Ípsilon

Gael había elegido a una omega castaña sin estar muy seguro de ello. Todo había sido muy rápido que no pudo pensar en su decisión por más tiempo. Pero en el cortejo tendrán tiempo suficiente para conocerse, así que él le pide permiso a su señora para pasar todo un día a solas con la omega.

—Hoy debo ir a un torneo y... Bien, sólo por este día gamma. Estás abusando demasiado de mi amabilidad —responde Leonor teniendo el ceño fruncido.

—Gracias, de verdad se lo agradezco —responde él haciendo una pequeña reverencia. Luego toma la mano de la castaña y la guía hacia su habitación. Él la mira sobre su hombro y nota las mejillas sonrojadas de ella, admite que es bonita y le gusta sus rosados labios.

—¿Gael? ¿Ella es tu...? —León no puede terminar la pregunta ya que el rizado lo saca rápidamente de la habitación y le pide que no lo moleste hasta que el día termine.

—Bien, es aquí —responde el gamma enseñándole el lugar a la chica. Ella sólo mantiene la mirada abajo y responde un "si" muy bajo—. Oye, ¿estás segura de esto? No pienso obligarte si no quieres ser cortejada —le dice Gael mientras suelta su mano.

—N-No pienses eso. Si quiero, me encantaría ser cortejado —responde dando un salto y termina aferrándose al torso del rizado. Gael queda paralizado luego de escuchar sus palabras y sentir algo extraño entre las piernas de la supuesta omega.

—Eh, alto. —El gamma toma su cintura y lo vuelve a dejar en el suelo. Siente la mirada oscura del mayor recorrer su cuerpo de arriba a bajo. Piensa que tal vez está molesto o que esa falda rosa y el suéter que lleva no es del agrado de su nuevo amo.

—¿Hay algún problema? ¿Estás molesto? —pregunta de manera desesperada. Luego siente como el rizado levanta su falda y observa su ropa interior con flores. Esto deja avergonzado al omega, pero no hace nada para impedirlo.

—¡Eres un chico! —exclama Gael soltando la falda y retrocede. Ahora se siente confundido porque ese muchacho está vestido como una chica y, además, se parece mucho a una real. El omega arquea una ceja y asiente.

—Si, lo soy —responde con algo de duda en su voz. El rizado se arroja a la cama de espaldas, derrotado.

—Idiota, idiota —se repite una y otra vez mientras golpea la almohada contra su rostro. Él no quería elegir a un chico y ahora no sabe cómo arreglar el mal entendido.

El omega observa y siente la frustración del mayor en sus acciones, así que sube a la cama con cautela y termina abrazando al rizado y con una de sus piernas sobre él.

—No hay problema, puedes tomarme todo lo que quieras. Para eso me trajeron aquí —susurra con una voz suave y encantadora—. Soy todo tuyo.

Gael quita la almohada de su rostro para luego golpear al omega con ella.

—¿Estás loco? No puedo hacer eso. —El gamma se aleja rápidamente del chico que huele a fresas. Éste se sienta con las piernas cruzadas sobre la cama y mira al rizado con curiosidad.

—¿Por qué no?

—Eres un hombre, yo también —responde Gael cruzándose de brazos. Eso hace reír al menor tímidamente mientras cubre su rostro con las mangas de su suéter.

—¿Y eso qué tiene que ver? —pregunta ladeando la cabeza—. Mi olor es dulce y agradable, además te vi sonrojado cuando entramos aquí —agrega para luego bajar de la cama y caminar hacia el gamma.

—Eso fue antes de saber que eres un chico —responde Gael con la misma actitud—. Haremos esto, hablaré con la señora Leonor para que te regrese a tu casa y...

El omega lo detiene rodeando su cuello con los brazos, es necesario hacer puntitas de pie y estar sobre los zapatos del otro para estar a su misma altura.

—No, tú me elegiste a mí —dice con la voz quebrada, las lágrimas no tardan en salir de sus ojos al pensar que será reemplazado. Gael roda los ojos para luego colocar sus manos sobre los pequeños hombros del omega. Así, el llanto del menor se detiene y pasa a soltar pequeños sollozos.

