Murmullos ilegibles, ruidos del fondo del corazón, como cuando va a venir un temblor y la tierra de dolor gime, susurros que piden perdón pero el daño está hecho, palabras que quieren romper el pecho y hacerme perder la razón.
De algo que sirva la meditación, deben seguir guardados, en lo profundo de mi ser enterrados y transformarse en un recuerdo fecundo, dejar de lado la pasión, pero en este suelo lodoso me hundo.

Gritos retumban en las paredes, a mi espíritu hacen tambalear, esto no me va la va a ganar, no voy a perder el control, en mi se murió la flor el dolor la dejó marchitar, yo me cansé de llorar y ya no creo en el amor.
Solo me dedico a caminar, es lo único que apacigua el tormento, no se logró concretar el sacramento, el anillo no me pudo matar, por los poros la sangre quiere brotar y dejar mi cuerpo árido, el sol para mi no es cálido pero yo no me dejo matar.

He cambiado mil veces de almohada, casi todas huelen a ti, no quise quedar así sufrir no estaba en mis planes, sigo peleando con titanes que nacen de la imaginación, de un triste poeta que llora a los mares y por una mujer se retuerce de dolor.
Han pasado mil días, las horas ya las perdí, cada verso que escribí lleva por titulo tu nombre, las lagrimas no me hacen menos hombre pero !Por que tienen que ser por ti! Y cuando se dibuja el alba y nunca me dormí, logro tener un momento de calma, se viene otro día por vivir, pretender que nunca sufrí y volver a lidiar con los gritos de mi alma.