Iota

Luego de la renuncia del profesor de gimnasia, Maks fue puesto a cargo de nosotros por ser el responsable de la renuncia del otro beta. Muchos de mis compañeros no están muy contentos con eso porque debemos ver al profesor en la mañana y luego a la hora de la práctica.

Él hizo muchos ajustes a las coreografías de los chicos y chicas al igual que el tema y la vestimenta –No crean que tienen mala suerte por ver mi cara de viejo amargado todo el días, yo debo soportar ver sus caras así que estamos igual. –dice en voz alta mientras corre detrás del grupo de chicos alrededor del enorme playón. Hasta nos dijo que era trapecista en un circo cuando era joven y es por eso que es muy bueno en la gimnasia.

Y, como al final de cada práctica, Yarel me acompaña a la parada del autobús –Estoy sudando como si estuviera en un sauna. –se queja teniendo algunas mechas de su cabello pegadas por su rostro y cuello. Se ve tan... No, no, no. Basta Cam, se supone que estamos empezando a ser amigos.

–El autobús tarda mucho. –hablo para disimular mi sonrojo y también arreglo mi cola de caballo para que parezca mucho más natural.

–Es cierto. –en ese momento él toma mi mano y comienza a caminar. ¿Qué hace? –Entonces iremos a pie, mi familia y yo no tenemos transporte y sólo caminábamos. El viaje no se hace tan largo si tienes a alguien con quién hablar. –comenta teniendo un gran sonrisa en su rostro. Él siempre está de buen humor y es contagioso.

–Esta bien. –contesto dejándome llevar.
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Luego de la caminata, en la que mis pies me quedaron doliendo, llegamos a mi casa y Yarel se despide de mí con un beso en cada una de mis mejillas –Nos vemos mañana, no faltes a clases. –dice antes de irse.

–Nos vemos. –contesto como puedo y toco mis mejillas, la zona en donde sus labios me tocaron están ardiendo. Y yo rebozo de felicidad.

De repente la puerta de casa se abre y mamá me recibe con una expresión un poco extraña –Pasa linda, te estábamos esperando. –me dice haciéndose a un lado para que yo pueda pasar.

–¿Qué pasa? –les pregunto sintiendo el cambio en su olor. Mi papá también está ahí y se ve preocupado.

–Recibimos una carta. –murmura él poniéndose de pie –Tu abuelo quiere que pasemos una semana en su mansión. –agrega mientras sus manos frotan mis hombros. ¿Abuelo? ¿Ma-Mansión? ¿Por qué nunca me habían hablado sobre él? Una carta... ¿Todavía se usan esas cosas?

–Heru, sabes lo que pienso al respecto. –habla mamá estando a mi lado, sus brazos me rodean poco a poco hasta darme un abrazo.

–Ya sé, pero no veo a mi padre hace tiempo. –responde bajando la mirada. Sigo sin entender la actitud de ambos. Además no conozco a los padres de mi papá y nunca me había preguntado qué fue de ellos.

–Bien, iremos pero Cam no se va a separar de mí. –la escucho un poco triste, asustada. Su mano acaricia mi cabello con suavidad mientras yo miro a papá. Él parece menos asustado pero siempre suele comportarse de manera juguetona con nosotros. Ahora es todo lo contrario, está extremadamente serio.
–Un auto nos vendrá a buscar cerca de las ocho, preparen todo lo que llevarán. –nos indica papá, su mirada va desde mi mamá y luego cae en mí –Todo va a estar bien.
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Como papá dijo, un auto se detiene frente a casa. Es muy grande y de un tono negro –¿Ya están listas? –nos pregunta él. En sus manos tiene un bar de bolsos con mucha ropa, en cambio mamá guardó más artículos de limpieza que su propia vestimenta. Y yo... Sólo llevo unas cuantas mudas, mis útiles de la escuela y nada más. Tuvimos que dejar a Cari al cuidado de una vecina porque mamá dijo que al abuelo no le gustan los gatos. Pero sé que la cuidarán bien.

–Papá. –llamo su atención mientras él guarda todo nuestro equipaje dentro del auto con ayuda de un beta con traje. Debe ser el chófer.

–¿Si, Came?

–Toma, el buzo. –le digo mientras extiendo la prenda hacia él. Papá alborota un poco mi cabello y toma su abrigo para vestirse con él.

Cuando ya estamos dentro del auto, el chófer enciende el motor del automóvil, es tan silenciosos que sólo sientes una pequeña vibración a tu alrededor. En interior del coche es bastante espacioso, hasta hay lugar para más personas –Hola. –saludo al conductor cuando me inclino un poco hacia adelante, una fina pared separa la parte trasera del auto y la parte delantera en donde se ubica el conductor.

El chófer no responde a mi saludo y yo sólo decido cerrar la boca, actuar como si nada pasó y mirar por la ventanilla. Mis padres hablan entre ellos pero no presto mucha atención a su charla, en eso, veo como el coche gira hacia la derecha y entramos en una residencia. Los minutos pasan y aún no llegamos a nuestro destino, además en este lugar sólo hay lujosas mansiones. ¿Mi abuelo tiene mucho dinero? Debe tenerlo para poder vivir en una residencia como esta ¿No?

El auto se detiene y otro beta abre la puerta mientras nos da la bienvenida. Hay una enorme mansión frente a nosotros, igual de grande, lujosa e importante que las demás que había visto. Aún no puedo creer que nos quedaremos aquí por pedido de mi abuelo. Pero el hecho de que mis padres nunca hablaran de él me tiene muy inquieta. Me pregunto porque nunca comentaron nada sobre el abuelo.

–Bienvenidos, el señor los está esperando. –una mujer beta nos recibe en la entrada y hace una reverencia como si aún nos encontráramos en los siglos pasados –Síganme por favor. –pide para luego darse media vuelta e ingresar a la casa. Yo miro a mis padres, esperando que alguno me de un explicación de lo que está pasando. Pero no la hay, papá comienza a seguir a la mujer y mamá hace lo mismo.

La mansión es muy enorme por dentro, hay alfombras en el suelo, cortinas de la más fina calidad en los ventanales y la iluminación es aportada por unos gigantescos candelabros que cuelgan del techo. Todo a mi alrededor huele a madera y también hay un extraño olor que me tiene muy nerviosa. Es como el de papá, pero más agrio e intenso.

El largo pasillo por el cual caminamos llega a su fin y doblamos a la derecha, siguiendo a la mujer beta todo este tiempo. En el lugar donde nos encontramos ahora se huele mucho más ese olor extraño y la fuente es un hombre. Un alfa que se encuentra sentado en un sillón de cuero negro, ese debe ser mi abuelo.

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