Theta (Tita)

Al salir de la habitación, Cameron y yo nos despedimos simplemente con un saludo y no me atreví a preguntarle. ¿Realmente quiso hacerlo? También me llamó la atención una charla que tuvo con su padre al reencontrarse.

–Estás como nuevo, ¿verdad hijo?

–No hacía falta que vengas a recogerme.

–Vine anoche. Pero todavía estabas muy ocupado. –Jersen soltó una risa–. Bastante extraño, porque tu calor es muy puntual.

–Cierra la boca y vámonos.

Luego el señor Fredrick me pidió muchas disculpas y dijo que de todos modos me pagaría la suma de esa semana aunque no haya hecho mi trabajo rutinario.

Por suerte ahora, mientras camino a casa, el clima es frío y las marcas de mis piernas y brazos las puedo cubrir con ropa, obviamente uso una bufanda alrededor de mi cuello. La mordida aún me duele un poco pero cicatrizó gracias a la saliva de Cameron. Él realmente actuó muy extraño antes de despedirnos, me llevó fuera de la habitación con su brazo por mi cintura y antes de separarnos me preguntó si yo quería saber a qué huelo. La respuesta fue que es una mezcla de lavanda y rosas.

–¿Será? –me pregunto de repente y comienzo a olfatear mi ropa en busca de esos olores. Pero nada–. No importa –murmuro sacudiendo mi cabeza para olvidar eso.

Cuando al fin llego a casa puedo ver un auto negro estacionado frente, muy lujoso. Tal vez algún jefe de papá vino de visita a casa. Tomo las llaves de mi mochila y abro la puerta, extrañé este lugar.

–¡Mamá, papá! ¡Ya vine! –exclamo sonriendo al escuchar murmullos en la sala.

Yo me quito mi chaqueta para colgarla en el perchero que está junto a la puerta. Pero entonces comienzo a sentir un olor a alfa, es muy familiar. Rápidamente giro al escuchar pasos detrás de mí. Ahí está él, es Henry y tiene su uniforme del ejército. No recuerdo que fuera tan grande, me siento insignificante a su lado, pero sigue siendo mi hermano.

–Eve, mira quién volvió a casa –habla mamá sonriendo y con lágrimas en sus ojos.

–Ambos están aquí –agrega Alba corriendo hacia mí para darme un gran abrazo–. Hueles a chocolate –comenta levantando la mirada. El baño no quitó el olor de Cameron.

–Ya lo sé, es porque... Estaba haciendo estas. –sonrío mientras le entrego una bolsa de papel, llena de galletas con chips recién horneadas.

Después paso a Henry, quiero darle un abrazo porque, aunque es un imbécil, lo extrañé un poco. Pero se aleja antes de que fuera capaz de tocarlo.

–Henry, ella sólo te está dando la bienvenida. –interfiere mamá. Pero su propio hijo le gruñe en respuesta. Mamá calla de inmediato y agacha la cabeza.

–Lo siento. Estoy cansado –murmura y camina a su habitación, dejando un incómodo silencio en el lugar.

¿Cómo pudo hacerle eso a mamá?

–Amm... vamos a comer –propongo indicando las galletas.

–Okey. –Alba se dirige a la cocina mientras mamá toma mi mochila.

–Me preocupé un poco cuando el señor Fredrick llamó. Creí que había pasado algo malo.

–Oh, no mamá.

–Pero todavía no entiendo porqué él-

–Es que... –Nunca le había mentido de esta manera–. Una nueva chica fue contratada y yo debía instruirla, ella vive en la casa.

–Entiendo. –me duele un poco su sonrisa–. Mejor vamos antes de que Alba se devore todo.

Pasamos un momento agradable, hablando y riendo, lo que sucedió parece, ahora, una simple pesadilla con ligeros tintes de sueño. Ya había vuelto a mi vida normal y, a partir de mañana, regresaría a la escuela.

Para las diez, ya todos estaban en la cama y yo terminaba de lavarme los dientes. Observo mi sonrisa una vez más en el espejo y luego salgo del baño. Me llevo un pequeño susto al ver a Henry en el pasillo. Ahora debo acostumbrarme a su presencia.

–Buenas no-

–¿Trabajo? –Él suelta una risa fría–. Pasaste todo este tiempo revolcándote con un alfa.

–E-Estás mal.

–Puedo olerlo en ti. Me da náuseas. –Henry simplemente avanza y arrancar las mangas de mi camiseta de un sólo movimiento, descubriendo las marcas de mis brazos.

–Ahí está la prueba.

–P-Puedo explicarlo. –Mi voz suena débil.

–¿Creíste que podrías engañarme? Ve a darte un buen baño para quitar ese asqueroso olor –susurra tomando mi mentón, luego me obliga a mirar a un lado para observar con más atención la mordida de mi cuello.

