Delta
–¿Cómo está ella? –oigo al profesor y lo veo asomarse sobre el hombro de la enfermera mientras ella me revisa con paciencia. Es una omega muy amable y huele a fresas, su cuidado y atención me recuerda mucho al de mamá. Es por eso que me siento más tranquila ahora.
–Linda, abre la boca. –me dice ella con una voz muy suave. Yo lo hago y siento como una peleta de madera toca mi lengua, así que debo reprimir mis arcadas –No veo irritación. –murmura indicándome que ya puedo cerrar la boca.
–¿Le tomaste la temperatura? ¿Y la presión? Si le duele el abdomen y se siente muy débil puede ser una gastroenteritis. –murmura él mientras la enfermera lo mira con los brazos cruzados.
–¿Quién es la enfermera aquí? –pregunta la omega haciéndolo bufar.
–Tú. –responde apretando el puente de su nariz. Su discusión es muy divertida, me reiria si no sintiera tanto dolor.
–De hecho... –murmuro llamando la atención de ambos, que asco, puedo saborear el desayuno de esta mañana pero su gusto es agrio –Si me duele el estómago. –sostengo mi vientre con las manos cuando siento un punzante dolor en mis entrañas. Duele.
–Bien, parece que el doctor Maksim tenía razón. –la enfermera busca algo dentro de una caja blanca y toma una tableta de pastillas.
¿Maksim? ¿Está hablado del profesor? Su nombre es un poco extraño.
–Toma, te sentirás mejor en unos minutos. –la omega me entrega dos pastillas blancas y ovaladas –Y tú... –se dirige al profesor luego de darme también un vaso de agua –¿No deberías vigilar a tus demás alumnos?
Él suelta una risa cínica mientras palmea la espalda de la enfermera –Que chiste. Ellos saben que deben comportarse, por su bien. –esas palabras me recuerdan lo estricto y aterrador que es, pero cuando supo que no me sentía bien se veía muy preocupado. Incluso sigue conmigo en la enfermería.
–Si, ajam. Yo me ocupo de ella a partir de ahora. –la enfermera toma el vaso vacío de mis manos mientras que acaricia mi cabeza.
–Bien Griera, puedes retirarte. No me gustaría que vomitaras por toda la escuela. –el profesor se despide de nosotros y sale de la enfermería, dejándome al cuidado de la omega.
–Perdón. –digo bajando la mirada. Entonces siento de nuevo esos suaves toques en mi cabeza, ella me acaricia de nuevo.
–No es tu culpa, linda. –niega levantando mi mentón con sus dedos –Tal vez comiste algo en mal estado. –su voz es tan suave, me arrulla. No sabía lo cansada que me sentía hasta ahora.
–Sólo quiero ir a casa y descansar.
–Si, debes hacer reposo y tomar mucha agua para recuperarte. Para mañana ya te sentirás como nueva. –indica luego de dejar un beso en mi frente.
En ese momento se escucha un estruendo en el lugar, la puerta fue azotada contra la pared cuando la abrieron con fuerza –¡Camelia! –es mamá y se ve desesperada. Ella desprende un olor un poco agrio debido a su ansiedad y preocupación –¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Alguien te hirió? –comienza a hacerme miles de preguntas mientras me revisa de arriba abajo. La enfermera mira esto con una pequeña sonrisa.
–Estoy bien mamá, sólo me duele el estómago. –hablo para tranquilizarla un poco. Mamá me toma de los hombros y luego me rodea con sus brazos.
–Ay, lo siento. Vine lo más rápido que pude. –susurra haciendo que me sienta un poco apenada. Me trata como cuando era pequeña.
–Su hija ya se encuentra mejor señora Griera, sólo debe beber mucha agua y descansar. –la enfermera interrumpe el momento, haciendo que mi mamá se separe un poco de mí y eso se lo agradezco.
–Entiendo, gracias por cuidarla hasta que llegara. –le agradece mientras que yo bajo de la camilla en donde me encontraba sentada y luego caminamos hacia la salida.
En el camino mamá se preguntó una y otra vez que pudo enfermarme así. Mientras ella conducía, yo solo guardaba silencio porque recordé algo. Y eso fue lo que me enfermó, eso quiere decir que él también...
–Mmm, tu padre regresó temprano. –dice mamá al ver su auto dentro del garaje.
Luego de guardar el suyo también, ambas entramos a la casa y vemos a papá en el sillón de la sala. Su rostro está muy pálido, su piel casi tiene una coloración verde y tiene un balde entre sus brazos –Hola. –nos saluda y me sonríe con los nervios a flor de piel. Sabe que mamá se molestara con nosotros.
–¿Heru? Tú también estas...
–El dios a caído. –bromea con respecto a su nombre. Es el de un antiguo dios egipcio –Pero lo bueno es que Victor estaba molestando y le vomite encima. –ríe como un niño que acaba de hacer una travesura y eso hace bufar a mamá.
–¿Tienen algo para decirme? –pregunta ella cruzándose de brazos y nos mira a ambos de manera interrogativa.
–Teníamos hambre luego de que nos dieras esa infusión de hierbas y pan lactar bajo en grasa como desayuno. –digo sonriendo nerviosa mientras miro a papá buscando ayuda.
–Así que busqué comida y encontré una bolsa de galletas al fondo de la despensa. Nos las comimos sin mirar la fecha de vencimiento. –completa él mientras abraza su balde y hace un puchero. Espero que eso apasigue la ira de mamá.
–No estoy molesta. Además ya tienen suficiente castigo estando enfermos. –ella camina hacia nosotros y jala la oreja a papá –La próxima vez pidan más comida antes de devorar algo en mal estado.
–Si señora. –habla el alfa mientras frota su oreja, la cual tiene una coloración roja.
–Si mamá. –respondo mientras río por lo que él dijo. Siempre es así –Yo... por un momento pensé que era mi primer celo. –confieso haciendo que las risas paren. Levanto la mirada y papá ahora está serio al igual que mamá.
–Oh no Came, aún eres muy pequeña. –comenta él mientras mamá asiente en afirmación.
–Pero ya tengo 15 años y la mayoría de mis compañeros ya tuvieron su primer celo. –murmuro mientras juego con mis manos. Creo que no debí tocar ese tema.
–No te preocupes, estaremos allí cuando eso pase. Nadie te hará daño, te lo prometo. –mamá coloca sus manos sobre mis hombros y luego mira a papá –¿Cierto Heru?
–S-Si... –él se encuentra de espaldas, devolviendo el desayuno dentro del balde cuando apenas consigue responderle a mamá.
–No puedo creerlo, aveces siento que tengo dos hijos. –dice ella mientras soba la espalda de papá para hacerlo sentir mejor.
Y supongo que ellos tienen razón, nadie me hará daño cuando mi celo llegue porque mis padres estarán conmigo. Son los mejores.
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