Entraste como si nada apoderándote de todo lo que tenía, en el momento en que a nada le temía, impregnándote de mis saberes, utilizaste todos tus poderes y fuiste todo lo que quería. Fue como una posesión demoníaca, aumentaba mi frecuencia cardiaca cuando por el umbral de la puerta entrabas, como triunfando, con esos ojos mirando, esos ojos que se reían y con esa mirada estafando a este pobre que de a poco se enamoraba y caía con tus mentiras y que no sabía lo que le esperaba.

No ha sido fácil arrancarte de mi piel por que te me pegaste como la miel, como un agresivo cáncer incrustado ahí dentro de mi ser, al menos ya me exorcicé del amor y caro me costó volver a ver el sol, fuerte fue aquel temblor tanto que rajó mi vida de cuajo y tu por ahí olvidándome en el acto ni siquiera pensando en este flaco que en una cabaña solo y acabado te escribía cantos y poemas de llanto en llanto.

Yo nunca tuve una foto como esa, jamás jamás estuve al nivel, quizás por poca cosa, quizás no me viene bien la miel, tu nunca tuviste una historia como esta simplemente por que no querías que la viera el.

Estuve dispuesto a pagar con sangre el haberme hecho tuyo, pero mi sangre carece de linaje y en mi cabeza se escucha un murmullo, es el galopar del recuerdo, recuerdo que se viste de traje, recuerdo de un vestir reflectante, recuerdos de trajes azules, recuerdos y mas recuerdos que fluyen, que hablan y murmullan, recuerdos de tiempos de demacre, recuerdos vivos, recuerdos reales que me llevan a ese tiempo y me recuerdan tu sangrienta masacre.