「ღ」Capítulo 1.
El timbre suena y sé que el repartidor de pizzas acaba de llegar. Caroline, quien está engullendo unas galletas que mi mamá preparó, se pone de pie y me pide que vaya a recoger la pizza mientras ella trae unos platos de la cocina.
Al abrir la puerta, el muchacho, que debía tener apenas unos dos años más que yo, me sonríe de forma coqueta y no puedo evitar agachar el rostro por la incomodidad. Mis mejillas se encienden, y cuando finalmente me tranquilizo, le doy el dinero y prácticamente le quito la caja de las manos.
Cuento hasta diez. Eso siempre me calma. Una vez que me encuentro tranquila, voy directo a la sala. Conforme me voy acercando, escucho cómo Caroline está refunfuñando algo entre dientes y no puedo evitar reírme. Siempre hace lo mismo cuando vemos nuestro programa favorito.
—Déjame adivinar ¿Ya presentaron a Ivonne?
—Que bien me conoces —responde mientras da un sorbo a su refresco.
Al tomar asiento me percato que los sponsors de La próxima estrella, el programa más grande de talentos creado por la agencia Golden, ya se encuentran apareciendo en la pantalla. En cuanto estos finalizan, el camarógrafo enfoca al público del set, y ellos comienzan a aplaudir mientras el presentador se coloca al centro del escenario.
La dinámica del programa es simple. Cinco cantantes se presentan, ya sea con temas propios, o covers de canciones conocidas, y realizan su presentación. Suena sencillo, ¿no?. Pues la realidad es otra. La verdadera dificultad radica en que tienen que cautivar al jurado únicamente con su voz. Ni el público, ni los mismos jueces sabrán a quién están seleccionando hasta que se dé el veredicto final.
—Bienvenidos a la décima quinta edición de La próxima estrella, mi nombre es Steve Salvatore, y como cada viernes a las ocho, les doy la bienvenida a este maravilloso programa.
Luego de la aparición de Steve el programa da inicio. Conforme los participantes se van presentando, Caro y yo comenzamos a degustar la pizza de pepperoni que habíamos ordenado, haciendo una pausa únicamente cuando queríamos comentar acerca de los participantes que iban pasando.
La facilidad que tenían esas personas para demostrar su talento era envidiable. Deseaba ser como ellos y perseguir el sueño que tuve desde pequeña, pero era consciente de que no debía tratar de brillar nuevamente. Mi destino estaba del otro lado de la pantalla como un espectador, no como uno de los participantes.
—Los jueces la van a tener difícil —comentó Caro mientras servía otra tajada en su plato—. Ivonne no tiene muy buena cara. Detesta que la gente se presente únicamente con covers, va a destrozarlos cuando de su veredicto.
Caro tenía razón. Ivonne Stravos era la jueza más difícil del programa. En todas las ediciones había hecho llorar a más de un participante cuando señalaba los errores de su presentación, y gracias a esa rigidez y perfeccionismo, se había ganado a pulso el apodo de La reina de hielo.
—¡Qué nervios! —ella terminó alzando los brazos mientras daba pequeños saltos en su lugar—. Es hora del último participante.
La cortina del set había descendido hasta tapar por completo la escenografía que separaba al público y los jueces del participante. En ese momento, Steve apareció nuevamente y comenzó a hablar con los miembros del jurado mientras les hacía preguntas generales acerca de las participaciones que habían visto hasta ese momento.
Una vez que terminaron de hablar, él dio la señal y el telón nuevamente comenzó a subir. Finalmente, el quinto candidato ya se encontraba en posición dispuesto a ganar el tan ansiado debut dentro de Golden, o fallar en el intento.
Las luces se posaron encima de la escenografía y el público comenzó a aplaudir con euforia. Steve dio la vuelta y también le brindó un breve aplauso al participante, aunque este no pudiera verlo.
