Theta(tita)

—Shhh, tranquila —murmura Cruz apretando un poco más su agarre alrededor de la gamma—. Si haces un escándalo ellos notarán que eres diferente —le advierte provocando que todos los músculos de la muchacha se relajen. Ella sabe que dice la verdad, si alguien de ese lugar descubre que es gamma puede que quieran atraparla para venderla.

—No quiero eso —piensa bajando la mirada. Su cabeza termina apoyada suavemente sobre el pecho del alfa, mientras esté la guía hacia el baño del bar. Una vez dentro él cierra la puerta con seguro y arroja a la chica al piso sucio.

—Nadie se burla de mí, ¿oíste?. Esa vez sólo tuviste suerte, linda. —Cruz camina hacia la joven gamma mientras ella se arrastra hasta terminar en una esquina. Su respiración se encuentra agitada e intenta no gritar por ayuda, ya que no quiere llamar la atención de ninguna manera. Sabe que no debe perder la cabeza en un momento así. El alfa termina tomándola con fuerza del cuello y la obliga a levantarse del suelo.

—Descuida, no te haré daño. Tú me harás ganar mucho dinero. —La espalda del Milenka está fija contra la pared y Cruz la mantiene sujeta de su cuello, tocando su piel.

Sólo ahora él nota que la gamma esta impregnada con su olor. Por impulso se acerca a su cuello y olfatea un par de veces.

—No desprenden ningún olor, patético —murmura al comparar a los gamma con los beta. Pero por alguna razón no puede alejarse de la joven—. Nada, sólo huelen como las persona que los tocan. —Su mano derecha afloja el agarre sobre el delgado cuello y ahora pasa a sostener sus muñecas, igual de delgadas y frágiles que las de cualquier omega.

—No me vendas, por favor —suplica mirándolo a los ojos. Se encuentra asustada, angustiada. Pero el alfa malinterpreta esa mirada estando cegado por sus instintos. Cruz ve en sus ojos una súplica de ser tomada, de sentir placer. Claramente no está en todos sus sentidos en este momento, tampoco ayuda que la gamma huela a él como si se tratara de su omega.

—¿Qué est-? —Milenka siente todos los pelos de su nuca erizarse cuando la lengua del alfa acaricia su cuello de abajo hacia arriba. Muy lentamente. Su cuerpo se paraliza y su mente no puede creer lo que está sucediendo. Porque ella creyó que él la golpearía pero ahora la está tratando como si fuera su elegida. Esto es muy extraño para Milenka.

—¡Jajaja! —suelta una risa y se encoje al sentir cosquillas. Cruz vuelve a la realidad con eso porque esperaba un gemido. No una risa. Cosa que le recuerda que ella no es una omega, entonces vuelve a su actitud inicial.

—Suficiente. ¿Dónde está el resto de los gamma? —le pregunta tomándola del brazo. Debe mantenerse firme mientras puede sentir su olor tan vivo en ella. Como si le perteneciera.

—No viajo con nadie más, fui exiliada. —Ella intenta enseñarle la marca de su muñeca. Pero Cruz cree que trata de libertarse, entonces aprieta un poco más su agarre en las muñecas de la joven.

—Se mueven en manada. ¡Di la verdad! —el alfa ordena con su voz. Pero en cambio sólo recibe una mirada confusa se Milenka. Ella se pregunta cómo pudo cambiar su voz por un momento. De repente alguien golpea la puerta con energía y le ordena al alfa salir de una vez. Los demás también quieren usar los sanitarios. Cruz de mala gana debe salir, entonces toma a la gamma de la cintura nuevamente y le da un par de instrucciones.

—Ni una sola palabra. —Ella siente la presión de algo puntiagudo y frío bajo su cuello. Consigue reconocer que se trata del cuchillo que ella le robó.

