Familia Gamma

Multimedia Alejandro

La brisa de la montaña acaricia el rostro de Max mientras que su mano se encuentra sujetando la de su amor secreto. Ambos hacen su ronda de habitual para memorizar los lugares de vigilancia porque, en un futuro cercano, se convertirán en centinelas. Bueno, sólo Max quiere eso, ya que su amigo prefiere ser un curandero.

—Vamos Nico, siempre debo arrastrarte —se queja el castaño, pero muy en el fondo agradece que él sea un poco lento para así poder tomar su mano.

—Perdón, siempre me duelen los pies a mitad del recorrido —se disculpa el otro soltando una risa. Ambos provienen de diferentes tribus pero decidieron viajar juntos ya que el hijo de jefe de esa otra familia se enamoró perdidamente de la prima de Max. Ahora son una gran tribu hasta que los jóvenes se marchen y formen su propia familia.

—Ya casi llegamos. —Max no quiere soltar su mano, pero debe hacerlo porque teme que los demás lo miren raro. Él se ha sentido raro hace un tiempo y su estómago le cosquillea siempre que está con Nico. Y tiene la necesidad de decírselo.

El otro gamma continúa adelante sin imaginarse por lo que está pasando su amigo.

—Parece que la cena está lista —comenta mientras aparta una rama de su camino.

—Espera, yo... —Max está justo detrás de él, se ha decidido. Pero la rama que Nico había apartado golpea al castaño en la cara y le produce un corte en la mejilla.

—¡Max! —El otro acude a su ayuda de inmediato y le coloca unas hierbas medicinales, que siempre lleva en su bolsa. El castaño siente su corazón acelerarse al ver como Nico está tan preocupado por él y al sentir sus toques suaves en el rostro—. Listo, lo siento, yo no quería... —Max ya no soporta la cercanía, entonces avanza y roza sus labios contra los de Nico. Es un beso bastante rápido y suave.

—Tú me gustas mucho y me moría por decirlo —le confiesa de corazón. Pero la mirada horrorizada de Nico lo vuelve a la realidad.

—¡Estás loco! —responde para luego correr lejos. Max intenta seguirlo, pero todo el bosque se vuelve oscuro, como si la noche lo devorara. Él grita el nombre de Nico una y otra vez hasta que nota la marca en su muñeca. Fue exiliado. Su mirada baja a sus pies mientras contiene las lágrimas, en eso, el llanto de alguien más lo hace salir de su dolor.

Sus ojos se levantan y puede ver a Thom a unos metros de distancia, el beta se encuentra llorando mientras que su cuerpo está desnudo y cubierto de marcas.

—Thom —Max dice su nombre y éste quita las manos del rostro. Cuando sus ojos hacen contacto con los del mayor, Thom sonríe y limpia sus lágrimas. Max corre a su encuentro y le da un fuerte abrazo, sólo para sentir su cuerpo helado.

Todo esto ya es demasiado para el castaño y termina soltando un grito desgarrador. Ese grito lo hace levantarse de la cama, entonces siente una mano firme sobre su pecho.

—¡Sólo fue una pesadilla! —le dice esa persona. Max mira a su alrededor con la respiración agitada, su frente se encuentra llena de sudor y sus lágrimas no se detienen.

—¿Dónde estoy? —le pregunta al hombre mientras limpia bruscamente su rostro. Sus ojos están irritados y tiene la sensación que no dejarán de llorar.

—Mis hijos te encontraron inconsciente en el patio trasero —responde—. Por las heridas de tus pies diría que caminaste mucho.

Max quita las sabanas y observa sus pies vendados, él no recuerda muy bien lo que pasó luego de encontrar a Thom en la habitación. Sus recuerdos son confusos, ni siquiera sabe cuánto tiempo vagó luego de salir de la mansión Faure.

—Permiso. —La voz suave de una joven se hace presente en el cuarto—. Papá, le preparé el desayuno a nuestro invitado —comenta ella teniendo una bandeja en sus manos.

—Déjala sobre la mesa, primero necesito hablar con él a solas, Bianca —responde el hombre dándole una sonrisa. Ella asiente y sale de la habitación luego de eso. Entonces el mayor cambia su mirada a una más severa cuando mira a Max—. Dime... ¿Qué hiciste para ser exiliado? —Él toma el brazo del castaño y observa al marca de su muñeca.

—Desmembré a personas —responde sonriendo, pero sus lágrimas no dejan de caer—. N-No, espera, eso lo hice hace poco. Me exiliaron por besar y querer a un chico —ya no puede continuar hablando y se deja vencer por el llanto. Creyó que sus lágrimas se secarían luego de llorar por tanto tiempo pero estaba muy equivocado, después de todo perder a un elegido es terrible. Él perdió dos.

