Cuento pétalo por pétalo
antes de jugar con flores.
Aun solo pensar en ello,
perderte me da temblores.

Me quiere; no me quiere.
Uno a uno van cayendo
y acarician la polea;
mi ansiedad va creciendo.

Te veo allí, a la vera;
me atrapan tus colores.
Y sé que, si tú me amas,
partirán los temores.

Tú eres una flor,
pero una flor viviente.
Se nota en tu brillar,
tú tienes otra fuente.

Debo tener cuidado
porque, toscas mis manos,
romperían pistilos
en los eriales llanos.

Y no quiero dañarte,
no me perdonaría;
lo mismo si oigo que
mi llegada es tardía.

No tengo más que hacer,
me echaré a tu lado,
susurrando que te amo
con murmullos perlados.

Y, entre verso y verso,
un brote surgirá.
Ya muerta la semilla,
junto a ti dormirá.

Llegará el Jardinero;
yuyo o flor, decidirá.
De sus manos, su destino,
aunque duela aceptará.