N° 924 "TV" (S.E.)
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-¡He dicho que dejes el Canal 6! ¡Mi casa, mis normas!
-¿¡Pero no te he dicho ya que hoy estrenan la nueva película de Cenincierna en la TV!?
-¡Chicas, callaos ya! Jenny, tu madre y yo nos vamos a dormir. Podéis hacer lo que queráis pero en silencio. Y no os metáis muy tarde a la cama.
-¿Te refieres a los sacos de dormir? -mi padre asintió y le devolví la respuesta-. Ok papá...
-Claro Sr.Stewart...
Esas somos yo y Sasha en mi casa el 31 de octubre ¿Hay algo mejor que una "fiesta" de pijamas en Halloween, con tu mejor amiga, viendo una peli de terror? ¡Lo dudo mucho! Sentadas en la moqueta, con nuestros pijamas calentitos y un bote enorme lleno de palomitas, nos disponíamos a ver el gran estreno de Cenincierna por primera vez en la TV. Se me había olvidado por completo que esa noche estrenaban la peli.
Cuándo escuchamos cerrarse la puerta del dormitorio de mis padres, Sasha y yo chocamos los puños y nos reímos. Teníamos planeado hacer cualquier cosa relacionada con Halloween hasta que nos entrara el sueño, como contar historias de terror, ver pelis, o incluso echar una partidilla a la Ouija. Sé que os puede resultar raro, o incluso satánico, pero Sasha y yo no creemos en esas tonterías.
Las dos tenemos 14 años. Al principio, la idea de una fiesta de pijamas nos resultaba un poco infantil hasta para nosotras, pero somos de esa clase de chicas que no les gusta salir en Halloween a emborracharse y zorrear con cualquiera, aunque parezca que las jóvenes como nosotras estén en peligro de extinción. Por eso, decidimos hacer cosas que nos gustaran a las dos... y resultó que nuestra propia fiesta de pijamas era la mejor opción. Aunque sería mejor llamarlo "Noche de dos amigas que ven pelis, se atiborran a palomitas y juegan a la Ouija"
La película Cenincierna recaudó una gran suma de dinero cuando se estrenó por primera vez en la gran pantalla, y fue galardonada con varios premios de la academia. Verla en la TV en estas condiciones es un sueño hecho realidad. Bueno, lo sería de no ser por la cantidad de anuncios que echan mientras retransmiten el film.
-Joder tía, cómo odio los estúpidos anuncios ¡No son más que vídeos cortos creados por idiotas, que sirven para lavar cerebros a la gente y que gasten su jornal en objetos innecesarios!
-Cálmate Sasha, sólo son anuncios.
-No son anuncios, son 6 minutos de mi vida desperdiciados -Sasha parecía realmente molesta, aunque el único problema es que no tiene paciencia para nada-. Éste, por ejemplo ¿De verdad crees que la gente inteligente se toma en serio a los videntes? ¡Es estúpido!
En la tele, se anunciaba una anciana de unos sesenta años explicando bobadas sobre el horóscopo, el futuro e influencias cósmicas y divinas que pueden resolver todos tus males y hacer desaparecer tus males de ojo. La verdad es que yo también pensaba que era una estupidez como una catedral, sobre todo cobrando a 1,89€ el minuto de llamada. Y luego te ponen en espera más de 5 minutos...
-Mujer, son anuncios, nada más. Serán gilipolleces pero te los tragas y punto -repliqué a Sasha mientras se cruzaba de brazos.
-Los videntes son profesionales en su campo que merecen un mínimo de respeto hacia su místico don -rechistó la anciana de la tele, como si estuviera ofendida por nuestros comentarios, ciertamente poco halagadores.
-¿¡Y si sois tan profesionales por qué no acertáis ni una sola predicción y cobráis un ojo de la cara!? ¡Estafadores, hijos de...!
-¡Calla Sasha! -la interrumpí-. La vieja no te oye, y vas a despertar a mis padres.