—Y ahora, tenemos nuestro último, pero no menos importante, participante de esta gala de la noche: Él es Ivan White, tiene dieciocho años. Y oh, esto les va a encantar, va a presentarse con una canción que él mismo ha compuesto titulada: El sirviente y la princesa.
Steve desapareció del escenario.
Era el momento final de la noche, la última presentación.
Antes de que Ivan comenzara el público guardó silencio absoluto, y ante la sorpresa del resto, las luces del set comenzaron a descender. Era la primera vez que esto pasaba en un programa en vivo, y por la cara de los jueces, intuía que ni siquiera ellos sabían que es lo que estaba pasando.
El tenue sonido de un bajo comenzó a entrar, el ritmo era suave y constante, se asemejaba al palpitar de un corazón. Las luces comenzaron a alternar entre tonalidades rojas y azules, y luego de algunos segundos de tensión, el rasgueo de una guitarra apareció de golpe, como si se tratara del eco de una voz emergiendo de la penumbra.
Durante mucho tiempo callé esto que siento por ti.
Pero hoy por fin me armé de valor,
para venirte a confesar mi amor.
Imagina, princesa.
Tú y yo bajo la puesta del sol,
mientras nuestras bocas danzan en un mismo son.
Imagina, princesa.
Cuán maravilloso será.
Tan solo dame una oportunidad.
Aquí está tu sirviente dispuesto a esperar,
A que tu amor le puedas entregar.
Mírame, estoy aquí por ti.
Tanto Caro como yo nos quedamos mudas de la impresión.
Era difícil creer que Ivan fuera un novato. Era afinado, muy afinado, podía llegar con facilidad a tonalidades altas y bajas. Su voz era medianamente rasposa, pero el simple hecho de escucharlo generaba que algo dentro de tu cuerpo vibrara con el sonido de su guitarra.
El camarógrafo enfocó a Ivonne, quien tenía los labios entreabiertos, y los dos jurados restantes estaban sonriendo dando a entender que ese muchacho era el ganador de la gala de esa noche.
Por favor, princesa.
No desaparezcas.
No derrumbes el palacio que construí para ti.
Ven, toma mi mano.
No te sueltes, no mires atrás.
O ambos despertaremos de esta efímera realidad.
La melancolía y tristeza que este chico reflejaba en su voz era algo que te estremecía.
Sin darme cuenta comencé a llorar. Y al ver a Caroline de reojo me percaté de que ella se encontraba en el mismo estado que yo.
A medida que Ivan seguía cantando el encargado de las luces del programa iba acompañando cada estrofa de la canción: Al inicio, cuando él hablaba de su princesa, las luces alternaron en tonalidades azules y rojas. Cuando llegó la parte de la canción donde ambos se correspondían, el escenario brillaba, demostrando la felicidad de la pareja. Pero al final, poco a poco el set volvió a oscurecerse dando a entender el fin de la relación entre ambos.
Al terminar el público y los jueces aún se mantuvieron en silencio. Las luces volvieron a encenderse y únicamente cuando el telón comenzó a descender, el público comenzó a gritar mientras vitoreaban el nombre de Ivan.
El camarógrafo hizo un rápido cameo de todos y se detuvo en Ivonne, quien trataba de desaparecer las lágrimas que habían escapado de sus ojos.
Cuando Steve volvió al centro del escenario, el público comenzó a aplaudir nuevamente mientras seguían coreando el nombre de Ivan. Era raro, nunca antes en todo lo que el programa llevaba en emisión había pasado esto.
El telón volvió a abrirse y se vieron a todos los participantes de pie junto a sus instrumentos. Ni siquiera fue necesario que cada uno dijera su nombre, con solo verlo supe de inmediato quien de todos ellos era Ivan White. Él estaba ubicado justo al medio de todos. Sonreía, dejando a la vista sus perfectos y cuidados dientes. Era alto, mucho más alto que su competencia, tranquilamente podría decir que medía un metro ochenta. Su porte denotaba seguridad. Tenía la tez blanca, su cabello era de color miel. Y sus ojos, aquellos hermosos ojos de color verde que poseía, te transmitían una mirada cálida y penetrante que te hacía temblar.
