Capítulo 1

Voten, comenten y síganme para más.

-- Ne~ Fushiguro, no creo que solamente yo me haya dado cuenta, pero al parecer soy la única con la suficiente valentía para decírtelo, así que... ¿A qué se debe que ahora pases desapercibido?

No lo entendía, según la perspectiva que tenia de sí mismo, no tuvo ningún cambio.

-- ¿De qué hablas?

-- ¿No lo notas? -- inquiere la castaña -- Dime la última vez que golpeaste a alguien y con eso tú mismo te darás cuenta.

Cualquier otro día la hubiera ignorado, pero cuando quiso hacer memoria, se dio que, en efecto, había pasado ya un par de semanas desde la última vez que tuvo alguna pelea con alguien de la secundaria.

-- ¿Ya ves? -- le dice al ver su rostro confuso -- Tsumiki - chan me pregunto por ti ya que desde hace semanas no llegas golpeado a su casa, así que vine a preguntarte si no estás enfermo, ya que, hombre, es muy raro que estés tan tranquilo.

Una vena se le marco en la frente, se supone que en estos casos uno debería estar feliz al ver que su amigo tiene un cambio positivo, ¿Qué es eso de si está enfermo?

-- No estoy enfermo -- gruñe ahora con mal humor, retomando su lectura.

-- ¿Estás seguro? -- vuelve a preguntar -- No es por ser odiosa ni nada, pero siempre que tu hermana o los profesores te decían algo parecía que con más ganas golpeabas a la gente, pero ahora de la nada no hay noticias de ti de que te has peleado con los pandilleros de la escuela.

No le contesta, pero sabe que tiene razón, aunque no es su culpa, esos tipos siempre le buscaban pleitos y él tampoco era de mucha paciencia.

-- Pero bueno, si dices que no estas enfermo, entonces te creeré, además que esto pondrá feliz a tu hermana.

Ignora eso, o, mejor dicho, ignora todo mientras se centraba en su lectura, no se había percatado del hecho de que dejo de pelear, aunque tal vez fuera el hecho de que salía temprano de la escuela no les daba tiempo a los pandilleros para encontrarlo.

Porque si, desde hace semanas algo más llamo su atención, un curioso cabello rosado perteneciente a un chico que por rumores había escuchado que era un gran peleador, pero que, al verlo a lo lejos, se dio cuenta que había mucho más que simples músculos.

La escuela termino, los pandilleros no tardaron en buscar a ese maldito de Fushiguro Megumi, es que se creía muy especial por ser atractivo, robándose la atención de todas las chicas, era inaceptable.

-- ¡Oe! ¿Dónde está ese maldito de Fushiguro Megumi? -- pregunto uno de ellos a un pobre chico que cargaba unos libros.

-- F-Fushiguro - kun se fue hace un momento.

El pandillero sin pensarlo golpeo la pared, asustando a la pobre victima que salió corriendo del pánico.

Megumi por su lado estaba saliendo hacia el camino que comenzó a pasar desde hace un par de meses, yendo hacia una cafetería donde al parecer una conocida de su prima Mai atendía como camarera.

-- ¿Lo de siempre?

Asintiendo a la pregunta, se sentó en una de las mesas pequeñas del exterior, sacando el libro que estuvo leyendo en la escuela, aunque no paso mucho hasta que un pastel de limón y un café negro fueran puestos en su mesa.

Ese lugar era bastante tranquilo, perfecto para una lectura relajante, aunque también había otro motivo para estar ahí.

Aquello que lo hizo cambiar su rutina casi por completo, estaba en la otra cera, en la cancha de basquetbol, cabello rosado, musculatura gruesa y una sonrisa que le recordaba mucho a su hermana mayor.

-- Vaya que disfrutas de jugar básquet.

No conoce su nombre, más sabe que su apellido es Itadori debido a que es el hermano menor de un pandillero muy peligroso de la zona llamado Itadori Sukuna.

Solo iba a verlo una vez, ver qué clase de tipo era el hermano menor del pandillero más escuchado desde hace un par de años, los debiluchos de su escuela siempre hablaban de reclutar a ese chico para, entre muchas comillas, darle una lección.

