「ღ」Capítulo 13.
Las puertas del autobús se abrieron, respiré pausadamente, y antes de que siquiera tuviera tiempo de arrepentirme y bajarme, sentí la gentil mano de Caro empujarme levemente hacia el frente. Una vez estuve dentro el conductor cerró las puertas, volteé a observarla y ella tenía los dos pulgares alzados en el aire mientras sonreía. Le devolví el gesto, no sé qué sería de mí ahora sin ella.
Luego de pagar recorrí los asientos, sentí la mirada de algunos chicos que estaban en las primeras filas, pero decidí no tomarle importancia mientras buscaba un lugar al fondo del autobús.
—Bien, aquí vamos —susurré nerviosa mientras introducía la mano dentro de la pequeña mochila que tenía para sacar el maquillaje que Caro me había regalado.
Debo admitir que esta era una de las cosas más difíciles que había hecho, por poco y casi me arranco el ojo con el rizador de pestañas luego de que el bus frenara en la siguiente parada.
Una vez que terminé guardé todo cuidadosamente, me coloqué los auriculares para lograr distraer un poco mi mente, pero fue imposible hacerlo. Mis manos estaban sudando a medida que el pequeño bus avanzaba en el mapa de mi celular, acortando la distancia que me separaba de Ivan.
Cerré los ojos y me dejé llevar por la música, esto logró calmar los golpeteos desenfrenados de mi corazón, pero el tiempo pasó demasiado rápido, ya que cuando me di cuenta, faltaban tan solo dos paradas para que tuviera que bajar.
Ivan: Ey, ricitos ¿Cómo vas?
Sky: Estoy cerca 😋
Sky ha compartido su ubicación.
¿Te espero en la entrada?
Ivan: Sí, estoy guardando unas cosas en mi mochila, espérame a la altura de la estatua en forma de piano, ya salgo a buscarte 🥰
Al bajar me dirigí hacia donde él me indicó. Nunca había tenido la oportunidad de venir a esta zona de la ciudad, y solo había visto la preciosa universidad en Google maps, pero a medida que me iba acercando al plantel no pude evitar sorprenderme. En definitiva, las fotos no le hacían justicia a ese hermoso edificio.
Freedom University era una de las más prestigiosas del país, tenía tres tipos de especializaciones: Música clásica, contemporánea y dirección musical. La malla curricular variaba para cada una de estas, y en las dos primeras, tenías acceso a una especialización extra en algún instrumento de tu preferencia. Como era de esperarse debido a la calidad de enseñanza y el enorme prestigio que tenían, los exámenes eran muy complicados y había pocos cupos de ingreso en todas las sedes del país.
Cuando llegué a la estatua tomé asiento. Los tenues rayos de sol de esa tarde impactaban ligeramente sobre mi rostro, la atmósfera estaba teñida de una tonalidad cálida y dorada. Cerré los ojos y la brisa comenzó a acariciar mi rostro, inmediatamente el suave murmullo de conversaciones, risas, y el lejano tintineo de los instrumentos siendo afinados llegó a mí.
En definitiva, este lugar era un sueño muy hermoso, pero desgraciadamente nunca podría formar parte de esta realidad.
—Hola —dijeron justo a mi lado, abrí los ojos al reconocer su voz, pero antes de que pudiera saludarlo él implantó un beso en mi mejilla que provocó que mi corazón volviera a latir con fuerza—. Perdón, me encontré con un compañero y tuve que dejarle mi parte del trabajo.
—D... descuida —respondí de inmediato, él volvió a sonreírme mientras se ponía de pie.
—Te ves muy linda —añade, y esto solo aumenta aún más mi vergüenza— ¿Vamos? —pregunta y yo asiento.
Ivan me comenzó a contar cómo era la vida de un estudiante de Freedom. Su mirada se iluminaba en cuanto me narraba cada pequeño detalle de lo que pasaba dentro de los salones, y no podía evitar sentirme feliz por él. Amaba verlo de esa manera.
—Bienvenida —diciendo esto abre las puertas de un pequeño edificio.
El lugar era amplio, pero por donde veías habían pequeñas puertas que correspondían cada una a un salón. En cuanto ambos pasamos y la puerta se cerró, todo el ruido proveniente del exterior fue cortado de golpe, observé a Ivan y este me sonrió.
