N° 131 "La Caja de lo Perdido" (S.E.)

Sin editar

Las conversaciones, las miradas, las fotos... todo ello apuntaba a una cosa: Courtney iba a ser mamá. Todo el mundo sabía ya del fruto que estaba naciendo en su vientre. Sus padres estaban tan emocionados..., y sus amigas muy sorprendidas. Al principio, ellas no creían que su relación con Brandon fuera a durar demasiado, pero la prueba inequívoca de ello era la voluminosa barriga de Courtney.

El único al que parecía no gustarle demasiado la idea era curiosamente a Brandon "Somos jóvenes, y no tenemos suficiente dinero ni responsabilidad para criar a un bebé" pensaba él. Courtney siempre le decía que le hacía mucha ilusión ser madre junto al hombre de su vida, y que no abortaría por ningún motivo. Derrotado, Brandon aceptó la idea de su novia y colaboró para que tuviera una vida de lo más normal durante ese bonito periodo.

Como era inevitable, una mañana repentina, Courtney levantó a gritos a su novio al grito de "¡He roto aguas!" Apenas se vistieron, salieron pitando de casa para llegar lo más pronto al hospital. En el camino Courtney soltó más gritos que en toda su vida, pues le dolía mucho aquella nueva experiencia. Aún así, sentía emoción por lo que ocurriría dentro de poco.

Por otra parte, Brandon seguía muy preocupado por la inestable salud de su novia, y aunque la apoyó en todo lo que pudo, Courtney no podía dejar de pensar que en el fondo Brandon no quería tener ese bebé. Preocupada, pensó en lo que podía pasar si su hijo se criara en una familia sin amor, en la que tendría que soportar las constantes peleas de sus padres. Para salir de dudas, decidió hacerle una simple pregunta:

-Brandon... Tú... ¿En serio quieres tener un hijo? -debido a los nervios y al dolor, a Courtney le costó formular ésta pregunta. Tras unos instantes de demora, Brandon la dio una respuesta.

-Courtney, sabes que yo nunca he pensado que fuera una buena idea en estos momentos, pero también sabes que te quiero y quiero hacerte feliz, y si tener un hijo es lo que deseas, eso es lo que haremos.

-Pero en el fondo no quieres a nuestro hijo...

-¿¡Cómo no voy a quererlo!? Lo que no quiero es que sufra, ni que pase hambre, sólo porque no podamos mantenerle. Courtney, eres una desempleada y mi sueldo es reducido.

-Mis padres y los tuyos prometieron ayudarnos a criar al niño, ¿no lo recuerdas?

-Sí, sí lo recuerdo. Pero nuestros padres no estarán siempre dándonos dinero y cuidando del bebé, además están jubilados, deberían poder relajarse y disfrutar de su propia vida -contestó Brandon, tajante. Dicho esto, él y Courtney bajaron del coche y entraron corriendo a urgencias. A partir de allí, y en una camilla, Courtney comenzó su largo viaje hacia la maternidad.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El efecto del sedante iba desapareciendo a la vez que Courtney se despertaba. Se encontraba aturdida y desorientada, sentía su cabeza pesada y le apetecía vomitar, pero poco a poco se fue calmando y se quedó tumbada en la camilla del hospital, sola. Observó a su alrededor el pequeño cuarto que se le había asignado. Ya eran las 12:00 de la mañana, y los rayos de sol que se colaban por la persiana transmitían paz y seguridad a Courtney.

-¿Dónde estarán todos? -se preguntó a la vez que se incorporaba en la cama. Al levantarse, dio unos pequeños pasos con cuidado, ya que su mareo persistía-. ¿Hola?

Antes de que pudiera salir de la habitación, una enfermera la pidió respetuosamente que volviera a la cama a descansar, ya que necesitaba reposo tras una operación como aquella. La aseguró que el doctor vendría muy pronto, y prometió avisar a Brandon. Mientras tanto, Courtney se entretuvo viendo la TV del hospital. Unos minutos después, llegó Brandon y la dio un fuerte abrazo.

-¿Dónde está mi bebé? -preguntó Courtney impaciente. Aquel era el momento más importante de su vida... o eso pensaba.

-Verás... puede que al principio te resulte un poco extraño pero... no hay bebé -Brandon contuvo la respiración al decir esto mientras Courtney lo miraba confusa y asustada.

-¿A qué te refieres? ¡Yo le vi, me enseñaron su ecografía!

-Courtney, cálmate. Es un embarazo psicológico. Le pedí a la empleada que te enseñara la ecografía de otro bebé. Quería darte yo la noticia pero... se te veía tan emocionada. No me atrevía a decírtelo.

-¿Y esto lo sabían mis padres? ¿Y mis amigas? -la respuesta de Brandon fue afirmativa en las dos ocasiones.

-Descansa un poco ¿vale? Mañana nos iremos a casa. Mientras, toma éste folleto que me ha dado el doctor sobre tu caso.