Fue un flechazo directo.
Cupido había lanzado una de sus flechas directamente a mi corazón y no había sido capaz de esquivarla.
—Empezaremos por Ivonne —exclamó Steve cuando terminó de felicitar a todos los participantes.
—Mi voto va para: Ivan Withe.
Cuando Ivonne habló, Caro, yo, y las personas de ese set, se miraron unos a otros sin poder asumir lo que acababan de escuchar. Ella jamás había elegido un participante de una forma tan directa. Su costumbre era destruir la moral de los participantes, y luego dar su voto por aquella persona que le parecía decente entre todos los demás.
—¿Eso es todo? —preguntó George, otro de los jueces, de forma sarcástica.
—No necesito decir nada más —respondió ella con severidad—. Para mí, él es el ganador.
—¡La reina de hielo no tiene otro comentario que dar! —acotó Steve, quien terminó recibiendo una de las frías miradas de Ivonne— ¿Marcus, algún comentario?
—Quiero que Ivan de un paso al frente.
Haciendo caso a lo que el tercer juez le solicitó, el muchacho que estaba completamente segura que era Ivan, dio un paso al frente mientras un miembro de producción tomaba su guitarra y le entregaba un micrófono.
—Buenas noches —tras oír su voz las chicas del estudio gritaron eufóricas—. Es un verdadero honor estar aquí el día de hoy.
—Déjame felicitarte, muchacho. Tu presentación fue impecable.
—Muchas gracias, me alegra que les haya gustado —añadió con una sonrisa que dejaba un sexy hoyuelo marcado en su mejilla.
—Me voy a atrever a hacer el trabajo de Steve —el nombrado rió e hizo una venia para que Marcus continúe— ¿Cómo se te ocurrió hacer lo de las luces?
—Sabía que no podían verme, y aunque confiaba en mi interpretación, quise transportarlos a ese mundo de la canción —dijo mientras sonreía ampliamente, sus ojos resplandecían con el brillo de los reflectores—. No quería ser solo alguien más que presentara una canción. Para mí era importante que sintieran las mismas cosas que yo sentí al momento de componerla. Así que mientras mi competencia se estaba presentando, me acerqué al encargado para exponerle mi idea y por suerte aceptó.
—Increíble —respondió Marcus mientras sonreía.
—¿Qué te inspiró a escribir esta canción? — Esta vez fue George, el segundo juez, el que habló.
—Esta canción está inspirada en aquellas personas que alguna vez han amado con intensidad y no tuvieron un feliz desenlace.
—Las experiencias, por buenas o malas que sean, nos brindan la inspiración necesaria para componer canciones como estas —Ivan asintió dándole la razón—. No quiero entrar en detalles de qué, o quién, exactamente fue la causante de semejante diamante, pero lo que sí quiero decirte, es que no esperaba recibir en esta gala a alguien tan joven, que tuviera la capacidad de transmitir todo lo que siente únicamente con su voz.
—Gracias por hacérmelo saber, que esto venga de una leyenda del rock como usted me halaga enormemente.
Rompiendo por completo la dinámica del programa, Marcus se puso de pie, y en un acto completamente atípico, caminó en dirección al muchacho. Cuando estuvo frente a Ivan sujetó su hombro con fuerza mientras sonreía con orgullo.
—Tienes un enorme talento muchacho. Felicidades. Tienes mi voto.
—¡Bienvenido a la familia Golden! —exclamó George desde su lugar—. Estamos ansiosos de trabajar contigo.
Tras el veredicto final la multitud volvió a aplaudir mientras vitoreaban el nombre de Ivan. George, que aún se encontraba sentado, se puso de pie e hizo la señal característica del rock and roll con las manos mientras observaba al público. Marcus abrazó a Ivan, e Ivonne se acercó también para darle sus felicitaciones muy a su estilo.
