Cuando tenía diecisiete, la era se estaba gestando, el puño se estaba empuñando y el fuego se estaba encendiendo, la flor estaba floreciendo, el ceño se estaba frunciendo, el amor estaba apareciendo en un pasillo de la escuela, el único que no dejo secuelas cuando los diecisiete murieron.

Cuando tenía diecisiete llovía todos los abriles, había trabajo para albañiles, éramos mas conscientes, las horas se volvían miles, caminando sin pensar en nada, mirando la arbolada que adorna la esquina, el saludo de la vecina que toma el sol en su silla, sin saber quien era y con su mente en blanco, escribiendo cartas de amor sin tanta tecnología.

Cuando tenía diecisiete no importaba el futuro, el presente no era duro nos entreteníamos conversando, nos pasábamos el rato jugando con balones milenarios, tocar frente a la escuela era legendario ser rockero no estaba de moda, para ser popular había que hacer cola, pero serlo no estaba en mis planes, ideas explotaban en mi mente y me hacían ser consciente, un hombre integro y consecuente como me criaron los viejos, quisiera retroceder el tiempo a cuando tenía diecisiete.