Reencuentro 2
En plena noche, mientras la luna se alza y sus rayos entran por los ventanales de la habitación. El pequeño castaño siente una mano acariciar su hombro lentamente. No le toma importancia alguna ya que el rizado solía acomodarlo en la cama cuando buscaba una mejor posición. Pero ahora esa caricia se traslada suavemente hacia su cintura, en donde hace círculos. El omega no puede evitar gemir bajo por eso, su piel de eriza al sentir esos toques, entonces abre los ojos solo para encontrarse con la mirada fija del mayor.
—¿Qué pasa? —pregunta sonriendo, sus mejillas arder, ambos se encuentran muy juntos y él puede sentir la respiración del rizado contra su rostro.
El mayor no responde en lo absoluto, sino que mueve su mano hacia la entrepierna del omega, haciendo que éste se sorprenda mucho. Pero aún así no se separa y disfruta como esa mano lo toca. Su cuerpo no tarda en reaccionar con esas caricias, además comienza a recibir cortos besos en su cuello. Son suaves al principio hasta que van subiendo de intensidad al mismo tiempo que el calor invade a ambos.
—Amo demasiado como te quedan esas medias —dice el gamma con una voz profunda. Él se refiere a las blancas con huellas de gato que está usando justo ahora. Además combinan muy bien con la falda, la cual tapa su creciente erección.
Lu sólo asiente mientras cubre su rostro con las manos, intenta ocultar de algún modo el rojo de sus mejillas y contener los gemidos agudos que amenazan con salir de sus labios. El rizado se mueve y termina entre sus piernas, éste le da una última mirada para luego levantar su falda.
—Todo va muy rápido —piensa nervioso. Nunca dudó que el mayor se rendiría a sus pies pero tampoco imaginó que lo hiciera tan pronto y menos que serían uno esta noche.
Un gemido de sorpresa se escapa de sus rosados labios cuando el mayor le quita la ropa interior para luego probar su piel. Siente besos mojados por sus muslos internos, la sensación agradable lo hace gemir bajo hasta que siente esa boca en su centro. Los gritos ahogados nos se hacen esperar e intenta, una vez más, contener su voz. Es imposible y se da por vencido, entregándose al placer que recibe del gamma. Sus gemidos llenan toda la habitación mientras que el rizado se ocupa de probar de él su esencia. Lu tiene un respiro de tanto placer y ve al mayor salir de la cama para comenzar a desvestirse. Intenta hacer lo mismo, pero el otro lo detiene diciendo que se ve muy tierno.
No soporta un minutos más y le pide al mayor que lo tome de una vez, lo desea tanto que incluso usa su llamado para demostrar lo mucho que necesita al rizado.
—Por favor, ya no... puedo —murmura mientras siente besos en su cuello y pecho. El gamma lo está marcando con leves mordidas y chupetones que no desaparecerán pronto. Lu no puede estar más complacido con eso al igual que su omega interior, quien incluso considera al mayor como su alfa.
Un gemido alto sale del interior de su garganta cuando siente que su interior es invadido por el gamma. Este está entrando en él lentamente y deja más marcas en su cuello como para distraerlo del dolor. Pero como ya está muy listo para él, Lu solo siente placer y termina clavando sus uñas en la ancha espalda de su amante.
—Muévete, p-por favor... —suplica teniendo lágrimas en sus ojos. Entonces el mayor comienza con un vaivén lento al principio, mientras besa sus labios al mismo tiempo. Esta es la primera vez que ambos se besan y el omega cree que es perfecto. Siente como el mayor prueba sus labios con entusiasmo y le da la bienvenida a esa juguetona lengua dentro de su boca.
Los movimientos se hacen más rápidos a cada segundo que pasa y Lu ya no puede continuar con el beso. Sólo se dedica a jadear y gemir, el rizado gruñe en su oído mientras continúa golpeando sus caderas con fiereza. Pero todo termina cuando el mayor lo abandona, deja un vacío en su interior y se siente confundido por eso.
El gamma se recuesta por la cabecera de la cama y palmea su regazo para que Lu suba sobre él. Una sonrisa se dibuja en el rostro del menor y rápidamente abre sus piernas para colocarse sobre el rizado. Lentamente su interior es llenado y suelta un gemido al estar unidos otra vez. Ahora él debe hacer el trabajo, comienza moviendo sus caderas de forma circular mientras disfruta del tacto y le da la bienvenida al otro. Su piel arde casi tanto como la del gamma y el sudor cubre sus cuerpos por completo.
Lu abre sus ojos, los cuales estaban cerrados, y ve al mayor. Éste sujeta sus caderas para marcar un ritmo más acelerado mientras gruñe y maldice en voz baja. Los rizos negros se encuentran pegados a su frente por el sudor, hay algunos rasguños que él mismo dejó por sus brazos. Todo esto más el placer que recibe, hace que Lu comience a dar saltos sobre el mayor al mismo tiempo que muchos más gemidos escapas de su boca con las palabras "mi alfa".