-Se sentía tan real... -Courtney cogió el folleto de Brandon y vio cómo desaparecía de la habitación. Empezó a echar un vistazo, pero no podía concentrarse en lo que ese texto la decía-. No puedo creerlo. Yo lo noté, vi a mi hijo. Me están mintiendo. Necesito ver a mi hijo.

Rápidamente, Courtney se levantó de la camilla y comenzó a correr por los pasillos del hospital. Sabía de sobra dónde estaba la Sala de Maternidad, pues tuvo un buen cursillo para ser madre en dónde se lo enseñaron. La gente se quedaba extrañada al verla tan histérica, y fue un enfermero quién la rodeó con sus brazos y la hizo frenar en seco.

-¡Suéltame! ¡Necesito ver a mi bebé! -gritó Courtney pataleando como una loca. Sabía que nadie la haría caso, pensarían que estaría mal de cabeza y se apiadarían de ella, pero eso no cambiaría nada.

-Cálmese señora -Courtney dejó de resistirse y comenzó a llorar.

-Quiero ver a mi bebé, por favor. Necesito... ver... a mi bebé.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

2 años más tarde

-Todo este tiempo, juntos ¿Y así me lo agradeces? -Courtney apretó los puños intentando contener su furia y sus lágrimas, sin éxito alguno.

-Cálmate, ¿quieres? No ha sido culpa mía, ni siquiera he hecho nada malo. Déjame que te lo explique -replicó Brandon.

-¡No! Ha sido culpa mía por haber confiado en ti y en esa zorra de mierda ¡No eres más que un gilipollas!

-¡Tal vez no habría sido tan gilipollas si me hubieras dejado más libertad! ¡Sólo eres una inútil mantenida, una molesta carga para mí!

-¡Pues si soy una carga, suéltame y vete de aquí! ¡Ahora! Sé arreglármelas por mí misma...

-Estupendo, espero no volver a verte en la vida, estúpida miserable -Brandon cerró la puerta de un portazo y Courtney se arrodilló en el suelo, comenzando a llorar.

-¿Así es cómo acaba todo? Si en el fondo tiene razón, sólo soy una carga... -dijo Courtney dolida para sus adentros. Llevaban demasiado tiempo manteniendo disputas domésticas. Últimamente, ella desconfiaba demasiado de Brandon, pero hubiera preferido que fuera en vano. Los dos tenían sus defectos, pero cada día que pasaba se hacían más presentes en su relación. Courtney sabía que Brandon ya no iba a volver.

Se incorporó torpemente al acabar de desahogarse y caminó hasta la cocina. Abrió un cajón de la encimera del que tiró al suelo los resultados médicos de una prueba realizada hace dos días y cogió el cuchillo más afilado que tenía. Pasó su dedo índice por la cuchilla para comprobar su eficacia y lo depositó en el lavabo del cuarto de baño. El teléfono comenzó a sonar, pero lo ignoró y dejó que el agua caliente corriera por su bañera, llenándola, mientras se desnudaba lentamente.

Cuando se llenó la bañera, se metió en sus calientes aguas y dejó una vez más que sus lágrimas se unieran con ellas. Encendió su reproductor MP4 y seleccionó su canción favorita. La melodía cubrió sus llantos mientras cogía el cuchillo y lo acercaba a sus muñecas. Llevaba mucho tiempo pensando en hacerlo, pero nunca se había atrevido... hasta ahora. Ya no le quedaba nada.

Un momento antes de rajarse sus muñecas, la puerta del baño se abrió de sopetón y entró un hombre desconocido para Courtney. Su piel era muy blanca, ojos completamente negros al igual que su pelo y labios carnosos y rosados. Vestía un elegante traje de ejecutivo y llevaba consigo una caja llena de símbolos extraños que Courtney no podía descifrar. Sorprendida, se escondió en las aguas de su bañera y se dispuso a hablar con él, pensando en un plan para noquearle si era necesario, pero el hombre frenó sus alocados pensamientos dirigiéndola la palabra.

-No tengo un nombre definido, ya que nadie tiene la necesidad de llamarme por él.

-¿Qué? ¿Qué haces aquí? ¡Estoy desnuda! Y puedo usar el cuchillo contra ti, puto violador -titubeó asustada y confundida.

-Oh, tranquila, no estaré aquí mucho tiempo ¡Y no soy un violador! Ese es tu problema Courtney, eres muy desconfiada. Tranquila, sólo déjame mostrarte una cosa -dijo el hombre agachado ante su mercancía.

-¿Te refieres a la caja?

-No es una caja cualquiera. Es la Caja de lo Perdido.

-¿Adónde quieres llegar con todo esto? No me siento nada cómoda, esto es demasiado extraño -Courtney deseó tener su móvil a mano para llamar a la policía.

-Bueno, sólo quiero que te arrepientas por tus actos. O que cambies de idea respecto a... ya sabes -el hombre comenzó a rebuscar por la caja y le entregó un objeto a Courtney.

-¿Qué es esto? -preguntó Courtney examinando detenidamente el objeto-. ¡Es una pulsera! Pero no cualquier pulsera, ésta es la que me regaló mi madre en mi décimo cumpleaños.