—¡Esto fue todo por el día de hoy, nos vemos la próxima semana con otra entrega de la próxima estrella!
Antes de que la transmisión se cortara el camarógrafo hizo un paneo de los jueces y finalmente se detuvo sobre Ivan. Sus ojos observaron directamente a la cámara y por un instante, podría jurar que podía verme a través de la pantalla.
—Dios, definitivamente fue la mejor entrega del programa —Caro me devolvió una sonrisa cómplice mientras tomaba su plato del suelo— ¡Mira! Ni siquiera comimos la pizza, ya se debe de haber enfriado.
—No puedo creer que alguien como él exista.
Ambas habíamos disfrutado enormemente de su presentación. Me atrevería a decir incluso que yo más que ella. Ivan era la definición del chico perfecto. Alto, guapo, con una voz que prácticamente te desves... ejem, te quitaba el sueño, además era carismático y talentoso.
—¿De dónde salió? —tras decir esto volvió a meter su plato en el microondas—. El programa está prácticamente dentro de nuestra ciudad y nunca había visto, o escuchado de él. Por lo general, los participantes que vemos ya han tenido al menos una presentación en el mall, o en alguna actividad auspiciada por el municipio.
—No lo sé, pero Ivan White es alguien fuera de este mundo —añadí suspirando, Caro al verme elevó ambas cejas con picardía.
—Ya veo, picarona, la pequeña Zoey quedó flechada de un cantante —Caro se acercó hacia mí y comenzó a hacerme cosquillas con sus dedos—. Que ni se entere tu padre que desde que tengo uso de razón siempre te ha dicho que no te fijes en un músico.
—Vamos, es un cantante, ni que fuera a verlo alguna vez en la vida real —solté con obviedad mientras tomaba una Pepsi de la refrigeradora—. Es como, ya sabes, Jared Leto. Todo es completamente platónico.
Caro blanqueó los ojos mientras tomaba los platos del microondas y nos dirigimos a mi habitación. Ella colocó las cosas sobre mi cama y esperó a que trajera mi laptop para conectarla a la televisión y ver una película.
Mientras ella iba buscando algo que pudiéramos mirar, una fugaz idea pasó por mi mente. Tomé mi celular que reposaba sobre el escritorio y me volví a meter bajo las sábanas de la cama y abrí el navegador.
Observé la pantalla mientras mordía mi uña con nerviosismo —¿Ivan White tendría una red social? —. No pude evitar preguntarme mientras veía la pantalla en blanco que esperaba que realizara alguna búsqueda.
—¿Quieres buscarlo? —pregunta Caro, intuyendo lo que estaba pensando.
—¿Sería muy raro hacerlo?
—Raro sería que no quieras hacerlo —dijo y sonreí—. Sabía que lo harías tarde o temprano, pero no quería presionarte.
Ella me dio un ligero codazo a la altura del estómago incentivándome a que lo busque, y luego de hacerla sufrir un poco, lo hice. Mis manos temblaban a medida que iba escribiendo su nombre. Pero cuando finalmente me aparecieron los resultados suspiré debido a la frustración.
Más de diez mil resultados.
Lindo, muy lindo, tratar de encontrarlo sería como buscar una aguja en una ruma de paja.
—¿Y si pones videos? —sugirió ella fingiendo que no me observaba, aunque claramente sabía que estaba esperando a que mi búsqueda diera frutos.
Fui seleccionando los quince canales que el navegador me recomendaba, y al catorceavo, teniendo ya poca esperanza de encontrarlo, me topé con un perfil que llevaba creado aproximadamente dos años. Apenas tenía cincuenta seguidores y dos videos publicados, siendo uno de estos un cover de Queen.
—Love of my life —tras escucharme Caro observó mi pantalla.
No tenía la certeza de que el chico del video fuera Ivan White, ya que solo se le veían sus manos, pero la guitarra que sostenía a medida que realizaba los acordes lucía exactamente igual a la que tuvo hoy en el programa.
