「ღ」Capítulo 12.

Observaba como la manecilla del reloj pasaba lentamente y cada que mi celular me anunciaba una nueva notificación, no podía evitar brincar encima de mi cama.

Apenas había dormido tres horas ese día y mi poca cordura estaba al límite.

Había evitado tomar el celular, pero aún desde la barra de notificaciones, me había dado cuenta de que Ivan ni siquiera había respondido el audio que le envié.

Trataba de mentalizarme diciéndome a mí misma que estaba bien, que era mejor de esa forma, pero una parte dentro de mí estaba devastada, ¿tan mal lo había hecho?, ¿tanto como para que ni siquiera valiera la pena darme aunque sea una pequeña respuesta?

Me estaba ahogando sola en un vaso con agua, eso lo sabía perfectamente, pero ese ente oscuro que constantemente habitaba dentro de mi cabeza no dejaba de decirme que era un fracaso.


—Zoey, tierra llamando a Zoey —escuchó que dice mi madre desde la entrada, yo estaba tirada boca arriba sobre mi cama abrazando uno de mis peluches de panda.

—Lo siento, ¿me llamaste?

—Unas veinte veces —contesta ella con calma mientras reposa su cuerpo en el marco— ¿Te pasa algo, mi cielo?

—No, no... solo... pensaba en cosas.

—¿Y quieres hablar de eso? —añade mientras veo que se irgue.

No sé mamá. ¿Cómo explicarte que le di a un cantante super famoso mi número?, O que tal vez he inventado a una tipa que ni existe. O cómo contarte que me atreví a enviarle una nota de voz, sí, yo, me atreví a grabarme y él ni siquiera respondió.

—No tiene importancia —termino diciendo finalmente mientras tomo asiento sobre la cama.

—Eliot acaba de llegar con el camión de mudanzas, ¿bajas?

Mi madre sabía que algo me estaba pasando, su sentido arácnido de madre estaba más activo que nunca, pero ella al igual que siempre, buscaba la forma menos invasiva de descubrir qué era lo que tenía, pero claro, aunque deseara compartirle que es lo que estaba pasando conmigo en ese preciso momento, era tan irreal que posiblemente pensara que lo estaba imaginando.

Comencé a bajar detrás de ella, atravesamos la cocina, dejé el celular en la encimera y luego continué mi camino en dirección a la puerta

—Eliot, querido, bienvenido —dice mientras se acerca, Eliot le sonríe inexpresivo como la última vez que lo vi, mi padre se acercó a darle un abrazo también, y luego de darme una mirada hostil entendí que yo no tenía permitido tocarlo.

Me quedé observándolo desde donde estaba, ese día se había puesto una sudadera de color lila que resaltaba increíblemente sus ojos; traía un pantalón pegado que sacaba a relucir sus tonificadas piernas y traía puestas una Jordan de color blanco.

¿Había algo que no le quedara bien? Estaba cien por ciento segura de que él había tomado lo primero que encontró, y aún así parecía un modelo de alta costura sacado de alguna pasarela.

Mis padres le dieron el recorrido por la primera planta, claramente Eliot recordaba a la perfección el lugar, si bien habían sido muchos años en los que nuestras familias dejaron de frecuentarse, nuestra casa no había pasado por grandes modificaciones. Únicamente parecía que él les estaba dando el gusto porque parecían divertirse con todo eso.

—Bien, hemos preparado un cuarto para ti, está en la segunda planta al lado de la habitación de Zoey..

—¿El cuarto de visitas? —pregunta, ellos asienten —. Entonces conozco el camino señores Walker, no quisiera quitarles más tiempo, agradezco mucho esta bienvenida que me han dado, pero será mejor que les indique a los de la mudanza donde poner las cosas —sonrió falsamente otra vez, pero ellos parecen creer que es sincero.

—Es verdad, han pasado tantos años... olvidé que esta era como una segunda casa para ustedes.

Aunque mi padre tratara de mostrarse fuerte, era visible que tocar temas del pasado que involucraban a su entrañable amigo lo afectaban, y mucho.

Eliot no dijo nada, simplemente sonrió y volvió a salir de la casa para darles las indicaciones a los de la mudanza. Mi madre se fue y comenzó a preparar una jarra de limonada para cuando los trabajadores terminaran de dejar las cosas, y mi padre poco después terminó dándole el alcance a Eliot para saber en qué podía ayudarlo.

—Zoey, tienes una llamada —dice mi madre desde la cocina, al acércame a la mesa me doy cuenta de que el nombre de Ivan figura en la pantalla.

Ella comienza a voltear cuando estoy a punto de tomar el celular y prácticamente me termino tirando sobre la mesa para evitar que vea quien era la persona que me llamaba, ella brinca del susto y por poco tira la jarra, yo aproveché para correr escaleras arriba y contestar.

—¿A... Alo?

—Ey, ricitos —escucho que me llama y siento mis rodillas flaquear.

—Ey, hola —respondo fingiendo naturalidad— ¿Cómo estás?

—Bien, justo estoy de camino a una grabación, y ya que no tengo a Benjamin sobre mí, quería llamarte —tras decir esto emite una pausa— ¿No interrumpo algo, no?

—No, no, nada interrumpes nunca —me golpeo mentalmente luego de escucharlo reírse del otro lado—. Lo siento. Quise decir... nunca interrumpes nada.

—Eres demasiado linda —en cuanto dijo esto sentí como mis mejillas se encendieron por completo, por suerte él no me estaba viendo—. Quería hablarte sobre tu audio...

