Capítulo 2: Lamento.
Si en el pasado le hubieran dicho que todo esto iba a ocurrir, se reiría como nunca, pero a su vez se preocuparía si era posible. Había advertencias, unas que cuando vivió en Sinea, tenía cierta constancia cuando su hermana era una Lia Innactia, o una Luz Impactante. No se tomaba del todo cierto sus palabras, pero cuando mostraba el bastón dorado cuyo reloj de arena colgaba, no podía evitar sentir los escalofríos en su cuello.
—Me muestra fragmentos de un futuro angustiante, hermano —murmuró la voz de Urchevole, una que recordarla la hizo llorar por sus adentros—. Veo siempre una figura femenina que sujeta una guadaña y siempre... esta consumida por el rencor.
Aspaura alzó su cabeza y rio por no llorar.
—La viste. Viste a la futura recipiente, pero no comprendías lo que pasaba —susurró, manteniendo sus ojos cerrados al tener un esa sensación inusual en su cuerpo, una que Karma había aplicado para la teletransportación.
Regresar a su hogar iba a ser demasiado extraño. Habían sido enviadas a Claimia cuando el desastre ocurrió, y todo porque Sensibilidad quería proteger a Pittura y el tiempo. Qué irónico que ambas murieran y acabara en un desastre que no pudieron evitar. Era evitar un desastre que tarde o temprano iba a llegar.
Sentía el fuego arder en sus piernas y brazos. Hacía tiempo que no escuchaba su Leia (corazón). Esas notas musicales que la rodeaban, recordándole lo que era. Un Luthier, pero también un guerrero al comprender lo que era la insensibilidad. Alzó su rostro y aun con los ojos cerrados, envolvió su Leia en esa caja oscura para que la mente tomara el control.
Lamentarse no merecía la pena. Abrió sus ojos, y sintiendo el puñal del pasado, vio el horror que jamás se imaginaría ver en su propio hogar.
La vitalidad de los árboles era carente ante el día del desastre. Las marcas del pasado aun persistían, pero era más notorio al percibir las nubes en el cielo que solía iluminar su hogar. Bajó su cabeza, encontrándose con el camino de tierra sin esas hojas que una vez preservaban los bosques. La esperanza quería renacer, pero no era tan fácil cuando se veía el daño en los troncos caídos, alejados de lo que era la ciudad de Sinea.
Respiró hondo, insensibilizando su corazón, pero la caja oscura se destruyó y cayó de rodillas entre lágrimas que no pudo contener.
«Tendría que haber estado ahí... T-Tendría que haber luchado aun si moría».
El frío inundaba su piel como puñales que rasgaban sin compasión. El dolor aumentaba sin descanso, lo que creaba una melodía desde el interior de su Leia. Chilló horrorizado, como si por un momento fuera capaz de proyectar esa horrible guerra que las Elinas sufrieron ante el día fatídico.
Y lo peor, era que comprendía quien era el culpable. Escuchaba su risa a sus espaldas, una que le dejaba inmovilizado. La respiración pasó a ser una más apurada, recordando de nuevo esas muertes que ocurrió en aquel planeta. Seguía oyendo esa burla, una que perforaba sus oídos y la iba matando cada vez más.
—N-No puede ser.
Hasta que la voz de una Elina logró despertarla de su tortura, alzando su rostro con cuidado para identificar a la mujer que tenía enfrente suya. Su canción era un lamento claro, delicada con duda y temor al verle.
—¿Aspaura? —preguntó sin saber cómo reaccionar ni qué hacer.
Se quedó en silencio, bajando la mirada por unos segundos para luego sonreír apenado.
—Tanto tiempo, Jela —respondió, tragando saliva con dificultad—. Me es un alivio que aun... sigas viva.
No fue fácil explicarle toda la verdad que había detrás. En más de una ocasión, Jela le pidió que frenara sus palabras para poder procesarlas, sin evitar las lágrimas presentes en sus mejillas. Miraba hacia el suelo de tierra, mezclada de barro y piedra, para llorar sin descanso.
Cuando pudo terminar todo, Jela se quedó en silencio, abrazando sus piernas sin parar el temblor que tenía. La miró de reojo y cubrió su cabeza como si lo único que deseara ahora mismo es que su madre la abrazara con una manta y la tranquilizara. Aspaura no la culpó, de hecho, deseaba lo mismo, pero no era posible cuando recordaba que su madre había muerto.
Oh, y que irónico era saber que la culpa era del que debía hacer frente Kemi, o el que una vez fue marido de su hermana.
«Tantas malditas casualidades».
