Gamma

Los cazadores se encuentran rastreando a los gamma como si de unos animales se tratasen. Los capturan para luego venderlos al mejor postor en el mercado negro y es por eso que cuentan con los mejores rastreadores dirigiendo a pequeños grupo en lo más profundo de los bosques. Estas son las mismas personas que venden omegas como si fueran objetos y tratan a los betas como esclavos.

—Varios kilómetros recorridos y solo encontramos esto —se queja uno de los cazadores. En todo el viaje no se toparon con ningún grupo de gammas, nada más hallaron un lugar que creen que es un refugio.

—Estamos cerca, el dueño de todo esto llegará tarde o temprano y lo atraparemos.

Milenka, quién se encuentra oculta detrás de unos árboles, suelta un chillido del susto. Entonces los otros dos deben cubrirle la boca rápidamente.

—Shh, silencio —susurra Max regresando la vista hacia esos cazadores. Éstos se alertaron por aquel chillido y ahora se encuentran buscando el lugar de donde proviene el sonido. Sólo están a unos pasos de ellos pero alguien pega un fuerte grito llamando la atención de los cazadores.

—¡Lo sabía! Ninguna de estas plagas escaparán de mí. —Un hombre llega arrastrando un gran bulto y termina arrojándolo a los pies de los demás—. Atrapé uno, hice bien en adelantarme yo solo —agrega teniendo una sonrisa de satisfacción en su rostro. Los tres gammas ocultos se sorprenden al ver que ese bulto es Gael dentro de una red. Se ve desorientado y tiene varios golpes en su rostro.

—Muy bien Cruz, pero debiste seguir con el grupo. Hay animales salvajes allá fuera —lo reprende un hombre un poco más mayor que él, éste tiene canas en su cabello. Su hijo roda los ojos e insiste que lo hizo bien a pesar de ser su primera caza.

—¿Sólo uno? Creí que los gamma se mueven en grupos —cuestiona el compañero del padre de Cruz.

—Este estaba solo —se defiende el joven cazador—. Pero podemos preguntárselo. —Él flexiona las piernas quedando cerca de Gael y lo toma del mentón para mirarlo a los ojos. El rizado hace una mueca por el dolor de sus golpes y por el aroma que desprende ese sujeto, es sofocante.

—Suéltame —gruñe el gamma dejando al descubierto su lado más feroz y agresivo. Pero a cambio recibe otro golpe en el rostro que termina partiendo su labio inferior.

—¿Dónde está el resto? —le pregunta el alfa ahora tomándolo del cabello con fuerza.

—S-Sólo soy yo, no hay nadie... más. Me... Me expulsaron de mi tribu y-y des-de entonces voy s-s-solo —le explica Gael mientras soporta el dolor en su cuero cabelludo. Siente que su cabello será arrancado sin piedad. El alfa lo mira en silencio cuando termina de hablar y lo suelta.

—¿Qué opinan? —le pregunta a los demás—. Yo digo que está mintiendo.

Max no puede ver como golpean al rizado para hacerlo confesar, entonces rápidamente piensa en un plan para rescatar a Gael.

—¿Estás de acuerdo Milenka? Todo depende de ti.

—Si, puedo hacerlo —asiente para luego colocarse en posición. Ella los deja por un momento y ahora Max debe lidiar con Yannick. El rubio no deja de balbucear cosas sin sentido mientras abraza sus piernas.

—Basta, nos descubrirán —murmura el castaño cuando coloca sus manos en el hombros del otro—. Todo estará bien, tomaremos a Gael y nos iremos de aquí.

—Son demasiados, son fuertes... No pude hacer nada —habla bajando la mirada. Max no sabe a lo qué se refiere pero tampoco hay tiempo que perder. En ese momento todos comienzan a escuchar una melodiosa voz en el bosque. Es Milenka y pretende encantar a los cazadores con su voz, cosa que funciona ya que ellos siguen su canto como si estuvieran bajo un hechizo.

—¿Qué será eso, señor? —pregunta uno mirando al líder del grupo. El hombre frota su barbilla y les ordena a los demás ir a investigar. Él tampoco se queda atrás, impulsado por su curiosidad, sigue a los demás. Pero Cruz se encuentra a la cabeza, olfateando el aire con energía.

—Es una mujer, puede que sea compañera de ese gamma —piensa mientras va avanzando. Sólo se detiene un momento para observar un arbusto el cual tiene una rama rota, también encuentra una huella. La misma es la de un pequeño pie descalzo, lo que confirma que se trata de una mujer.

Mientras tanto Milenka continúa tarareando una de las canciones que solían cantar con su familia alrededor de la fogata en las noches. Eso le trae recuerdos pero tiene muy en claro su objetivo y no demostrará debilidad en estos momentos, menos cuando siente que ya no está sola en ese pequeño claro. Uno de los cazadores la encontró y ambos hacen contacto visual.

—Hola —dice el hombre ladeando la cabeza. Milenka lo observa con más atención, su ropa, forma de hablar y de expresarse. Es diferente a un gamma con ese cabello corto y rojizo, sin mencionar el olor que su cuerpo desprende—. ¿Qué hace una chica tan hermosa sola en este bosque? —pregunta él dando un paso más. Ella se levanta de la roca en donde se encontraba sentada y retrocede un poco.

—Vivo aquí. ¿Qué haces tú? ¿Estás perdido? —intenta sonar lo más inocente e ingenua posible mientras que en su interior repirme los deseos de darle una paliza a ese sujeto por golpear al rizado.

—Si, estoy perdido. ¿Puedes ayudarme?

Claro que lo ayudará, pero a irse al infierno. Milenka suspira para calmarse y le sonríe al extraño con dulzura.

—Claro, con gusto —asiente mientras lo toma del brazo. El alfa queda un poco sorprendido por la rápida confianza que la muchacha le brinda y tampoco parece importarle que su olor se impregne en la rustica vestimenta que ella usa.

—¿No te importa que mi olor quede en ti? —pregunta arqueando una ceja. Entonces Milenka detiene su paso y huele su ropa con curiosidad.

—Huele a lima —murmura para luego mirar al alfa—. Eres extraño pero no me molesta.

—Tú cabello es extraño pero bonito —comenta Cruz refiriéndose a las rastas con adornos que la gamma posee, eso la hace reír, provocando que él olvide momentáneamente su misión. El hecho que a ella no le moleste que la esté marcando con su olor lo deja un poco descolocado.

—¡Cruz! —el grito de su jefe lo hace reaccionar y se separa de la muchacha rápidamente.

—No, no, no. Se supone que debo atraparte —le dice a la gamma al mismo tiempo que toma el arma que descansa en su cinturón. Pero hay un problema, el arma está en manos de la muchacha.

—¿Atraparme? No lo creo. —Milenka lo desafía con la mirada pero sus manos temblorosas la delatan. Se encuentra nerviosa y asustada.

—No puedes dispararme, así que devuelve eso. —El alfa hace un rápido movimiento para recuperar su arma. Pero Milenka aprieta el gatillo al asustarse, disparando un dardo al cuello de Cruz. El arma cae al suelo mientras ella retrocede con miedo, cree que acaba de asesinar a una persona pero él se quita el dardo y da un par de pasos hacia adelante.

—T-Te voy... a... —toma a Milenka del cabello pero un segundo después todas sus fuerzas desaparecen. Cruz cae dormido sobre ella. La gamma se retuerse intentando liberarse, él es bastante pesado y con un último esfuerzo logra salir. Terminó llena de tierra, hojas y el aroma a ese alfa pero ella sólo se preocupa en correr lejos, luego de asegurarse de que el alfa sigue con vida. 

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