Theta (Tita)
–¿Cómo estuvo la escuela hoy? –me pregunta mamá cuando deja el plato de comida frente a mí. Es el almuerzo y tengo algo importante que decirle.
–Fue un poco raro. –hablo rápidamente, quiero contarle lo que pasó lo más antes posible para no olvidar ningún detalle –Mis compañeros de clase comenzaron a dirigirme la palabra, me preguntaban como estaba o si quería ayuda para algo.
–¿De verdad?
–Si. Los únicos que no actuaban diferente era el profesor y un gamma llamado Yarel. –agrego al recordarlos. El beta estaba con su cara de poker como siempre y Yarel sólo tenía curiosidad sobre como son los omegas.
–¿Un gamma? Eso no nos habías contado. –mamá parece más interesada en el tema –Yo también tuve un compañero que era gamma cuando estaba en la universidad. Dijo que venía a aprender de los demás grupos y él también nos enseñó sobre como son los gamma. –me cuenta para luego dar una pausa y comer unos bocados.
–¿Qué pasó con él? –le pregunto sintiendo mucha curiosidad. Según mamá, ese gamma fue el primero en dejar su vida nómada.
–Creo que se enamoró de un omega y tuvieron charrochos. –ella toma su móvil y escribe algo en el buscador –Lo sabía, él y su pareja salieron en las noticias. –deja el celular en la mesa y yo me inclino un poco para poder ver el encabezado que muestra en el diario digital.
–Un milagro maravilloso: una pareja conformada por un omega y un gamma fueron bendecidos con la llegada de dos niños. Ambos ya son gamma desde el nacimiento. –leo lo que dice y mamá sonríe conmovida.
–Esa noticia ya es vieja, creo que esos bebés ya deben tener tu edad. –comenta pensativa mientras bebe un poco de agua luego de acabar con su plato de comida.
–Y también prueba que los omegas somos capaces de enamorar a cualquiera ¿No?. Sea alfa, beta o gamma. –hablo sonriendo pero mamá sólo baja la mirada. ¿Por qué ese cambio de actitud? Ella estaba feliz hace un momento.
–Lavaré los platos, sabes que no me gusta la suciedad. –murmura tomando mi plato vacío y lo lleva al lavadero.
Esto es extraño. Pero no tengo tiempo de preguntarle a mamá lo que sucede porque debo ir a gimnasia dentro de 20 minutos y no quiero llegar tarde. Ahora que anunciaron el festival de invierno de este año, todas las clases deben presentar una coreografía de baile o destreza. Es obligatorio y los que se opongan tendrán reprobada gimnasia.
–Ya me voy mamá. –alzo la voz para que ella pueda escucharme desde la cocina.
–¿Llevas el buzo de tu padre como esta mañana? –escucho su voz haciendo ego por toda la casa.
–Si. –contesto colocándome la prenda sobre mis hombros como él lo había hecho.
–Bien, ve con cuidado Cam.
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Tomé un autobús para llegar a la escuela y algunos alfas adultos intentaron acercarse, aunque luego se alejaban de inmediato al sentir el aroma de mi papá. Él tiene razón, me protege.
Al llegar a la institución me sorprendo al encontrar a Yarel allí. No tiene el uniforme puesto, sino que está vestido con ropa deportiva –Hey, no esperaba encontrarte aquí. –me dice él cuando llego a su lado. Sin su uniforme se ve un poco diferente, lo miro bien en busca del cambio y mi boca queda abierta al ver la liga en su cabello. Su larga melena ahora está recogida, pero la mecha que Liliana había cortada queda a un lado de su rostro.
–Claro que vine, no quiero reprobar gimnasia. –contesto bajando la mirada. De nuevo siento mis mejillas arder. Última me sonrojo demasiado y por cosas insignificantes.
–Bueno, vamos entonces. –propone pasando su codo hacia mí. Me toma un segundo adivinar que quiere que lo tome como si fuera un caballero que acompaña a una dama.
–Si. –asiento sonriendo y acepto ir con él hacia el playón que se encuentra detrás de la escuela. Es un gran campo abierto en donde se practica atletismo y diferentes deportes.
–¿El profesor nos dará esta clase también? –me pregunta Yarel mientras caminamos hacia nuestro destino. Pero antes yo debo ir a los vestuarios para colocarme mi ropa de gimnasia.
–Oh no. Él sólo se encarga de las otras materias, tenemos otro profesor para la educación física. –le explico y creo que todos mis compañeros prefieren más a éste que al profesor Maks.
–¿Y también es estricto? –Yarel continúa haciéndome preguntas mientras se encuentra fuera del vestuario de mujeres. Allí hay algunas de mis compañeras y se ponen un poco nerviosas al escuchar la voz del gamma.
–Listo. –digo teniendo la camiseta blanca del uniforme de gimnasia de este año, pero la parte inferior me parece muy incómoda y reveladora. Porque se trata de una insignificante maya de color negro, es como estar en ropa interior –No, el profesor de gimnasia es amable como los demás. –respondo la pregunta de Yarel una vez que termino de cambiarme. Até el buzo de papá por mi cintura para que la prenda pueda cubrir un poco mis piernas y eso hace al ser tan grande. La falda del mismo cubre mis piernas hasta las rodillas, sin duda fue una gran idea traerlo.