Sasha puso los ojos en blanco y se tumbó, a la vez que la anciana de la tele miraba a la cámara quieta y expectante. Parecía enfadada «Qué anuncio más raro» pensé. Dos minutos después, los anuncios finalizaron y pudimos ver la película sin interrupciones. Fue una pasada, tanto la actuación como los efectos especiales y sonoros.
-Normal que recibiera tantos premios -comentó Sasha aplaudiendo-. ¡Menuda pasada de película! Pero estoy algo cansada ¿Y si dejamos las historias y la Ouija para otro día?
-Por mí perfecto -respondí bostezando-. Ya lo haremos mañana, si eso.
En ese momento, Sasha y yo preparamos los sacos de dormir en medio del salón y nos metimos dentro. Tras desearnos una buena noche y arroparnos debidamente, cerré los ojos e intenté dormir. Digo intenté, porque ninguna de las dos lo conseguía «Duérmete Sasha» supliqué en mi mente.
-Jenny, antes de que por fin concilie el sueño, quiero decirte algo muy importante -comentó Sasha.
-¿Qué quieres?
-Jenny, eres mi mejor amiga y te aprecio, pero te conozco muy bien. Si mañana me despierto con pintadas de rotulador permanente en mi cara te mataré y quemaré tu cadáver tras esconder las pistas.
-¿¡Cómo puedes decirme eso!? -repliqué mientras escondía el rotulador permanente bajo la almohada-. ¡Yo jamás haría algo así!
-Confío en ti. Buenas noches Jenny.
-¿Te canto una nana para que te duermas? -Sasha decidió responder a mi pregunta dándome con la almohada en la cara.
-No soy tan infantil como tú, Jenny -protestó. Nos echamos unas risas y decidimos ponernos a dormir en serio. Yo lo intenté. No tenía ni idea de lo que pasaría. Si hubiera llegado a saberlo... Sasha... quizás seguiría aquí.
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En medio de la noche, me desperté lentamente debido a un extraño ruido proveniente del salón. La luz nocturna que venía desde la ventana me ayudó a acostumbrarme a la oscuridad. Me froté los ojos con suavidad y parpadeé, sólo para ver que Sasha no estaba durmiendo a mi lado. El ruido sonaba como un enjambre de avispas furioso. Al mirar a la ventana, observé que estaba cerrada ¿De dónde venía la luz entonces?
Sólo tuve que girar mi cabeza para ver que venía del televisor. Estaba encendido, pero no tenía señal, y lo único que mostraba eran puntitos negros y blancos que provocaban el molesto sonido. Cogí el mando a distancia e intenté apagar la TV, pero el mando tampoco daba señal de funcionar. Miré si había pilas y sí, se encontraban ahí ¿Entonces por qué no funcionaba?
Tiré el mando al sofá y probé a apagar la TV manualmente, sin resultado alguno. La situación comenzó a asustarme. Eché una ojeada detrás hasta poder ver los cables, los cuáles desenchufé de un tirón. Ante mi sorpresa, la tele seguía retransmitiendo su molesto sonido y sus puntitos blancos y negros ¿Cómo es que seguía encendida si no estaba conectada a una corriente eléctrica? ¿Qué estaba pasando?
-¿Sasha? ¿Dónde estás, Sasha? -mi amiga no se encontraba allí. Estaba sola en medio del salón con un televisor que se burlaba de mí. Empecé a aterrorizarme y a mirar rápidamente por todas partes, esperando encontrar a alguien que resolviera el asunto de la TV. No podría dormir con ese penetrante sonido a mi lado. Cómo última opción, decidí llamar a mis padres y que me ayudaran a resolver mis dos problemas.
Corrí rápidamente por las escaleras con el pulso acelerado. Realmente asustada, llegué hasta el dormitorio de mis padres y abrí la puerta de un portazo. La cama matrimonial se encontraba deshecha, y mis padres no estaban allí. Estaba sola en casa. Me senté en la cama intentando relajarme, pero me encontraba paranoica y no podía pensar con claridad ¿Dónde se han metido todos? Busqué el despertador de mi padre y observé que eran las 4:37 de la noche.
