La sombra.


Un pasillo interminable, cerámicas blanco invierno quebradas, aroma a cementerio, a flores descompuestas, camas vacías, camas ocupadas, cabezas rapadas, rostros de miedo, caras tapadas. ¿yo qué hago aquí? caminando en este pasillo de penas y desesperanzas con una bata blanca, descalzo, la tinta de mis brazos se opaca, agujas, fluidos,desconcierto,me duermo en una madeja de pensamientos.

Despierto, techo blanco ruido de palomas, en la ventana la cordillera se asoma seca y triste como pidiendo ayuda, misma bata, mismas agujas, mismos cuestionamientos, mismo veneno entrando por mis venas, mi cabeza como la cordillera triste por dentro, seca por fuera espejos sucios, huesos que se asoman.

Cicatrices en mi cuello, heridas abiertas, penas vivas, preguntas persistentes ¿yo qué hago aquí? ¿por qué aún no despierto? se abre la puerta aparece la sombra, la figura tenebrosa, el ogro bajo la cama, el viejo del saco, el ángel de la muerte, el que habla sin hablar, el que dice sin decir, de mi cuello brota sangre. El la ocupa como tinta y en el sucio espejo de esa cama de hospital y esto no es un cuento. Escribe con perfecta caligrafía la palabra "cáncer". 

Cálido día de invierno, cálido pero gris, de esos que a mi me gustan, petricor por la ventana, ya se fueron las palomas cantan los gorriones, lugar familiar, librero atestado, aroma hogareño, cicatrices en mi cuello mas ya no hay sangre, tinta viva en mi cuerpo, ojos bien abiertos, cabeza poblada, barba prominente, miro al poniente todo está en su lugar, llegó carta hijo mío llegó del hospital, ¡ya no tienes cancer de ese mal te lograste curar! nada fué un sueño todo fue real, la cama del hospital, la sombra de impecable caligrafía solo fue a despertarme, a decirme a su manera que de ese mal pude curarme. 


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