Fuiste los rayos de mis truenos, las nubes de mi tormenta

Fuiste el viento de mis temporales, la lluvia de mis inviernos

Fuiste el fuego de mis infiernos, fuiste el compás de mis tormentos

Fuiste fría, calculadora y cruenta.

Fuiste el calor de mis veranos, el sol de mi horizonte

Fuiste la arena de mi playa que se pegaba en mi cuerpo, fuiste mi océano plagado de tiburones

Fuiste el dolor de mis quemaduras, la cima de mi monte.

Fuiste la dueña de mis acordes, la primera estrofa de mis canciones.

Fuiste la inspiración de mis obras, la mejor de mis pinturas

Fuiste la sed de mi boca, la que rompió con mi ternura

Fuiste la utopía de mis poemas, la que destrozó mis emociones.

Fuiste el ángel de mi existencia, la que juré siempre proteger

Fuiste la excusa perfecta para seguir viviendo, la que me hizo resucitar

Fuiste la que me quitó la vergüenza, la que en voz alta me hizo recitar.

Fuiste la ladrona perfecta, sigilosa y efectiva, fuiste la que me robó las ganas de querer.