Ya no puede continuar y llega al clímax con un grito ahogado. Pero deja de sentir el miembro del mayor en su interior.
—Alfa, tú... —El castaño abre los ojos y ve al rizado bajo él. Este continúa con ropa, además tiene el ceño fruncido y una mueca de dolor.
—Abajo —le dice con la voz quebrada. Lu no entiende lo que está pasando, ellos eran uno y ahora—. ¡Que te bajes! —exclama Gael para luego tirar al omega sobre la cama. Luego toca su estómago y suelta un quejido.
—A-Amo, yo sólo... —El yeso que el rizado tiene en su pie hace que Lu lo entienda todo. El otro Gael se puso de pie para quitarse la ropa, el real nunca lo hubiera hecho por el yeso. Ahora él se siente pegajoso y avergonzado por lo que hizo, ya que al saltar sobre el Gael verdadero lo lastimó de nuevo. Además también la frustración lo invade, porque tuvo el mejor sexo de su vida, lástima que sólo fue un sueño.
A la mañana siguiente Ilan entra a la habitación luego de tocar y se encuentra con una escena un poco rara. El omega está en una esquina, abrazando sus piernas mientras que el rizado intenta levantarse de la cama.
—¿Estás bien? —No le toma importancia al gamma y se dirige a Lu.
—¡Él está bien! —exclama Gael molesto—. Tan bien que casi me rompe las cosquillas anoche —agrega haciendo que el castaño cubra su rostro con las manos y llore.
—No entiendo.
—Él, en plena noche, comenzó ha hacer ruidos raros y levantaba el trasero. Traté de dormir al ver que tenia un sueño húmedo pero después subió sobre mí y comenzó a saltar —le explica el gamma haciendo que el llanto de Lu sea más intenso.
—Gael, los omega son muy sensibles y tú-
—¿Yo qué?, estoy harto. Ser amable las 24 horas no es lo mío y no quiero estar cuidando mis palabras para no herir la maldita sensibilidad de alguien. —Gael consigue levantarse de la cama y da saltos con un pie hacia el baño. Ilan mira con pena al omega y acaricia su espalda con cuidado.
—No te culpes, sucede que los gamma son muy diferentes a nosotros. Lu limpia sus ojos para luego darle una sonrisa al beta.
—No es eso... Lloro porque f-fue todo un... un sueño —murmura triste y luego se pone de pie cuando se recupera—. Además cualquiera estaría molesto si lo lastimas aún más —agrega con su voz débil. Ilan le sonríe para luego decirle que el desayuno ya está listo. Ellos son los huéspedes del señor Damia y él los espera en el comedor. Gael le grita desde el baño que ira en unos minutos, porque primero debe asegurarse que sus testículos no estén reventados. Eso hace sonreír con pena al omega.
Una vez cumplido ese pequeño encargo, Ilan sale se la habitación solo para encontrarse con el alfa pelirrojo. Éste ni siquiera lo mira, pero le gruñe con fiereza cada vez que se le acerca.
Que carácter, piensa el beta. Pero para evitar problemas decide ignorar ese comportamiento, en lugar de corregirlo como lo haría cualquier persona que éste a cargo de un alfa. También se siente un poco extraño al respecto porque apenas hace unos días era él quien servía al alfa.
—Buenos días señor —saluda Ilan cuando entra al comedor y encuentra a Damia sentado en la mesa. El desayuno pronto estará listo.
—Buenos días Ilan. —El mayor regresa el saludo pero su sonrisa desaparece al escuchar los gruñidos de Cruz, quién se encuentra detrás del beta—. Parece que alguien está de muy mal humor.
—Lo siento señor, me encargaré de él —se apresura a contestar Ilan y empuja al alfa fuera del comedor. Damia sonríe y luego atiende su celular cuando recibe una llamada.
Ya en los pasillos, Ilan mira Cruz con el ceño fruncido. Pero todo su valor se esfuma al ver la mirada cortante y llena de rabia del pelirrojo. Éste le vuelve a gruñir haciendo que el beta retroceda unos pasos.
—B-Basta, el señor Damia permitió que te quedes aquí. ¿Puedes comportarte?
—Señor Damia esto, señor Damia aquello... Hace unos días yo era tu amo —responde entre dientes.
—Eso es pasado, ahora yo estoy a cargo de ti y no quiero que-
—No quiero tu lástima beta —interrumpe el mayor para luego caminar hacia su cuarto.
—Entonces, ¿para qué me buscaste? ¿Por qué llegaste aquí gritando mi nombre? —esas preguntas hacen que el alfa se detenga en medio del pasillo. Su cuerpo se encuentra temblando por la batalla que tiene en su interior justo en ese momento, Ilan no tiene idea y Cruz termina girando sobre sus talones cuando una de las partes logra ganar.