—Entonces esos devotos del desastre... Ese desastre se le conoce como Caos, ¿no? —preguntó una vez más Jela para asegurarse. Aspaura afirmó con su cabeza—. No es el único, había varios más. Atacaron desde las espaldas y crearon este conflicto, ¿no es así?
—Tiene más sentido si miramos lo que éramos y como el cambio tan brusco ocurrió. Y aun si no me crees, tengo el testimonio de un Drasino... Uno que también tiene parte de Elina —aseguró Aspaura.
Jela agarró su cabeza sin saber donde mirar ni qué hacer. Rio desesperada aun con las lágrimas.
—Un Drasino y Elina a la vez. Uno que asegura que fueron esos devotos del desastre. Todo fue por su culpa, y si no fue suficiente también... también...
—Quieren destruir esta galaxia —terminó Aspaura, mirando de reojo a Jela—. Sensibilidad deseaba impedirlo con la ayuda de Insensibilidad, pero al parecer Caos se adelantó antes de que hicieran nada.
—E hizo lo que le apeteció y más —murmuró. Miró hacia Aspaura y apretó sus dientes en señal de dolor y frustración—. ¡Y-Y Urchevole está...!
—Muerta —contestó, sin mirar a Jela. Intentó envolver su corazón de esa insensibilidad—. Caos la mató para conseguir el tiempo y... también es probable que acabara con Pittura.
Jela cayó en una clara desesperación, llorando desconsolada sin saber qué decir ni que hacer. Aspaura se quedó a su lado, abrazándola para que desahogara todo lo que tenía, aunque también deseaba hacerlo, pero no lo hizo. Se mantuvo firme el tiempo que hizo falta. Una vez terminó, Jela se alejó un poco, intentando recuperar la respiración.
—Urai no reaccionará de buena manera.
—Dudo que las Elinas...
—No, Aspaura —interrumpió Jela, mirándola con los ojos rojizos por sus lágrimas—. Desde que se marchó Urchevole, Urai ha pillado un gran odio ha vosotras porque piensa que nos traicionasteis.
Aspaura frunció el ceño.
—¿Sensibilidad no dijo nada o...?
—¿Cómo puede decir algo si ella cayó debilitada? Intentamos ayudarla, pero las acciones de Urai no sirven de mucho, menos si esos Fallos Musicales (anomalías) están presentes —interrumpió Jela.
Aspaura tragó con dificultad.
—Así que Urai... sería como una Lia Innactia —supuso Aspaura.
—Se proclamó ella misma sin autoridad alguna. Nadie se quejó cuando Groina, Urosia y Xieli murieron en combate.
«Esto va a ser más difícil de lo que pensaba», pensó Aspaura, poniendo los dedos en su entrecejo y suspirar con pesadez.
—¿Y qué ha ocurrido en este tiempo? —preguntó Aspaura.
—Urai ha intentado mantener firme las zonas más importantes como los Lagos de la Sensibilidad Nacida, aunque ya ves que está destruyéndose sola. Fusis no parece responder a nuestra ayuda, por lo que temo que le haya ocurrido algo —murmuró Jela, agarrando sus manos con fuerza.
—Kemi no me dijo nada al respecto, pero a lo mejor puede ser algo peor de lo que pensamos si Fusis no responde. —Suspiró, bajando la cabeza—. Y con Caos, no me extrañaría que hiciera más desastres. —Miró hacia Jela. Tenía las manos agarradas, apretando con fuerza, sin saber donde mirar—. ¿Algo más?
—El Templo de Sensibilidad es inaccesible —admitió. Aspaura chasqueó la lengua y soltó un suspiro lleno de cansancio—. Los Fallos Musicales están allí al igual que los Bosques de la Frialdad. Intentamos atacar, pero nos inmunes a nuestros ataques, parece que se vuelven... invisibles.
«No me fastidies —pensó. Las pulsaciones de su corazón se aceleraron aún más—. Se han hecho más fuertes o a lo mejor ellos dos... —Puso las manos en su cabeza—. Maldita sea».
Aun con los brazos y piernas temblorosas, se levantó del suelo para mirar a Jela por unos segundos. Alzó su rostro y miró hacia el oeste, donde se encontraba la ciudad de Sinea.
—Llévame, Jela.
—P-Pero sabes q-qué...
—Me da igual —respondió Aspaura, apretando sus labios por un momento—. Vine por una misión clara. Si me quedo aquí lamentando, no servirá de nada. Vamos hacia Sinea y hablaré a Urai.
—Te dejará encarcelada, Aspaura. O a lo mejor te ma-
—Qué lo haga entonces —interrumpió, envolviendo su corazón en esa caja oscura. Jela soltó un suspiro de asombro en cuanto vio las marcas oscuras en sus brazos—. No me va a detener por mucho que lo intente.
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