–¿Es él? –murmura el gamma, mirando al hombre a unos metros de nosotros. Es beta, alto y tiene el cabello de un castaño rojizo.
–Si, debemos formarnos. –le digo a Yarel al escuchar que el profesor está tomando asistencia. Yo me paro firme junto a mis compañeras y digo presente cuando el beta dice mi apellido solamente.
Luego de eso pasamos las primeras horas practicando la coreografía que el profesor preparó para las chicas mientras que los chicos debían demostraste destreza con unas pelotas de básquet. Todo es supervisado por el profesor de gimnasia hasta que yo llamo su atención.
–Griera. –él detiene la práctica y camina hacia mí.
–¿Si?
–¿Por qué estás usando eso? –indica el buzo de mi papá cuando levanta una ceja. Yo bajo la mirada hacia el buzo y lo tomo entre mis manos.
–Mi papá me lo dio. –contesto sintiéndome un poco intimidada porque la mirada del profesor cambia de amable a amenazadora.
–No es parte del uniforme, así que te pediré que te lo quites. –habla cruzándose de brazos.
Eso hace que mis manos de aferren al buzo con fuerza –Pero él dijo que no lo hiciera. –respondo, mi voz tiembla, mis piernas también. Me aterra pensar que debo separarme de la ropa de mi papá, tiene su olor y me hace sentir segura.
–No me importa, hazlo lo que te digo. –ordena provocando que suelte un chillido bajo. Estoy muy asustada y mis ojos están empapados.
–¡No! –respondo al recordar lo que me había dicho papá. No debo dejar que nadie me obligue a hacer algo que no quiero.
–¡Hazlo! –grita el profesor levantando su mano en alto. ¿Me... golpeará? Eso me deja sin aliento, todos a mi alrededor también están en shock. Nadie esperaba esta reacción y sólo me queda cerrar los ojos y soportar el golpe.
–Wou, wou, wou... –escucho otra voz grave y al abrir los ojos encuentro al profesor Maks sosteniendo el brazo del otro beta –¿Qué pasó? ¿Tus clases de control de ira se suspendieron o qué? –habla haciendo al otro hombre enfurecer y recuperar su brazo de un fuerte jalón.
–No te metas en mis clases, yo no interfiero en las tuyas. –contesta el otro profesor. No habíamos tenido problemas desde el comienzo de las clases, el primer mes se demostró muy amable y ahora esto. Parece otra persona.
–Creo que obligarlas a usar ese diminuto uniforme de gimnasia y hacer que sacudan el trasero es suficiente. No hay porqué golpear a nadie. –el de ojos verdes mantiene la mirada fija en el otro beta.
–Ella no obedece, si lo la corrijo los demás me perderán el respeto. –el profesor de gimnasia me señala con su dedo. Eso me hace bajar la mirada, ahora entiendo la gravedad del la situación. Yo sola cause un gran problema.
–Responde algo. –murmura el profesor Maks, ambos adultos continúan con la discusión –Si yo te golpeará hasta cansarme... ¿Me tendrías respeto o en cambio de odiarias con todas tus fuerzas?
Ya no puedo soportar más la situación, sólo debí quitarme el buzo. Nada más. No quiero estar aquí.
Mis pies se mueven lo más rápido que pueden para huir de ese lugar, corro lejos ignorando los gritos del profesor que casi me golpea. Cuando ya no puedo continuar, me recargo por la pared de la escuela y me deslizo hasta el suelo. Estoy llorando y no puedo parar.
–Cam. No llores. –escucho a Yarel a mi lado y lo siento sentarse junto a mí. Vino a buscarme.
–Por mi culpa los profesores están discutiendo. –chillo al levantar la mirada. El gamma me sonríe de una forma cálida y comienza a secar mis lágrimas.
–No es cierto. Con lo que pasó nos dimos cuenta que el profesor de gimnasia es blando por fuera pero también una roca por dentro. –habla cuando comienza a desatar el buzo de mi cintura sólo para colocarlo sobre mí. Con eso mi cuerpo deja de temblar al momento de sentir el olor de mi papá a mi alrededor. La prenda es tan grande que, estando sentada, cubre todo mi cuerpo y mis manos queda ocultar dentro de las largas mangas.
–Creo... q-que me siento me-mejor. –respondo terminando de la quitar las últimas lágrimas de mis ojos. Mis pestañas están húmedas.
–Bueno, entonces regresemos. –propone él poniéndose de pie y luego me extiende su mano –No sé tú, pero yo quiero ver como termina la discusión. –agrega sonriendo de lado. Yo suelto una risa y acepto su ayuda.
Al llegar de nuevo al playón vemos que nuestros compañeros hablando entre sí y ambos profesores ya se marcharon –Gracias por todo Camelia. –me dice Liliana en un tono sarcástico –Por tu culpa el profesor de gimnasia renunció. –agrega dejándome con la boca abierta.
–¿Y quién dará las clases? –pregunta Yarel estando igual de sorprendido que yo.
En eso escuchamos el fuerte sonido de un silbato seguido de una orden –¡Formación, no me hagan perder el tiempo y muévanse! –el profesor Maksim ahora viste una sudadera gris, pantalones deportivos y zapatillas. Él está a cargo ahora.
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