Sigma
—Ya, m-me haces cosquillas. —Thom intenta escapar de los mimos y caricias de gamma castaño. Pero éste lo tiene acorralado contra la pared—. Debo trabajar —dice conteniendo la risa. Max está dejando cortos besos por todo su estomago.
El ambiente agradable que están compartiendo, se ve interrumpido cuando el mismísimo líder de la familia Faure entra a la habitación junto con dos guardias alfa.
—Gamma, hoy es el día —dice mientras una sonrisa se dibuja en su rostro. Thom de inmediato acomoda su ropa y se esconde detrás del castaño cuando siente la mirada del poderosos alfa sobre él. Max nota esto y le promete que todo está bien.
—Mi primera pelea —supone el gamma mirando al alfa como si nada. Los demás, incluso sus guardias, evitan el contacto visual siempre. El señor Faure camina hacia el castaño y da un par de vueltas alrededor de éste.
—Eres un poco mal educado y tienes mucha valentía para mirar fijamente a tu amo —le dice en un tono grave.
—Los gamma siempre miramos a la persona con la que hablamos a los ojos —contesta Max. Aunque sea un gamma solitario, él sigue respetando las costumbres de su tribu. El alfa se detiene ante él. Busca algún rastro de insolencia o desprecio en su rostro. Pero el gamma lo mira con respecto, algo que le resulta muy extraño.
—Me agradas muchacho —comenta dándole otra sonrisa fría—. Pero esta vez no serán betas, lucharás contra alfas fuertes y yo quiero ganar. Así que hazlo bien.
—Si. Pero escuché que al ganador lo premian y tiene beneficios, ¿no? —comenta el castaño—. Yo quiero... —Max se interrumpe a sí mismo cuando el olor de ese alfa lo sofoca un poco.
—¡¿Cómo te atreves a pedir algo cuando ni siquiera haz luchado?! —habla el señor Faure entre gruñidos. El gamma no se ve intimidado por todas esas feromonas de odio y le responde al alfa.
Porque yo voy a ganar y quiero que Thom sólo se dedique a mí. No más trabajo extra para él.
Faure ladea la cabeza y mira al beta por sobre su hombro.
—Ya veo —murmura frotando su barbilla—. Si llegas a ganar él será todo tuyo, aunque, ¿no prefieres otro beta que no esté usado como ese? Mis guardias hablan mucho de él.
Ese fue un golpe muy bajo para Thom, incluso tiene deseos de desaparecer para siempre. Pero el brazo de Max, el cual rodea su cintura con gentileza, hace que se sienta especial.
—No quiero a nadie más, señor —contesta Max decidido.
—Bien, trato hecho. —Luego de que la charla finalizara, Faure le ordena al gamma prepararse para la pelea. Ellos saldrán de la mansión e irán a un lugar donde se realizan las peleas. Éstas son ilegales y por eso todo debe hacerse con cuidado y cautela.
Una vez en el auto del alfa, Max mira con asombro el vehículo y saca su cabeza por la ventanilla. Es su primera vez dentro de un automóvil.
—Parece un niño —piensa Faure arqueando una ceja. Él no puede creer que ése sea el hombre que hace unos momentos lo desafió.
—El viento se siente bien —dice Max mientras su cabello baila con libertar. En ese momento nota que el mismo ha crecido un poco, eso le recuerda a Milenka. La gamma tierna pero también un poco psicópata. Max se pregunta si ellos estarán bien, además les hizo la promesa de encontrarlos.
Los minutos pasan y, finalmente, llegan al edificio en donde se llevan a cabo las peleas. El lugar es un club en donde poderosas familias apuestas dinero a sus peleadores. El señor Faure entra al lugar mientras mira a su alrededor. Todo se asemeja a un gran teatro, con sillas de terciopelo rojo y en el centro se halla la plataforma en donde se llevaran a cabo las luchas.
—Todo es gigantesco —murmura Max mientras mira el techo. El mismo está muy alto y se encuentra decorado con pinturas. Él está tan distraído que termina chocando con una mujer de traje. Por supuesto, al ser alfa, la mujer le gruñe a Max con fiereza.
—¡No vuelvas a tocarme, basura!
—Oh, lo lamento mucho. Fue mi culpa —contesta el castaño teniendo una sonrisa nerviosa en su rostro. Ella tararea para luego mirar al muchacho de pies a cabeza.
—Ya veo, eres gamma —murmura la alfa mientras juega con un mechón del cabello de Max—. ¿Quién fue el idiota que tuvo la idea de traerte aquí?