El beta ve la misma mirada de odio del alfa, pero esta vez él camina hacia su dirección. Esto causa que Ilan sienta miedo y quiera huir. Aunque termina acorralado por el pelirrojo contra la pared, el mayor está muy cerca de él y toma su mentón con delicadeza para luego detenerse a unos centímetros de su boca.
—Porque eres tú —murmura mirando los ojos de Ilan. Pero no se atreve a besarlo, sólo acaricia la mejilla de éste con la suya por un momento. Luego se separa cuando siente que su olor quedó en la piel del menor. Por otro lado, Ilan está muy confundido y no sabe como reaccionar a esa muestra de afecto.
—Yo... y-yo tengo cosas que hacer —se apresura a correr lejos. Pero olvidó que el alfa debe acompañarlo a donde va, así que su incomodidad crece a un más.
—¡Ilan! —Damia lo llama con urgencia en el comedor y una sonrisa en el rostro del omega le hace saber que son muy buenas noticias.
—¿Si señor?
—Tendremos visitas, que preparen los cuartos de huéspedes que están desocupados —le ordena a su mano derecha, entonces Ilan llama al resto de los sirvientes y le pide que se apresuren. Pero como algunos están ocupados sirviendo el desayuno, él mismo decide ocuparse de un cuarto.
—¿Más visitas? —se pregunta el beta mientras entra a la habitación que está en el segundo piso, esta tiene una agradable vista al jardín delantero de la casa.
—Ilan... —La voz de Cruz le recuerda que no está solo y el muchacho tiene un ataque de pánico. Él se voltea y ve al alfa en la puerta, piensa que no tiene salida. Eso le recuerda las veces que el mayor lo había golpeado hasta el cansancio. Siente las manos del pelirrojo en sus brazos y, por acto de reflejo, cierra los ojos e intenta protegerse de algún modo. Pero ningún golpe llega, en cambio, el alfa lo jala hacia su cuerpo y lo atrapa en un apretado abrazo.
—Suéltame —le ordena pero por su tono de voz es más bien una suplica.
Cruz le gruñe cuando el beta quiere alejarse entonces el muchacho permanece quieto, lo que hace que su alfa interior se calme.
—Quería disculparme contigo... Incluso cuando mi padre me abandonó, tú siempre estabas ahí.
Ilan no responde, sin embargo se aferra al pecho del mayor para darle un abrazo, con eso espera que Cruz entienda que es perdonando. Aunque no está seguro de querer ir más allá. Hace unos minutos el pelirrojo intento besarlo, es algo muy confuso para él ya que siempre había recibido palizas, golpes e insultos del alfa.
—¿Significa que estoy perdonado? —pregunta el mayor. Sus lágrimas mojan el hombro de Ilan y éste se sorprende mucho.
—S-Si —responde apenas el muchacho, se siente un poco sofocado por el abrazo, aunque el olor del alfa hace que se sienta tranquilo. Incluso frota su rostro contra la ropa de Cruz como si fuera un omega enamorado.
—No me había dado cuenta antes... —El mayor se aleja y mira a Ilan fijamente, éste tiene el rostro rojo por lo que acaba de hacer, aunque Cruz también tiene ese tono sobre sus mejillas—, pero te pareces mucho a una chica, ¿no serás una? —se pregunta para luego romper la camisa blanca del beta, dejando así su pecho descubierto.
—Basta —dice Ilan, pero toda molestia desaparece cuando Cruz comienza a besar su cuello despacio. Los labios sobre su piel se sienten muy suaves y una sensación inexplicable recorre su cuerpo para concentrarse en esa zona.
—Eres muy sensible —comenta el pelirrojo en un tono de burla—. No habías hecho esto antes, ¿verdad? —esas palabras dejan a Ilan paralizado y trata de alejarse del alfa.
—¿Por qué haces esto?
—Quiero compensarte, cambiaré cada golpe de tu cuerpo por esto. —Cruz toma su rostro con las manos para finalmente atrapar sus labios con los suyos. Lo hace de una forma lenta, muy diferente a como suele hacerlo, porque sabe que debe ir despacio para no asustar a Ilan.
El beta no corresponde al estar sumergido en la confusión, su cuerpo se encuentra paralizado mientras su cabeza intenta ordenar las ideas en el cerebro. Aunque no puede ignorar los fuertes latidos de su corazón al igual que los suaves labios que chocan y acarician los suyos. Es suave, tibio y húmedo al mismo tiempo. Entonces, cuando ya no los siente, vuelve a tener control de su cuerpo.
—M-Me besaste... —susurra para luego llevar sus dedos sobre su boca.
—No lo volveré a hacer si no quieres —le promete Cruz—. Pero, ¿te gustó?.
Ilan baja la mirada y asiente lentamente, no es bueno mintiendo así que dice la verdad. Eso es todo lo que el alfa necesita para lanzarse sobre él y besarlo de una manera más experta.
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