—Sé que lo hice fatal —lo corto—, no tienes porque...

—Ey, espera, no te adelantes —contesta inmediatamente—. En realidad, quería llamarte para decirte que quedé maravillado. Es decir, sé que te dije que tenías un bonito timbre de voz, pero ¡Wow! Eres increíble, no entiendo como hasta ahora no has sido descubierta por alguien... te lo digo sinceramente, ricitos, no pienses que lo estoy diciendo solo porque... Somos amigos, tienes talento, mucho, y me apena que no lo explotes al máximo.

—N... no sé qué decir al respecto.

—Primero podrías comenzar por un: Gracias, su divinidad —dice con voz cantarina.

—Voy a cortar —lo freno.

—¡No, no, espera! Estaba bromeando —dice y ambos comenzamos a reír—. En realidad quería proponerte algo, claro, si tu quieres, y esto sería a espaldas de Benjamín.

—¿Qué cosa?

—Los días jueves a eso de las cuatro tengo un espacio libre en la universidad —me informa, y aunque no lo estoy viendo sé que está sonriendo—. Hay cabinas insonoras donde podrías practicar, y... yo podría instruirte, claro, si es que tú lo deseas.

—¿Me estás invitando a salir? —le digo para molestarlo pero él se quedó callado de golpe y eso solo aumentó mi vergüenza— Lo siento, no qui...

—Sí, te estoy invitando a salir —responde y me veo en la obligación de sentarme antes de desfallecer—. Entonces... ¿Deseas tener esta extraña cita conmigo?

Tenía dos opciones. Declinar la oferta, que era algo que Zoey por lo general haría, o aceptar y comenzar a tejer otra red de mentiras. Mis clases acababan cuarto para las tres, ir hasta la universidad donde estaba Ivan me tomaría por lo menos media hora en el bus desde la escuela, y luego era casi una hora de regreso a mi casa. Tendría que mentirle a mis padres y pedirle ayuda a Caro.

—Me gustaría volver a verte —dijo, y odié estar tan locamente encandilada por él en ese momento.

—Yo... desde luego...

—¡Genial! Te enviaré la ubicación exacta por mensaje—añadió con entusiasmo, yo asentí como si pudiera verme—. Hablamos luego ricitos, nos vemos... te quiero.

—Yo... yo también te quiero —dije con la vergüenza a tope y corté.

—Tu padre se infartará si te escucha —escuché una voz gruesa venir desde la entrada y esto provocó que el celular se me resbalara de las manos.

—¿Cuánto escuchaste? —pregunté con el rostro todavía más rojo.

—No mucho —contesta Eliot mientras se acerca a mi mural de fotos—. Llegué desde: Y... yo también te quiero —me imita con una voz tan chillona que siento deseos de golpearlo—. Tranquila, no le diré nada a tu padre.

Lo vi observando una fotografía en particular durante largo rato, al acércame me di cuenta de cual estaba viendo y prácticamente la arranqué de la pared.

—No puedo creer que todavía tengas eso —responde con sorna mientras esboza una sonrisa de lado— ¿Cuántos teníamos, cuatro?

La fotografía de la que él se estaba burlando era una donde los dos salíamos vestidos de blanco, él tenía puesto un trajecito que constaba de una remera y pantalón, y yo traía un vestido de tiritas con una corona de flores en la cabeza, la cual él me había hecho.

Mis padres siempre me mencionaban que ese día en particular yo había hecho un berrinche porque quería casarme con Eliot y lógicamente por nuestras edades, ellos nos habían explicado que eso no era posible. Guardé la fotografía porque se me hizo un lindo gesto, Eliot fue mi primer amor de la infancia y le guardaba bastante cariño, aunque el Eliot que tenía ahora frente a mi se notaba que era uno que me haría tener más de un dolor de cabeza.

—Es un recuerdo lindo —me defiendo mientras dejo la fotografía volteada sobre el escritorio—, que seas un descorazonado que ahora se burla es tema aparte.

—¿Entonces para ti significa algo esa foto? —me dice peligrosamente, al girar me encuentro con su rostro muy cerca del mío, termino retrocediendo hasta toparme con el escritorio, mi corazón comenzó a palpitar.

Su mirada era profunda, él observaba mis labios a la par que acortaba todavía más la distancia entre nosotros. No decía nada, solo estaba allí quieto, aguardando como si fuera un depredador y yo su presa.

—¿Q... qué haces?

—Éramos niños en ese entonces —suelta de repente mientras sujeta mi mentón, su cálido aliento roza mis labios—, pero ahora ya no lo somos...y volverte a ver ha despertado en mí emociones que enterré hace mucho tiempo.

Eliot había comenzado a acercarse, no sabía qué hacer. Mi primer pensamiento era empujarlo, pero por una extraña razón no era capaz de hacerlo. Cuando apenas había unos centímetros de separación entre ambos cerré los ojos. No sentí sus labios sobre los míos, al contrario, pude percibir su aliento cerca de mi oreja, y esto me hizo temblar bajo su tacto.

—Debes tener más cuidado con los chicos, Zoey —contesta mientras se separa y se cruza de brazos—. No sé muy bien con quien estuviste hablando, pero debes estar siempre alerta, no todos son unos ángeles como yo, siempre habrá algunos aprovechados.

—E... eres un imbécil —le digo con el pulso por los cielos, él sonríe y se da la vuelta.

—Tu mamá te está llamando.

Eliot salió de mi habitación y solo en ese momento me pude permitir volver a respirar con tranquilidad.

Sabía que era una mala idea que se hubiera venido a vivir con nosotros.

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