—Disculpe señorita. —El señor Faure aclara su garganta mientras se acerca a ambos—. Espero que no esté hablando de mí. Este es mi peleador.
—Ya lo entiendo todo. —La alfa suelta una risa—. Sólo a ti, Faure, se te ocurriría traer a un gamma a pelear —Se burla la pelirroja mientras ordena su cabello.
—Cállate Apraiz —le advierte el alfa. Pero ella es tan fuerte como él y dirá todo lo que piensa.
—Yo tengo un gamma también y te aseguro que son unos tiernos cachorritos. Mejor llévatelo antes de que lo lastimen. —Apraiz ya no tiene nada más que decir y camina hacia su puesto junto con sus sirvientes.
En cambio Faure gruñe con rabia y le pide al gamma destrozar al peleador de la familia Apraiz. Aunque una de las reglas es no matar.
—Odio a esa mujer. Es tan...
—Dijo que tenía un gamma —comenta Max pensativo. En eso, piensa que alguno de sus amigos pudo haber terminado con esa alfa pelirroja. Pero no tiene la manera de averiguarlo.
En ese momento una voz se oye en los altavoces de los alrededores y da por iniciada la pelea entre las primeras familias. Apraiz contra Faure. Max es llevado hacia una especia de vestidores en donde una joven beta de encarga de vendar sus puños.
—Estás ardiendo —susurra ella al tocarlo.
—Lo sé —responde Mas simplemente. Él aun está en celo y los dolores se detuvieron gracias a Thom. Pero ahora que están separados, su celo vuelve a irritarlo con rapidez. Ahora el castaño lo usará para algo útil.
Cuando ya está listo, él debe ir al centro de ese teatro. En la plataforma lo espera un hombre bastante grande y con grandes músculo. A su lado Max parece un palillo de escarbadientes.
—¡Peleen! —cuando dan la orden el alfa se lanza sobre el gamma.
Max lo esquiva con facilidad al ser más rápido, entonces golpea a su rival en el rostro con una fuerza sorprende. Sólo con ese golpe, el alfa termina inconsciente sobre la plataforma.
—Lo siento, no quise golpear tan fuerte —le dice el castaño mientras mira su mano. Es que ese hombre tiene un olor parecido al que dejaron en Thom cuando abusaron de él, Max los vio pero no hizo nada al creer que eran pareja. Siempre se reprochará por eso.
—¡La familia Faure avanza a la siguiente ronda!
Cuando el gamma baja de la plataforma es recibido por su señor con una gran sonrisa.
—Eso fue increíble —lo felicita mientras uno de sus sirvientes le ofrece un poco de agua—. No me equivoqué contigo al comprarte.
—Gracias. Pero ya quiero irme —responde Max desviando la mirada. Ahora solo quiere regresar a la mansión y pasar el resto del día junto a Thom.
—No podemos, debes pelear hasta llegar a la final.
—¡Es mucho tiempo! —exclama haciendo retroceder a los guardias que acompañan a Faure—. Yo puedo con todos y al mismo tiempo —agrega entre gruñidos. Entonces Faure tiene una idea, no sabe si el gamma sobrevivirá a una pelea contra los demás luchadores. Pero desea ver eso, así que hace unos arreglos con las demás familias y la administración.
Quién derrote al gamma de la familia Faure automáticamente será el ganador del torneo. Ese es el nuevo objetivo del encuentro y todos tienen altas expectativas, quieren ver un espectáculo y eso tendrán. Max se encuentra en una esquina de la plataforma mientras los demás se acerca rápidamente, quieren ganar, tienen ordenes de hacerlo. Pero el gamma tiene más razones para ganar.
Los alfas atacan al mismo tiempo, golpeando con brutalidad a Max en su rostro y estómago. El castaño está más pendiente en sus dolores musculares que en los golpes, así que toma los brazos de dos rivales y los rompe con facilidad. Los demás miran esto y se alejan de inmediato, ya no tienen la valentía de hace unos momentos. Otro alfa se atreve a atacarlo, lanza una patada a su rostro, entonces detiene la misma con sus manos y le rompe la pierna en un abrir y cerrar de ojos. Max va dejando a todos sus rivales en en suelo, algunos tienen algún brazo o pierna rota, mientras otros quedaron inconscientes por los salvajes golpes que recibieron.
En minutos el gamma es el único que queda en pie, entonces declaran a la familia Faure como la ganadora del torneo. El señor Faure recibir una gran fortuna por la victoria y regresa a casa con una gran sensación de satisfacción.
—Por la Luna gamma, sabía que tenías potencial para las peleas pero eso fue increíble —le dice al castaño. Aunque él no está escuchando en lo absoluto, está más concentrado en contar los minutos que faltan para estar con Thom.
