Un punto en el papel blanco, un ser solo en una cama vacía, un recuerdo perdido, un pensamiento vago, en el desierto inmenso de un espíritu agrietado, un espacio magnífico y aterrador, un frío desgarrador en un paraje fascinante, no veo los caminantes al parecer soy el único, vagando entre trincheras vacías de guerras escalofriantes.

Una capilla a lo lejos, la cruz señala el lugar y me gana la curiosidad, con mis ojos tengo que verlo, entro a ese lugar inundado de eco, la inquietante verdad no se deja ver, elevo una plegaria y no puede ser, escucho una respuesta, una celestial, una voz ancestral que se está comunicando, siento que me están mirando pero el lugar está vacío, y siento mucho frío siento que me están matando.

En un glaciar dejo mi vida, no hay guerra, no hay huida, de aquí no se puede escapar, en una grieta voy a acampar hasta que la muerte me encuentre, que no se tarde mucho digo en mi mente, ya me volví demente debido al congelamiento, el vasto paisaje será mi tumba, la nieve pura será mi lápida, que la muerte sea rápida solo eso pido, rápida y humana aunque sea un homicidio, y en este verso inexplicable mi cama es el glaciar, pues no tengo nadie a mi lado, las sabanas están frías, afuera está helado, mi habitación la capilla mi vida me ha costado, el frío alucina mientras estoy acostado, el invierno se apodera de este hombre desolado.