La paleta de colores era tan nítida y clara, a pesar de la velocidad del bus.

Me eran inevitables las ganas de retratan tan bellos paisajes que atravesaban las ventanas. Eran casi tan fuertes como mi amor al chocolate y sus derivados.

La gente hablando a mi lado, todos se conocían yo era sólo una persona sumada para una actividad que no me interesaba. El bus estaba lleno a más no poder, con más de treinta personas.

Miles de montajes surcaban mis pensamientos, las ideas sobre la vida e las personas, sus nombres e inquietudes, con una canción de AJR por medio de los auriculares, volviendo todo más sub-realista de lo que mi imaginación puede dar.

Los parámetros de la realidad se adaptan a los del mundo en mi cabeza y no puedo evitar sonreír ante mis inquietudes. No soy la misma que hace un año. Eso me demuestra este viaje que pareciera no tener final ni comienzo.

Siento la paz invadirme en lo menos esperado de mi ser, con unas insaciables ganas de dibujar y curiosear entre los alrededores pero eso me sería imposible, debía seguir y regirme por las reglas de la actividad de la que se me había sido impuesta.

Suspiró lo más discreta posible, ya llamaba mucho la atención al ser la única que no hablaba dentro del transporte, tampoco era como si mi importase, sólo me enfocaría en disfrutar del viaje. Eso era lo único positivo.