Al llegar a la mansión, él baja rápidamente del auto y corre hacia su habitación. Su corazón comienza a latir con fuerza y alegría al saber que Thom lo espera. Ya está muy cerca, sólo a unos pasos. Pero encuentra la puerta entreabierta, él recuerda haberla cerrado luego de despedirse del beta.
—No, no, no. —Ahora su corazón se detiene por un momento al ver a Thom tendido sobre la cama y sin ropa. El gamma se encuentra desesperado y rápidamente lo toma entre sus brazos, solo para sentir su cuerpo completamente frío.
—Ya veo de lo que estaban hablando. —Faure entra a la habitación para asegurarse de lo que las criadas le dijeron—. Se llevaran el cuerpo ya, déjalo —le ordena al gamma.
Max, en su sufrimiento, suelta a Thom cuando las criadas vienen por él. No llora, no puede ya que está demasiado conmocionado como para saber qué debería sentir.
—¿Qué harán con los responsables? —le pregunta a Faure antes de que éste abandone la habitación. El aroma de los alfas están en todo el lugar es muy fácil identificarlos.
—Ellos son mis guardias de confianza, tienen derecho a divertirse de vez en cuando —esa respuesta no es la que Max quería—. No pienses en vengarte, tienes beneficios pero no puedes hacer lo que quieras —le advierte al ver la ira que el gamma refleja en su rostro.
—Descuide... Yo no soy un asesino.
Faure no le toma importancia a ese hecho, después de todo solo es un beta y no le importa. No es la primera vez que algo así sucede, así que esta noche él ofrece una pequeña fiesta para sus empleados de confianza. Como no tiene pareja o hijos, el alfa tiene la libertad de estar con quien quiera y hacer las fiestas que desee. Todos está permitido, desde alcohol y drogas. La fiesta es descontrolada, todos hacen lo que quieren y terminan abusando de alguna desafortunada omega o beta que estaba allí en el momento equivocado.
Max continúa en su habitación, puede escuchar la música detrás de las paredes y los gritos desgarradores. Su mente lo tortura al imaginar como fueron los últimos momentos de Thom en ese lugar.
—Lo lamento —dice como si el beta rizado pudiera escucharlo.
Al día siguiente, cerca del medio día, el señor Faure despierta sintiendo su cuerpo adormecido y su cabeza a punto de explotar. Pero al recordar la noche anterior hace que todo valga la pena.
—Que noche —suspira. Pero cuando intenta levantarse siente una mano tocar su hombro y lo detiene contra la silla. No sabe cómo, pero ahora está sentado en el gran comedor y el gamma lo mira fijamente.
—No se mueva —le dice Max sosteniendo su hombro.
—¿Qué haces aquí? No puedes salir de tu habitación —le reprocha Faure. Entonces el castaño le enseña un cuchillo, el cual sacó de la cocina.
—Debe entender que no puedo estar en el lugar donde asesinaron a Thom —al decir esas palabras él termina clavando el cuchillo en la mano del alfa, la hoja afilada se incrusta en la madera de la mesa. Mientras sus ojos se llenan de lágrimas, ahora sí siente dolor y tristeza.
—¡Ah, no...! —Faure ve el cuchillo atravesando su mano, mas no siente ningún tipo de dolor—. ¡Deja esto estúpido gamma! —le ordena con su voz de alfa al creer que es una broma. Entonces ve como Max retira el cuchillo, la hoja terminó llena de sangre. Las gotas de sangre caen de la hoja al igual que las lágrimas de Max.
—No se preocupe, pronto me iré... Sólo quiero verlo por última vez.
El alfa tiene suficiente con eso y levanta su puño para golpear al insolente gamma. Pero nota que le falta algo. Faure termina cayendo de la silla y el dolor de sus heridas se hace presente.
—Tú... ¡¿Qué me hiciste?! —exclama mostrando esa desesperación que Max quería ver. Alrededor comienzan a escucharse gritos desgarradores a medida que los alfas, quienes se encuentran sentados a lo largo de la mesa, y habían abusado de Thom, despiertan. Gritan desesperados por el dolor de sus pérdidas.
—Ya se lo dije... —Max está llorando como jamás lo había hecho—. No soy un asesino. —Él arroja el cuchillo para luego caminar hacia la salida. Faure grita que se detenga, mas no puede seguirlo. Sólo intenta, inútilmente, arrastrarse hacia el gamma mientras le suplica que lo asesine. Ya que no soportaría vivir sin sus miembros.
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