Milenka asiente lentamente cuando el cuchillo ya no está cerca de su cuerpo y casi chilla cuando el alfa toma con fuerza su cintura. Éste parece estar disfrutando con su sufrimiento y le regala una sonrisa justo antes de salir. Detrás de la puerta se encuentra una fila de personas malhumoradas, pero ninguna se atreve a reclamarle al alfa.
—Cálmate —se dice Milenka mientras camina junto a ese hombre. Su aroma la marea un poco y todavía no puede comprender cómo es que alguien pueda oler así, como si se tratara de una flor.

—Cruz nunca pierde el tiempo —comenta otro hombre. Éste esta sentado en la mesa a donde se dirigen, los nervios de la gamma se disparan. Su instinto le ordena huir.

—Ya me conoces —comenta el pelirrojo tomando asiento y deja a la joven sobre su regazo—. Ella vale mucho —agrega en voz baja, más para si mismo. Su amigo ladea la cabeza haciendo una mueca.

—Es beta. Creí que sólo te interesaban las omegas.

—Es muy especial —es lo que responde Cruz luego de beber un poco de cerveza. Milenka está a punto de gritar del miedo y la desesperación, pero de inmetiado ordena calmarse. Sabe que puede manejar la situación y una idea viene a su mente al sentir algo duro bajo ella.

—Por favor —dice al momento de aferrarse al alfa—. No me vendas, yo podría... —La gamma aparta la ropa de Cruz de un ágil movimiento y esconde el rostro en su cuello.

Él casi escupe la cerveza que estaba bebiendo sobre el rostro de su compañero ante esto. Además un escalofríos recorre su cuerpo al sentir la húmeda lengua de la muchacha contra su cuello. Jamás había experimentado algo parecido en su vida, usualmente las omegas no toman el control de la situación y todo el trabajo es de los alfas. Pero ahora esa chica se atrevió a probar su piel.

—Vayan a otro lugar maldita sea —gruñe el otro alfa. Pero Cruz no lo escucha ya que está de salida con Milenka en brazos, incluso toma prestado la camioneta para llevarsela.
—¡Ah! —se queja ella cuando el alfa la arroja dentro del coche sin cuidado.

—Lo que hiciste fue muy... —él no sabe que decir al respecto, fue extraño y extrañamente le agradó.

—Entonces lo siento —contesta ella golpeando la puerta desde el interior. No había estado dentro de un auto antes y no sabe como salir.

Cruz le ordena guardar silencio mientras camina hacia el asiento del copiloto. Pero antes de entrar a la camioneta logra ver a cierto gamma rizado que había escapado junto con otros dos hombres. El alfa está seguro que hoy es su día de suerte, tiene un arma cargada con tranquilizantes y no hay nadie cerca. Es perfecto.

Tiempo después...
Ilan ha comenzado a preocuparse un poco por Cruz, han pasado unas horas desde que se marchó y aún no regresa.

—¡¿Y si él...?! —Su corazón palpita con fuerza ante la idea de que ese alfa se quitó la vida al igual que su padre. Ilan sabe que perder a alguien tan importante es terrible, se siente terrible y él lo ha vivido. Tal vez esa fue la única razón por la cual le pidió al señor Damia que lo dejara acompañarlo.

No lo pensó mucho en ese momento, pero ahora no permitirá que Cruz haga tal cosa. Con mucho esfuerzo logra levantarse de la cama, el ambiente frio lo obliga a buscar un abrigo y de nuevo debe batallar con su cuerpo desecho para colocarse una simple ropa. Cuando finalmente está listo camina hacia la puerta. Solo para ser empujado con violencia hacia adentro nuevamente. Cruz entra a la cabaña con una enorme sonrisa y ve al beta en el suelo.

—A partir de ahora voy a vivir como rey —comenta.

—¿Eh? Pero amo...

—Ven aquí. —Cruz levanta a Ilan del suelo como si fuera una pluma y lo saca de la cabaña. Sólo a unos metros se encuentra la camioneta que el alfa tomó prestada y en su interior se encuentran cuatro personas—. Todos son gamma, me darán mucho por ellos —comenta el pelirrojo en el oído de Ilan.

—Que bueno —responde el chico mirando a un lado. Él quisiera poder hacer algo para salvar a esos gamma del destino que les espera, pero no puede. Sólo es un beta.

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