Capítulo 2- Madre y Hija
La Uchiha apretó los puños y contuvo un sollozo que amenazaba con salir. Estaba ahí, la que pronto sería su madre estaba detrás de ella.
Se sorbió la nariz y en un rápido movimiento se limpió las lágrimas, aunque no consiguió disimular el color rojo que había quedado en éstos. Sakura se sorprendió, ver a una niña que ni siquiera era de la aldea llorar por un clan que, seguramente, no conocía era sorprendente.
—¿Qué haces aquí, pequeña?—susurró con ternura mientras le entregaba un pañuelo.—¿Te has perdido? ¿Por eso lloras?
Sarada negó con la cabeza y miró al suelo, apretando el pañuelo en su mano por la impotencia que sentía en esos momentos. La Haruno se mordió el labio, no sabía que hacer, pero tenía algo claro: la niña estaba llorando en el distrito Uchiha.
—¿Entonces qué haces aquí?—exigió saber, mientras le miraba con una sonrisa en los labios, intentando calmarla.
No sabía porque, pero desde el momento en el que su mirada se había posado en esos dos niños desconocidos, quiso saber especialmente más sobre la niña. Era como un reflejo de ella, un espejo que le enseñaba a su yo del pasado, a ese que amaba a Sasuke.
Y algo en ella se removió, pensar en el Uchiha aun le hacia sentirse mal, débil. Y la mirada de la pequeña niña solo lo recordaba a él.
—E-Es que...—esperó unos minutos, y, cuando pudo continuar hablando, miró con nostalgia el símbolo Uchiha en la pared.—Mi padre una vez me contó la historia del clan Uchiha. Una historia que enterraba amor y sufrimiento.
Sabía que no podía contar de más, no era tonta; cualquier cosa que dijese del futuro podría cambiar la historia. Se iba a limitar a contar la historia como si fuese una niña más que sabía de ella, pero sin mencionar el amor de Itachi Uchiha hacia su hermano y Óbito, quien había generado tanto odio por un malentendido: ambos por amor.
Sakura guió a la azabache a una casa en partícular, la casa de su amado. No sabía porque, pero sentía que tenía que ir allí, su cuerpo se lo pedía.
—Sigue, por favor.—pidió una vez que se sentaron en la entrada.-¿Qué historia te contó tu padre?
—Me dijo que el clan Uchiha había sido aniquilado por el hermano mayor de un vengador, que a su vez eran hijos del jefe del clan.—sonrió con nostalgia mientras recordaba como su padre se lo había contado a ella en su momento.—Cuando me lo dijo, sentí odio. En aquel entonces yo solo era una niña que no entendía bien las cosas.
« Pero, al crecer, mi padre me contó más cosas. Me dijo que el clan estaba sumido en una maldición que siempre generaría odio y muerte, y ahí fue cuando lo comprendí. Quizás, fue por tanto amor que odiaban tanto; quizás eran ellos los que más amaban.—su mirada se oscureció.—Siempre quise saber más, pero nunca me imaginé que hubiese llegado a tal extremo. Para mí, Uchiha Itachi, el que aniquilo el clan, era un héroe.
El silencio se instaló en el lugar, mientras una suave brisa mecía sus cabellos. Sakura estaba atónita en ese momento, no llegaba a comprender del todo como esa pequeña veía como héroe a Itachi. Quiso hablar, pero en vez de eso, le salió un susurro.
—¿Heroe?
—Sí, héroe.—la Uchiha se río mientras la miraba.—En mi cabeza ese señor había sido obligado de alguna manera a impartir justicia de ese modo. Creo que Itachi amó tanto, que acabó siendo absorbido por el odio de su hermano menor.
« ¿Porque sino lo iba a dejar vivo? Es decir, si tienes la oportunidad de acabar con todo el mundo, ¿porque dejar a alguien vivo? ¿Porque querer morir ante él? Así que lo entendí, Itachi solo quería paz, y esa paz solo podía ser otorgada por alguien que había vivido una misera pizca de su dolor. Con su muerte, quizás, todo volvería a la normalidad.
—No tiene mucho sentido, pequeña.—le dijo Sakura con un deje de tristeza.—Itachi casi mata a su hermano dos veces.
—Casi.—recalcó.—Tú lo has dicho Sakura, casi.
Sarada siempre veneraría a su tío, el había sido la mejor persona del mundo. Y, aunque no lo conociese en persona, para ella siempre sería su héroe. Abrió la boca sorprendida mientras miraba a su futura madre, una loca idea pasó por su mente en esos momentos.
—Itachi Uchiha, ¿sabeis su paradero?—preguntó ansiosa.
—Lo siento, Sarada.—se disculpó la Haruno.—Sólo sabemos que pertenece a Akatsuki, además, su hermano lo busca para cumplir su venganza.
—¡Me tengo que ir!—saltó de la entrada y salió corriendo dispuesta a hablar con su mejor amigo.—Sakura, ¿porque estabas tú aquí?
Paró en seco al hacer esa pregunta, ahora que lo pensaba nunca había oído de su madre que visitase el distrito Uchiha.
Por el rabillo del ojo observó como los ojos de la pelirrosada se volvían cristalinos.
—Se puede decir que yo también veo a los Uchiha como héroes.—explicó.—Me gusta arreglar un poco el distrito cuando tengo tiempo, se lo debo a él.
No preguntó más, salió corriendo en busca de su amigo más feliz que nunca. Ella sabía a quien se refería su madre, y ver como lo amaba igual que en su época le hacía sentirse ansiosa.
Tío, te encontraré, cueste lo que cueste, no me permitiré irme sin conocerte. Esta vez no.
Papa, ojala y pronto mama te encuentre, y paseis por todas esas aventuras que han de suceder.
Konoha, no sabes lo que te espera de aquí en adelante.
Una cosa tenía clara: hablaría con su tío, conocería a su padre en ese tiempo y ayudaría en todo lo que pudiese a su madre.
Tenía que convertirse en la mejor Hokage de todos, y empezaría por ahí.
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