Me suelto de su agarre y corro hacia mi habitación. Cierro la puerta con fuerza para terminar arrojada de espaldas sobre la cama. Esto es grave, él podría contarle a nuestros padres sobre lo de Cameron. Aunque no tenía elección, debía hacerlo, es... Un trabajo más.

–Mis padres jamás estarían a favor de eso –me digo para luego soltar un suspiro.

Narrador Omnisciente
Sus padres lo recibieron muy bien en casa y se llevó la sorpresa de que Alba es una omega. Aun así todo ese cariño es poco para opacar toda su ira y resentimiento por lo sucedido en la escuela militar, tenía las mejores calificaciones y ahora se considera estúpido por haber perdido todo. La misma noche de su llegada, decide ir a una fiesta para intentar distraerse. Que mejor cosa que el alcohol para olvidar y divertirse al menos por esta noche.

Henry de encuentra hace una hora en una de las mesas del local, mirando como los demás se divierten. Creyó que rodearse de alegría serviría para animarlo. Pero hace todo lo contrario. Se siente más deprimido al ver a todos felices y sonrientes junto a sus parejas y amigos. Ni siquiera las copas que tomó sirven para nada.

–¿Qué me pasa? –se pregunta mientras juega con su vaso vacío.

La música está alta, es un sonido alegre y rítmico, hay personas bailando y lindas omegas pasan a su lado sólo para llamar su atención. Pero se siente muy mal, hasta el punto de creer que es un alfa bueno para nada.

–Mmm... ¿Y esa cara? –Una voz suave lo hace levantar la mirada. No es la de una chica, sino que se trata de un omega de bellos ojos celestes como el cielo–. No te vez bien –agrega tomando el asiento junto a él.

El alfa se pregunta porqué demonios un omega está preocupado por su persona y porqué le está hablando como si lo conociera desde hace tiempo. Pero admite que es bueno tener a alguien con quien hablar, además le resulta muy agradable el olor del chico. Huele a manzanas.

–Soy Henry... y estoy bien –responde estando un poco mareado. Las copas sí hicieron efecto en él porque, si hubiera estado normal, hubiera corrido al amable omega.

El chico le sonríe, también lleva varias copas de alcohol encima. Jamás hubiera hablado con un extraño en una fiesta.

–Me llamo Lysander –se presenta–. P-Pero no pareces estar bien, hueles a tristeza. –Él se acerca un poco más a Henry mientras éste ladea la cabeza.

El alfa puede captar su olor a manzana mucho más de cerca y sin que se vea mezclado con el olor del resto de los presentes. Piensa que es inrecistible.

–No debería im-portante este i-intento de alfa –comenta negando.

–¿Por qué dices eso?

–No sirvo para nada. –confiesa dando un fuerte golpe en la mesa, esto asusta al omega y de inmediato se disculpa–. No q-quise... Es que... yo. Ni siquiera s-sé porqué hablas conmigo.

–Y te vi triste, por eso me acerqué a hablarte. –El omega buscando algo en los bolsillos de sus pantalones. Saca un pañuelo celeste y comienza a secar las lágrimas de Henry. Quién comenzó a llorar sin notarlo. Esto lo deja apenado a pesar de estar ebrio, entonces aleja la mano del omega.

–Gracias p-por hablar conmigo –murmura sintiendo su corazón latir con fuerza. Eso jamás le había sucedido con otro omega, ni mucho menos un hombre.

–Que a-alfa más... más extraño. –Lysander vuelve a reír de una manera adorable–. Ya es tarde, tengo q-que volver. –Él se pone de pie. Tambaleando camina hacia la multitud mientras Henry lo observa, en eso, ve como otro alfa se aprovecha del estado del muchacho para acorralarlo contra la pared.

–Estúpido –murmura para luego soltar un eructo. Acude a su rescate y le arrebata el omega de ojos celestes a ese otro alfa, una pelea es inevitable. Así que la seguridad del lugar los echa del establecimiento por hacer disturbios.

–Lo siento –murmura Lysander estando recostado por la espalda de Henry. Éste lo lleva a caballito por la acera sin un rumbo específico.

–¿C-Cómo se te ocurre salir solo? –Lysander intenta ocultarse para que no vea su sonrojado rostro.

–Es que... N-No necesito que nadie me cuide –responde serio. También intenta bajarse pero Henry no se lo permite.

–Apenas p-puedes pararte –cuestiona Henry deteniéndose en un parque.

–¡No estoy ebrio! –chilla Lysander haciendo reír al otro. Aunque él también haya bebido no se encuentra tan mal como el de ojos celestes–. Y... ¿A dónde vamos?

–No sé, no qui... quiero volver a-a casa. –Entonces siente como el omega rodea su cuello con los brazos, haciendo que ambos queden mucho más cerca.

–Tampoco yo –susurra en su oído por accidente–. Tengo u-una reserva en un hotel que está cerca.