—Cálmate —le ordena el otro hombre y le pasa un vaso de agua—. La masacre de la familia Faure, ¿fuiste tú?.

—Ellos me quitaron a mi elegido. ¡¿Qué más podía hacer?! —Max siente su garganta desgarrarse, el agua calma un poco el ardor pero no es suficiente—. No soy un asesino, no soy como ellos —murmura mientras siente sus párpados pesados. Él termina dormido sobre la cama gracias a la medicina que tenía el agua.

—Papá, ¿y esos gritos? —El hombre se levanta de la silla y camina hacia la puerta.

—No quiero que ninguno de ustedes se acerque a él, ¿entendido? No está bien. —El hombre suspira mientras coloca esa habitación bajo llave. Bianca ve a su padre alejarse, entonces escucha el silbido de su hermano mellizo.

—Hey, ¿el vago ya despertó? —le pregunta cuando ella se acerca a su habitación. Su hermano y primo se encuentran escondidos detrás de la puerta y dejan pasar a la chica rápidamente.

—¿Qué escuchaste?

—Muchas cosas —responde para luego sentarse en la cama, los otros dos hacen lo mismo y forman una ronda—. Para empezar el desconocido es gamma como nosotros y vi que tiene la misma marca de papá en la muñeca. Papá le preguntó algo sobre exilio y el sujeto habló de gente desmembrada. Luego de eso papá me dijo que nadie puede acercarse a ese gamma —les cuenta ella luego tragar saliva. Ahora tiene miedo al respecto.

—¡Ya sé! —El más alto de los tres busca algo en el celular y les enseña a sus primos una noticia de último momento—. Encontraron al líder de la familia Faure y a sus guardias sin extremidades, los sirvientes explicaron a la policía que ellos les ordenaron acabar con su sufrimiento y no han encontrado al responsable aún.

—Yarel, ¿estás pensando lo mismo que yo? —le dice el joven gamma frunciendo el ceño.

—¿Que ayudamos y tenemos a un psicópata en la casa? —supone éste haciendo una mueca.

—¡Si! Debemos llamar a la policía.

—No Sasha. —Bianca le quita el celular a su hermano y mira a ambos con los brazos cruzados—. Esos tipos eran muy malos y siempre se salían con la suya. Además ellos mataron al elegido de ese hombre, por eso hizo lo que hizo, él está destrozado.

Tanto Yarel como Sasha baja la mirada al escuchar eso, al ser gamma ellos entienden lo que tener un elegido o elegida significa y no pueden imaginarse perderlo o perderla.

—Eso no lo sabía —murmura Yarel rascándose la nuca.

—Por eso lo encontramos inconsciente en el patio, debió pasar días sin comer o beber agua por la tristeza —comenta Sasha poniéndose de pie. Él decide salir de la habitación y Bianca lo sigue rápidamente. Ella le recuerda que su padre ordenó que nadie moleste al visitante, pero su hermano no es muy bueno siguiendo ordenes.

—Papá estará molesto —grita ella en susurros mientras toma el brazo de su hermano para detenerlo.

—Mierda, siempre me molestas. —Sasha recupera su brazo y le da un empujón a Bianca—. No te metas conmigo, haré lo que quiera —agrega él. Pero no vio venir el golpe que su hermana le arrojó. Su puño golpea al chico y deja una marca en su ojo derecho, este no tardará en tomar un color morado.

No solo le duele el golpe, sus piernas comienzan a temblar seguido por un calambre que se extiende por su cuerpo. En eso, siente la mano de Bianca en su hombro, ella está sorprendida por el terrible golpe que le dio a su hermano.

—Yo no quería... Fue sin querer. —Al igual que su hermano, ella también comienza a sentir calambres por todo su cuerpo y luego un agudo dolor muscular.

—¿Fue sin querer? ¡Casi me destrozas el ojo! —exclama Sasha para luego arrojarse sobre ella. Pero un brazo se enreda por su cintura y lo aleja de Bianca.

—¿Qué son esos gritos? ¿Están bien? —El padre de ambos llega justo a tiempo para impedir que ambos se lastimen. Ellos no lo saben pero acaban de entran en celo y los dolores no se hacen esperar. Sasha incluso forcejea con su padre para que lo suelte, entonces el gamma adulto sostiene sus brazos para controlarlo.

—¡Papá, ¿qué me pasa?! —Bianca está desesperada y toca su pecho, todo su cuerpo arde, además comienza a temblar. Los dolores la hacen caer al suelo.