—Este edificio es completamente insonoro —explica mientras me guía al salón que teníamos designado—. Cada salón tiene su propia llave y esta únicamente se le entrega a la persona cuando separa un lugar, así que nadie podrá escuchar cuando estemos dentro.
Entré con pasos nerviosos pero emocionados, Ivan me sonreía apoyado en el marco mientras aguardaba que estuviera dentro para poder cerrar la puerta. Lo primero que allí fue prácticamente correr hasta las guitarras, dejando un poco de lado el hermoso piano de cola que había al centro, él rió a mis espaldas al ver como no me decidía por cual sujetar, pero finalmente terminé eligiendo una Fender que juraba que me estaba llamando insistentemente.
—Dios, jamás pensé que tendría una Fender entre mis dedos —luego de tomarla me senté en el banquillo del piano y comencé a rasgar algunos acordes. Mi cuerpo vibró con cada nota que tocaba, Iván no tardó en tomar asiento a mi lado.
—¿Cuándo aprendiste a tocar? —me pregunta y yo sonrío.
—Es una pregunta un tanto compleja —río—. Oficialmente mi papá me comenzó a dar clases cuando tenía cuatro años, pero siempre bromean en mi casa con que antes de caminar toqué primero una guitarra.
—¿Fue músico? —me pregunta, yo asentí con orgullo.
—Sí, aunque no llegó a ser una estrella, se retiró antes de que despegara por completo.
—Ya veo —contesta mientras siento que me observaba.
—L... lo siento, no quise entrar de esa forma —añadí luego de darme cuenta de que prácticamente me había abalanzado sobre las guitarras—, es solo que... bueno, las vi y no pude...
—Sh, sh —Ivan acababa de colocar uno de sus dedos sobre mis labios y no pude evitar sonrojarme—. Oye, no tienes por qué pedirme disculpas, te entiendo perfectamente. De hecho, la primera vez que vine por poco y pierdo una de mis clases, no quería moverme sin probar todos los instrumentos.
Ambos comenzamos a reírnos pero luego nos quedamos observándonos, mis mejillas seguían rojas e Ivan se veía más serio que nunca. Había comenzado a ponerme nerviosa, pero antes de que él pudiera hacer cualquier movimiento, la molesta voz de Eliot vino a mi mente y provocó que rompiera el contacto.
Maldita sea Eliot, eres irritante incluso sin verte.
—¿Practicamos? —pregunto nerviosa mientras giro el cuerpo hacia el piano.
—Desde luego —contesta él, aunque logré percibir cierto nerviosismo por su parte—. Ahora, como te dije, no soy un maestro, pero quiero ayudarte a romper ese pánico que tienes. Entonces, Sky, lo primero que haremos será practicar las escalas, ¿lista?
—Yo... creo que sí.
—Genial, entonces empecemos.
Ivan comenzó a tocar suavemente las teclas del piano, yo por mi parte cerré los ojos y traté de concentrarme, pero al abrir la boca no salió nada. Estaba comenzando a asfixiarme producto del nerviosismo, y si esto continuaba así, iba a tener un ataque enfrente de él.
—Ey, tranquila, solo estamos los dos aquí —diciendo esto tomó mis manos y entrelazó nuestros dedos—. Ven, lo haremos juntos.
Él comenzó a tocar, mis dedos acariciaban las teclas y poco a poco la sensación de paz y tranquilidad que él me estaba proporcionando había comenzado a relajarme.
—¿Lista? —pregunta, yo asiento nerviosa— Ahora hagámoslo juntos, vamos Sky.
El comenzó a entonar las notas y yo lo seguí, poco a poco me fui relajando hasta el punto en el que él guardó silencio y me dejó continuar. Me estaba divirtiendo mucho, era la primera vez que alguien ajeno a mi familia, o a Caro, me escuchaba y me sentía demasiado tranquila y en paz conmigo misma.
Al terminar las escalas él me observó orgulloso, una de sus manos fue directo a mi rostro y con el pulgar acarició mi mejilla.
—Eres estupenda —me dice, y yo observó al suelo avergonzada.
—G... gracias —respondo mientras siento mis manos temblar.
Ivan me observaba atento, yo no sabía qué hacer, pero al verlo acercarse el sentimiento de culpa me envolvió. Él sentía de alguna manera atracción por Sky, no por Zoey la ñoña, la que no era divertida...
—Espera... —lo corto, él se reincorpora y me observa visiblemente confundido.