—Tienes razón. Fui un idiota, pero me gustan las mujeres, ¿sabes? Será mejor que busques a otra persona que cuide de ti —le aconseja. Entonces ve un adorable puchero en el rostro del omega.

—Eres tan tierno y amable al hablarme así. Yo... quiero que seas mi amo —le pide el menor tímidamente—. Haré que me desees.

Gael se aprieta el puente de la nariz, la situación comienza a irritarle solo un poco.

—Bien, haz lo que quieras. Pero pierdes tu tiempo conmigo —le asegura para después salir del cuarto. León aguarda junto a la puerta en el pasillo.

—Eso fue rápido, ¿qué paso? —le pregunta curioso. El rizado no responde a su pregunta y solo dice que irá a cuidar a Ada. Ahora se siente frustrado ya que creyó que había encontrado a su elegida, pero esa castaña resultó ser un chico con falda. Fue una gran decepción para él.

A Ada le dio pena ver al gamma tan triste, así que se tomó la libertad de hacerle algunas preguntas.

—¿Qué sucedió con Lu? ¿No te gusta? ¿No sabe cómo complacerte? ¿Fue muy tímido?

Tantas preguntas. Piensa el rizado mientras rasca su nuca.

—No era lo que esperaba, es todo —se limita a responder—. Eh, ¿quién es Lu?

—Tu omega tontito. —Ella suelta una risa mientras que Gael queda paralizado.

—No, no. No es nada mío, apenas nos conocimos hace unos minutos y a mí me gustan las chicas. Fue un error.

Al oír esto, la sonrisa de Ada aparece para ser remplazada por una mueca.

—Oh, eso... No hay problema, sólo dale una oportunidad a Lu. Los omegas hombres y mujeres no son muy diferentes entre sí —comenta y vuelve a sonreír. Él no quiere hacer eso porque ya lo dijo, no le gustan los chicos y también se pregunta cómo lo harían en la cama.

La tranquilidad del lugar se ve interrumpida cuando Leonor abre de golpe la puerta. Esto asusta a la omega y pone al rizado en alerta. Ambos se relajan al ver que solo se trata de ella, pero Ada siente en su olor y por el lazo, la rabia que desprende el cuerpo de su alfa.

—¿Qué pasó en el torneo? Volviste muy pronto —le pregunta curiosa. La omega trata de calmar a su alfa, pero Leonor camina directamente hacia Gael.

—Me importa una mierda el torneo —gruñe la alfa mientras el rizado no tiene idea de lo que están hablando. Él recibe un fuerte golpe en el rostro, seguido por otro en el estómago. Esto lo hace toser un poco por la falta de aire y termina tendido en el suelo—. Cuando te conocí creí que todos los gamma eran sumisos y obedientes, mucho más que los betas. Pero vi a un gamma hacer pedazos a fuertes alfas —le dice Leonor para luego patear el rostro del rizado. Gael suelta un quejido, el dolor que está sintiendo es terrible y tiene el presentimiento que sólo es el comienzo.

—Yo... —No tiene tiempo de responder porque ella lo calla con otra patada, esta va dirigida a sus costillas.

—¡Pensaste ganar mi confianza para después atacar, ¿no?! —exclama la alfa, está siendo guiada por su rabia—. No puedo perdonarme de haber dejado a un gamma a cargo de mi tesoro —se dice a si misma mientras levanta su pie, está a punto de pisar la cabeza del rizado. Pero un grito agudo la detiene.

—¡No, señora! —El omega castaño corre hacia Gael y termina arrodillado a su lado—. No lo lastime, por favor —suplica manteniendo la vista abajo. No se atreve a mirar a la alfa a los ojos. Un segundo después de decir esas palabras recibe una cachetada como respuesta. Su mejilla sensible rápidamente se hace roja, pero no solo eso. Leonor también lo patea con fuerza.

—¡No te metas en esto, omega inútil! —Antes de que ella descargue su rabia sobre el pequeño cuerpo del castaño, Gael lo cubre y protege con su propio cuerpo, recibiendo las patadas en la espalda.

—Quédate abajo, Lu —le ordena el gamma mientras están cara a cara. El omega observa como el mayor soporta los golpes y es capaz de darle, al mismo tiempo, una sonrisa tranquilizadora.

