treintaiuno
-No, ¡no puedo creer lo que hiciste!- Gritó Devoción entre lágrimas, anonada ante los hechos ocurrido minutos atrás.- ¡Lo mataste!
Vesania rio, aumentando más la velocidad del auto. La adrenalina corría por sus venas.
Había sido participe en peleas u otros encuentros violentos anteriormente, pero jamás había llegado hasta el punto de quitar una vida. Ahora había matado a alguien y el placer que sentía en esos momentos era imposible de explicar con palabras.
-Cafre sólo era una escoria. El típico bruto y engreído. Necesitaba morir.
-¡Mentiste, prometiste que solo lo ibas a asustar! ¡Le arrojarías agua, no gasolina!
-Uno entiende, recuerda y percibe lo que quiere. El humano tiene un sistema selectivo, querida.-Dijo él, acariciando su pierna en un intento por que esta se calmara, su rostro estaba rojo y empapado. No había dejado de llorar desde que habían entrado al auto y eso (pese a su felicidad) lo empezaba a irritar.- ¡Ahora cierra el maldito pico! ¡DEJA DE QUEJARTE! ¡Lo que hicimos fue increíble! Somos un gran equipo.
-¿Qué?
-Por supuesto, ¿crees que ese bastardo se hubiese quedado quieto si me veía entrar con un galón de gasolina y un par de fósforos? Necesitaba que lo retuvieras.
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