「ღ」Capítulo 15.
—¡Qué carajos, Zoey! —grita Caro, y la maestra de ciencias sociales que acababa de pasar por nuestro lado la reprende por su vocabulario—. Lo siento.
La maestra se detiene un momento en nuestra mesa y nos da a ambas un sermón por expresarnos de esa forma en público siendo dos señoritas. Caro finge remordimiento y le da la razón en todo, pero en cuanto la maestra se da la espalda aprovecha en sacarle la lengua mientras blanquea los ojos.
—Vieja amargada —susurra a medida que la profesora sale del comedor—. Volviendo a lo nuestro: Zoey, lo que me cuentas es horrendo, Eliot no solo pasó por algo traumatizante si no que tuvo que leer esos comentarios de mierda plagados por internet.
—Me sentí de la misma forma que tú —tras decir esto un bostezo involuntario escapó de mis labios.
Después de leer los primeros artículos no pude parar, comencé a investigar un poco más acerca de la noticia y para mi mala suerte, encontré una cantidad indigesta y repudiable de páginas en Facebook donde atacaban a Eliot por todo lo que había pasado.
El acoso que él había recibido fue enorme, yo no hubiera podido con tanta presión.
—¿Lo viste esta mañana? —pregunta Caro mientras da un sorbo al restante de su té verde, yo niego con la cabeza.
—Se fue a la misma hora de siempre.
—¿Has intentado llamarlo?
—No tengo su número.
—Espera, ¿cómo que no tienes su número? —Caro es la más indignada con lo que acabo de decirle— Ya deberías de haberlo pedido, imagínate que pase algo malo, papito lindo no lo quiera —añade mientras mira al cielo—, pero es importante que al menos tengan el contacto del otro.
—Mamá lo tiene, con eso bastaría... supongo.
—Zoey, Eliot nunca le diría a tu madre que algo le pasa —ella rueda los ojos.
—¿Y que te hace pensar que si me llamaría a mí?
—Pues... lo conoces desde que te brotó el primer diente —añade mientras ordena sus cosas en la bandeja—, por mucho que ambos hayan cambiado, esas cosas no se olvidan tan fácilmente.
En parte Caro tenía razón, por lo poco que conocía a este nuevo Eliot podía intuir que él jamás pediría ayuda a mis padres si lo necesitaba, no porque los odiara, sino porque simplemente se notaba que era bastante receloso con sus cosas y no quería involucrar a más gente, aunque claro, eso también me dejaba en una posición extraña a mí, que la noche anterior hubiera tenido la intención de dejar que me acerque probablemente era porque necesitaba conversar con alguien, y yo había sido el único ser vivo más disponible en ese momento.
—Bueno, tu primera tarea del día de hoy al llegar es pedirle su número —dice ella mientras se pone de pie con su bandeja, yo la imito, pero la observo con el ceño fruncido.
—Caro, no creo que quiera que lo moleste, ya lo hice ayer, dudo mucho que me deje hacerlo hoy.
—Vamos Zoey, no pierdes nada intentando —Caro dirige su mirada suavemente hacia mí y sonríe— ¡Tu puedes! —y diciendo esto ella aprieta mis mejillas provocando que casi se resbale mi bandeja.
Al dejar las cosas en su lugar salimos de la cafetería, todavía teníamos algunos minutos libres antes de la siguiente clase, por lo que ambas subimos las escaleras hasta llegar a la puerta que da para la azotea. Ese era nuestro lugar especial ya que siempre matábamos el tiempo allí.
—¿Y qué me dices de Victor? —pregunto y puedo ver como sus mejillas se encienden.
—Ay Zoey, si esto es el cielo quiero no despertar —me dice y yo no puedo evitar sonreír.
Caro me había contado con lujo de detalles como venía siendo su acercamiento con Victor y yo no podía estar más feliz por ella, era la primera vez que veía que sentía interés romántico por alguien, y que fuera igual de correspondida me ponía contenta.
—Me invitó a ver una de sus películas el jueves por la tarde.
—¿Me das una copia para entrar a cambiarme cuando regrese de ver a Ivan?
—La pregunta me ofende —contesta ella mientras introduce la mano dentro de su bolsillo—. De hecho, ayer había sacado una solo que me olvidé comentártelo, la prueba que tendremos hoy para literatura terminó de quemar mi cerebro.
—Gracias —le digo luego de guardar la llave— Entonces ¿te pasará a buscar?
