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Cuando un alfa está contejando a una omega y aún no han formado un lazo, éste marca a su pareja con su olor. Para así poner un límite a los demás alfas que podrían estar interesados en la misma omega. El alfa también querrá tener el olor de su omega en él, pasarán tiempo juntos, hasta la llegada del celo, donde formarán el lazo. Marcar a su pareja con el olor es aún más significativo e íntimo que el primer beso de ambos.
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–Ah, eso... Está bien. –contesto haciendo que Joel me vea realmente sorprendido.
–¡¿De verdad?! –exclama tomando mis manos entre las suyas –¿Me dejas hacerlo? –pregunta teniendo las mejillas un poco sonrojadas. ¿O será efecto del golpe que recibió?
–Si, digo, sólo me marcas con tu olor. No es nada. –hablo levantando una ceja. Joel actúa muy extraño y comienza a acariciar mis manos con sus pulgares. Hasta las alza y frota su rostro contra ellas como si fuera un cachorro.
Mantiene sus ojos cerrados, respira profundamente mientras se toma su tiempo y yo quiero salir corriendo lo más pronto posible, quiero correr muy lejos de este loco. ¿Qué le pasa? Creí que sólo me daría un abrazo para que su olor de alfa quedara en mi ropa.
–Eh... ¿Ya está? –hablo aclarando mi garganta para llamar su atención pero él parece estar en otro mundo. Ahora roza la punta de su nariz por todo mi brazo derecho y va subiendo con dirección a mi cuello.
–Apenas estoy empezando. –debe inclinarse para murmurar eso en mi oído, lo que me hace tragar saliva. Esto se está poniendo aún más raro –No sabes lo que estamos haciendo ¿Verdad? –pregunta estando muy cerca de mi cuello y su aliento hace que mi piel se erice.
–Claro que si. –respondo frunciendo el ceño. Sólo me marca con su olor, supongo que es para hacerme sentir segura.
–Bien. –murmura cuando pasa sus brazos detrás de mi espalda, siento sus manos en mi cintura y poco a poco me va acercando a su cuerpo. Mi rostro se apoya contra su pecho y siento ese olor a menta y a tierra inundar todos mis sentidos. Mis manos se encuentran apoyadas contra su torso mientras lo escucho dar profundas respiraciones en mi cabello. Eso me recordó a Yarel ya que él siempre hacía lo mismo.
También escucho su corazón palpitar como loco –Hueles increíble. –susurra haciendo resonar la voz en su pecho.
–Eh... tú también. –se me ocurre responder. En realidad su olor a menta es tan intenso que comienza a provocarme un picor en la nariz. Creo que voy a estornudar.
Joel continúa muy pegado a mí, sus manos acarician mi espalda mientras me olfatea minuciosamente. Todo mi cabello, cuello y rostro. Para éste último me toma del mentón con su mano izquierda y siento la punta de su nariz rozar un par de veces mi mejilla izquierda. Su respiración es cálida. Él cambia y pasa a la otra mejilla, ahora su rostro acaricia al mío suavemente, puedo sentir su aroma en mi piel y ropa a estas alturas. Pero Joel aún no me suelta, sus labios acarician mi mejilla y lentamente se acerca a mis labios.
Yo agacho de inmediato la mirada al sentir sus labios sobre mi comisura derecha. ¡Quizo besarme! –Creo que y-ya es suficiente. –hablo teniendo mi rostro ardiendo. Estoy sonrojada y no quiero que lo note. Maldito lado omega. Además si paso más tiempo con él con a empezar a estornudar y no podré parar.
–Oh, disculpa. Me dejé llevar. –responde aflojando el agarre de mi cintura, sus manos me liberan y noto una sonrisa de satisfacción en su rostro.
¿Que se dejó llevar? Sólo debía marcarme con su olor, no besarme. Creo que sólo lo hizo para molestarme o...
–Bueno, ahora vamos con mis padres. –hablo sonriendo al recordar el trato. Joel debe cumplir ahora.
–Está bien, di mi palabra. –roda los ojos y me toma de la mano. Así salimos de mi habitación mientras nadie nos ve. Él tiene razón, todos están ocupados con el abuelo.
–¿Podemos ir más despacio? –hablo sintiendo mis pies romperse, es que Margo me dio unos tacones de práctica y son muy incómodos –Espera, me quitaré los zapatos. –yo suelto la mano de Joel para sostenerme por una pared, mientras trato de abrir la hebilla de los tacones.