-¡Si esto es una broma no tiene nada de gracia! -sólo bastaron esas palabras para que el sonido de la tele se convirtiera en un pitido sonoro y constante. Bajé corriendo al comedor, y en la pantalla aparecía una línea blanca en un fondo negro, y en medio de la línea un punto blanco no muy grande. Me tapé los oídos con las manos pensando en apagarla, pero recordé el suceso anterior y me di por vencida.
La única solución que se me ocurrió fue salir de mi casa y pedir ayuda a mis vecinos. Después de subir con precaución a mi cuarto y ponerme una chaqueta, bajé a la entrada principal e intenté abrir la puerta. Digo intenté, porque la puerta no se movió ni un ápice. Cogí la llave necesaria para abrirla pensando que estaba cerrada, pero nada más meterla se quedó atascada y no pude sacarla.
-¡Joder, ¿qué coño pasa aquí?! -chillé exasperada.
Me quedé allí sentada, recordando por dónde podía salir al exterior. Probé por la azotea, por las ventanas, e incluso por la puerta trasera del sótano, pero todas estaban cerradas «No puedo estar encerrada en mi propia casa sin mis padres ni mi amiga» Tras probarlo todo, intenté al menos encender las luces de la casa por precaución, y en el mejor de los casos, para que viniera un vecino a quejarse de la luz. Adivinad qué. No había corriente eléctrica.
Cómo última opción, cogí mi móvil con la esperanza de poder llamar a la policía, pero no había cobertura. Estuve a punto de tirarlo al suelo, pero no podía perder el tiempo. Bajé veloz como un rayo hasta la cocina y cogí el cuchillo más largo y afilado que teníamos, sólo por protegerme si llega a ser necesario. Regresé al salón y me senté en el sofá, pues la pantalla del televisor era el único aparato que todavía ofrecía un poco de luz.
-¡Sea quién seas, suelta a mi familia! -no sé exactamente por qué grite eso cuando ni siquiera sabía si había alguien más en mi casa, pero el miedo no me dejaba pensar con claridad. Ni siquiera me di cuenta de que estaba llorando. Me tumbé en el sofá e intenté dormir, con la esperanza de fuera un mal sueño, una común pesadilla en la noche de Halloween.
Apenas unos minutos después, el molesto pitido cesó para dar paso a los anuncios. Abrí mis ojos sorprendida, y contemplé de nuevo el anuncio de la anciana vidente. Pero esta vez había algo raro en él. La anciana me miraba fijamente, sonriendo ante mi desgracia. La imagen no estaba pausada, pues vi cómo ella empezaba a reírse descontroladamente al verme llorar.
-¿Quién es la gilipollas ahora, Jenny? ¿Debería cobrarte a 1,89€ cada minuto que hable contigo?
¿Acaso la anciana me estaba hablando a mí? Mi mirada sorprendida y asustada sólo provocaba que su sonrisa se ampliara más, hasta reírse de mí en mi cara. Me acerqué a la TV e intenté apagarla manualmente otra vez, pero de nuevo, no ocurrió nada.
-Eres muy ingenua, Jenny. No me esperaba eso de ti, pero sí de tu amiga Sasha.
-¿Qué sabes de ella? ¿Dónde está? -pregunté tajantemente.
-¡Hey, más despacio Sherlock! Ahora mis poderes no te parecen tan... estrafalarios, ¿cierto?
-¿Qué quieres de mí? -la anciana me asustaba demasiado. La situación no podía ser real, pero por mucho que intentaba convencerme de ello sabía que no era cierto, que estaba pasando de verdad.
-No quiero nada. Me molesta mucho que la gente constantemente se burle del don que tanto me ha costado desarrollar, y más si son dos chiquillas asquerosas de 14 años.
