Desgraciado.
Pateando las piedras del camino, aún no veo mi casa, pobre y desempleado, enfermo y malhumorado la fortuna por mi no pasa, la vista fija en el cemento, mareado por el frío del viento, ya me cansé de tantos intentos, tu consuelo no le basta.
Una casa vacía y sin gracia alguna, una estufa prendida que calienta la hambruna, eran buenos los tiempos cuando paz tenía, pero nada dura para siempre, todo algún día termina, para bien o para mal la vida siempre nos miente, nos cobija en los buenos tiempos y nos levanta el dedo cuando llega la muerte.
Una cama grande para un ser tan pequeño, una sola cobija para las noches sin sueño, una ventana rota donde se cuela el viento, un agujero en el techo por donde entra el tormento, el palacio se derrumbó todo era un cuento.
Bajo la puerta entra una carta, esperando buenas noticias, era carta inesperada cobrándome las sonrisas, todo en esta vida se paga incluso los buenos momentos, incluso el tarro de pescado que ahora me estoy comiendo.
Ha llegado carta nuevamente, esta vez no eran noticias mejores, el padre no está en condiciones lo está acechando la muerte, su lecho hay que pagar se me cruzó por la mente, tampoco es gratis la muerte, fallecer es cosa de pudientes.
Estaciones pasaron rápidamente, invierno crudo, primavera silente, verano de muerte, otoño hambriento, prefiero estar muerto que pobre y deprimente, pero todo en esta vida es pasajero y esto será cosa del pasado, ya vendrán tiempos mejores para este hombre desgraciado.
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