Tau
Pasaron unas horas desde la pelea y Cameron se encuentra comiendo el almuerzo que mamá había guardado para él.
–Sabe delicioso –murmura con la boca llena, sus mejillas están sucias.
–Bebé. –Me burlo mientras le paso una servilleta para que se limpie. Luego pienso seriamente en lo que haré, él tienen razón, debo hablar con Henry. Siempre he intentado hacerlo, pero como ese alfa no tiene cerebro nunca quiere escucharme, ahora tendrá que hacerlo.
–¿En qué estás pensando? –Cameron interrumpe mis pensamientos cuando me abraza desde atrás, su nariz acaricia mi cuello suavemente. Aún no me acostumbro a tener a un alfa olisqueando mi aroma.
–En lo que dijiste.
–Oh, ya veo. Bien, lo haremos despacio, ¿si? Como siempre y... –Él deja besos cortos en mi cuello mientras sus manos suben lentamente hacia mis pechos.
–Eso no. –Suelto un bufido y me separo del alfa antes de que tome el control completo de la situación–. Pienso que si debo hablar con Henry.
–Pero... Él te golpeará, no quiero que nadie te lastime –murmura tomando mi rostro con sus manos–. Si se atreve, yo lo... –Ni siquiera puede terminar la frase porque comienza a gruñir. Alfas.
–Descuida. –Acaricio su cabello castaño para calmarlo–. Henry no volverá a golpearme.
–¡¿Ya lo había hecho?!
–Olvida eso, somos hermanos y no lo hará de nuevo. –Beso su frente con cuidado antes de salir de mi cuarto. Doy una profunda respiración y camino hacia el final del pasillo, allí está la puerta del cuarto de Henry. No recuerdo la última vez que había entrado, desde que llegó hace un año.
Yo abro la puerta lentamente y entro al lugar con cautela, él está sentado de espaldas a la entrada, con la cabeza agachada y siento su tristeza en el aire. También huelo la sal de sus lágrimas.
–No voy a disculparme con Eve, mamá –habla haciendo que detenga mis pasos por un segundo. Entonces me acerco un poco más y toco su espalda con mi dedo. Henry gira un poco su cabeza para mirarme y suelta un gruñido.
–¡¿Qué haces aquí?! –Da unos pasos hacia mí para intentar intimidarme. Pero no pienso moverme de mi lugar. Él me mira con rabia y desprecio pero... Sus ojos están rojos y las lágrimas tratan de escapar.
Yo simplemente avanzo hacia él y hago puntitas de pie para rodear su cuello con mis brazos. Él trata de alejarme. Pero no le daré el gusto y mis brazos se aferran más a sus hombros.
–Déjame abrazarte –le pido, tampoco recuerdo la última vez que nos abrazamos. Unos segundos después me pregunta.
–¿Ya terminaste? –Su tono es tan frío e indiferente que me hace sentir mal. Me separo un poco de él y luego agacho la mirada.
–¿Por qué me odias? –murmuro teniendo un gran nudo en mi garganta que apenas me deja hablar.
–Que pregunta más estúpida –contesta apretando los dientes–. Tú-
–¿Yo qué? Ya estoy harta –lo interrumpo dándole un empujón–. Nunca te hecho nada y desde que regresaste hiciste mi vida imposible. ¡¿Por qué?!
–¡Porque eres beta! –grita tanto como le permite su garganta, luego agacha la cabeza teniendo la respiración agitada–. Yo quiero serlo... –murmura sentándose en el borde de la cama.
–¿Qué? –No puedo creer lo que estoy escuchando.
–En realidad no regresé porque quise, me expulsaron –confiesa alejándose un poco cuando me siento a su lado–. Siempre me entrenaba y tenía las calificaciones más altas. Pero en la práctica... Mi alfa lo echaba siempre a perder. –Los ojos de Henry están brillantes y las lágrimas resbalan por sus mejillas.
–N-No podía obedecer ninguna orden y... Siempre empezaba una pelea. Todos los betas de la escuela y algunos pocos y afortunados alfas pasaron las pruebas. Y a mí me expulsaron.
–Oh, no tenía idea –hablo frotando mis manos. Jamás había visto esta faceta de su personalidad. ¿Por qué no nos dijo lo que sucedió?
–Los betas son independientes, fuertes y valientes, cada vez que te veía recordaba mi fracaso... –escupe apretando los puños–. Tú eres la que debería odiarme.
El cuarto queda en silencio por un momento mientras trato de comprender y analizar todo lo que Henry acaba de soltar. Jamás lo creí posible, pero Cameron tiene razón...
–Di algo maldita sea. –Gruñe mirándome a los ojos, sus manos se aferran a mis brazos y me sacuden un poco. No tengo nada que decir, sólo vuelvo a acercarme y lo abrazo con fuerza. Esta vez, sus brazos me rodean y corresponde mientras llora en mi hombro.
–Si hubieras hablado, nos ahorraríamos todo lo que pasó –hablo como puedo, yo también estoy llorando.
–No sé comunicarme, soy un alfa –contesta con la voz quebrada. Unos minutos después nos separamos.
Yo limpio mis lágrimas y comienzo a reír por lo tontos que somos. Henry me mira con el ceño fruncido.
–¿Te ríes es mí? –Que carácter.
–Si, estamos llorando como dos bebés –comento teniendo un pañuelo en mi mano y me atrevo a secar sus lágrimas. Ahora recuerdo que él está lastimado por haber peleado con Cameron–. Voy a curarte –digo estando en camino al baño para traer el botiquín de emergencia. Su rostro tiene varios golpes y un reguero de sangre baja desde la sien hasta su mandíbula. Con un trozo de algodón con alcohol limpio sus heridas en silencio mientras que él gruñe y hace muecas
–¿Por qué haces esto? –pregunta tomando mi muñeca para alejar mi mano de su rostro–. Después de todo lo que te hice. –Toca la marca que tengo en mi cuello, sobre mis clavículas. Es la marca del collar de toques.
–Después de todo lo que hiciste, sigues siendo mi hermano –contesto volviendo a acercar el algodón a sus heridas para continuar.
–Lo siento Eve, por todo –susurra, las palabras apenas se escapan de sus apretados labios, y no puedo evitar sonreír–. También por golpear a tu alfa.
–D-Descuida –Bajo la mirada por un momento y continúo limpiando la sangre, es un poco difícil ya que se está secando. Ya me imagino lo complicado que será sacar esas manchas de su ropa–. Solo debes decirle a nuestros padres lo que hiciste y ellos decidirán el castigo.
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