-Exacto, te la olvidaste en lo alto del armario de tu antigua habitación ¿Quieres ver más cosas?

-Un momento, ¿se llama Caja de lo Perdido porque contiene lo que he ido perdiendo durante todos estos años? ¿No?

-Veo que comienzas a entender -comentó el hombre con una sonrisa pícara.

-¡Pero esto es mágico! ¡Quiero ver más! Aunque si no te importa, me gustaría verlo vestida.

-Por mí no hay problema -dijo a la vez que salía del cuarto de baño. Al cerrase la puerta, Courtney se cubrió con una toalla y cerró rápidamente el pestillo. Tenía el pelo ligeramente mojado, por lo que no necesitaba secárselo. Al asegurarse de que ya no estaba empapada, se puso la ropa y se arrodilló ante la caja. Era bastante más profunda de lo que aparentaba por fuera. Empezó a sacar objetos de todo tipo: canicas, llaves, dinero (bastante, por cierto), incluso unas braguitas que debió olvidar en casa de algún chico antes de conocer a Brandon.

-¿Qué tal vas por ahí, cielo? -preguntó el extraño desde fuera del cuarto.

-Bien, déjame unos minutos -desde que Courtney pronunció esas palabras, encontró objetos más extraños en la caja, como la sangre que donó hace unos meses, las fotos familiares que abandonó en su antigua casa, e incluso un papel con una palabra y una fecha escritas: Esperanza, 28-11-15.

«Qué raro... ¿Esa no es la fecha en la que discutí por primera vez con Brandon?»

Courtney siguió rebuscando en la caja hasta que encontró algo demasiado raro y perturbador. Era una masa rosácea manchada de un líquido rojo espeso, pegajoso y brillante. Estaba rodeada por telillas blanquecinas y finas como la seda. Un largó cordón salía de la masa y se alborotaba por toda la caja. Sólo cuando Courtney lo cogió entre sus manos, pudo ver perfectamente que era un bebé. Un bebé muerto y recién nacido. La chica comenzó a gritar tirando el feto al suelo.

-No lo comprendes, ¿verdad Court? -la voz del hombre delató su presencia en la habitación, justo detrás de ella.

-¡¿Qué coño es esto?! Brandon me dijo que fue un embarazo psicológico... -chilló Courtney asustada y arrinconada contra la esquina, mientras las lágrimas se escapaban de su control. Ya no resistía más ante la aterrorizadora visión del feto muerto manchado de sangre-. ¡Vete de aquí! ¡Ahora!

-Courtney, Brandon no te mintió. Fue tu cerebro el que inventó esa farsa, al igual que hace unos minutos. Todo fue un malentendido, no te puso los cuernos. Fueron tus celos los que provocaron que pensaras mal de él.

-Pe-pero, ¿y ese bebé?

-Toma, éste es tu móvil. Echa un vistazo a los mensajes -el señor le entregó su teléfono frente a la atónita mirada de Courtney.

Tenía un mensaje de hace un día que no había leído. Si no recordaba mal, ese día había estado espiando a Brandon y a su compañera de trabajo. Cuando levantó la vista, ya no había rastro del hombre, ni de su maravillosa caja. Es más, ni siquiera estaba arrinconada contra la esquina del cuarto de baño. Estaba desnuda, en su bañera, como antes de comenzar esa locura. Courtney abrió el mensaje de Brandon y se tapó la boca en un gesto de incredulidad.

¿Recibiste los resultados médicos? Seguro que ya los habrás leído. Esta vez es de verdad Courtney, lo criaremos juntos, y seremos la familia más unida de todo el planeta. TQ

Courtney intentó otra vez retener sus lágrimas, pero la situación la sobrepasaba. Sintió algo incómodo en su nalga derecha, y es que el cuchillo se le estaba clavando. Las aguas de la bañera comenzaron a tornarse a un color rosáceo, cada vez más oscuro, hasta alcanzar la tonalidad de la sangre. Courtney miró arrepentida sus muñecas, rajadas hasta el hueso y manchadas de sangre que seguía saliendo sin control.

Su garganta intentó emitir un sonido, pero no pudo hacerlo. Sus ojos se cerraban en contra de su voluntad, pues su cuerpo ya no respondía. Se quedó tumbada en la bañera, escuchando su canción favorita, sintiendo el confortable calor del agua,... Lo último que hizo fue oír una voz.

-¿Courtney? -pronunció Brandon desde la entrada.

-Bran-don -pronunció Courtney por última vez.

Justo cuando pensó que no regresaría, la sorprende una vez más. Sus ojos no pudieron ver su expresión de inmenso terror y tristeza. Sus oídos no pudieron escuchar los gritos de sufrimiento de su novio. Sus manos no sintieron las de Brandon entrelazándose por última vez. Courtney estaba muerta, al igual que su hijo. Se arrepintió al no poder sonreír cuando Brandon, destrozado, colocó un anillo de diamantes en su dedo anular de la mano izquierda.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top