—No, me iré al centro de la ciudad, su chofer pasará a recogerme y luego me llevará a su casa. Ya sabes como es mamá con el tema de los chicos, no quiero que me de una larga e innecesaria charla acerca de los cuidados que debo de tener.
—¿Es seguro, tiene su número, sabes al menos la ruta? —comencé a lanzar preguntas una tras otra y ella alza las manos para que me detenga.
—Zoey, basta, ya te pareces a mi madre.
—Caro, tu mamá y yo te amamos, que me preocupe es lo menos que puedo hacer —contestó—. Si él te pasara a buscar me sentiría un poco más tranquila, pero que mande a su chofer... no sé, me da un poco de miedo que algo te pase.
—Despreocúpate, su chofer lo viene transportando desde que hizo su primer protagónico hace ya seis años, es alguien de confianza.
—Bien, pero al menos quiero que me mandes un mensaje cuando hayas llegado.
—Sí mamá, no lo olvidaré —dice ella y yo comienzo a reír.
Para cuando el timbre suena ambas nos ponemos de pie para ir a rendir el examen de Literatura. Estaba demasiado nerviosa, pese a que Literatura era una clase que me gustaba, y había estudiado durante la semana, la trasnochada del día anterior había dejado mi cerebro hecho papilla.
Conforme vamos bajando las escaleras siento mi celular vibrar en el bolsillo de mi pantalón con insistencia, lo tomo e inmediatamente una sonrisa se dibuja en mi rostro, Caro sonríe mientras camina unos pasos más adelante para que tuviera algo de privacidad mientras abro el mensaje de Ivan.
Y esa simple línea final había bastado para que mi dolor de cabeza despareciera.
•----[🎵]---- •
Al llegar a casa y luego de dejar mis llaves en el cuenco y saludar a mamá, subo las escaleras para tirar mi mochila en mi cuarto, paso por la habitación de Eliot, giro levemente la perilla y al asomar el rostro no estaba dentro.
Bien, fase uno: Revisar que el ogro no está en la cueva, completa.
Ahora venía lo complicado, que era la fase dos: Sacarle el número a mamá sin que malinterprete la situación.
Me dirijo a la cocina para obtenerlo. Deposito un beso en su mejilla, pero conforme los minutos pasan y la veo ir de un lado a otro, la seguridad que tenía fue desvaneciéndose como el humo proveniente de una olla.
Me apoyo en el lavado, ella me observa de reojo, me conoce tan bien que sabe que estoy a punto de pedirle algo pero prefiere esperar a que abra la boca.
—Y... ¿qué tal el día?
Ella deja de cortar la zanahoria que tenía agarrada y enmarca una ceja. Bien, fue una pregunta estúpida, pero fue lo primero que logró salir de mi boca.
—Zoey, no te daré adelanto de tu mesada —añade mientras vuelve a lo suyo.
—No quiero dinero —respondo visiblemente ofendida.
Aunque siendo franca, algo de efectivo no me vendría mal. Gasté todos mis ahorros en merchandising oficial de Ivan porque quiero apoyar su carrera, y aunque ahora sea mi novio, y sé que antes que era mi amigo posiblemente me lo hubiera regalado si se lo pedía, yo valoro mucho el trabajo de los demás y si está en mis posibilidades poder comprar algo lo haré sin chistar.
—¿Entonces? —contesta vagamente mientras corta otras verduras.
— ¿Me prestas tu celular? —pregunto y tras escucharme detiene el cuchillo nuevamente.
—¿Y el tuyo? —me mira de lado con una mueca— No me digas que lo perdiste, Zoey, te lo compramos este año —puedo distinguir que se avecina un reproche por lo descuidada que soy, así que antes que me rete decido sacarlo de mi mochila.
—Ma, espera, está aquí. No me han robado, no lo he perdido, ni mucho menos ha sufrido combustión espontánea.
— ¿Y para qué quieres el mío si el tuyo es más moderno?
—Yo... es que, quiero personalizar mi foto de contacto —sonrío, pero ella no se cree nada de lo que le he dicho, por el contrario, coloca una mano sobre su cintura y me observa.
—Zoey Walker Moretti, si no me dices que está pasando no te lo daré.
Amo el apellido de mi madre, pero la únicas veces que recita mi nombre completo es porque está enojada. Suspiro resignada porque sé que no me queda de otra que decirle mis verdaderas intenciones
—Bien, quería el número de Eliot.
—¿No se lo has pedido?
—No tuve... necesidad de pedírselo.
—¿Y por qué ahora el repentino interés? —su voz me hace entrever que lo dice con una segunda intención, pero decidí fingir demencia.