La sorpresa que se llevó al encontrar a un chico, al parecer, bastante tranquilo y carismático que juega al basquetbol, la imagen que tenia se desmorono por completo.

Pero no fue solo eso, ya que, por alguna razón, se quedó a observarlo desde lejos como jugaba, disfrutando de verlo sonreír por cada punto que marcaba su equipo, o tal vez cuando su mirada se volvía más competitiva con forme pasaba el tiempo.

Cuando estuvo por preguntarse el por qué lo llamaban pandillero si se notaba que no peleaba con nadie, llego un grupo de idiotas buscándole pelea, el resultado fue más que obvio a sus ojos.

Y así, sin darse cuenta, se le hizo una costumbre comenzar a frecuentar la cafetería que le daba una buena vista a los partidos donde participaba ese chico de cabello rosa.

-- Solo hasta hoy, ya no vendré más -- se repitió para si en un pequeño susurro.

Quiso dejar de venir a verlo, porque se sentía como un maldito acosador, pero una parte de él no podía evitarlo, era como si ese chico fuera la luz y él la polilla que lo seguía.

-- ¿Si tanto te gusta porque no vas y te presentas?

Estuvo tan absorto en sus pensamientos que ese comentario le saco un buen susto, era la amiga de su prima.

-- Oh vaya, parece que te gusta tanto que no notaste mi presencia -- esa rubia pequeña se estaba riendo de él.

-- No molestes.

-- Con esa actitud nunca podrás llegar a nada, yo lo conozco y es un tipo bastante buena gente, lástima que le hayan creado una mala reputación por culpa de ese tipo aterrador que tiene como hermano.

Le dio la razón, ese chico no se merecía la mala reputación que le profesaban, aun así, tampoco hizo nada para ayudarlo, después de todo, sería muy extraño que un desconocido se acercara y te dijera, ''¡Hey! ¡Te ayudare con tu mala reputación! ¡Aunque la mía también es mala!''

Al final, dejo las cosas como estaban, en lo que quedaba de la secundaria, ese chico atlético de cabello rosado nunca se percató del admirador que lo observaba a lo lejos en cada partido, demasiado ocupado con sus propios problemas, donde su reputación manchada era la primera de la lista.

Se graduó con muy buenas notas y pudo entrar a una buena preparatoria donde le aseguraba entrar a la universidad que quería para estudiar Veterinaria.

Tsumiki estuvo orgullosa de que subió mucho más sus notas, claro que ella no sabía que para perder el tiempo se ponía a leer sus apuntes en la cafetería, indirectamente debía darle las gracias a ese chico que al final nunca pudo saber su nombre.

Creyó que ya esa pequeña historia pasaría a la historia, ya que no paso más de un pequeño gusto, ni siquiera le dirigió la palabra en todo ese tiempo que lo estuvo observando.

Ahora podría concentrarse en su futuro, ser un Veterinario, abrir su consultorio y cuidar a todos los animales que pudiera.

Pero claro, olvidaba que a veces la vida podía ser como una maldita historia cliché de novela.

-- Ah, bueno, en vista de que este chico descarriado necesita de un estudiante modelo como tutor, no pensé en nadie más que en ti Fushiguro - kun.

Realmente no pensó que lo vería cara a cara, esos ojos mieles lo estaban mirando a él y solo a él.

-- Presentante -- ordeno el hombre hacia el pelirosa.

-- ¡Hola! ¡Soy Itadori Yuuji!

-- Itadori... Yuuji...

Sintió la boca seca, tal vez por el escalofrió que paso por su cuerpo al repetir el nombre de la persona en su cabeza, tanto tiempo pensando en cómo se llamaba y ahora ni siquiera era capaz de decirlo sin ponerse nervioso.

-- Confió en que lo guiaras en el buen camino, Fushiguro - kun, empezando con que se despinte ese horrible rosa de la cabeza.

-- Sensei... ya le dije que es mi color natural.

-- ¿En serio me crees tan idiota como para creerte esa mentira?

Fushiguro no se metió en la pelea, solo... se dignó a observar a ese chico que por mucho tiempo estuvo siguiendo a lo lejos.

Nunca fue creyente del destino, pero, aun así, sentía que este encuentro era a causa de ello.

Solo espera no meter la pata con esta oportunidad.

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