Henry asiente y comienza a caminar hacia la dirección que Lysander le da. No quiere dejarlo solo en plena noche y en ese estado, su alfa le exige protegerlo.

–Lle-Llegamos –anuncia estando frente a las puertas del hotel. Uno muy lujoso por cierto.

El omega le entrega su llave, así ambos entran al edificio y van hacia la habitación. Henry abre la puerta, teniendo cuidado de no arrojar a Lysander, y una vez adentro lleva al chico hacia la habitación. Lo deja en el centro de la cama mientras éste se hace bolita en medio de las suaves sábanas

–Muy lindo.

El menor abre los ojos encontrándose con los iris marrones de ese alfa, él aún se ve triste y decide animarlo.

–Lo que dijiste... N-No es cierto –comenta sentándose en la cama, así quedan cara a cara–. Me trajiste aquí completo, m-me salvaste de ese otro tipo. Eres un buen alfa.

Creyó que las bebidas y la fiesta lo harían pero sólo necesitaba unas palabras. Él acerca su rostro al omega, observa sus ojos sin poder apartar la mirada, cree que son hermosos y le es imposible no apreciarlos. En ese momento siente algo muy suave acariciar sus labios, le toma un segundo darse cuenta que el omega lo está besando tímidamente. Su boca sabe a alcohol y dulce, una extraña combinación que lo hace seguir el beso.

Henry lo toma del rostro con ambas manos mientras que el beso sube más de tono, ahora sus lenguas luchan entre sí mientras que la temperatura del ambiente aumenta. Por el olor del omega, mucho más intenso que antes, Henry llega a la conclusión que estaba usando supresores al encontrarse en celo.

–¿Hace cuanto llevas así?

–T-Tres... Tres días. –su boca busca desesperadamente la del alfa. Él no está usando a Henry para pasar su calor, de hecho, éste ya terminó. Pero su cuerpo reacciona inevitablemente al estar cerca de ese alfa.

La ropa sobra en este momento y ambos se deshacen de las prendas del otro. La erección del alfa lo tortura al ver que Lysander se encuentra usando ropa interior de encaje, que resalta muy bien su tono de piel y lo hace ver mucho más deseable.

–Muy lindo –murmura sin pensarlo haciendo que el rostro del otro se vuelva muy rojo. Está sobre Lysander, dejando besos y caricias por todo su cuerpo. No se preocupa en quitarle la ropa interior y sólo la hace a un lado mientras comienza a penetrarlo lentamente.

El omega suelta gemidos mientras cubre su rostro con los brazos para que no lo vea así. Pero él toma sus brazos para llevarlos sobre la cabeza. Así puede verlo a los ojos mientras están unidos, lo vuelve a besar con calma mientras que sus caderas se mueven contra Lysander. Lo hacen despacio para disfrutar del calor y roce de sus cuerpos a cada segundo. Los minutos pasa, el olor de ambos están mezclados mientras que el lugar huele a sexo, pero eso no le importa a ambos ya que están más ocupados en darse cariño.

Las embestidas se hacen más rápidas al mismo tiempo que los gemidos y gritos del omega llegan a los oídos de Henry. En un momento de lucidez mira a Lysander debajo de él, teniendo los ojos cerrados y sujetando las sábanas con fuerza.

–¿Qué estoy haciendo?

El de ojos celestes nota que la velocidad va disminuyendo y necesita más, entonces abre los ojos para mirar a ese alfa. Lo ve con una mirada perdida, triste, eso toca su corazón y levanta los brazos hacia el otro.

–Te necesito –murmura mirándolo a los ojos.

El alfa lo observa por un momento y lo abraza en ese instante. Reanuda las embestidas mientras Lysander murmura cosas en su oído.

–Más alfa, más. Lo... haces b-bien. –Sus gemidos también son un incentivo para su compañero, quién ahora deja marcas moradas en todo su cuello.

–Mío. –Henry está en su límite y siente como su nudo crece. Antes de ser atrapado, da una profunda estocada, haciendo que Lysander grite de placer mientras se viene sobre su estómago. Pero, para finalizar, el alfa muerde su cuello. Lo necesita, Lysander lo escuchó, notó que estaba triste. No puede dejarlo ir.

Lástima que al día siguiente...

–¿Dónde estoy? –el chico despierta teniendo una horrible jaqueca por todas las bebidas que tomó la noche anterior. Se siente sucio y su boca está seca

–Hola –lo saluda teniendo un vaso de agua en la mano y una pastilla en la otra. Él lo recuerda todo, bueno, la mayor parte.

Lysander rápidamente se cubre con las sábanas, tomando la mayor distancia posible del alfa.

–¿Qui-Quién eres tú?

Una sonrisa de lado aparece en su rostro al recordar que lo marcó, también hermosas marcas moradas que él mismo ha echo cubren la piel de su omega.

–Tu alfa –responde caminando hacia él. Trata de ocultarlo pero... Que Lysander no lo recuerde de verdad le duele.

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