rostro refleja seriedad como para hacerla recapacitar.

—¡¡Si!! Y me arrepiento abrirla pero ¿por qué me la diste? Me hubieras dado exclusivamente cuatro cofres.

—Lo hice porque quería probar tu obediencia, y me dí cuenta que más ganó tu curiosidad, por tal motivo rompiste mi corazón, ahora sé que con esto haz aprendido la lección.

—Y he aprendido a la mala —empieza a llorar con tristeza.

Como Annie encontró a su mamá, la maldad había desaparecido y juntas regresaron al castillo.

El rey Darío quedó sorprendido al verla, todo se aclaró y el hermano del rey fue mandado al calabozo. Por otro lado el consejero fue liberado aunque por sus mentiras y encubrimiento fue castigado varios años con trabajo comunitario, y la familia real empezó una nueva vida lejos de la maldad.

Así que cuento contado en este momento ha terminado...

Comenten:

¿Qué les ha parecido el cuento?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top