Luego de la siesta.
Me hablas despacio para que nadie te oiga, de mi corazón de desprende una hoja que llevaba escrito un poema, pero ese no es el tema cuando ahora me estas odiando, y yo sollozando mientras tu sonríes, ¿en que mundo vives? Tus palabras me están matando.
No sabía lo que me esperaba y mientras yo despertaba y tu me estabas mirando, con una mirada fría y un rostros sin expresión, otra hoja menos de mi corazón, otro poema que estabas rechazando, fue doloroso ir despertando y pensar en la tormenta que venía.
Cada frase que me decías eran estoques que rasgaban todo mi cuerpo, el físico y el espiritual, sigues con el cruel ritual de contarme como me engañabas, como otras sabanas de tu miel impregnabas, cuando por otras manos eras acariciada, que tu piel ya no era mía, que ahora eras libre que ya no te pertenecía, y al oído me lo decías como cuando me jurabas lealtad, sabes bien faltar a la verdad eso no lo pongo en duda, la verdad es mas cruda cuando me lo dices en susurros, y en la garganta tengo un nudo y cortarme la garganta deseo, para que salga el poema que tengo guardado para este momento, pero me dejaste muerto y mudo.
La pena está de fiesta, las lagrimas salieron a bailar, el corazón dejó de palpitar y el humor quedó enterrado, festejo antes de la noche y los poemas fueron desechados, nunca fueron recitados, se quedaron en el nudo en la garganta, los que quedaron escritos en el corazón en sus hojas de marchitaron, quizás amar no debería, eso es cosa para humanos, solo usaré mis manos para escribir poesía, versos para el mundo para quien los apreciaría, dejo el amor en una cesta tal como la ropa sucia, no sabía que me ibas a matar después de nuestra siesta.
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