–No hay tiempo. –responde tomándome en sus brazos. Casi grito de susto, pero ahora me encuentro sobre su espalda recorriendo la mansión.
–Pude quitármelos y ya, no tienes que cargarme. –hablo de mal humor, ya no soy una niña. Además odio estos zapatos con todas mis fuerzas.
–Si, pero quiero hacerlo. –responde él. Continuamos por los pasillo y ahora nos encontramos subiendo las escaleras.
–Siempre me pregunté porqué no puedo subir las escaleras. –pienso en voz alta cuando veo que nos aproximamos al final de los escalones, estamos en el primer piso.
–Es porque tus padres están aquí. –responde Joel cuando se detiene y me deja en el suelo con cuidado.
–Esta mansión es enorme. –murmuro al ver las cientos de puertas que hay a lo largo del pasillo, cada una debe ser una habitación –Mamá, papá. –alzo un poco mis voz mientras comienzo a caminar. Huelo el aire y definitivamente logro sentir el aroma de papá.
Sigo el olor rápidamente hasta toparme con una puerta, la misma es de madera maciza y de un tono oscuro –Ellos están aquí. –digo estando segura de ellos. Sus olores me trajeron hasta aquí. Antes de que pueda tocar el picaporte, Joel me detiene cuando sostiene mi muñeca.
–Creo que no es un buen momento. –murmura mientras aleja mi mano, él me toma de la cintura y poco a poco nos alejamos de la habitación.
–¿Qué estás haciendo? Dijiste que me ayudarías. –le recuerdo y logro liberar mi muñeca de su agarre. Intento volver a la puerta, pero las manos de Joel me sujetan de la cintura nuevamente y no puedo hacer nada para soltarme. Él es mucho más grande y fuerte.
–Ellos están haciendo cachorros ¿Entiendes? –esas palabras me congelan y dejo de luchar contra ese alfa. ¿Cachorros? O sea que...
–¿Cómo l-lo sabes? –pregunto estando en shock.
–Se puede sentir el aroma de alfa en celo a kilómetros. Deberías aprender a identificar los diferentes olores. –me explica y también siento que es un regaño. Yo no sabía eso, el olor de papá sólo es un poco más intenso.
–¿Podré hablar con ellos después? –susurro teniendo la mirada abajo, estuve tan cerca, casi pude reencontrarme con mis padres.
–No este día, tal vez otro. –Joel niega haciendo que mi esperanza decaiga un poco. Me suelta lentamente para darme un respiro y continuamos caminamos.
–Okey... y gracias. –respondo levantando la mirada. Al menos él es el único que me da una mano en estos momentos y debo agradecerle. Joel para en seco y yo choco contra su espalda al no poder detener mis pies a tiempo.
–Es un placer. –él me sonríe y puedo ver como un poco de sangre brota de su labio partido. También su mentón tiene una coloración morada producto del golpe.
–E-Estás sangrado. –le indico mientras apunto hacia su herida. Él sólo mueve un poco su boca para luego limpiar la sangre con la manga de su traje.
–No es nada, vamos. Debemos volver a tu habitación antes de que alguien nos descubra. –Joel coloca su brazo alrededor de mi cintura y continuamos caminando a paso veloz. Bajamos las escaleras y nos detenemos por un momento para asegurarnos que no hay moros en la costa.
Al final conseguimos llegar a mi habitación sin toparnos con alguien en el camino. Así nos ahorramos muchas preguntas y momentos incómodos.
–Al menos nadie nos vio. –suspiro aliviada. Pero aún siento una presión en mi pecho, es la angustia que siento por mis padres. En eso, mis ojos comienzan a nublarse por las lágrimas. Ni siquiera sé porqué estoy llorando, sólo lo hago. Extraño las suaves palabras de mamá o la risa de mi papá. Estaban tan cerca pero era el momento equivocado. No es justo.
–Ya, ya. –Joel me rodea con los brazos y su mano derecha se dedica a acariciar mi cabello –Te lo prometí ¿No? –susurra con suavidad.
–Ajam. –afirmo manteniendo los ojos cerrados. Mi llanto poco a poco se va calmando mientras el alfa que está junto a mí me murmura palabras dulces para tranquilizarme. Su voz y olor son como un anestésico.
–¿Qué es esto? –la voz de Margo hace que yo me separe rápidamente de Joel y baje la mirada. Mi cara arde y tengo los nervios a flor de piel.
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