—¿Será él?
—Es la guitarra.
La voz no parecía ser la misma. Era hermosa, pero al menos yo no sentía que fuera igual a la que escuchamos hoy durante el programa, aunque claro, este video era de hace dos años, la voz de Ivan bien pudo haber cambiado un poco debido a su crecimiento natural.
—No hay mucha información.
—En su descripción del perfil vi un link de twitter, quizás esa es su cuenta.
Le hice caso a Caroline y retrocedí. Ella tenía razón, el único dato que había colgado era el usuario de twitter, al que lógicamente di clic en un santiamén.
—¡Si es él! —exclamé con entusiasmo mientras sentía mis mejillas encenderse.
—¿Doscientos seguidores y solo tres tweets acerca de la escuela?
El perfil era antiguo, y parecía que Ivan no lo usaba hace tiempo, pero si llamaba la atención que para tener únicamente tres posts publicados acerca de la escuela, tuviera doscientos seguidores.
—¿Y si le das refresh a la página? —luego de hacerlo el número subió a quinientos— ¡Santa medusa, subió trescientas personas más!
En definitiva, ese era el perfil de Ivan. El número de seguidores se debía a que probablemente, al igual que yo, había gente que lo estaba buscando y estaba llegando allí a través de su link en Youtube.
—¿Quieres escribirle algo? —me pregunta ella, alzando ambas cejas en señal de complicidad.
—No creo que me lea.
—Zoey, tiene trescientos seguidores, no cuatro millones, hay una pequeña, pequeñísima posibilidad de que si logre leerte.
—No puedo, me da pena.
—Es internet —comenta ella—. Aquí puedes ser quien tu quieras. Mira, te la pasas posteando sobre otras cosas y compartiendo todas las cosas que tus cantantes favoritos postean ¿y no te animas a mandarle un mensaje en privado? Te apuesto que Ivan se va a volver una mega estrella y te vas a arrepentir por no haberle escrito antes.
—Tienes razón.
—Siempre la tengo —exclamó mientras movía su cabello fingiendo glamour.
Mientras pensaba que escribirle a Ivan, Caro aprovechó el tiempo para colocar algunos videos musicales de Lady Gaga y comenzó a imitar sus coreografías.
Abrí la pantalla de los mensajes directos y mis dedos volvieron a temblar. Comenzó a hacer calor de repente pese a que teníamos el aire acondicionado encendido, y sentía perfectamente como unas gotas de sudor bajaban por mi frente.
Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había escrito algo y lo había borrado.
Eliminar. No quiero que piense que soy algún tipo de acosadora rara.
Me detuve y analicé la situación —¿Debía usar mi nombre real? —. Hasta ahora evitaba usarlo en cualquier red social que tuviera, porque no deseaba que mis compañeros de la escuela me encontraran. Aquí, en este espacio seguro, era SkyWalker, una fanática acérrima de las bandas, cantantes juveniles y Star Wars. Mi foto, que constaba de una ilustración de Padmé y Anakin lo demostraba.
Antes de que pudiera darle clic a enviar, aquella vocecita que constantemente me aquejaba me dijo que era completamente tonto lo que estaba haciendo y me frenó. Caro, al darse cuenta de que me estaba arrepintiendo de escribirle, pausó su video y se sentó justo a mi lado.
—No lo sé, mejor no envío nada —le dije, ella enarcó una ceja.
—¿Ya le escribiste? —me pregunta mientras trata de observar la pantalla de mi celular.
—Sí, mira.
Ella tomó el celular y leyó lo que había puesto. Sonrió, y entendí que acababa de hacer algo estúpido. Caro rápidamente escribió algo y antes de que siquiera pudiera detenerla envió el mensaje.
—¿¡Qué mandaste!?
—Nada, solo mejoré el mensaje.
Y al leer la línea final que había añadido, sentí un nudo en el estómago.
Querida Carolina. Acabas de firmar mi sentencia de muerte.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top