—Lo siento... pensé que tú... —dijo nervioso, yo negué mientras sujetaba una de sus manos—. Creo que me precipité demasiado, es que Sky, me encantas —confiesa y siento deseos de llorar.
—No es eso, si te soy franca tú... tú me gustas mucho—le digo y él sigue sin entender qué es lo que está pasando.
—Oye no me asustes, ¿no me dirás que estás siendo buscada por el FBI, no? —bromea mientras sonríe.
—No no —rio sin quererlo y él sonríe victorioso—. Mira... te he mentido —él me observa y yo cierro los ojos para darme valor—. No soy Sky, la interesante, la divertida, la que tiene muchos amigos y hace miles de cosas en sus tiempos libres.
—¿Entonces quién eres? —me pregunta con calma sin despegarme la vista de encima.
—Me llamo Zoey Walker, estoy cursando el último año de la secundaría. No sé qué quiero hacer en mi vida y no sé qué me deparará el futuro.
Sé que lo que hice estuvo mal, muy mal, pero... tuve miedo. Me gustabas mucho. Tenía mucho miedo de que me encontraras poco interesante... y no quisieras seguir hablando conmigo. Sé que es muy aniñado lo que hice, pero fue la única forma que encontré de poder armarme de valor para acercarme a ti.
No soy extrovertida, temo hablar con los demás. Incluso ahora estoy luchando por no salir corriendo, pero quería decirte esto porque... no consideraba justo esconderte cosas.
Quiero que me veas y gustarte por quien soy, no por lo que pretendo ser.
Ivan se quedó callado durante algunos segundos y sentí como mi corazón caía al suelo, pero lo siguiente que sentí fueron sus brazos rodeándome mientras depositaba un beso sobre mi cabeza.
—Gracias por confiar en mí, Zoey —responde mientras se separa para que pudiera observarlo—. Independientemente de lo que hiciste que si, estuvo mal —me reprende y yo agacho la cabeza—, la persona con la que he hablado todos los días durante este tiempo es la que hoy acaba de abrirse conmigo. Digamos que Sky solo fue un vínculo que logró unirnos más, pero a quien quiero realmente es a ti, a Zoey, y nadie podrá cambiar eso.
—¿Lo... lo dices enserio? —cuestiono, él asiente— ¿En verdad estarás bien con alguien como...?
—Ey —me corta de golpe con un dedo sobre mis labios—. Es decir, sí, es un poco impactante todo esto, pero eres la misma chica con la que hablo todos los días: La tierna, la divertida, la que tiene miles de ocurrencias y siempre me alivia cuando más lo necesito.
Desde que nos conocimos mi vida ha sido como una canción que finalmente encontró su melodía, y es por eso que quiero que contestes con sinceridad, Zoey. Eres la segunda persona que mejor me conoce, y sabes como es mi vida hoy ¿En verdad estarás bien con alguien como yo?
—Lo estoy —le digo convencida, él sonríe mientras acaricia mi rostro—. Hay otra cosa que me gustaría decir...
—Mientras seas un ser humano estaremos bien.
Al alejarme me retiré ligeramente la peluca, él comenzó a reír mientras se tapaba el rostro para que no lo viera, yo también comencé a reírme por lo irreal de la situación en esos momentos.
—Yo soy Hannah Montana —suelto de pronto e Iván volvió a estallar en carcajadas.
—Por eso me gustas tanto.
Él volvió a abrazarme pero luego ambos nos volvimos a observar. Él dejó escapar una sonrisa nerviosa mientras desviaba la mirada, yo por mi parte sentía como mi corazón comenzaba a latir más rápido. Él inclinó la cabeza, captando mi nerviosismo, y con un gesto suave posó su mano sobre mi mejilla.
Sus dedos finalmente terminaron deslizándose hacia mi mentón, elevándolo suavemente para encontrarse en un beso. Este fue lento, como una melodía que se despliega con delicadeza. Yo era inexperta, nunca antes había besado a alguien, pero Ivan se encargó de guiarme con calma, con cariño y con mucha paciencia.
El mundo parecía haberse desvanecido a mi alrededor, dejando solo el espacio para el calor de nuestros labios unidos y el latido compartido de nuestros corazones.
Cuando finalmente nos separamos, nuestros ojos se encontraron de nuevo, ahora llenos de un entendimiento mutuo y una conexión que trascendía las palabras.
—Te quiero, ricitos —dijo, mientras depositaba un beso en la punta de mi nariz.
—Te quiero, Ivan.
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