—¿No piensas defenderte? —Leonor gruñe dando una última para luego tomar un pequeño descanso—. Yo vi de lo que son capaces los gamma. —La respiración de la mujer se encuentra agitada, su cabello está revuelto y sus ojos solo muestran odio. Incluso Ada la desconoce en este momento. La omega se encuentra en un rincón mientras se abraza a sí misma, tiene mucho miedo.

—Señora. —Uno de los guardias se atreve a interrumpir. Inmediatamente recibe la mirada cortante de su jefa. Pero, aun así, el alfa le da la noticia que el hermano de Ada está en la casa.

Seguido de eso, el hombre entra a la habitación acompañado por sus propios guardias. Su mirada fría recorre todo el lugar hasta que sus ojos se detienen en su pequeña hermana.

—Ada, ¿qué está pasando aquí? —le pregunta él dando pasos rápidos hacia ella. La omega de inmediato lo abraza, usando su llamado involuntariamente. Esto hace a Leonor volver en sí y mira con dolor lo que ha hecho.

—Yo... lo lamento mucho —se disculpa con Ada. Ella siente una presión en su pecho al ver y escuchar a su omega llorar. Además no puede consolarla ya que fue ella quien la asustó de esa manera, así que deja la habitación rápidamente.

—Todo está bien —Ada escucha las palabras suaves de su hermano mientras siente sus caricias en el cabello. Ella aveces piensa que tiene mucha suerte de tener un hermano mayor sensible y cariñoso—. ¿Qué pasó? ¿Quieres contarme?

La omega toma aire mientras limpia sus mejillas, mas no se separa mucho de él.

—Ella fue al torneo, no sé lo que vio allí y empezó a atacar al gamma. Dijo que eran peligros y no sé que más. —Ada vuelve a tener su rostro húmedo por las lágrimas, entonces su hermano le entrega un pañuelo.

—Si, de hecho, lo son —dice el hombre. Él la ayuda a ponerse de pie mientras ella lo mira con miedo—. Es por eso que vine por él. —Los guardias levantan al gamma herido y con una seña de su jefe llevan a Gael al auto. Como el omega castaño no quería separarse del rizado, no tuvieron otra opción que llevárselo también.

Genial, piensa Gael mientras limpia la sangre que baja desde su boca, su cuerpo de duele mucho, incluso siente que la herida de su pierna se reabrió con esa salvaje golpiza.

—Hey, ¿tienes algo roto? —le pregunta a Lu. El menor baja la mirada mientras siente las lágrimas brotar.

—M-Me protegiste. —Es lo único que logra decir antes de que su garganta se cierre con un gran nudo. Es una mezcla de sentimientos que lo abruman. O tal vez sea sólo felicidad.

—Claro, tú lo hiciste primero —responde el mayor revolviendo su cabello. Eso deja al castaño confundido, hasta ahora no había notado que enfrentó a un alfa al intervenir para proteger a Gael.

Luego de que asimilaran todo lo anterior, ahora tienen curiosidad y miedo acerca de lo que pasará luego. El hermano de Ada dijo que vino por el gamma porque asegura que son peligrosos. Eso no promete nada bueno.

Lu se aferra al brazo de Gael cuando los guardias alfas los obligan a entrar a un auto grande y negro. En eso, comienzan a escuchar unos gritos agudos. Es la voz de León.

—¡Quítenme las manos de encima! —El niño lucha contra los hombres de una manera impresionante. Parece tener la misma fuerza de un adulto, incluso termina rompiéndole la mano a un guardia. El jefe de estos considera que ya es suficiente y, de alguna manera, cree saber como detener al niño de ojos azules. Él abre los botones de su camisa para quitarse su bufanda roja con facilidad. Luego le enseña esa prenda a León.

—Mira, ¿te gusta el color rojo?

El pequeño gira hacia él con intensiones de atacarlo, pero todo su cuerpo se detiene al ver la bufanda. El color lo coloca en una especie de transe que relaja todos sus músculos.

—S-Si... ¿Cómo lo sabes? —le pregunta ladeando la cabeza.

—Eres igual a él, mi amigo Erik.

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