—Están en celo, deben calmarse —les dice el mayor. Sasha se detiene para recuperar el aliento y frota su rostro con las manos.

—No sabía que doliera tanto —se lamenta, entonces ve las marcas que dejó en los brazos del otro gamma—. Lo siento papá —le pide disculpas para luego soltar un quejido.

—Hola, ya llegué. —Ambos jóvenes levanta la mirada al escuchar la voz de su otro padre en la casa. Él había salido a hacer unas compras.

—Papi. —Bianca es la primera en correr hacia la entrada, seguida por Sasha. Los mellizos se insultan en todo el camino hasta que terminan derribando al omega. Éste se lleva un fuerte golpe en la espalda al caer y sus niños se abrazan por él con fuerza. Él sonríe hasta que siente la temperatura del sus pequeños, de inmediato llama a su esposo y le pide ayuda.

—Lejo, ellos están ardiendo. Necesito la medicina para la fiebre.

—De hecho, ellos entraron en celo —le explica el hombre nervioso—. Pero se ven calmados ahora —agrega al ver como los mellizos se encuentran acurrucados contra el omega, su olor los tranquilizó y no quieren separarse de él.

—Es mi papi —dice Bianca dándole una patada a su hermano.

—No, es mío —contesta Sasha devolviéndole el golpe.

—Ya, basta los dos. No peleen por Ei, además él es mío. —Su padre los aleja del omega con una sonrisa de lado. Acaba de hacer que su esposo se sonroje mucho.

—Esto... es terrible. Miren cómo están —habla Einar mientras toca las frentes de sus niños y luego mira a su esposo—. Tú eres gamma, ¿qué hacemos ahora? —le pregunta, la preocupación se refleja en sus ojos.

El hombre baja a los mellizos cuando el omega ya está de pie, pero ellos vuelven a abrazarlo como si aún tuvieran 3 años de edad y no habían visto a su papi en mucho tiempo.

—Deben hacer reposo por tres días y tomar medicina para el dolor —le explica Lejo. Entonces camina hacia la cocina, seguido de su familia, y saca de la alacena una planta con hojas marchitas—. Esta es la hierba medicinal, los mantendrán tranquilos y calmará el dolor —explica mientras coloca las hojas de esa planta en agua caliente.

Unos minutos después los gamma pequeños ya se encuentran en la cama de sus padres, ambos han bebido la medicina. Pero no han querido despegarse del omega, ya que su olor también los ayuda a estar tranquilos.

—Yo cuidaré de ellos, tú ve a ver a nuestro visitante —le dice su esposo mientras le da un beso en los labios.

El gamma sonríe y también deja un beso en la frente de sus pequeños. Luego va hacia la habitación de huéspedes y abre la puerta que había cerrado con llave. Al entrar ve que la bandeja que Bianca había dejado sobre la mesa se encuentra intacta y que el muchacho está nuevamente despierta.

—Empecemos de nuevo —propone con una voz suave, Max mira al hombre fijamente en silencio—. Soy Alejando Morrison, mi tribu quería conocer a las otras clases y me enviaron a mí. Me enamoré de un hermoso omega y luego fui exiliado a causa de eso. Pero... Yo ya no podía seguir con esa vida nómada y formé mi propia familia aquí —le cuenta y, al terminar, espera que el otro conteste. Según sus tradiciones cuando alguien brinda información sobre su vida, la otra persona debe hacer lo mismo por educación.

—Max... N-No me obligues a decir lo que pasó. Quiero olvidar —es una suplica de parte del gamma más joven. El mayor suspira, pero entiende la posición del castaño.

—Debes comer algo, mi hija preparó esto para ti. —Lejo toma la bandeja, se acerca a la cama y la coloca sobre el regazo del castaño.

—No tengo hambre.

—No es una sugerencia, es una orden —responde el hombre con una voz firme. Eso hace que Max suspire y le de los primeros bocados al sándwich solo para que el otro lo deje en paz. Pero su estómago comienza a gruñir y pedirle más.

—¿Para qué comer? Ya no quiero vivir —murmura con la boca llena y luego traga ese bocado con dificultad.

—¿No tienes algún lugar donde ir? ¿Personas que ver?

El castaño deja caer todo lo que tiene en sus manos al escuchar esas palabras. Rápidamente se levanta de la cama, arrojando la bandeja en el proceso. Pero sus pies le recuerdan que se encuentra lastimado y termina cayendo sobre sus rodillas.

—¡Si, si! Tengo que encontrarlos, hice una promesa.

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