—¿Me lo puedes dar, por favor? —pregunto avergonzada, mi mamá ríe y termina tendiendo el celular hacia mí.
Al tomarlo me meto a su lista de contactos y busco el número, lo agendo en el mío y se lo devuelvo, ella continúa sonriendo, reprimiendo una risa y sé que es mi señal para desaparecer. Lo que menos quiero es darle una idea equivocada a mi madre y que asuma que volví a sentir cosas por él como cuando era una niña que no se limpiaba bien los mocos.
Dentro de mi habitación me tiro sobre la cama mientras me meto a sus datos de contacto en WhatsApp; veo su foto, y es la que uno utiliza por default la primera vez que descarga la aplicación. Abro el chat, y su última conexión fue hace más de dos horas.
Hola Eliot, soy Zoey, te escribo porque...
Hola cuanto tiempo...
He perdido la cuenta de cuántas veces he borrado lo que estaba escribiendo, opto por no enviarle nada, pero al no tener buena suerte incluida al momento de mi concepción, el celular se me termina cayendo a la cara y cuando lo tomo veo que se mandó un mensaje el cual Eliot acaba de leer.
Casi al instante mi teléfono comienza a vibrar y el nombre de Eliot aparece en la pantalla, mis manos tiemblan a medida que acepto la llamada y en cuanto me pego el celular a la oreja, logro escuchar algo de viento y unos grillos a lo lejos.
—¿Eliot?
—No, Santa Claus —comenta sarcástico. Al parecer había vuelto a ser el mismo de siempre— ¿Qué quieres, Zoey?
—Espera, ¿cómo sabías que era yo?
—Tu mamá me dio tu número cuando me pidió el mío.
Me quedo en silencio luego de escucharlo, ahora entendía la sonrisa que me había proporcionado ella.
—Si no hablas voy a colgar.
—¡No, espera!
—Tienes diez segundos, y va uno, habla.
—Yo... quería saber si vas a venir a cenar.
—Le avisé a tu mamá que no iría.
—Ah, sí me dijo —mentí—, es solo que quería que confirme en caso cambiaras de opinión o no sé. Es decir ¿hace frío, no? Estaba viendo el pronóstico en mi teléfono y dice que lloverá, así que no sabía si tenías paraguas, pero deberías tenerlo, ósea, estás en la calle —hablo sin parar y escucho que él ríe del otro lado.
—¿Llamaste solo por eso?
—Yo... sí, digo no —suspiro—. Solo... quería decirte que me divertí ayer —le digo y él se queda callado.
—¿Te divertiste invadiendo mi espacio?
—Sí ¡Digo no! —respondo rápido, él vuelve a reír.
El silencio volvió a invadirnos y era agobiante. No sabía cómo llevar una conversación fluida con los demás, quería que Eliot confiara un poco más en mí, pero ni yo misma sabía como hacer para que esto pasara.
—Lo siento —digo finalmente—, no quise ser una molestia. Lamento haberte interrumpido, voy a colgar.
Antes de que lograra finalizar la llamada me llama del otro lado, vuelvo a pegar mi oído al teléfono, escucho que cala de un cigarro y aguardo pacientemente a que comience a hablar, pero lo siguiente que escucho son unas llaves y el rugido de una motocicleta.
—¿Espera, tienes una moto?
—Sí.
—¿Y dónde la dejas? No la he visto que esté en el garaje.
—¿Y arriesgarme a que te trepes y la destruyas? No gracias, dejo a mi bebé lejos de tus pequeñas manos torpes.
—Oye, no soy una niña.
—Me acabas de enviar un mensaje por error con la cara —añade y me sonrojo de la vergüenza ya que no es la primera vez que me pasa—. Eres el sinónimo andante de torpeza.
—Bien, gracias —contesto fingiendo estar ofendida—. Ahora sé que si abro un diccionario veré mi foto allí —le digo, él vuelve a reír.
—Bueno, se acabó tu tiempo, te dejo, Zoey,
—Ah, sí claro... cuídate.
—Hoy estoy de humor —añade y lo escucho atenta—. Así que creo que tocaré un poco la guitarra cuando llegue.
—Entonces... ¿Eso significa?
—Oye, si no duermes como la niña buena que eres, puedes darte una vuelta por mi pieza.
Luego de que cuelga no puedo evitar sonreír a la pantalla. No era demasiado, pero que Eliot tuviera más apertura y dejara que me acerque un poco más a él, ya era al menos un pequeño avance.
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