-Vale, lo siento, perdón ¿Dónde está Sasha? ¿Dónde están mis padres?
-¿Crees que soy estúpida? Esas palabras de disculpa no valen nada, el daño ya está hecho.
-¿Jenny? -al instante en el que oí mi nombre siendo nombrado, reconocí la voz de Sasha llamándome desesperadamente. Sin embargo, su voz sonaba distorsionada, como si tuviera eco.
-¡Sasha! ¿Dónde estás? -pregunté. La anciana simplemente observaba mis movimientos, parecía alimentarse de mi miedo y terror.
-No lo sé. Esto está oscuro, pero debes sacarme de aquí. No puedo moverme, es... como un cuarto enano. Estoy literalmente sentada, y se me agota el aire. Por favor, debes ayudarme -Sasha estaba llorando, pude percibirlo en el tono de su voz. Su descripción no coincidía con ninguna habitación de mi casa, o al menos con ninguna de las que yo conocía. Sin embargo, su voz estaba cerca de mí. Muy, muy cerca. Acerqué mi oído al televisor y escuché pequeños sonidos. Pero Sasha no podría caber ahí dentro...
-¡Detente idiota! -la repentina voz de la anciana hizo que me retirara rápidamente del televisor, cuando mi corazón ya no podía más-. ¿De veras quieres que libere a tu amiga Sasha?
-¡Claro que sí, joder! -luego de dar mi orden, la anciana cerró sus ojos y comenzó a recitar extrañas palabras en un idioma desconocido para mí. Para mi sorpresa, la luz del salón se encendió repentinamente y mis padres aparecieron de pie en las escaleras.
-¡Jenny, ¿estás loca?! ¡Son las 4:50 de la noche, ¿qué haces viendo la tele?! ¡¿Y dónde está Sasha?!
-¡No me gritéis! ¿Dónde estabais vosotros, y cómo habéis encendido la luz? ¡Estaba encerrada, no funcionaba absolutamente nada!
Respiré hondo por primera vez desde que me desperté, sin saber por qué mis padres estaban poniendo esa expresión de horror frente a mí. Me di a la vuelta y observé el televisor. La sangre caía por debajo de la caja tonta mientras esta se hinchaba como una pelota de baloncesto. La imagen de la anciana seguía retransmitiéndose hasta que finalmente la tele estalló, manchándome entera de sangre y grumos pegajosos de color carmesí.
Retiré la sangre de mis ojos llorosos y al abrir mis párpados, contemplé el cadáver el Sasha completamente desmembrado, lleno de sangre, sin piel, y abierto por la mitad como un cerdo en una matanza. Trozos de la TV se hallaban por todo el salón, mientras las cortinas se prendían fuego lentamente. Me di la vuelta y casi me desmayo al ver a mis padres tirados en el suelo, con diversos cristales y trozos de metal clavados en el pecho, en el rostro y en las extremidades.
Y en el centro del salón, en medio de aquella masacre, estaba yo en estado de shock, manchada completamente de sangre y vísceras de mi mejor amiga, contemplado los cuerpos sin vida de mis padres, y sin darme cuenta de que todavía sostenía el largo y afilado cuchillo en mis manos.
-Bueno, Jenny. Tu amiga Sasha no tenía pelos en la lengua, pero ya ha pagado por ello. Una pena lo de tus padres, pero tranquila, esta vez no lidiarás sola con esta situación -escuché por última vez la voz de la anciana haciendo eco en mi cabeza. Su risa se grabó a fuego en mi mente mientras oía las sirenas de los coches patrulla en el jardín de mi casa.
Eran las 5:00 de la noche cuando la vida me arrebató lo que más quería. Eran las 5:00 de la noche cuando la policía encontró los cadáveres en el salón. Eran las 5:00 de la noche cuando me encontraron con el cuchillo en mi pecho, mi boca ensangrentada y mis lágrimas mezclándose en el charco escarlata del suelo. Eran las 5:00 de la noche, cuando se explotó la TV.
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